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A contramano de la economía mundial, Brasil dio la nota semanal. Mientras en gran parte del globo, distintos países presentan índices inflacionarios elevados, el país verdeamarelo presentó un efecto contrario, llamado deflación.

¿Bolsonaro lo hizo? 

Mientras Argentina cerró julio con una inflación de 7,4 por ciento, Brasil presentó una cifra inflacionaria negativa, es decir, se generó un fenómeno deflacionario. Esto provocó una caída considerable de los precios en el vecino país, registrado fuertemente en rubros como combustibles, energía, transporte y comunicaciones. Este alivio al bolsillo del ciudadano a pie generó una situación que no se veía hace mucho tiempo en la región. Centrados en Brasil, hay que decir que en cuatro décadas no se veía semejante cifra, y, lógicamente, pone al eje “inflación-deflación” en la mesa de debate, no solo allí, sino también con un efecto importante en la región.

En base a ello, es pertinente revisar la “receta” utilizada por Bolsonaro y sus Chicago Boys. Precisamente, la decisión tomada desde el Congreso brasileño y con una bancada importante desde el bolsonarismo. Esta ley fue la responsable directa de la baja de impuestos sobre los rubros productivos, y con ello, la deflación de Brasil que se encuentra en boca de todos. Otra caída con impacto en ese mes fue la de la energía eléctrica residencial (-5,78%), que también fue a consecuencia de una reducción tarifaria e impositiva.

Pese a esto, la incógnita que se genera a partir de la evidente caída de precios, es si esta tendencia deflacionaria será sostenible, y con ello pueda verse un país que además de la baja en precios de combustibles, por ejemplo, se pueda seguir invirtiendo en el crecimiento de la actividad económica. 

Una deflación “eleccionaria” 

Es importante leer el contexto que está viviendo el vecino país. Las elecciones presidenciales están a la vuelta de la esquina, en menos de dos meses para que los brasileños elijan a su próximo presidente. Dos candidatos y dos visiones completamente distintas del país: Lula Da Silva y Jair Bolsonaro. Teniendo en cuenta esto, es entendible que el actual presidente de Brasil pueda tomar decisiones económicas que, en el corto plazo, le den resultados electorales. Esta es una receta tan vieja como la misma política, cuando los plazos se acortan, las medidas de impacto inmediato comienzan a aflorar, y Bolsonaro no es una excepción. Por esa razón, esta podría considerarse una deflación eleccionaria, porque si bien el efecto se sintió con rapidez y eficiencia en la población, la falta de previsibilidad para mantenerla en el tiempo, la transforman en una herramienta de carácter político, más que económico. 

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Esto cobra sentido cuando uno analiza una de las medidas más polémicas que fueron lanzadas por Jair Bolsonaro. Hasta el 31 de diciembre de este año, Brasil otorgará un total de 8.000 millones de dólares en planes sociales, una medida que es controversial cuando se profundiza acerca del discurso bolsonarista: el “populismo” como un enemigo público. La premisa es simple, a leguas se puede ver que las decisiones económicas de Bolsonaro en sus últimos meses de gestión responden a ese concepto de amor-odio llamado populismo. Asimismo, esta redistribución de beneficios sociales expuestos desde el estado nacional de Brasil, se explicita en el programa “Auxilio Brasil”. Este se basa en otorgar 110 dólares mensuales, hasta diciembre, a un número estimado de 18 millones de familias. Bolsonaro, más verde que amarelo

La bancada de Brasil 

Es antipático caer en comparaciones burdas, pero lastimosamente inevitables, y esto lleva a compararlo con Argentina y su situación económica y financiera. Claro está que, Brasil es un país geográficamente mucho más extenso y esto reviste una posibilidad más grande de producción y consumo, sin embargo, es necesario mirar como Brasil se relaciona con el resto del mundo, como una de las “patas” de la estabilidad económica brasileña. 

Desde comienzos del siglo XX, Brasil comenzó a mantener una premisa geopolítica que ha sido su estrategia principal: mantener cercanía con las hegemonías mundiales. Cuando lo fue Reino Unido, Brasil estuvo cerca de Londres, cuando fue Estados Unidos, Brasil estuvo cerca de Washington, cuando apareció Rusia, Brasil se mantuvo cerca a Moscú, y luego comprendió que la multipolaridad era una realidad en la reconfiguración mundial, y allí apareció el BRICS. Este grupo de economías desarrolladas o con un crecimiento sostenido está compuesto por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, y es uno de los bloques más fuertes del mundo. Estas decisiones geopolíticas han llevado a Brasil a tener, continuamente, un soporte financiero internacional y un grupo de alianzas que logró posicionar sus productos e industrias, consiguiendo un “ida y vuelta” de acuerdos bilaterales que Brasilia comprendió como una llave de estabilidad económica. Párrafo aparte es la política, que ha sufrido vaivenes institucionales e internos constantes en su historia por su cercanía hacia ciertos países, y que han trastocado las relaciones dentro del país. 

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Por otro lado, y no menos importante, esta alianza comercial con el BRICS se ve fuertemente expresada en las reservas del Banco Central de Brasil, ya que no solamente cuenta con dólares estadounidenses, sino también con yuanes chinos. Una decisión más que multipolar por parte de Brasilia. 

Deflación y región 

Misiones comparte gran parte de su frontera con Brasil, y un proceso deflacionario afecta y fuerte a las relaciones fronterizas. En primera instancia, si los precios son más baratos para los brasileños, también lo son para los argentinos, y esto podría generar un nuevo desbalance comercial en la frontera. Los mismos brasileños están padeciendo un desajuste económico, que mientras la tendencia sea a la baja de precios, no traerá mayores problemas. 

Esta situación, sin embargo, no hay que pensarla solamente desde lo económico o estadístico, sino desde los humores sociales. La noticia de la deflación brasileña cayó como un pequeño misil en Buenos Aires, ya que, por el momento no se planifica una baja impositiva para una consecuente caída gradual de los precios de los rubros principales que motorizan a la economía. 

En este punto, volvemos a Misiones, ya que la tierra colorada viene llevando sus proclamas como la creación de una Zona Aduanera Especial para poder tener competitividad con Brasil y Paraguay. Proclama ignorada desde Buenos Aires, pero que, con pequeños movimientos en la economía brasileña, pareciera ser que se hace más evidente el posicionamiento de Misiones como una economía distinta a la de otras provincias argentinas, y con la necesidad de comprenderla en clave geopolítica. 

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