Colecta cuaresmal solidaria

Escribe monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas

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Carta de monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas, para el 3° domingo de Cuaresma [12 de marzo de 2023]

En nuestra Iglesia diocesana hay muchos gestos que son signos proféticos de esperanza. Este fin de semana, como cada año realizaremos en todas las parroquias e instituciones de la diócesis la colecta cuaresmal solidaria que denominamos «del 1%», que es un gesto ligado a nuestra conversión cuaresmal y con el que significamos nuestra preocupación por la pobreza desde la comunión de bienes ayudando a nuestros hermanos y hermanas que padecen el no tener una vivienda digna. Así ayudaremos a tener un techo, mejorar un baño, o agregar una pieza.

Obviamente esto no solucionará el problema de la vivienda, pero como diócesis realizamos un gesto concreto de caridad y justicia.

La caridad concreta es expresión del camino del amor que queremos transitar en esta Cuaresma. «Ciertamente, el amor es “éxtasis”, pero no en el sentido de arrebato momentáneo, sino como camino permanente, como un salir del yo cerrado en sí mismo hacia su liberación en la entrega de sí y, precisamente de este modo, hacia el reencuentro consigo mismo, más aún, hacia el descubrimiento de Dios: “El que pretenda guardarse su vida, la perderá; y el que la pierda, la recobrará” (Lc 17, 33), dice Jesús en una sentencia suya que, con algunas variantes, se repite en los Evangelios (cf. Mt 10, 39; 16, 25; Mc 8, 35; Lc 9, 24; Jn 12, 25). Con estas palabras, Jesús describe su propio itinerario, que a través de la cruz lo lleva a la resurrección: el camino del grano de trigo que cae en tierra y muere, dando así fruto abundante. Describe también, partiendo de su sacrificio personal y del amor que en éste llega a su plenitud, la esencia del amor y de la existencia humana en general». (Deus caritas est, 6)

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Es oportuno señalar que en el contexto del tiempo cuaresmal nos puede ayudar revisar cómo vivimos en nuestro discipulado del amor. Debemos procurar captar si el don de Dios, de su amor, y la capacidad que tenemos de amar por nuestra condición de ser personas y haber sido hechos a imagen y semejanza de Dios, nos orienta hacia un amor que se dona y que considera a los otros como sujetos y no como meros objetos de uso y consumo. Es decir, recorrer el camino del eros al agapé y la complementariedad de ambos. Cuando nos planteamos este discipulado del amor debemos tener claro que corremos algunos riesgos muy frecuentes. Habitualmente creemos que este camino a recorrer en el aprender a amar tiene casi una referencia exclusiva a temas ligados a la moral sexual o bien a relaciones de familia o de personas concretas.

Obviamente que esto también hay que revisar en nuestro examen de conciencia, pero, lamentablemente, en este discipulado del amor omitimos en general y no evaluamos que por no amar bien muchas veces caemos en la avaricia del tener y del poder y en los desvíos que esto provoca con graves consecuencias sociales de injusticia, deshonestidad y corrupción.

Es común que en los confesionarios abunden los pecados ligados a la sexualidad y sorprendentemente no se tenga demasiada conciencia de los pecados ligados a la dimensión social de la fe, a la avaricia del tener y el poder y a tantas situaciones de corrupción que todos sabemos que son un flagelo en nuestra sociedad y son causa de tantos males. Esto revela la necesidad de profundizar en la formación cristiana de una mayor enseñanza de la doctrina social de la Iglesia y obviamente de la moral social.

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Desde este camino a recorrer, revisando el discipulado del amor, entendemos que es fundamental que experimentemos el amor de un Dios que es Padre y que nos ama y permite reconocernos como hijos y hermanos.

¡Un saludo cercano y hasta el próximo domingo!
Mons. Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas

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