“Despacito…”, como dice la canción del momento, lo de las casas chinas ya es realidad

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“Despacito…”, reza el tema del momento, interpretado por Luis Fonsi. Así, con esa táctica, despacito, sin levantar mucho la perdiz, el Gobierno Nacional fue poniendo en agenda una decisión polémica que ya está tomada: la importación de casas de madera de china.

Justo cuando el sector maderero vive uno de los peores momentos de los últimos diez años, con despidos, suspensiones, horarios recortados y aserraderos que trabajan muy por debajo de su capacidad instalada.

La semana pasada el subsecretario de Coordinación de Obra Pública Federal, Ricardo Delgado, fue el encargado de rematar la faena, que arrancó “despacito” el año pasado. El funcionario les dijo en la cara a los empresarios madereros que la decisión ya esta tomada y se van a importar 14.000 casas de china. La Cámara de Empresarios Madereros y Afines (CEMA) lo confirmó ayer en un comunicado.

En una Argentina que atraviesa una severa crisis productiva, las casas chinas se colaron “despacito” y al final ya son una realidad. Al principio todo arrancó como una idea un tanto descabellada, que sonaba al clásico cuento chino, como las inversiones por u$s20.000 millones que se anunciaron y en su momento no llegaron durante el primer gobierno de Néstar Kirchner (Nota: igual los chinos luego compraron de todo en el país, petroleras, bancos, constructoras y exportadoras de soja…¡Y hasta se llevaron a Carlitos!).

Más tarde se confirmó que la medida estaba en estudio, pero faltaba mucho, estaba muy verde, aparentemente. Lo dijo Lucrecia Santinoni, subsecretaria de Desarrollo Forestal de Agroindustria. No lo afirmó en cualquier lado, vino acá a Posadas, enfrente estaba el ministro del Agro, José Luis Garay.

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Pero nadie le dijo nada. Como a esos defensores que pasan la mitad de la cancha con la pelota y encaran al arco, un poco desorientados porque nadie les sale al cruce. En Misiones nadie le dijo nada a Santinoni. Y la cosa siguió avanzando, “despacito”.

El jueves Delgado recibió a las autoridades de FAIMA (aglutina a muchas cámaras madereras en el país) y los terminó de notificar de la dura realidad.

Los chinos llegan con financiamiento a 10 años, con lo cual, el Gobierno no tendrá que poner la plata para entregar 14.000 casas destinadas a sectores de bajos recursos, algo que siempre es bienvenido (mucho más en tiempos electorales).

Eso sí, Delgado confirmó que el Gobierno solicitará a los chinos que también compren insumos locales para completar la construcción de esas viviendas y prometió un componente “made in Argentina” del 50 por ciento. Con lo cual, los empresarios del sector no tienen tiempo para lamentos y buscan la forma de participar del negocio.

Además, se utilizará mano de obra local para construir las casas. Si bien era lo lógico, más de uno suspiró aliviado (¿a lo mejor importaban chinos para construir las casas, también?).

Así fue como a los madereros les blanquearon de una buena vez el plan para traer las viviendas de madera del Lejano Oriente.  Eso sí, lo hicieron con delicadeza, con paciencia. Como dice la canción de Luis Fonsi, “Despacito, deja que te diga cosas al oído…”.

A pesar de la consideración y el buen tacto, el mensaje no podía ser más duro, dadas las circunstancias. No solo para los madereros, sino también para la Argentina productiva, que está estancada y no sabe como salir de su laberinto: Muchachos, lo de las casas chinas, sale sí o sí.

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Martín Boerr 

 

 

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