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De la selva verde a Vaca Muerta, el misionero que busca petróleo en Neuquén

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Cada vez que Roberto Pérez (33 años) termina de hacer un pozo en las áridas tierras de Vaca Muerta para YPF, luego de semanas de trabajo -y alcanzando una profundidad que puede llegar a los 4 kilómetros-, entonces viene el equipo de extracción e instala una pluma (esos martillos que suben y bajan) o una torreta.
Una vez que este oriundo de El Soberbio chequea que cumplió el trabajo a la perfección, recién se permite decir “misión cumplida” a sus seis colaboradores.
Entonces, lo primero que hace es sacar un pasaje de avión de Neuquén a Córdoba y de ahí a Posadas. O de Neuquén a Buenos Aires y de ahí a Posadas. La explosión de aviones, aerolíneas y frecuencias juega a su favor.
“Es lo primero que hago, cada vez que terminamos un pozo, tengo unos días de descanso y vengo a ver a mi familia. Allá en Vaca Muerta no tenemos horarios, sino que trabajamos por objetivos”, explicó Pérez, en una entrevista con Economis que se realizó en el aeropuerto de Córdoba, donde el misionero estaba en tránsito de regreso a Neuquén..
Roberto Pérez trabaja para una importantísima empresa de servicios petroleros que en la Argentina suele hacer pozos para las petroleras más grandes del país. Los pozos que actualmente está haciendo Roberto son para YPF, la empresa más grande de la Argentina y la que busca ser la “punta de lanza” en la explotación de Vaca Muerta.
“En mi carrera ya hice como 40 pozos, unos 20 en Vaca Muerta, pero también otros en yacimientos en San Julián, Río Gallegos, Comodoro Rivadavia o Pichi Picún Leufú”, explicó.
Todo comenzó a los 20 años, cuando después de hacer la secundaria en la Escuela 38 de El Soberbio decidió ir a Posadas a probar suerte. Pérez vivía en el centro de El Soberbio, cerca del supermercado Ceferino y de la Escuela 38. Su padre era gendarme y su madre, brasileña.
Pero no veía muchas posibilidades de progreso allí y decidió irse a la capital misionera, como tantos otros.
“En Posadas hice de todo hasta que empecé a capacitarme como técnico mecánico, profundicé esa capacitación y me fui a Corrientes, para tener un título terciario que avalara todo lo que había aprendido”, explicó.
Su vínculo con la industria petrolera arrancó cuando consiguió trabajo en una empresa que construye gasoductos, una UTE de las firmas Víctor Contreras e IECSA.
Primero trabajó en el Conurbano, luego en Azul (provincia de Buenos Aires) y más tarde, lo mandaron a la Patagonia, donde comenzó un derrotero por varios puntos de esa región con ricos yacimientos en gas y petróleo.
Vaca Muerta, “un país” aparte dentro de Argentina
En un país que está estancado económicamente, con una crisis económica que parece profundizarse, Vaca Muerta es, sencillamente, el sueño de cualquier argentino que quiere progresar.
Mientras en el resto del país todo el mundo está achicándose o con miedo a perder su trabajo, ahí todo va hacia adelante, es sinónimo de progreso y bienestar para los obreros calificados como Roberto. Vaca Muerta produce energía, que es lo que la Argentina necesita y por la que se va a pagar sí o sí, el precio que haga falta.
Por ende, es un lugar donde se pagan salarios muy buenos, que permiten tener una buena capacidad de ahorro. Cada vez más empresas quieren llegar ahí para participar de ese boom de alguna manera. No sólo explotando el petróleo, sino también prestando servicios o vendiendo bienes a las firmas que lo hacen.
Economis sabe de al menos dos empresas misioneras importantes de rubros no energéticos, están explorando hacer negocios allí. Pero habría más firmas que miran de reojo ese boom en la tierra colorada.
Llegar a trabajar a Vaca Muerta no es fácil, todos los días me llaman amigos de Misiones para ver cómo pueden hacer para venir acá. Las cosas ya no son como antes, hasta para manejar un camión hay muchas calificaciones que hay que tener”, explica el misionero.
Como todos los trabajadores de Vaca Muerta, Roberto vive en el pueblo de Añelo, situado a 80 kilómetros de Neuquén capital.
“Es un pueblo muy chiquito y vivimos en unos departamentos muy pequeños que construyó un empresario que vio el negocio, porque en Añelo falta de todo y llegó mucha gente”, explicó.

 
Roberto indicó que incluso cada vez más mujeres participan en tareas que antes se reservaban sólo a los hombres.
“Manejan camiones, trabajan en Seguridad e Higiene o en limpieza”, detalló.
El misionero está pensando seriamente en llevar a su mujer y su hijo, pero está sopesando pros y contras, sobre todo teniendo en cuenta que las conexiones aéreas y el hecho de ganar un sueldo que le permite pagar los tickets de avión, también le dan posibilidades para estar en contacto con su familia viajando.
¿Cómo se hace un pozo de petróleo?
Su explicación fue muy detallada, y su expresión denota el entusiasmo y la dedicación que siente por su trabajo.
“Primero hay que limpiar el terreno, que es muy árido. Allá no llueve nunca, es todo lo contrario de Misiones. Después viene un equipo y saca unas radiografías del suelo, para ver lo que hay abajo. Hacemos un agujero chiquito muy profundo y se pasa una cámara que explora y monitorea cómo es el subsuelo y cómo es la roca”, señaló.
Los yacimientos no convencionales de Vaca Muerta consisten en que el petróleo y el gas está “incrustado” en pequeñas burbujitas dentro de grandes rocas. Aunque también por debajo de esas enormes piedras que están en el subsuelo, a kilómetros de profundidad, hay reservorios de petróleo convencional.
“Una vez que nos dieron el ok sobre el lugar, que está estudiado qué hay exactamente abajo, armamos una base y empezamos a perforar con unos caños donde podemos tirar agua si el suelo está muy duro y que también tiran aire para sacar la tierra”, explicó,
Pueden avanzar en un día unos 800 o 900 metros, aunque también hay días complicados en los que se avanza poco.
 

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