Después de dos años de pandemia, abre la Feria Internacional del Libro con plena presencialidad

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Por Pablo Camogli, especial para Economis. La maquinaria vuelve a moverse”, enfatiza Florencia Canale, una de las escritoras más importantes de la Argentina, en una frase que sintetiza el sentir del mercado editorial ante el regreso de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, que este jueves inaugura su 46° edición, luego de dos años sin poder realizarse a causa de la pandemia de Covid-19. Se trata, ni más ni menos, que de una de las diez ferias más grandes del mundo y la más importante de habla hispana, junto a la de Guadalajara.

Frente a la inmensa expectativa que existe entre editores, libreros y lectores por el regreso de este espacio colectivo, Economis propone explorar cuál es el estado actual del mercado editorial. Para ello, conversamos con diversos actores que estarán presentes en la feria, desde las grandes editoriales hasta editoras más pequeñas e independientes. En términos generales, existe una coincidencia: el mercado editorial está en medio de una situación compleja que, de ninguna manera, es ajena a la que viven otros actores productivos del país.

Antes de adentrarnos en el tema, digamos que históricamente la Argentina y, específicamente Buenos Aires, fue una especie de capital del libro en Hispanoamérica. No sorprende, por ejemplo, que el genial Gabriel García Márquez editara sus libros en la capital argentina. Aquella preponderancia se ha perdido por diversas causas, pese a lo cual el mercado editorial en nuestro país todavía se muestra sólido. Así lo ratifica “El espacio iberoamericano del libro 2020”, elaborado por el Centro Regional para el Fomento del Libro para América Latina y el Caribe (CERLALC), que detalla que, de los 217.049 ISBN registrados en el 2020, casi la mitad correspondió a Brasil y, luego, se ubicó la Argentina, que inscribió más libros que Colombia y México.

La crisis y la pandemia

Durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner el mercado editorial vivió un boom de producción y ventas fruto del mayor poder adquisitivo de los salarios y del rol del Estado como comprador y distribuidor de enormes cantidades de libros en establecimientos educativos y bibliotecas populares. Según el “Informe de producción del libro argentino”, elaborado por la Cámara Argentina del Libro, en 2014 se produjo el récord de 129 millones de ejemplares impresos en la Argentina, cifra que alcanzó los 83 millones en 2015.

Con la asunción de Mauricio Macri se tomaron dos medidas económicas que perjudicaron profundamente al sector. Por un lado, la apertura indiscriminada de importaciones y, por otro lado, la interrupción casi total de las compras estatales de libros. Esto redundó en una dramática merma de ejemplares producidos, los que en el 2019 apenas alcanzaron a 35 millones, y a una balanza deficitaria para el 2018 de 144 millones de dólares entre libros exportados e importados.

A esa crisis provocada por las políticas neoliberales se le sumó la pandemia, que llevó la producción de libros a tan solo 26 millones de ejemplares en 2020. Este dato, igual, es relativo, ya que la propia Cámara reconoce que en esta estadística no computó los 52 millones de manuales escolares impresos por el Estado, a través de su ministerio de Educación, durante la pandemia. 

Este año las perspectivas generales son más favorables, debido al impulso que se le ha dado al programa “Libro% 2022”, que consiste en el subsidio del 50% del valor de compra de ejemplares destinados a la Bibliotecas Públicas integrantes de la red nacional Conabip.

Según el informe de la Cámara, existen ciertas características del mercado editorial que merecen destacarse. En principio, que buena parte de ese mercado lo sostienen pymes editoriales, las que representaron el 80% de las novedades editadas y concentran el 58% de los ejemplares producidos. Las grandes editoriales, como los dos gigantes Planeta y Penguin Random House, explican el 35% de la producción, mientras que la autogestión representa el 17%, las empresas de servicios editoriales conforman el 16% y los micro emprendimientos editoriales constituyen otro 12% del mercado.

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La otra novedad, hija de la pandemia, fue la explosión de ediciones en formato e-book o digital. En 2020, de los 27.694 lanzamientos, 10.000 correspondieron a formatos digitales.  

Entre las presencias previstas para esta edición de este emblemático evento cultural, se cuentan los españoles Javier Cercas y Luis García Montero, el estadounidense John Katzenbach, la francesa Caroline Fourest y el alemán David Wagner, entre otros.

Las voces de la expectativa 

Para Juan Pampín, vicepresidente de la Cámara Argentina del Libro, “el mercado argentino está bastante retraído, comprimido. Sabemos que después de cada crisis vamos a vender menos libros.  Así también te digo que el mercado argentino está compuesto por pymes, que son muy resilientes, que están acostumbradas a reacomodarse y a rearmar las piezas y, en ese sentido, esperamos que con la feria todo comience a reanimarse”. 

La mayoría de los actores consultados coincidió en dos problemas centrales que enfrenta el mundo editorial en la Argentina: las dificultades para el acceso al papel y la inflación.

Diego Esteras, creador del sello Caja Negro, que comparte junto a otras editoriales independientes el ya tradicional stand de los Siete Logos en la Feria, explica que “la falta de papel desde fines del año pasado es grave y nos ha obligado a modificar los proyectos editoriales”. Una mirada similar tiene Silvana Barnechea, de la editorial misionera Liburu Urbina, quién explica que “el principal problema que tenemos es el aumento de la materia prima, el papel, y la escasez del mismo. Es un producto que está dolarizado. Desde enero a abril hubo una suba del 32% de nuestra materia prima”. 

En la misma sintonía Gabriela Halac, editora de Documenta/Escénicas, presente en dos stands en los que se agrupan diversos sellos editoriales independientes y transfeministas, describe que “el mercado editorial está sufriendo una situación compleja por el aumento del precio del papel, principalmente, pero de los costos de impresión en general. Cada vez es más complejo sostener la producción. Los márgenes se han achicado mucho. Por eso es una alegría volver a la feria y sentir que el mercado esté activo, pero también es un temor vender nuestro stock y después no poder reponerlo por los costos”.

Desde una perspectiva de los gigantes editoriales, la editora senior de Planeta Paula Pérez Alonso, explica que “el mercado editorial no es ajeno a la situación del mercado en general, la inflación afecta del mismo modo que a otros productos. Sin embargo, y comparativamente, el libro resulta barato si lo comparamos con los precios de otros insumos culturales o de entretenimiento”.

“El problema central, concluye Esteras, es la estructura oligopólica de la producción, más las limitaciones para la importación. En un contexto de escasez, los grandes actores que manejan la producción y la distribución de papel provocan aumentos muy por encima de la inflación, que ya de por sí es alta. Lo otro es la propia inflación, que se está acelerando, de manera muy compleja. Veníamos de años con inflación alta, pero previsible, que te permitía proyectar. La inflación actual hace que todo sea muy imprevisible, con márgenes de ganancia muy acotados”.

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Más allá de estas dificultades, todos coinciden en las expectativas que genera el regreso de la feria. Pampín enfatiza que “tenemos las mejores expectativas de que sea un gran empuje, un reinicio y un reacomodamiento de todo el sector. Esperamos que la feria sea como un nuevo punto de partida que nos sirva para empezar a movernos y, a partir de ahí, usarlo de faro para el resto del año”. 

Pérez Alonso, por su parte, explica que “el mercado del libro se sostuvo con dificultades durante la pandemia y supo sobrevivir gracias a la generación de nuevas opciones de compra por parte de las editoriales y las librerías. Por eso esperamos que sea la gran fiesta de la vuelta. Hace un par de meses teníamos un poco más de temor a ciertas cuestiones organizativas, pero ahora estamos ganados por el entusiasmo, en el marco de los cuidados y los protocolos”.

Para la novelista Canale, “con la pandemia hubo una espantosa sensación de que el mundo se detenía, pero me parece que los libros se siguieron produciendo y vendiendo. Desde mi mirada y mi género, que es la novela histórica, siempre tengo esperanza en el libro. Nunca veo en el libro y en el mercado editorial un futuro negro. Por eso el regreso de la feria nos tiene a todos así, muy entusiasmados”.

Misiones estará representada por su tradicional stand, organizado por el Parque del Conocimiento y la colaboración del ministerio de Cultura. Íris Gómez, titular de la Biblioteca Pública de las Misiones, relata que “volver a la Feria después de dos años de pandemia crea grandes expectativas. Este año seguiremos exponiendo y mostrando todo lo que Misiones tiene en su cultura, en su literatura y, también, lo que es el Parque del Conocimiento y sus actividades vinculadas al libro”. 

Misiones contará con un stand de 46 metros cuadrados, ubicado en el sector Ocre y con el número 3134. Por allí pasarán, hasta el momento, 26 autores misioneros, más los diez que representarán a la provincia en el Día de Misiones en la Feria, el próximo 7 de mayo. También contará con un lugar reservado a la figura de Horacio Quiroga.

Para la editorial Documenta será una buena experiencia estar en la Feria, por lo que Halac comenta que “el regreso de la feria significa volver a encontrarnos con un sector internacional, ver cómo se mueve el catálogo, compartir lo que producimos en estos dos años y, en ese sentido, es fundamental la feria para nosotros para construir redes y colectivos que nos ayudan a poner un pie en esta feria que es cara para ciertas editoriales independientes”.

En el caso de Caja Negra, la Feria tendrá el agregado de la presentación de una nueva colección de ficción, a la que Esteras califica como “una especie de radar poético, intuitivo y sensible del presente”. Quizás por ello para él también las expectativas son buenas, además, explica “la gente acude mucho a estos eventos e imagino que vendrá con muchas ganas de recuperar este espacio colectivo”.

La Feria ha vuelto, ¡qué viva la Feria!

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