Dos paracaidistas argentinos rompieron un récord mundial: saltaron en caída libre desde la estratósfera en plena noche
Alejandro Montagna y Marcelo Vives superaron una marca que estaba vigente desde 2019, desafiando a la velocidad, al frío y a la oscuridad, cayendo desde 13 mil metros directamente al suelo.
En una hazaña sin precedentes los paracaidistas argentinos rompieron el récord mundial de salto nocturno en caída libre más alto de todos los tiempos. Después de un año de entrenamientos, preparación y una gran inversión, el salto se realizó desde una altitud de 13000 metros en la estratosfera, la madrugada del 9 de septiembre en Estados Unidos, en condiciones extremas con una temperatura de -60°C y sensación térmica de -100°C.
“Tengo 4500 saltos, pero esto supera todos los hechos hasta hoy. Fue muy intenso, el frío, la velocidad, la máscara de oxígeno, el tiempo de caída libre”, contó Alejandro minutos después de aterrizar.
Los argentinos hace 25 años que viven obsesionados por experimentar una y otra vez la sensación inexplicable de saltar desde un avión a miles de metros de altura y en caída libre, como pájaros sin alas.
Algo muy distinto es hacerlo desde los 2.000 o 3.000 metros, que es la experiencia “normal” de los saltadores tradicionales, una caída de 45 segundos, tiempo suficiente para sentirse insignificante ante la inmensidad planetaria, a irse hasta la estratósfera, enchufados a tubos de oxígeno y en un avión que parece un cohete porque puede subir hasta superar los 12.500 metros de altura en menos de lo que tarda la Línea B en unir las estaciones de Medrano y Leandro N. Alem.
El récord mundial anterior lo ostentaba Andy Stumpf, quien el 26 de enero de 2019 se arrojó desde una altitud de 36.000 pies (aproximadamente 10.973 metros).
Si bien para que sea oficial todavía hay que esperar, Montagna explicó que “el juez de la Federación internacional de aviación ya revisó los GPS sellados y nos homologó la altura de récord”. Por lo que solo resta esperar la certificación final.
A pesar de que hubo algunos inconvenientes a la hora del aterrizaje, ambos lograron este récord junto a otro experimentado paracaidista, el norteamericano Tylor Flurry. Apenas pasadas las 3.20 de la madrugada, hora argentina, despegaron desde el aeródromo WTS, cercano a Memphis, Tennessee, y se dejaron llevar por la aventura, cayendo desde la estratósfera. Ya pasadas las 4 de la mañana estaban en tierra firme y celebrando el récord.
Un prueba nada sencilla, donde incluso había riesgo de muerte, por lo que constantemente remarcaron si algún tripulante no se encontraba en condiciones se abortaba la misión inmediatamente.
Media hora antes de despegar ya estaban conectados a una manguera que solo les brinda O2 y así lo hacen en el vuelo y luego conectados a un tubo personal cuando van cayendo. Eso se hace para eliminar el nitrógeno de la sangre y evitar que pueda pasar a estado gaseoso en forma espontánea, lo que produciría el fin.
Los argentinos abordaron el avión junto a los pilotos Mike Mullins Director Nacional de la Asociación Norteamericana de Paracaidismo y Mike Turner, Thomas Oquinns y Paul Gholson expertos en oxígeno de gran altitud, y Scott Callantine Juez de la Federación Internacional de Aviación, quien certificó eventualmente la nueva marca global.
Con todas las precauciones, lograron hacer un salto perfecto, en un horario especial para este tipo de pruebas, ya que fue el único para el que obtuvieron permiso porque recién a esa hora, en esa zona, no vuelan aviones comerciales.
“Sólo los que trabajaron en este proyecto saben el nivel de detalle y el profesionalismo que hubo atrás. El resto tendrá que limitarse a pensar que estamos locos”, completó.