El complejo del Tercer Gobierno Radical

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De Anne Krueger a Christine Lagarde… y de Cavallo a Dujovne
El helicóptero es un tema muy sensible en estos días. Ícono del final de Fernando De la Rúa, y antes de María Estela Martínez de Perón, es un vehículo con mensaje político. En especial a los radicales les provoca sobresaltos, y ellos se lo transmiten al PRO. Hay mucho de fantasía en todo eso, de todos modos, aunque el problema de las autoprofecías sucede cuando se cumplen. Tiempos tormentosos no tan lejanos con los cuales mejor no especular. Sin embargo, es inevitable recordar a otros personajes de aquella autocrisis: Anne Krueger, George W. Bush, Horst Köhler, Fernando De la Rúa, Domingo Cavallo, Daniel Marx, Christian Colombo, Carlos Ruckauf, Eduardo Duhalde, Adolfo Rodríguez Saá, Ramón Puerta, etc. etc.
En emergencia, el Segundo Gobierno Radical, que presidía Fernando De la Rúa, El Traicionable, debió recurrir también a la relativa salvación de los créditos stand-by que otorga el Fondo Monetario Internacional.
Entonces conducía el organismo multilateral la señora Anne Krueger, directora adjunta, a quien en un exceso del lenguaje llamaban La Dama de Hierro. Ella ponía el rostro duro, pero quien boicoteó a la Argentina, y la mandó a la lona por 1.300 millones, fue Horst Köhler, el director gerente, el alemán puesto por Schroeder, Primer Ministro.
Pero en la historia quedó Krueger. Se trataba apenas de una cruzada estrictamente reaccionaria del Partido Republicano. La dama se situaba demasiado a la derecha. A su lado, comparativamente, Donald Trump era un socialdemócrata recatado. En un rapto de pragmatismo, Krueger supo decirle al colega Bercovich que el Fondo le imponía sus políticas sólo a los países que le debieran dinero.
Como aquella Argentina. Que se puso al día con las cuentas en 2006, durante la presidencia de Néstor Kirchner, El Furia, porque quería recaudar tranquilo. Sin las fastidiosas revisiones, que se limitaban a ser, en realidad, visitas inofensivas. Eran burócratas que mojaban la medialuna de los viáticos durante cinco días. Se fortalecían con los “ojos de bife”, adoraban el malbec y se ponían, en general, de novios.
Sin embargo El Furia no soportaba que husmearan entre sus logaritmos, y para quitárselos de encima puso irresponsablemente de frente 8 mil millones de dólares de las reservas del Banco Central, El Gorro Frigio.
El complejo del Tercer Gobierno RadicalEn emergencia, otra vez, el Tercer Gobierno Radical, que preside Mauricio Macri, El Ángel Exterminador, recurre, sin mayor originalidad, a la misma relativa salvación del stand-by, de amplio acceso y penetración, del FMI.

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Diferencias significativas

Deben destacarse, en relación con el Fondo, las ostensibles diferencias entre el 2do y el 3er Gobierno Radical.
En principio, un cambio de mujer. Del temperamento inconmovible de la republicana Krueger (la que ponía el rostro por Köhler) se pasa al charme “sarkozista” de madame Christine Lagarde, Madame Bovary.
Lagarde se vino también a Buenos Aires para una reunión aburrida, irse a Bariloche y comer sus ensaladas de rúcula, palta y huevo duro, con su novio, un “mec”. Y generó un desparramo de elogios para El Ángel Exterminador, porque ponía (avec courage) a la Argentina de nuevo en el mapamundi.
Pero Madame Bovary no imaginaba que 45 días después los argentinos ponderados irían a Washington. Pero para mangarla.
En segundo lugar, es excesivamente distinto el negociador.
De la vigorosa frontalidad de Domingo Cavallo, El Can de Calle, que se debatía intensamente por la Convertibilidad que había creado para otro gobierno, se pasa al refinamiento académico de Nicolás Dujovne, Bruno Gelber. Un dandy del análisis económico que recibió, en su residencia, a Madame Bovary. Pero ahora trata de seducirla intelectualmente para que salga rápido, y como un tubo, el stand-by.

El país de sombrero

El lunes, en la encerrona, durante el esplendor de la mala praxis, se decidió pedir el crédito salvador.
El complejo del Tercer Gobierno RadicalDespués que Mario Quintana, Luz de mis Ojos I, y Fernando Sturzenegger, Bailarín Compadrito, se hubieran amagado, empujado, mojado la oreja como pibes de barrio, en una esquina de Pompeya.
Necesitaban salir del descalabro económico que atormentaba al Ángel Exterminador. Buscaban un formidable título para taponar la negatividad desastrosa de quienes patrióticamente se ponían el país de sombrero.
Con las tasas al 40%, mientras nadie podía bajar el dólar, ni siquiera con las montañas de dólares que el mercado -ese conjunto de atorrantes- le absorbía al Bailarín.
La desesperanza, con su nube negra, hacía trizas las expectativas de los muchachos que creían llevarla atada al pié, hasta hacía dos meses.
Tenían afilada la big data y estaban ensoberbecidos por los focus groups de El Equeco, Durán Barba, que los mostraban ganadores hasta 2027.
Mantenían un paragolpe de cristal para contener a los peronistas que pretendían anexarse al Colectivo ganador. Pero la felicidad fue incompleta. Interrumpida por la miserable realidad.
El tablero de control con rueditas, que conducía Quintana junto a Gustavo Lopetegui, Luz de Mis Ojos II, servía apenas para mantener controlados a los gerentes de áreas, denominados ministros.
Pero el tablero nada podía hacer para detener el retroceso de la confianza. Mientras asistían al desaforado avance de las tasas y del dólar, que subía y se rajaba del circuito.
Aparte, los trolls de Balcarce tampoco servían para calmar la plaza. De pronto se extendía la voracidad inoportuna de los buenos vecinos que hacían una vaquita para comprar, al menos, 200 dólares. Para atesorarlos y sacarlos del circuito.
Persiste un consuelo nada menor. Madame Bovary no tiene, hasta hoy, el menor interés de brindar una lección moral a los argentinos incorregibles. Como lo tenía la dama Krueger, por mandato de Köhler, que no alcanzaba a admitir que la Argentina soberana gastara mucho más dinero del que producía. Ni que las provincias se endeudaran también con sistemática algarabía.El complejo del Tercer Gobierno Radical Porque también estaban habituadas a la cercanía natural de Dios, que siempre se apiadaba de las economías regionales.
Al cierre del despacho, cabe consignar que El Tercer Gobierno Radical convive con el complejo del Segundo Gobierno Radical.
Pero se trata de un complejo que debe superarse, con terapia lacaniana, pronto, de una buena vez.

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