Escribe Carlos Cuerpo / F&D FMI – Nuestro nuevo modelo de crecimiento equilibrado y sostenible está superando los dilemas tradicionales.
Por primera vez en su historia moderna, la economía española ha salido de una crisis internacional más fuerte de lo que entró. Es un testimonio del profundo cambio positivo que se está produciendo en la cuarta economía más grande de Europa continental.
Si bien la mayor parte del continente todavía se está recuperando de las consecuencias de la pandemia y las posteriores perturbaciones de precios avivadas por la invasión rusa de Ucrania, España ha salido de ambas perturbaciones con un rendimiento de crecimiento sólido y equilibrado y sin cicatrices permanentes. El impacto de la COVID-19 provocó una caída del 11% en la producción económica en 2020, pero esta vez nuestra respuesta política fue diferente.
Aprendimos de las lecciones del pasado y no recurrimos a las medidas de ajuste que aumentaron el desempleo y redujeron los ingresos durante la crisis financiera de 2008. En su lugar, pusimos en marcha una red de seguridad social, con programas de ERTE que apoyaron a casi 3,4 millones de trabajadores en su punto álgido, y líneas de crédito público que cubrieron las necesidades de liquidez de más de 674.000 empresas, en su mayoría pequeñas y medianas.
Esta estrategia práctica, junto con los fondos de recuperación de la Unión Europea para impulsar las inversiones y las reformas que mejoran la productividad, ha hecho que la economía española sea más competitiva e inclusiva.
España fue la principal economía desarrollada de más rápido crecimiento del mundo en 2024, aportando aproximadamente la mitad del crecimiento total de la eurozona, al tiempo que representó solo una décima parte de su PIB. Nuestra economía está bien posicionada para volver a estar en la cima este año, a pesar del espectro de una guerra comercial mundial y el aumento de las tensiones geopolíticas, y fue la única economía avanzada importante cuya proyección de crecimiento para 2025 fue revisada al alza por el FMI en sus últimas perspectivas, en abril.
La clave de la transformación de España es un modelo económico equilibrado que aproveche nuestras fortalezas y haya impulsado una creación de empleo récord, junto con una mayor productividad y el mayor superávit por cuenta corriente de nuestra historia. Somos una de las economías más verdes del mundo y nos hemos convertido en un centro de inversión extranjera. Hemos reducido la desigualdad de ingresos sin poner en riesgo nuestras finanzas públicas.
Mercado laboral dinámico
El sólido desempeño del mercado laboral se produjo gracias a una amplia reforma en 2021 que amplió las opciones de contratación permanente. Estamos creando cifras récord de puestos de trabajo a pesar de la desaceleración de la zona del euro, y nuestra economía genera más empleo nuevo que Francia y Alemania juntas el año pasado.
Muchos de los nuevos empleos han sido ocupados por inmigrantes, en su mayoría de América Latina: dos tercios de los nuevos trabajadores en 2019-24 nacieron en el extranjero. Esto ha ayudado a aliviar la aguda escasez de mano de obra y a financiar nuestra seguridad social a medida que la población económicamente activa envejece y la tasa de natalidad disminuye.
Se trata de empleos de alta calidad y más estables. En los últimos dos años, la creación de empleo en sectores de alto valor, como la tecnología de la información y las comunicaciones, se ha expandido al doble del ritmo del empleo general. El empleo temporal, que en su día fue una característica crónica de la economía española, ha disminuido drásticamente hasta converger con la media de la UE.
Este proceso ha ido de la mano de una mayor concienciación sobre la importancia de la inclusión social. Las repetidas subidas del salario mínimo, un total del 61% desde 2018, entre otras medidas, hacen que España tenga la menor desigualdad salarial entre las economías desarrolladas, según la Organización Internacional del Trabajo.
Junto con otras políticas, como una “renta mínima vital”, está contribuyendo a una mayor equidad económica: los españoles están recuperando su poder adquisitivo a un ritmo más rápido que sus homólogos de la eurozona, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos.
Resiliencia externa
Otro cambio importante en nuestro modelo es la mejora del desempeño del sector externo. A diferencia de los ciclos expansivos anteriores, España no depende excesivamente del capital extranjero para financiar el crecimiento, lo que reduce el riesgo de peligrosas burbujas financieras, como ocurrió durante la crisis inmobiliaria de hace más de una década. Por el contrario, el año pasado registramos el superávit de balanza de pagos más alto de nuestra historia, equivalente a 4,2% del PIB.
España recibió un récord de 84 millones de visitantes el año pasado, y nuestro sector turístico, cada vez más diversificado, sigue siendo un importante motor de crecimiento. Sin embargo, recientemente fue superada por las exportaciones no turísticas, incluidos los servicios financieros, las tecnologías de la información y la consultoría profesional, que generaron más de 100.000 millones de euros el año pasado. El crecimiento de estos servicios de mayor valor y mayor cualificación pone de relieve la modernización de nuestra economía.
La creciente competitividad de nuestras empresas y la mano de obra altamente cualificada han convertido a España en uno de los principales destinos de inversión del mundo. Entre 2018 y 2024, España fue el quinto país del mundo receptor de proyectos greenfield, aquellos que más aumentan la capacidad productiva y el empleo, según el rastreador de inversiones del Financial Times.
Un factor clave detrás de nuestra ventaja competitiva fue nuestra apuesta temprana por la energía verde. Después de décadas de fuertes inversiones públicas y privadas, hemos aumentado nuestra participación en la electricidad generada por fuentes renovables de poco más del 20 por ciento en 2019 al 56 por ciento el año pasado. Según nuestro banco central, este cambio en la matriz energética fue responsable de reducir los precios de la electricidad en un 40 por ciento, aumentar nuestra competitividad, autonomía estratégica e independencia energética.
Punto óptimo fiscal
Nuestro modelo equilibrado se sustenta en un fuerte compromiso con la responsabilidad fiscal, que ha llevado a una fuerte reducción de nuestra deuda y déficit público. Nuestra relación deuda/PIB ha caído más de 22 puntos porcentuales desde su máximo durante lo peor de la pandemia en 2021, acercándose poco a poco al 100 por ciento. Nuestro déficit presupuestario se ha reducido en 7 puntos porcentuales y ha caído por debajo del umbral oficial de la UE del 3 por ciento por primera vez en seis años. Esa disciplina ha reforzado la confianza del mercado, como se refleja en la demanda récord de nuestros bonos soberanos, la contención de los costos crediticios y una serie de mejoras en la calificación crediticia.
Más importante aún, la responsabilidad fiscal ha sido compatible con la protección de nuestro estado de bienestar, que es fundamental para la aceptación social de nuestras reformas. De hecho, los premios Nobel Daron Acemoglu, Simon Johnson y James Robinson subrayan la importancia del propósito social de las instituciones a la hora de explicar las diferencias en el desarrollo económico. En última instancia, España ha logrado encontrar el punto óptimo que equilibra el crecimiento fuerte y el progreso social con unas finanzas públicas sostenibles.
Este modelo de crecimiento no hubiera sido posible sin el gran precedente del plan de recuperación pospandemia, que ha acompañado el impulso inversor y reformista de España, contribuyendo a modernizar y descarbonizar nuestra economía. Los fondos de recuperación para la inversión y la reforma ya están impulsando el crecimiento y el empleo y se espera que agreguen un 3,4% al PIB para 2031, en comparación con un escenario contrafáctico sin plan. Un crecimiento más fuerte está ayudando a distribuir la riqueza y reducir las desigualdades.
España ya ha invertido casi 50.000 millones de euros en las transiciones ecológica y digital, y ha puesto en marcha reformas críticas para reducir la burocracia, mejorar el entorno empresarial, mejorar la digitalización y la innovación, promover la transición ecológica y reforzar la protección social.
Por supuesto, tenemos más por hacer para convertir estos sólidos resultados macroeconómicos en mejoras tangibles para la vida de las personas. Esto incluye seguir reduciendo el desempleo, mejorar las oportunidades de formación y alinearlas con las necesidades de las empresas, reducir las desigualdades y promover oportunidades equitativas para todos.
Una de las principales prioridades políticas del gobierno es resolver el desafío de la vivienda para garantizar que nuestros ciudadanos, especialmente los jóvenes, tengan acceso a viviendas asequibles, un elemento fundamental para las decisiones personales y profesionales de las personas.
El nuevo modelo español de crecimiento equilibrado y sostenible consiste en desafiar los dilemas tradicionales y conciliar la eficiencia y la competitividad con la sostenibilidad medioambiental, la inclusión social y la responsabilidad fiscal. Lograr este equilibrio es el resultado de mejores decisiones de política que han llevado a un cambio estructural en nuestra economía, haciéndola más resistente a largo plazo.
CARLOS CUERPO, es ministro de Economía, Comercio y Empresa de España.