El empleo informal en América Latina ¿Qué significa?

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Por Pedro Coulter. El empleo informal ha sido una realidad que acecha en América Latina desde hace varias décadas. También llamado empleo no regulado o conocido coloquialmente como trabajo en “negro”, incluye todo trabajo remunerado (tanto autoempleo como empleo asalariado) que no está registrado, regulado o protegido por marcos legales o normativos, así como también trabajo no remunerado llevado a cabo en una empresa generadora de ingresos. Los trabajadores informales no cuentan con contratos de empleo seguros, prestaciones laborales, protección social o representación de los trabajadores6.

Contexto de la informalidad en Latinoamérica

La informalidad laboral se ha desarrollado en la región por diversas razones, entre ellas, la falta de oportunidades laborales formales y la incapacidad de los gobiernos para regular el mercado laboral. Durante los años 70 y 80 del siglo pasado, la informalidad laboral comenzó a extenderse rápidamente en América Latina, impulsada por las crisis económicas que enfrentaron muchos países de la región. Durante ese periodo, muchos trabajadores se vieron obligados a buscar empleos informales debido a la falta de oportunidades laborales formales y la necesidad de obtener ingresos para sobrevivir.

En la década de 1990, con la implementación de políticas neoliberales en varios países de América Latina, se produjo una expansión de la informalidad laboral. La flexibilización del mercado laboral y la reducción de las protecciones sociales y laborales condujeron a un aumento del trabajo informal y la precarización del empleo formal existente.

Como podemos apreciar, el empleo informal ha sido una realidad persistente en América Latina durante décadas y sigue siendo un problema importante en la actualidad. Si bien la región ha logrado reducir la tasa de informalidad laboral en los últimos años, sigue siendo una de las regiones más afectadas por esta problemática en todo el mundo, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT). La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto significativo en la informalidad laboral en América Latina, exponiendo aún más la vulnerabilidad de los trabajadores informales en la región y resaltando la necesidad de abordar este problema de manera más efectiva.

La pandemia y el empleo informal

Desde mediados de 2020 la recuperación de los puestos de trabajo ha estado traccionada por el crecimiento del empleo informal. Como se observa en la siguiente tabla, las ocupaciones de tipo informal han dado cuenta de entre el 40% y 80% del aumento neto de trabajo entre el tercer trimestre de 2020 y el tercer trimestre de 2022.

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Sin embargo, cuando se analiza la contribución de los puestos informales trimestre a trimestre desde fines de 2020 se observa que ésta ha venido disminuyendo en la mayoría de los países aquí considerados, si bien con fluctuaciones. Así, el promedio simple de la contribución del empleo informal entre estos países en el cuarto trimestre de 2020 era de alrededor del 90%, mientras que fue aproximadamente del 60% en el tercer trimestre de 2022.

En todos estos países los últimos registros son superiores a los de inicio de 2020. En la región se desplegaron inicialmente un conjunto de estrategias para sostener la relación asalariada formal; luego, especialmente en 2021, algunos países pusieron en marcha medidas específicas para incentivar la creación de nuevos puestos de trabajo formales.

A pesar de estos comportamientos favorables, un dato preocupante es que en varios países de la región la tasa de informalidad en el segundo o tercer trimestre de 2022 era similar o incluso más elevada que la observada en el cuarto trimestre de 2019. Ello se verifica en la mitad de los 10 países aquí considerados. Entre ellos, algunos países han recuperado el nivel de empleo total pre pandemia mientras que en otros no.

Por lo tanto, el panorama regional continúa siendo muy complejo. Más aun considerando que ciertas ramas de actividad con elevada incidencia de la informalidad aún registran rezagos en la recuperación del empleo muy significativos. A mediados de 2022 la tasa de informalidad regional (promedio de 11 países) fue de casi 50%, cercano al registro de 2019. O sea, casi uno de cada dos trabajadores en la región es informal.

En la mitad de los países considerados en el siguiente gráfico la tasa de informalidad es aún mayor, 60% o más. Ésta, a su vez, en la mayoría de los casos, es superior entre las mujeres que entre los hombres.

El empleo informal hoy

América Latina y el Caribe enfrenta en 2023 un mercado de trabajo “altamente complejo y cargado de incertidumbre” a causa de una conjunción de múltiples crisis que impactan los mercados de trabajo y hacen necesaria la aplicación de políticas para crear empleo formal, informa la oficina regional de la OIT.

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La tasa de desocupación regional promedio estimada a fines de 2022, de 7,2 por ciento “es significativamente menor” que la de 2019, antes de la crisis provocada por la pandemia de COVID-19, cuando registró un nivel de 8 por ciento. Esta baja en la tasa de desocupación fue impulsada por la creación de empleo (tasa de ocupación) que en el tercer trimestre de 2022 había recuperado los niveles pre pandemia, sumado a una recuperación aún incompleta de los niveles de la tasa de participación laboral, que siguen siendo levemente inferiores a los de 2019.

La baja de la desocupación es una noticia positiva en especial tras la crisis de grandes dimensiones que provocó la pandemia, pero al mismo tiempo este año esos progresos podrían estancarse. El escaso dinamismo de la economía pronosticada para 2023 podría afectar negativamente la generación de nuevos empleos y eso generaría que en 2023 la desocupación registre variaciones, llegando a niveles de entre 7,2 y 7,5 por ciento.

La recuperación laboral ha sido fuertemente traccionada por el aumento de las ocupaciones informales, que representaron entre 40% y 80% de los empleos generados. Aunque en los últimos meses esta tendencia se atenuó a favor de empleos formales, la tasa de informalidad regional ya llegó al 50% como era antes de la pandemia, aunque en algunos países es mucho mayor. La realidad es que una de cada dos personas trabaja en la informalidad, que suele estar acompañada inestabilidad laboral, bajos ingresos, sin protección social. La Directora Regional explicó que según estimaciones de OIT “los trabajadores informales tienen entre 3 y 4 veces más probabilidades de ser pobres que los trabajadores formales, a la vez que explican entre 70 y 90% de la pobreza laboral total”.

El impacto de la informalidad, sumado al de la pérdida de poder adquisitivo de los salarios, es fundamental para entender por qué debemos estar alertas al ‘fenómeno del trabajador pobre’, es decir de aquellas personas que aun teniendo un empleo, incluso un empleo formal, pueden encontrarse en situación de pobreza. Para enfrentar esta situación son necesarias las políticas de sostenimiento y creación de más y mejores empleos, especialmente de empleos formales.

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