
El espíritu de Delio Valdez en Posadas
Una bola de energía que apuntó al centro del cuerpo, justo ahí donde el músculo vibra y se empieza a mover. El espíritu de la danza ancestral se incorporó en cada ser que en la noche fría de Posadas estuvo en UMMA para celebrar el contundente ritual afrolatino que la Orquesta Delio Valdez ofició por primera vez en la ciudad.
Antes, al comenzar la noche, la DJ Anacaona había apelado a un set de cumbias clásicas colombianas que fueron de a poco convocando los espíritus. Cerca de las veintitrés se escuchó la voz de la reina de la canción latina, La Lupe cantando_ “…hace mucho que empezó, y es ¡fiebre!” Aplausos y un coro se escuchó desde lo profundo del lugar en las voces de los convocados a la ceremonia: “¡Delio Valdez, Delio Valdez!”

A partir de ahí la Orquesta se hizo cargo de brindar un encuentro que pocos de los y las que estuvieron ahí olvidarán. Después de la Intro con la Cumbia Cienaguera y el llamado al espíritu de Delio Valdez, la orquesta desplegó su conexión musical con las tradiciones y el legado sonoro de la cumbia, la música andina, el jazz, la salsa y cuanto Groove flotaba en el aire.
Timbal, bombo, tambora, güiro y cencerro marcaron – precisos – los secretos vitales del ritmo. La sección de vientos (saxos, clarinete, trombones y trompetas) dibujaron filosas melodías y fueron cómplices exactos del compás cumbiero. La guitarra, el bajo y el teclado fueron la amalgama armónica, melódica y rítmica de cada canción.
A esta máquina de furia y cadencia afrolatina se sumaron las voces de Ivonne Guzmán Grisales y Black Rodríguez Méndez. Con El niño y De un tiempo a esta parte hizo su aparición ella. Su aura en el escenario fue un despliegue de sensualidad y calidad interpretativa que generó emoción y empatía en las eufóricas voces que acompañaban a voz en cuello cada fraseo. Las versiones de Inocente y Amnesia total sólo ratificaron cómo esas canciones ya forman parte de un acervo musical que enlaza corazón a corazón a las personas con la orquesta. Black hizo su aparición de traje blanco y un ramo de coloridas flores. En su voz se escucharon las flexiones de los viejos cantantes de cumbia que estuvieron siempre presentes en toda la ceremonia. Con la Cumbia del río, canción que vincula la historia afro de la región con los mbya y la diversidad cultural del litoral, Black expresa toda la riqueza de esos mundos de maravilla y dolor: “Cumbia del río chamamé / licor mestizo piel a piel / desde el barro de la historia surge un cantar”. También toman el mic Manu Cibrián y Pedro Rodríguez. Manu con De noche al amanecer y Lamento náufrago con intro mariachi. Pedro encaró canciones de El tiempo y la serenata: Hasta el último round y Pedazo de papel. Cada cual formando parte de un todo potente y bello.


Cumbias de composición propia de la banda y clásicas del repertorio cumbiero colombiano como Navidad Negra de José Barros que hiciera popular la Orquesta de Lucho Bermúdez y Yo me llamo cumbia del maestro Mario Gareña que fuera internacionalizada en la voz Totó La Momposina.
Aproximadamente una hora cuarenta de un ritual artístico y fiestero fue lo que ofreció la orquesta cumbiera en su primera presentación en la ciudad capitalina. La noche no parecía tener final y los devotos de Delio Valdez cantaron y bailaron. Ofrendaron la fibra de la emoción, los cuerpos que vibraron al ritmo que conecta corazón con corazón. Sin dudas, bailar (y amar) es cuidar.
(*)Crónica gentileza: Café Azar
(*) fotos Gentileza: Fefo Gross