El pronóstico del futuro
En 2014 como parte de una campaña de concientización sobre el calentamiento global, una meteoróloga francesa presentó el pronóstico del tiempo, como si fuera un día cualquiera, en el verano de 2040.
Anunciaba, para sorpresa de todos, un escenario impensado -y un poco apocalíptico- de olas de calor por toda Europa, con temperaturas cercanas a los 39 grados en las costas del Mar Mediterráneo y una sensación térmica muy por encima de los 40 en ciudades como París.
Pero el Cambio Climático no es algo tan paulatino y lento como se creía. Los tiempos se aceleraron y los escenarios que los científicos esperaban a largo plazo, empiezan a presentarse ahora. En junio pasado, muchos recordaron aquella campaña francesa, cuando la ola de calor sin precedentes azotó el viejo continente y se cumplió aquel pronóstico que se imaginaba que sucedería en 2040.
Los eventos climatológicos extremos empiezan a suceder con mayor frecuencia a medida que aumenta la temperatura promedio sobre la superficie de la tierra.
Hoy, ya se encuentra en +1,25ºC desde que la humanidad se embarcó definitivamente en los tiempos modernos de la era industrial, en 1.880.
Cada año, de los últimos cinco años, el planeta viene batiendo sus propios récords.
Como un péndulo enloquecido, mientras en un hemisferio nos encontramos con calor tropical acercándose al polo, en el otro las bajas temperaturas llegan a extremos de los que no se tienen registros.
Un informe reciente de la revista Plos One analiza las temperaturas promedio que tendrán las principales ciudades del mundo hacia 2050 y los resultados fueron inquietantes. Londres tendrá las temperaturas que tiene Barcelona actualmente, y Buenos Aires será similar a Sidney.
En nuestro país, basados en la evidencia científica, diferentes organismos están dedicados a estudiar los posibles escenarios a los que nos tendremos que enfrentar con el clima en el futuro. En el caso concreto de Argentina, la Crisis Climática afectará primero directamente a los ecosistemas y las poblaciones más vulnerables.
Desde el Ministerio de Ambiente de Nación elaboraron un sistema de mapas de riesgo del Cambio Climático, donde vemos para 2040, que el aumento de las temperaturas promedio se podrá comprobar en todo el territorio nacional, lo que generará una potencial crisis del agua en Mendoza y San Juan, la pérdida de superficie de los glaciares, y el retroceso de los caudales en los ríos Paraná y Uruguay.
En el caso puntual del NEA se plantea una clara problemática en el estrés hídrico que generan las altas temperaturas, aumento de los vendavales y una alta frecuencia de precipitaciones extremas e inundaciones en toda la región.
Sabemos que el futuro de los próximos veinte años nos espera un escenario delicado.
En el norte de Misiones aumentarán las temperaturas, en el centro pueden ser cada vez mayor la cantidad de damnificados por eventos extremos. Estaremos más expuestos a los incendios forestales como los que vimos al sur de Misiones el verano pasado. Habrá fuertes vientos, inundaciones, pérdida de cultivos, la sequía y el calor afectarán nuestra salud, causando problemas cardiovasculares y respiratorios.
Pero vayamos un paso más allá y comprendamos lo que esto significa para nuestra vida cotidiana.
Por ejemplo, cuando aumenten las noches tropicales -especialmente en Puerto Iguazú- y todos enciendan el aire acondicionado durante toda la noche, si los tendidos eléctricos colapsan, puede ser peor el remedio que la enfermedad. Vamos a tener barrios enteros sin luz, durante las jornadas de mayor calor extremo, sin la posibilidad siquiera de un ventilador.
¿Están los sistemas de distribución eléctrica preparados para atender esa demanda? ¿Cómo vamos a generar esa mayor cantidad de energía que vamos a necesitar?
Esto mismo nos podríamos preguntar sobre los requerimientos de agua dulce. ¿Cómo vamos a mantener regados nuestros cultivos cuando los días de sequía se prolonguen?
Actualmente, Misiones se encuentra trabajando fuertemente en su hoja de ruta para elaborar un Plan de Respuesta al Cambio Climático, donde se estudia no sólo la forma de mitigar las emisiones de carbono, y dejar de destruir el planeta, también se está trabajando en la adaptación al planeta dañado que ya tenemos hoy.
De esto se trata la adaptación, que cada uno de nosotros, en su casa, en cada municipio, que cada provincia trabaje -desde ahora- aprovechando todo este conocimiento científico para reducir al máximo el impacto que tendrá el nuevo clima en nuestra vida. Podemos prepararnos y salvar muchas vidas.
La crisis climática es ahora y es urgente.