En el último año y medio se creó un puesto de trabajo en el sector primario, por cada quince destruidos en la industria

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La cuestión del empleo es central para el bienestar social, siendo uno de los terrenos donde más disputa política podemos encontrar. El trabajo es un organizador social, que consolida la vida en comunidad, además de ser una actividad determinante para la salud física y psíquica del individuo y su entorno familiar. Que los trabajadores puedan contar con un empleo estable que les permita obtener una remuneración necesaria para afrontar los gastos de la vida cotidiana es una conquista de una lucha histórica.

Si miramos un poco hacia atrás, vemos que Argentina tuvo hacia mediados de la década del ’70, niveles de desocupación menores al 5%, los cuales son virtualmente considerados como de “pleno empleo”. En paralelo, se verificaban promedios salariales más elevados que los que se registraron en las tres décadas posteriores. A partir de la llegada del neoliberalismo, en particular de la década de los ’90, las reformas económicas y laborales impactaron de lleno en el empleo, dando como resultado niveles de desocupación que alcanzaron al veinte por ciento de la población económicamente activa, cifra inédita para el país. El pico de la desocupación se vio a partir de la crisis de diciembre de 2001, cuando el desempleo superó el 25%, en medio de una crisis socioeconómica de magnitud sin precedentes Desde del año 2004, con las transformaciones que se irían produciendo en la economía, el empleo se empezó a recuperar. Si bien hubo períodos en donde la tasa de creación de empleo (público y privado) tuvo buen ritmo de crecimiento, también se vieron otros en donde se produjo un efecto de amesetamiento. La creación de puestos de trabajo vino acompañada de una notable expansión del empleo industrial, que creció a tasas mayores que el promedio. La fábrica pyme tradicional fue la gran protagonista de tracción de actividad económica y empleo en la época, dada su cualidad de ser un sector intensivo en mano de obra. No obstante, a pesar del incremento de la demanda, el mercado mostró un núcleo duro de desocupación que persistió durante toda la década, cuestión que, para encontrar una solución, requiere de políticas transversales.

En la actualidad, el mercado de trabajo está mostrando modificaciones en su composición. La dinámica de la actividad económica impacta en la demanda de trabajo y afecta el nivel de empleo.

En primer lugar, se observa que en el último año y medio ha habido un incremento en la desocupación, si bien no explosivo, pero que afectó a miles de personas. Los cambios más notorios se están registrando en el empleo industrial, por la crisis que está afectando al sector. El alto nivel de importaciones en algunos rubros que generan muchos puestos de trabajo, está ocasionando una significativa pérdida de empleos. El escenario se ve complicado porque las encuestas que realizan las cámaras sectoriales no muestran una buena perspectiva de cara al futuro. Muchos establecimientos han sentido el impacto de la caída en las ventas y el aumento de los costos, pero por el momento han decidido no despedir empleados, tratando de extender al máximo la posibilidad de una recuperación. Sin embargo, muchas fábricas no tienen certezas de hasta cuándo podrán seguir así.

Asimismo, se observa un sensible aumento del empleo en condiciones de monotributo. Este tipo de empleo tiene características particulares, pero en términos generales, se considera una situación de empleabilidad de menor calidad que la del empleo registrado en relación de dependencia. El aumento en el monotributo puede tener origen en que la persona despedida recibe algún tipo de indemnización y decide encarar algún proyecto laboral de cuentapropismo, con todos los cambios que ello conlleva. Por otro lado, esta transformación en la dinámica de empleo también puede estar denotando un cambio en la modalidad contractual de las empresas. Por caso, muchas firmas optan por contratos de servicios tercerizados, a fin de diluir el atamiento formal y maquillar una relación laboral entre las partes. Este esquema de relación laboral encubierta no es nuevo, pero ha mostrado n notorio crecimiento en los últimos meses, a partir de un Ministerio de Trabajo muy alejado de su rol de tutelar los derechos de los trabajadores. No obstante, el origen del crecimiento del monotributo no necesariamente es un buen síntoma en materia de calidad de empleo.

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Así las cosas, según algunos datos publicados en las últimas semanas, la economía mostró signos de recuperación en sectores puntuales, como construcción, agropecuario y algunas ramas industriales, muy focalizadas en la cadena de valor automotriz. No obstante, el crecimiento observado no motoriza la suficiente creación de empleo, como para revertir lo sucedido en el último año y medio. Esto ocurre porque el modelo dinamiza sectores primarios de baja elasticidad de empleo, mientras muchas industrias pymes se ven afectadas por las importaciones, como el sector textil, calzado, alimentos, etc.

Las pymes son las principales empleadoras del país, por cada fábrica que cierra se pierden decenas de puestos de trabajo que son muy difíciles de reemplazar en los sectores económicos que están creciendo. Los sectores primarios son altamente intensivos en el uso de tierra y/o capital, por lo que no requieren gran cantidad de mano de obra para su funcionamiento, en comparación con un establecimiento fabril que en pocos metros cuadrados puede emplear a cientos de trabajadores. Por tales motivos, la defensa de un modelo económico que tenga en cuenta la situación de este tipo de actores económicos, muchos de los cuales forman parte de las economías regionales del país, es crucial para lograr un equilibrio en términos sociales. La década de los ‘90 es aleccionadora en ese sentido. La destrucción de miles de fábricas dejó en la calle a un sinnúmero de personas que, en el mejor de los casos, contaba con una indemnización. A partir de eso, proliferaron muchísimas actividades cuentapropistas, pequeños negocios que vendían bienes y servicios, de los cuales solo sobrevivieron unos pocos. Pasado el tiempo, los trabajadores despedidos se encontraban sin empleo y sin dinero, los índices de desocupación crecieron significativamente y la distribución del ingreso sufrió un fuerte retroceso.

El bajo flujo de capitales extranjeros en forma de inversiones reales directas aplicados a actividades productivas generadoras se vincula con el lento proceso de creación de empleos registrados, a tal punto que en muchas ramas de la economía la tendencia pasó a ser de una disminución de los puestos laborales. A partir de las estadísticas del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social, se puede analizar la serie de empleo privado registrado, a los fines de analizar cómo se desenvuelve la recuperación de empleo genuino.

En los primeros 18 meses de gestión de la nueva administración, el empleo privado presentó una trayectoria errática, acumulando una pérdida de más de 45 mil puestos de trabajo registrados. Dentro del sector privado, la industria manufacturera vio relegada su planta laboral (también con 18 meses de merma de puestos laborales) en 57.977 trabajadores, es decir un promedio de 3.221 despidos por mes (la masa laboral se redujo un 5% en relación a fines de 2015). Un comportamiento análogo se registra en otros sectores relevantes en la economía como ser la industria de la construcción, que perdió de diciembre de 2015 a mayo de 2017 un total de 11.177 obreros, es decir que se despidieron en promedio 21 trabajadores de la construcción por día (se contrajo un 3% la cantidad de trabajadores totales del sector). Otro sector comprometido fue el de las actividades inmobiliarias, empresariales y de alquiler, que expulsaron un total de 23.060 trabajadores en el periodo analizado, es decir a 43 trabajadores por día (la masa laboral del sector se redujo un 3%). Por su parte, entre los sectores que sumaron (escasamente) trabajadores se encuentran los ligados a las actividades primarias como la agricultura, ganadería, caza y silvicultura con un aumento de 3.740 trabajadores y los relacionados con la intermediación financiera (1.515 trabajadores).

Como se desprende del análisis anterior, la pérdida de puestos de trabajo se dio con mayor intensidad en la industria manufacturera, superando ampliamente al promedio perdido por el sector público a nivel global. En efecto, se ven relegadas en la participación total del empleo agregado las actividades industriales), al mismo tiempo que las actividades primarias crecen (esta relación se expresa en que por cada empleo que se creó en el sector primario, se perdieron 15 en la industria manufacturera). Por otro lado, a nivel agregado existe un crecimiento del empleo público de 54.180 que sirve de fundamento para aplacar la pérdida del sector privado. Si tenemos en cuenta el crecimiento de los trabajadores monotributistas autónomos, independientes y monotributo social, los mismos suman 106.051 “nuevos empleos”. Detrás del número arrojado por el Régimen Simplificado, se esconde la precarización de muchos empleados que antes se encontraban en relación de dependencia, por parte de las patronales, con la modalidad de contratos laborales encubiertos. Los trabajadores contratados bajo éste régimen no pueden considerarse como creación de trabajo genuino y de calidad, ya que no gozan con los mismos derechos que aquellos que se encuentran debidamente registrados bajo la relación de dependencia. Asimismo, se debe tener en cuenta que, dentro de las cifras del régimen simplificado, se encuentran aquellos beneficiarios del monotributo social, dados de alta para ser beneficiarios de la AUH, pero no necesariamente significa la creación de un puesto laboral.

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A nivel salarial, los ingresos de los trabajadores se vieron repercutidos por una insuficiente actualización de los mismos por sobre los niveles de inflación. En el sector privado, la remuneración mediana se incrementó de $12.308 en noviembre de 2015 (se toma noviembre debido a que el mes de diciembre se ve influenciado por el aguinaldo) a $18.923 a mayo de 2017, es decir un 53,7%. Si tomamos la inflación acumulada para dicho periodo (se optó por el IPC CABA), nos da 63,1%, es decir que los trabajadores del sector privado perdieron en promedio entre un 9% y 10% de salario en términos reales.

Comparando la evolución de los salarios con la inflación desde noviembre al primer trimestre completo de 2017, se puede desagregar el salario por rama de la actividad. Para este periodo, la inflación acumulada fue del 57%, mientras que los salarios en el sector privado en general se actualizaron un 44%, es decir el crecimiento de la inflación fue 9% mayor que el crecimiento de los salarios promedios del sector privado. Entre los sectores que menores actualizaciones de sueldos y por lo tanto mayor pérdida sufrieron frente a la inflación se encuentran la agricultura, caza, ganadería y silvicultura (12,1% de pérdida real), construcción (7,5%), comercio (6,1%), hoteles y restaurantes (12,1%), enseñanza (7,5%) y los servicios sociales y de salud (9%). El sector público tuvo un incremento salarial del 47% desde noviembre 2015 a marzo 2017, arrojando una pérdida contra la inflación del 6,8%.

Al indagar en la evolución del empleo privado registrado por Provincia, se cae en cuenta que, entre la totalidad de las 23 provincias y la Capital Federal, solo cuatro de ellas sumaron más trabajadores registrados en el sector privado entre diciembre de 2015 y 2016. La de deterioro más significativo fue Tierra del Fuego con el 9,65%, motorizado por la disminución de trabajadores del sector de la construcción (38% de disminución), los servicios inmobiliarios, empresariales y de alquiler (17%), hotelería y restaurantes (9%) y la explotación de minas y canteras (8%). En segundo lugar, se encuentra la provincia de San Luis con el 7,4%, con pérdidas importantes en los mismos sectores que Tierra del Fuego (a excepción de la explotación de minas y canteras), adicionando los servicios de actividad financiera (11%).

Formosa es la provincia que ocupa el tercer lugar con el 7,2%, debido a la disminución de empleos en sectores como la construcción (23%), hotelería (10%) y servicios inmobiliarios y empresariales (18%). A la lista le siguen Misiones (4,3%), Catamarca (4,27%), Santiago del Estero (3,64%), Chubut (3,58%), Río Negro (3,42%), San Juan (3,05%), entre otras. Si analizamos la Provincia de Buenos Aires dividida en los Partidos de GBA y en Resto de la Provincia de Bs As, obtenemos que en la primera (donde se ubica la mayor parte de la industria manufacturera) la caída fue del 1,37%, mientras que en la segunda del 0,26%. Las provincias que aumentaron sus trabajadores registrados del sector privado fueron Tucumán (2,67%), La Pampa (1,9%), Jujuy (1,46%) y Entre Ríos (0,38%). El siguiente mapa ilustra de manera sintética los números plasmados sobre la afectación al empleo privado registrado por provincia.

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