Enamorado de Misiones, decidió dejar la ciudad para dedicarse al turismo en la tranquilidad de la tierra colorada

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“Llenar a Santa Ana de luz”, es la premisa que Mario Romero se propuso al bautizar bajo el nombre Arcoiris a su emprendimiento turístico. No es casualidad que esa premisa, de abundante positivismo, sea la piedra basal de este obrero citadino que decidió dejar la rutina vertiginosa de la construcción por una vida con calma rodeada de árboles y aves, de verde, agua y vitalidad campestre.

Arcoiris es un complejo de cabañas ubicado en la localidad de Santa Ana, a no más de cien metros de la avenida principal y a pocos kilómetros de la Ruta Nacional 12. Son tres pabellones completamente equipados, con todas las comodidades, en medio de un amplio predio lleno de vegetación, a la vera de un pequeño arroyo y con la calma de un barrio periférico de la ciudad. Arcoiris es la visión y la misión de Mario, que imprimió en su empresa la calidez humana que confiesa recibir a diario, en la Tierra sin Mal.

Mario es oriundo de Buenos Aires, aunque vivió gran parte de sus últimos años como obrero de la construcción en Corrientes capital, en lo que fue, según comentó a Economis, un paraíso. Hasta que viajó unos kilómetros más al noreste y conoció Misiones que lo cautivó como a tantos otros viajantes que pisan por primera vez la tierra colorada. “Sabía que tenía que venir a vivir a Misiones”, confesó, al inicio de su historia.

Meses antes de la pandemia, Mario estaba decidido a abandonar la vecina provincia de Corrientes y radicarse en Misiones. Son varios los factores que lo convencieron de peregrinar nuevamente para la tierra de la selva, la tierra roja, los arroyos y los saltos. Además del encanto natural de la provincia, el punto de inflexión fue su gente, a quien Mario cataloga como amable y amorosa. “Acá pasa un vecino con el auto y te toca bocina para saludarte, aunque no lo conozca, en la ciudad vos le decís Buen día al colectivero y te mira feo sin responderte”, explica.

Por ello, entre finales del 2019 y principio del 2020, Mario vendió su casa en Corrientes y se puso a averiguar para comprar propiedades en Misiones. El plan original era ir a Leandro N. Alem, donde unos amigos de Garupá se radicaron a trabajar, pero los precios de las propiedades lo atajaron. Fue así que, durante ese proceso de buscar un lugar donde vivir, consiguió el predio donde montó su nuevo emprendimiento, en un rubro alejado al que ejerció toda su vida.

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“Yo sabía que quería venir a Misiones, no sabía a qué me iba a dedicar, pero estaba seguro de que me las iba a arreglar, algo iba a hacer”, confiesa Mario, quien no esperaba que su nueva propiedad le brindaría las herramientas para iniciar un nuevo proyecto laboral. “Cuando compré el terreno, además de la casa, ya estaban las dos cabañas y me pareció que era una buena idea hacer algo con ellas”, señaló luego de recordar que, en aquellos días, tenía un ahorro en dólares que tuvo que utilizar para arreglar y equipar los pabellones.

“Fui a Posadas y compré todo nuevo para ponerlas a punto, con todas las comodidades necesarias”, recordó Mario, para luego agregar que lo único que siempre lo limitó fue el no contar con mano de obra para poder acelerar las refacciones y construcciones. “Es difícil conseguir con quien trabajar, de hecho, yo me encargo sólo del servicio, la atención y el mantenimiento del lugar”, agregó.

Cada cabaña cuenta con camas con sus respectivos colchones y ropa de cama; una mesa con sillas, utensilios de cocina, un anafe, pava eléctrica, ventilador de techo, aire acondicionado y caloventores para los días invernales. Cada una también cuenta con una parrilla, están distribuidas a una distancia prudencial, unas de otras para respetar la privacidad de los visitantes. Para los días calurosos, ofrece un servicio de bebidas frías y en el centro del patio, una pileta para refrescarse en familia.

El emprendimiento estuvo listo para el verano del 2020/2021 y para la recepción de los viajeros, Mario tuvo que iniciar otros procesos de trabajo: la promoción e integración con el turismo local. En un rubro completamente nuevo, tuvo que aprender y asesorarse con la dirección de turismo local y el acompañamiento de los vecinos fue fundamental para que las Cabañas Arcoiris sea uno de los puntos de alojamiento más solicitado de la localidad.

“Algo que quiero destacar, es la amabilidad de la gente de acá que siempre me acompañó y es algo que quiero extender a mis visitantes, algo que creo que funciona un poco”, dice Mario con un exceso de humildad, pues las firmas en su libro de visita y en redes sociales son contundentes, la atención es destacada, sobre todo por tratarse de una sola persona a cargo de todo el emprendimiento.

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Cuenta Mario que sólo un visitante se fue disconforme, en el verano pasado, pero “por cuestiones ajenas” a la empresa. “Era un porteño que me reservó por siete días, hizo el depósito, vino una noche y a la mañana siguiente se fue. Yo no estaba, le dejó la llave a un chico que estaba cortando el pasto y no dijo más nada. Después me enteré que fue porque hubo un corte de luz general en la zona y no aguantó el calor, pobre”, reflexionó al rememorar la situación.

A pesar de estas situaciones, Mario trabaja incansablemente todos los días por mejorar este proyecto que, a priori, no fue planificado, pero le permitió generarse un empleo en el lugar que ahora adopta como su nuevo paraíso. “Trato de que tenga todas las comodidades que puedo brindarles, sobre todo en un entorno natural, aunque haya cosas que no podés evitar como es el traqueteo de las aves o encontrar alimañas, pero es por el entorno mismo”, explicó.

Entre las proyecciones que planea Mario es la construcción de una nueva cabaña, que se sumaría a las tres ya existentes, de las cuales dos tienen capacidad para cuatro personas y la tercera para seis. También prevé la creación de una galería con baños comunitarios y que le posibilite sumar el servicio de desayuno, algo que todavía no puede ofrecer por cuestiones de infraestructuras.

Para reservar una cabaña, se debe realizar un depósito por adelantado del total de las noches de estadía que son de $4.500 cada una. El horario de check in es a las 10 de la mañana y el check out a las 10 de la mañana del día de salida. “No acepto adelantos, pero si alguien cancela o se vuelve antes, se le devuelve el dinero, no hay problemas con eso”, explicó Mario que tuvo que amigarse con las redes sociales, específicamente con Facebook, que es donde comparte las fotos, videos del lugar y tiene los contactos para las reservas. “Si es por mí, ni celular usaba más, pero ahora lo necesito como herramienta de trabajo”, finalizó Mario que encontró la paz y armonía en Misiones y lo comparte con sus visitantes.

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