Familias de Almafuerte producirán envases 100% biodegradables con tallos de banana a través de un proyecto único en su tipo
Un proyecto único en su tipo en Argentina, avanza a pasos firmes en Almafuerte. En unas semanas, se comenzarán a producir vajillas y envases biodegradables con tallos de banano, con financiamiento del programa Pequeñas Donaciones del Fondo Mundial para el Medio Ambiente y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PPNUD).
Un proyecto único en su tipo en Argentina, avanza a pasos firmes en Almafuerte. En unas semanas, se comenzarán a producir vajillas y envases biodegradables con tallos de banano, con financiamiento del programa Pequeñas Donaciones del Fondo Mundial para el Medio Ambiente y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PPNUD).
La iniciativa productiva, asociativa, multicultural y sustentable, es impulsada por la Asociación Civil Tabá Isirí Pueblos del Arroyo, presente hace ya varios años en Misiones a través de diversos proyectos para el desarrollo socio comunitario, con una inversión acumulada que supera los U$D 280.000 que impactaron directamente en la realidad de más de 100 familias misioneras.
Tabá Isirirí se va desarrollando de acuerdo a las necesidades de las familias de los integrantes. La Asociación nació hace 10 años, producto de la sinergia entre 20 familias del paraje Picada Norte Bonpland.
UN PROYECTO ÚNICO EN SU TIPO EN EL PAÍS. El primer proyecto de envases 100% biodegradables con hoja y tallo de banana en el país será desarrollado en Almafuerte, Misiones.
La iniciativa, que despierta cada vez más interés y expectativas, se implementará en Almafuerte, que ya cuenta con producción de banana desde hace años. Permitirá capitalizar una práctica cultural histórica que consiste en cortar el tallo y las hojas con el fin de preservar un tercio del tronco del banano y mantener la humedad en las plantas nuevas. Esos desechos aportarán nutrientes al suelo y el desperdicio se utilizará como abono para las plantas.
“Empezamos a evaluar e investigar qué podíamos hacer con los desperdicios. Generalmente, el productor estaba acostumbrado a voltear el árbol de banano una vez que se cosechaba. La banana da cuatro hijos, quienes a su vez darán cuatro hijos y así sucesivamente”. Según explicó Federico, a través de ciertos procesos es posible convertir al tallo y hoja de banano en un material muy parecido al tergopol, ya sea en cuanto a su resistencia a la humedad como así también su dureza.
Con U$D 20.000 de financiamiento -menos de la mitad del costo inicial programado-, en una primera etapa se comprará la maquinaria y se pondrá en valor el galpón.
El proyecto, que es replicable en cualquier lugar en el que haya producción de banana, cuenta también con una gran paradoja en un mundo en el cual muchas veces la incorporación de tecnología es sinónimo de reducción de mano de obra: cuanto más máquinas se agreguen al andamiaje, son más las personas que deben sumarse a trabajar. “Una sola máquina dará trabajo estable a cinco personas en la planta, lo que se puede traducir en alrededor de 150.000 pesos que la producción aportaría todos los meses”, detalló Federico.
Los planes iniciales prevén la afectación anual de 12 hectáreas de plantación de bananas y una producción de 40.000 envases al mes. “En la zona donde estamos habrá alrededor de 100 hectáreas plantadas así que podemos crecer muchísimo”. Además, agregó que “ya nos contactaron de diferentes organismos que manejan comedores y caterings de Buenos Aires que nos solicitaron el producto”.
¿Los pasos a seguir? Actualmente, avanzan en la definición de las matrices para los productos que se elaborarán. A fines de febrero llegará la máquina a Misiones y se iniciarán las pruebas para empezar a producir.
LA CERTEZA DE QUE OTROS MODELOS ECONÓMICOS SON VIABLES. Los ritmos de trabajo en procesos y espacios de construcción colectiva participativos siempre se diferencian rotundamente de los convencionales tiempos de trabajo en los planes de negocios empresariales. Innumerables variables entran en juego para modificar tanto estrategias como objetivos y no por eso, los modelos económicos dejan de ser sostenibles y proyectables en el tiempo.
Tal como sus pares, Federico, sostiene fehacientemente que es posible generar sistemas productivos sustentables, llevar a cabo economías de sustentabilidad en todos los ámbitos, tanto en lo ambiental como en lo humano también.
Convencido de que una agricultura diferente es posible, Federico remarcó a Economis que existen economías más sanas que se llevan a cabo de una manera más natural y que “cada vez se nos suma más gente que quiere participar, porque apostamos a lo solidario y participativo y lo hacemos de una manera en la que se respetan todos los valores: equidad de género, trabajo y sustentabilidad del ambiente”.
Actualmente, la asociación funciona con un único personal contratado externo que se ocupa de las cuestiones administrativas contables. Todo lo restante, el funcionamiento, operatividad, diseño y comunicación se organiza bajo el modelo asociativo y colaborativo a través de la sinergia de 60 familias que participan de forma directa y 120 de forma indirecta.
“Cada vez que se incorpora más gente, sumamos herramientas humanas que nos permiten generar mejores posibilidades para generar nuevos proyectos. Entonces nos volvimos a plantear las necesidades que tienen las familias de la Asociación y surge el proyecto de las vajillas biodegradables”.
Una larga historia de asociatividad
Erradicación de letrinas, mejoras de viviendas, mejoramiento en la red de agua, tendido de luz eléctrica, etc. fueron los proyectos iniciales. Con el transcurrir del tiempo, llegó el momento en el cual la formalización era un paso necesario para poder gestionar subsidios y poder plantear proyectos y generar nuevas líneas de trabajo.
Y, como naturalmente sucede en las organizaciones del tercer sector abocadas al trabajo socio comunitario, las líneas de intervención se fueron ampliando producto de la implementación de diversos proyectos. “Hace cuatro años, se planteó otra filosofía desde la Asociación que consistió en empezar a generar en lugar de solicitar”, sostuvo en una amena charla con Economis, Federico Guido Franco, miembro de la asociación.
El primer proyecto productivo fue apícola y se planteó con la participación de comunidades guaraníes de San Ignacio y familias de Bonpland, Santa Ana y Almafuerte. ¿Las premisas?: equidad, participación de jóvenes y mujeres y el cuidado del medio ambiente. A partir de ellas, y con el objetivo de desarrollar una Cuenca Mielera en la zona, se organizan talleres de capacitación, reconocimiento de insumos, colmenas e indumentaria.
Con otra magnitud y en articulación con el Ministerio de Ecología y con el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), colegios agrarios y municipios; el proyecto piscícola es otra iniciativa que marcó la historia de Tabá Isirirí. A raíz de él, se construyeron oportunamente 20 piletas y hoy se producen tres especies de peces autóctonos tanto para consumo propio como para la venta; representando un 5% del ingreso mensual de 30 familias productoras.
El desarrollo de fitomedicamentos, que por estos días sigue siendo materia pendiente en Misiones, es otro foco de acción que surgió a partir de una articulación motivada por el ex ministro de Ecología Juan Manuel Díaz. Hace algunos años se realizó un relevamiento de plantas medicinales existentes en la zona bajo el concepto de desarrollar productos forestales no maderables y “empezamos a relacionarnos mucho más con comunidades guaraníes que aportan sus saberes ancestrales acerca de lo que podíamos consumir y lo que no”.
El trabajo en territorio avanzó y “oportunamente el USUBI -otro programa del PPNUD en Misiones- hizo la primera compra grande y la donó a la provincia para el desarrollo de fitomedicamentos: 400 kilos de las tres hierbas. Así, fuimos los únicos proveedores del Estado en la provincia AEDIT“.
Tabá Isirirí produce cangorosa, ambay y carqueja en su Planta Productora de Plantas Medicinales montada en un espacio de media hectárea en Picada Norte, Bonpland. El laboratorio está certificado tanto por la Provincia como por SENASA y en la cual se encuentra montado el secadero que es la base operativa de la Asociación. Los productos se venden a granel a Buenos Aires, Mendoza y Río Negro así como también, a través de venta minorista con marca y packaging comercial propio.
UNA RUEDA QUE NO PARA DE GIRAR. Como colorario de una amena e interesante charla con Economis, Federico adelantó en exclusiva que acaban de ganar otro proyecto de la Embajada de Nueva Zelanda que permitirá trabajar en el acopio de agua de lluvia para 20 hogares y cuatro escuelas en Almafuerte. Lo distintivo, innovador y desafiante, que sin dudas marcará un antes y un después en la comunidad es que se contempla el filtrado del agua para potabilizarla y hacerla apta para consumo humano. Además, incluye la provisión de 10 jirafas de iluminación, que serán cargadas con energía solar en picadas de Almafuerte y permitirán, más allá de la iluminación, el acceso a un cargador de teléfono para quienes lo necesiten.