Inversión en origen, industrializar la ruralidad

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Una planta de fécula de mandioca en Puerto Esperanza. Una planta de acopio de granos en la localidad de Andresito. Financiamiento y subsidios para agregar valor en producciones como la leche.

Desde hace varios años Misiones busca que la chacra deje de ser una mera proveedora de productos primarios. Pensarla desde una producción a escala mucho más allá del té o de la yerba y promover su crecimiento en inversión, agregación de valor, creación de empleo, capacitación y arraigo. Suena a mucho trabajo y tiempo. Lo es.

En ese horizonte, propio del proceso, apostó a inversiones que en algún punto estaban dispersas y al final del día no cumplían el objetivo de llegar al consumidor. La búsqueda de una dinámica para el sector agropecuario que le de las herramientas al pequeño productor para manejar una empresa, una máquina, entender de la cadena de comercialización, y que encuentre en su tierra un futuro para sus hijos es lo que se denomina “industrializar la ruralidad”.

El ministro de Agro y la Producción, Sebastián Oriozabala, lo definió así: “lo que nosotros hicimos fue ponerle letra a una música que ya estaba con una política agropecuaria, agroindustrial”.

Esa idea requiere de dinero. En el último año se aportaron mil millones de pesos en financiamiento entre líneas nacionales y provinciales. 1.200 millones de pesos entre créditos y subsidios.

“Es un concepto que va de la mano del agregado de valor. Pero no desde el concepto tradicional que es lo que ha sucedido en la Argentina que es la concentración, es decir, se industrializaba en las urbes, en las grandes ciudades porque las fábricas necesitaban mano de obra. Esto provocaba un proceso de migración hacia donde había trabajo, pero no había equidad territorial porque la ruralidad estaba vacía”.

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El desarrollo equitativo es pieza central para pensar en industrializar la ruralidad. Hacer una lectura del territorio, ver las necesidades, trabajarlo con los productores y hacer que la gente se apropie del proyecto. Trabajar en la escala comercial, costos, rentabilidad. Trabajar sobre el precio.

En el último año se aportaron mil millones de pesos en financiamiento entre líneas nacionales y provinciales

¿Misiones está preparada para que cualquier actividad pueda tener agregado de valor?

Sí. Obviamente eso requiere de inversión y lleva tiempo. Por ejemplo con el caso de la cuenca lechera que ya existía. Hay 300 productores hoy. Lo que nosotros hicimos fue un plan de trabajo con esa cuenca e ir ordenando las inversiones. En los últimos dos años recibieron inversión del Estado, que deben rondar los 80, 90 millones de pesos en ese tiempo.

No es que no hablamos de producción primaria, no podemos no hablar de lo otro

¿Cuánto tiempo, años, lleva ese trabajo?

Todo es parte de un proceso, trabajamos en la piscicultura pero nunca pensamos como la íbamos a vender, y hacerle un seguimiento a la comercialización de ese producto. Y como no había donde venderlo pasó a ser un hobby. Hay cuatro mil productores en la piscicultura. La apicultura y la piscicultura son dos actividades que tienen un enorme potencial, Chaco ha hecho un plan de trabajo desde el 2011 para acá, y le venden miel al mundo. Nosotros con unidades pequeñas quizás no lleguemos a ese volumen pero podemos tener un producto competitivo. En 2019 se elaboró una planta de extracción de miel. El azúcar rubio lo mismo, hay que trabajar en volumen y en la promoción.

Hay que adaptar las obras al volumen de producción, no hacer una obra majestuosa porque no la necesitas en esa escala

Oriozabala asegura que sobreejecutaron el Presupuesto trazado en un plan de trabajo para el período 2019-2023 fijado en tres líneas: “industrializar la ruralidad, políticas  de innovación y desarrollo y arraigo rural”.

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La planta de fécula de mandioca en Puerto Esperanza está lista para comenzar a operarla. Hay $300 millones de inversión en donde la provincia hará el gerenciamiento y la cooperativa se encargará de hacer la producción primaria, de los operarios. Hay además un acuerdo comercial con Montecarlo que sumará su producción de fécula y se ocupará de la venta. Hoy hay empresas locales interesadas en usar fécula para, por ejemplo, bolsas compostables y están en proceso de investigación

 

“Misiones puede hablar de azúcar rubio, jengibre con una producción a escala competitiva. Hay otros sectores que poco a poco se van consolidando por eso el acompañamiento. El sector de las frutas tropicales que requiere de mucha más planificación. Misiones es una de las provincias que tiene mayor potencial en la diversificación productiva”, afirma.  

¿Trabajan para consolidar este trabajo en el tiempo? Digo, mañana puede cambiar la conducción del Ministerio y toda esa apuesta  ¿tiene raíces?

Puede cambiar el enfoque claro. Pero estamos logrando consolidar un proyecto que venía hace años. Estamos ahí. Hay equipos técnicos al que sumamos ingenieros en alimentos que mantienen recorridas y reuniones en territorio en busca definir líneas porque en un perfil de pequeños productores debe estar el Estado acompañando.

Expandir la matriz productiva, a partir de la diversificación de los cultivos tradicionales, lograr un trabajo serio en la diversificación y que las nuevas generaciones, emplazadas sobre todo en la zona del Alto Uruguay, sientan que pueden darle forma a esa lógica es el desafío.

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