La crisis energética de Europa desnuda las falencias de Eólicas y Solares
Escribe Carlos Andrés Ortiz
Pese a que la están tapando con montañas de palabrerías huecas y burdas distorsiones conceptuales, la muy severa crisis energética europea (que empuja a una crisis socio económica generalizada), está poniendo en evidencia la absoluta inutilidad como supuestas “grandes soluciones”, de las muy promocionadas “energías renovables sesgadas”, básicamente las eólicas y solares.
Las llamo “renovables sesgadas”, pues las muy amañadas leyes argentinas que definen a las fuentes renovables, contra toda lógica y solo como efecto de las presiones de los grupos de poder a favor de eólicas y solares, excluyen del concepto -y de los consecuentes beneficios- a las hidroeléctricas de más de 60 MW.
Es una aberración equivalente a pretender modificar con una norma legal, la ley física de la gravedad. Demostración clara del feroz poder de los personeros al servicio de los oscuros intereses de las “renovables”.
Ya eran evidentes las serias limitaciones de las “renovables” eólicas y solares, mucho antes que se desatara la actual -muy peligrosa para la paz mundial- guerra entre Rusia y la OTAN, con Ucrania como chivo expiatorio.
En efecto, ante la errónea política energética de Alemania -principalmente- y de España, acentuadamente volcados ambos países a las falsas y engañosas “soluciones” de las energías solar y eólica, afloraron y se acentuaron los problemas fácticos de sus sistemas energéticos nacionales, los que en parte pudieron disimularse por el respaldo del amplio sistema eléctrico interconectado de la UE (Unión Europea), que permitía cubrir los baches de Generación de Base. Alemania absurdamente canceló su plan nuclear, y “los verdes” pretendieron suplir esa energía con la producida por eólicas y solares, que se instalaron masivamente, en base a muy fuertes subvenciones. Algo similar hizo España, volcándose acentuadamente a eólicas y solares.
Ambos países están pagando altos costos por sus erráticas políticas energéticas. Alemania, con tarifas eléctricas ya en marcada alza, antes de la crisis actual, y volcándose a una acentuada dependencia geopolítica por la alta incidencia del gas y del petróleo ruso en su matriz energética. En un marco de buenas relaciones bilaterales, eso sería solo un problema potencial…hoy es un atolladero sin solución fácil, al que fue empujada la UE por evidentes presiones de su “socio mayor extracomunitario”, allende el Atlántico. Y las tarifas de energía crecientes, implican mayores costos, que tienden a hacer menos competitivas las exportaciones germanas. Eso beneficia a sus competidores directos. China en primer lugar, pero también a EEUU, Francia, Japón y otros.
Sin inmutarse por esas consecuencias, los “verdes” alemanes y los poderosos intereses vinculados a eólicas y solares, siguen presionando para invertir mucho más en esos generadores, sin importarles seguir incrementando los costos de la energía y los serios problemas de las intermitencias de esas generadoras solo aptas como Complementos, nunca Bases del Sistema Eléctrico.
En una escala menor, similares problemas tienen España y otros de la UE, que además no encuentran solución para deshacerse de los voluminosos residuos que implican las gigantescas aspas eólicas- muy complejas y costosas para degradar adecuadamente, y lo mismo con los muy contaminantes paneles solares desechados, además de otros residuos de esas centrales al cabo de sus comparativamente breves vidas útiles.
El mallado muy denso de interconexión eléctrica podía suplir o disimular los inconvenientes, proveyendo Energía de Base entre los miembros de la UE. Pero la UE es deficitaria crónica en su abastecimiento energético, lo cual se acentúa ahora, con las restricciones auto impuestas por la UE (o “sugeridas” por EEUU), al abastecimiento de gas natural por gasoductos y de petróleo, provistos por Rusia. Y los hidrocarburos no pueden ser sustituidos por las eólicas y solares, que solo son meros complementos, siendo inútiles como generadoras de base. Además, las eólicas y solares no pueden suplir los combustibles con los que se mueve el denso parque automotriz de Europa, ni pueden suplantarse en el corto plazo los vehículos con motores convencionales, por eléctricos o a hidrógeno; tecnologías estas últimas que también tienen sus limitaciones y elevados costos ambientales y económicos ocultos o poco conocidos. Intentando simplificar el entendimiento, de un tema con complejidades técnicas, cabe decir lo siguiente. Las generadoras eólicas y solares, son INTERMITENTES, o sea que sus funcionamientos tienen fuertes fluctuaciones, y se conectan y desconectan en forma totalmente imprevista. Eso sucede pues el ser humano no controla el sol ni los vientos.
Por esas insalvables intermitencias, las eólicas y solares solo sirven como USINAS COMPLEMENTARIAS, siendo totalmente inútiles para suplir USINAS DE BASE. Para salvar esas intermitencias, las energías eólica y solar necesitan el respaldo “en caliente” (funcionando), de una o más centrales de base, para “tapar los baches de generación” y evitar violentas fluctuaciones en el voltaje. Eso tiene costos económicos y ambientales, ocultados por los grupos de presión promotores de eólicas y solares.
De ser inyectadas directamente a las redes las energías eólica y solar, sin Usinas de Base que las estabilicen, quemarían todos los artefactos eléctricos, por los cortes de servicio y las variaciones súbitas de voltaje.
Pese a disparatadas opiniones con visos de “imposiciones ambientales” de entes ultra ecologistas y supuestos especialistas energéticos afines a las “renovables sesgadas”, que incluso llegan a afirmar la “necesidad” de una matriz 100 % “renovable” (léase eólica y solar, básicamente); en general existe consenso entre analistas rigurosamente técnicos, que para no desestabilizar el sistema eléctrico con intermitencias insalvables, la incidencia total de eólicas y solares no debe pasar el 20 % de la matriz eléctrica, y solo excepcionalmente, en sistemas altamente interconectados (no es el caso argentino) podría llegar al 25 %.
Siendo eólicas y solares ENERGÍAS COMPLEMENTARIAS, en cambio las ENERGÍAS DE BASE, de todo sistema eléctrico, se agrupan en tres grandes grupos tecnológicos:TERMOELÉCTRICAS, NUCLEARES E HIDROELÉCTRICAS.
Las termoeléctricas funcionan consumiendo hidrocarburos, o sea gas, petróleo o carbón, combustibles que no son intercambiables en cada central, excepto algunas que pueden funcionar alternativamente con gas o derivados del petróleo.
También pueden utilizarse biocombustibles, como sustitutos parciales (por los grandes volúmenes necesarios) de los hidrocarburos.
Como en la vieja Europa, prácticamente no queda ningún tramo de río donde pueda construirse una nueva central hidroeléctrica (hace décadas terminaron de construir todas las posibles), entonces sucede que la hidroelectricidad ya no es alternativa viable para incrementar el parque de generación de Europa. Consecuentemente, como energías eléctricas de base la UE cuenta con solo dos alternativas: termoeléctrica y nuclear.
Las nucleares producen energía básicamente limpia y económica, pero tienen dos inconvenientes: por una parte, sus construcciones llevan varios años, y lo más negativo es la fuerte propaganda en contra que los fuertes intereses creados (favorables a las “renovables sesgadas”), montaron en contra, en una suerte de terrorismo mediático.
En ese cuadro de situación real, ante las serias limitaciones técnicas de las eólicas y solares, se está optando por considerar “combustible de transición” al gas natural, por ser el menos contaminante de los tres tipos de hidrocarburos, considerándolo ambientalmente “aceptable”, o compatible en el contexto actual y el de mediano plazo. Eso debe leerse como “se lo acepta, pues no hay otra alternativa mejor”.
Lejos parecen haber quedado las épocas en las que las potencias colonialistas europeas y EEUU se abastecían a precios reducidos de hidrocarburos provistos por grandes productores, de economías subdesarrolladas, en muchos casos interviniendo en esos países para evitar o voltear gobiernos que no se subordinaban a sus presiones y mandatos de corte groseramente imperial.
La propia crisis energética actual desnudó las falencias técnicas y costos elevados de las falsas “grandes soluciones” eólicas y solares, como se explicó antes.
Pero además se debe desmontar otro grosero mito, impuesto por los personeros de las “renovables sesgadas”: el de las “energías limpias”. No lo son, tienen muchos y muy elevados costos ambientales, cuidadosamente ocultados por el entramado de intereses montado en torno a eólicas y solares, pues solo computan el período de funcionamiento, tapando groseramente los muchos costos ambientales de sus complejos procesos de fabricación, transporte, instalación, mantenimiento, y el complejo proceso de desguace al término de sus vidas útiles.
También ocultan las enormes y desproporcionadas superficies que demandan las instalaciones de eólicas y solares, y las grandes áreas de exclusión que deben fijarse en torno a los molinos eólicos, para evitar accidentes a humanos y daños a ganados y cultivos circundantes.
El Acuerdo de Paris sobre el Cambio Climático, es otro instrumento de presión, para atar a los países subdesarrollados, a aceptar y promover en forma desmedida, las instalaciones masivas de las poco eficientes y muy costosas energías eólica y solar, como verdaderas anclas que nos terminen de someter al subdesarrollo crónico. Argentina en particular, debe invertir en más Centrales de Base, específicamente hidroeléctricas (existen numerosos proyectos desarrollados por Agua y Energía Eléctrica y otros posteriores, como Corpus, Garabí y Panambí), nucleares, y termoeléctricas a base de las amplias disponibilidades de gas natural y la importante capacidad instalada y potencial adicional, para producir biocombustibles.
Y se debe poner coto a las burdas y muy exageradas prebendas que benefician a eólicas y solares, incluyendo las prioridades de despacho (venta) de energía, sin importar sus precios mucho más elevados que los provistos por otras fuentes de generación.