La historia del misionero que con una vaquita en Twitter juntó US$ 2 millones y fabricará chipa para celíacos

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Por Gustavo Bazzan, diario Clarin. En los bancos hay guardados unos 30.000 millones de dólares de clientes que no encuentran, o no desean, mejores alternativas a un plazo fijo o una caja de ahorro en moneda dura. Las entidades tampoco tienen muchas opciones: o se los prestan a una empresa vinculada al comercio exterior o los dejan ahí, pagando una tasa de interés ínfima al ahorrista. Para algunos es un resguardo de solvencia no prestarle dólares a quienes no generar dólares. Para otros, un lucro cesante importante.
Ante ese escenario, el empresario misionero Pablo Ricatti (hoy en el rubro panificación, pero con antecedentes en el mercado de capitales) resolvió avanzar por un camino original. A través de su cuenta en twitter, hizo un llamado a sus seguidores para armar una “vaquita”. Esto es, solicitó aportes de dinero a quienes les pudiera interesar convertirse en accionistas de una empresa a armar desde cero, en este caso, una fabricante de productos alimenticios para celíacos. Más precisamente, chipá sin TACC.
La convocatoria fue lanzada en la primera semana de abril de este año y en apenas doce horas Ricatti recibió 669 propuestas por un total de 4.895.444 dólares, entre un sábado a las 10 de la noche y las 10 de la mañana del domingo.
Así lo cuenta Ricatti:
– Pregunté cuánto estarían dispuestos a poner cada uno, las respuestas que recibí eran por el doble de lo que yo calculé que necesitaba para levantar de cero la planta, es decir la obra civil, y montar la línea de producción. Primero tiré unos tuits y luego complementé el plan de negocios con un video a través de Periscope.
– ¿Qué pasó después?
– Establecí un filtro para asegurarme de que las propuestas de dinero eran firmes. A cada uno de los que me dijo que estaba dispuesto a poner dinero les mandé un formulario donde debían poner CUIL, CUIT, domicilio, datos personales.
No es que Ricatti sea un desconocido para sus futuros socios. Muchos lo conocen a través de twitter, donde suele hacer público cómo le va a su panificadora (Salke Fresh, especializada en panes para panchos) ubicada en San Justo. También en redes sociales suele hablar de finanzas, bolsas, mercado cambiario, apelando a sus conocimientos adquiridos, años atrás, en las mesas de dinero de bancos de inversión. También tuvo un paso fugaz por la city con su hamburguesería Hamburgo, que debió cerrar en 2015, a pocos meses de abrir, para enfocarse en la planta panificadora. Ricatti suele decir que hay que darse cuenta rápido cuando un negocio no funciona.
Volviendo a la vaquita: en esa segunda etapa quedaron los 373 accionistas definitivos, con un aporte de capital promedio de 6.020 dólares por cabeza, aunque hay una señora de Neuquén que está entrando con 250 dólares. Ricatti acepta que la repercusión de su iniciativa lo sorprendió. “Aparecieron interesados, y muchos se convirtieron en socios, de todo el país, y también de Estados Unidos, Uruguay y Paraguay. Tuve que dejar afuera a gente que estaba dispuestos a poner hasta 200.000 dólares, porque quería un capital accionario bien atomizado, para que ninguna pudiera tener demasiada fuerza como para volcar en algún sentido una votación. En total, vamos a arrancar con 2.245.740 dólares. La plata se va a recibir en la cuenta bancaria de la nueva empresa, cuando estén todos los pasos legales completados.
Es llamativo cómo logró juntar tantas voluntades cuando lo que se observa es un clima de mucha desconfianza en la marcha de la economía
-Mi intención es acercar a la gente a los negocios reales. Y al mercado de capitales real.
– Hay 30.000 millones de dólares en los bancos y nadie sabe muy bien qué hacer con ellos.
Hay que tener los ojos abiertos como para canalizar ese dinero hacia negocios interesantes. Lo que yo veo es que hay una falla en el mercado, porque se hace muy poco para atraer el dinero hacia negocios que recién arrancan. Todo está armado para que el dinero vaya a negocios maduros, con baja tasa de retorno.
– Concretamente, ¿en qué etapa están?
– Por ahora, avanzando con la parte burocrática. La semana pasada votamos cómo se conformará legalmente la empresa y cómo se redactará el estatuto societario para inscribir la sociedad anónima. Por ahora las asambleas se resuelven en forma digital.
– ¿Dónde se van a instalar?
– Estamos viendo distintos parques industriales, hablando con algunos municipios, aunque hay que decir que no hemos encontrado uno solo que nos ofrezca algún tipo de incentivo, lo que también habla de las dificultades que se encuentran en este país para poner en marcha nuevas empresas. Por ahora el parque industrial de Hurlingham es el que tiene más posibilidades, porque está bien conectado en términos de logística. Pero estamos abiertos a ver otras locaciones.
– El plan es una fábrica de alimentos para celíacos, ¿nada más?
– El objetivo es ese, pero es la idea inicial. A largo plazo, queremos armar nuevas plantas de diferentes productos alimenticios. Vamos a acercar productos sin TACC a celíacos, armando un sistema de distribución que nos permita llegar a la casa de cada consumidor. Pero el plan general de negocios es armar un market place digital donde la gente pueda proveerse de distintos productos alimenticios, los nuestros y los que fabriquen otros proveedores. Mi sueño es que podamos llenarle el changuito de compras a una familia con productos comprados en nuestro sitio. Y que como accionistas, consumamos lo que fabriquemos. Me parece que podemos ser muy competitivos en relación a lo que hoy se ve en el mercado. En principio vamos a empezar con la chipa para celiacos a un precio accesible. Detecté que el gap de precios es infernal por el hecho de que para producir tenes que tener una fabrica especial, sin contaminación y eso genera dilemas. Pero no es tan difícil como mandar un cohete a la luna. Es por un tema de mercado. Yo hago pan para panchos, y si quisiera hacer sin tacc necesito una línea aislada que no se contamine. Vamos a vender chipa sin tacc al mismo precio que el común. Pero más adelante estoy pensando en pastas, otros panificados. Por ahora estamos pensando en una planta de 400 metros cuadrados, con una línea de producción importada de Brasil, que demandaría seis empleados para una producción diaria de 32.000 kilos.
-¿Cómo van a distribuir utilidades?
– Vamos a ver qué es lo que más conviene desde el punto de vista impositivo, pero mi deseo es pagar una renta mensual, que la gente vea que esta vaquita se convirtió en una vaquita lechera que todos los meses le deja algo en el bolsillo.
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