La oferta de Misiones es más conveniente al bolsillo que la de Nación

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Por Alejandro Pegoraro, director de Consultora Politikon Chaco, exclusivo para Economis. La estructura y dinámica del federalismo argentino en términos económicos se caracteriza, principalmente, en la cesión de recursos por parte de las provincias hacia el Estado nacional, para luego captarlos por otras vías. En paralelo, el Estado federal recauda otro tanto, que distribuye principalmente por vías discrecionales. Esto genera necesariamente una alta dependencia nacional en las provincias, que, limitadas en su posibilidad de generar recursos propios que vayan directamente a sus cajas, deben recurrir al pedido de favores. De allí, se generan relaciones todavía más dependientes, pero también se organizan los favoritismos. 

Esto trae además otra dinámica: la enorme mayoría de programas que están orientados a aliviar en mayor o menor medida el bolsillo de los argentinos, surgen del Estado nacional, con aplicación que no siempre es eficiente ni verdaderamente federal. Esto se da por dos razones: la concentración de los recursos para llevarlo adelante; y la imposibilidad de las provincias de aplicar programas propios. Muchas veces, esa imposibilidad no es tal, sino que se trata de una conducta casi institucionalizada de algunas provincias de pedir todo directamente a la Nación, aun cuando no haya respuestas concretas. 

En este sentido, Misiones rompe con el esquema tradicional. Si bien es cierto que el grueso de sus recursos son de origen nacional (principalmente, por la coparticipación, aún en un contexto donde es fuertemente perjudicada), la gestión provincial profundizó un proceso de recaudación propia que le permita tener mucho más autonomía en la toma de decisiones de prioridades presupuestarias y, con ello, impulsa programas propios que aun siendo en algún punto similares a los que propone el Estado nacional, se tornan mucho más beneficiosos que ellos. 

Específicamente en los que están vinculados al alivio de costos para los consumidores, hay dos casos donde los programas propios de Misiones le sacan varios cuerpos de ventaja a los ofrecidos por el Estado nacional. Uno de ellos tiene que ver con un tema que se habló mucho durante la semana, respecto a la tarjeta SUBE nacional y la SUBE Misionero

En la gran mayoría de los distritos subnacionales argentinas, la tarjeta SUBE nacional está en plena vigencia y ello le permite prestar ciertos servicios que tienen asegurado financiamiento nacional. La sola implementación de este mecanismo genera que, por ejemplo, los jubilados que hagan uso de esta tengan un 55% de descuento en la tarifa, sin que eso le redunde en costo alguno para los distritos, porque reciben en contrapartida una compensación (denominada Atributo Social) por parte del Estado nacional que financia ese descuento otorgado. Lo mismo se aplica para el resto de los descuentos que apliquen por el uso de ese sistema. 

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Entonces, el esquema (simplificado) para una provincia con la SUBE nacional adherida, es la siguiente: se fija el valor pleno de la tarifa, sobre ella se aplican subsidios de orden nacional (a través del Fondo Compensador) y otros provistos por la provincia (que son en general, considerablemente menores en volumen). De allí, surge la tarifa final que paga el usuario. El resto de los descuentos que existan (salvo regímenes especiales provinciales como los estudiantiles, para docentes u otros) están financiados por el Estado nacional a través de ese mecanismo compensatorio (el Atributo Social). 

En Misiones, al no regir el sistema nacional, es la provincia la que financia todos los beneficios dados en el uso del transporte público. Pero lejos de “igualar” la oferta nacional de 55% de descuento a jubilaciones, para quedarnos en el mismo ejemplo, la provincia brinda boleto gratuito, que es financiado de pleno con aportes provinciales y municipales. 

Es decir, el anterior esquema detallado para el caso de las provincias con SUBE nacional, cambia para Misiones: recibe recursos del Fondo Compensador, pero el resto de las compensaciones es financiado localmente. De este modo, tal como se informó en esta semana, cerca del 53% de los pasajeros viaja gratis en Misiones, a partir de esquemas de financiamientos de orden nacional, provincial y municipal en algunos casos. 

Misiones, de este modo, presta un servicio relacionado al transporte público de pasajeros mucho más abarcativo, inclusivo y eficiente que el programa llevado a cabo por el Estado nacional, sosteniendo además una fuerte sinergia con el sector privado.

El otro caso de análisis tiene que ver con los programas de fomento al consumo, específicamente el Ahora misionero respecto al Ahora 12 nacional. Ambos nacieron en diferentes momentos -el misionero antes- pero bajo una misma premisa: ofrecer alternativas al consumidor para acceder con mayores beneficios a determinados bienes y servicios. 

El punto en común está en el financiamiento del interés, pero se diferencian en el hecho de que Misiones ofrece hasta 12 cuotas sin interés, mientras que el Ahora 12 nacional financia parte de la tasa para que se alivie a los consumidores. 

Pero Misiones fue un paso más allá al ofrecer, además, reintegros, que pueden ser del 15% o 20% en comercios locales. 

Si bien Ahora 12 ofrece una amplia gama de bienes y servicios, el programa misionero tiene especificaciones determinadas que lo vuelven muy conveniente. Incluso, no se reduce al consumo masivo, sino que apuesta a servicios fundamentales como el Gas o al pago de tributos como el patentamiento. Otro punto clave de diferenciación es que si bien el Ahora 12 opera con todas las entidades bancarias, en Ahora Misiones está algo más reducido, pero hay dos factores fundamentales: por un lado, la participación de bancos como Macro y Nación que, al ser agentes financieros de los estados provincial y nacional, tienen una cartera de usuarios muy significativa; y por otro lado, y más importante aún, es la participación de los bancos en su aporte al costo de reintegro. 

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En este programa, son cuatro los actores que juegan en conjunto: Nación, que brinda un acompañamiento financiero; Provincia, que sostiene el programa; Bancos que participan también en aportes; y Comercios, que hacen lo propio. Este trabajo conjunto es inédito en el país, y redunda naturalmente en un beneficio al consumidor local.

Dado entonces su amplia variedad de acceso a bienes y servicios, y a beneficios importantes respecto a cuotas sin interés y reintegros, el Ahora Misiones se transformó en un pilar central del consumo misionero, destacado desde el gobierno provincial como una herramienta de fuerte crecimiento en el último tiempo, que generó ventas por ya casi mil millones de pesos. En la comparativa, el Ahora 12 solo resulta más conveniente en aquellos bienes durables de alta cotización dada la posibilidad de extender plazos (por ejemplo, el Ahora 30 lanzado hace poco), pero en ningún caso es financieramente más conveniente que lo que ofrece Ahora Misiones.

Volviendo al inicio, decíamos que Misiones rompe el esquema general de las dinámicas de aplicación de programas en las provincias, justamente por tener un fuerte protagonismo en el diseño y aplicación de esos programas. No hay ninguna provincia en el país que tenga en vigencia un programa similar al Ahora Misiones, y solo algunas imitaron iniciativas algo similares para aspectos muy puntuales. 

Esto es también producto de una fuerte inversión provincial en el sostenimiento y ampliación de oferta destinada al ciudadano que permite ampliar su capacidad de compra y el cuidado de sus recursos. Misiones tiene la particularidad de tener una Canasta Básica con valores relativamente mayores en comparación con otras provincias del norte, pero las iniciativas como las antes mencionada alivianan las presiones en el bolsillo de usuario/consumidor para poder acceder justamente a mayor cantidad de bienes y servicios. 

La responsabilidad fiscal también se aplica aquí. Mientras que hay provincias que son eternas ahorradoras, sin satisfacer demandas sociales y fervientes demandadoras de recursos nacionales, Misiones fortaleció su base recaudatoria para prestar servicios mucho más eficientes y útiles. Recaudar para mejorar. Recaudar para universalizar servicios y consumo. Recaudar para crecer.

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