La revancha de las bacterias: crecen los estudios que buscan cómo incorporar a la dieta microorganismos “muertos” benéficos para la salud
Dos décadas después de la irrupción de los probióticos (bacterias o levaduras vivas que al ingerirse tienen un efecto benéfico comprobado en el organismo), la ciencia pone cada vez más la lupa sobre una nueva categoría de microorganismos inactivados que se pueden incorporar a través de los alimentos, suplementos, en forma de cremas, spray, u otras formulaciones: los posbióticos. Sus efectos positivos no se limitan al tracto digestivo; también serían benéficos para la piel, el sistema respiratorio y la vagina.
(Agencia CyTA-Leloir).- Si bien el uso de microorganismos inactivados con efectos benéficos para la salud en productos alimenticios y farmacéuticos no es algo nuevo, recién en 2021 se acuñó el término “posbióticos” para definirlos. Desde ese momento, y en sólo dos años, se produjo una verdadera revolución en la ciencia y en el mercado, y en cuanto a la cantidad de estudios científicos para analizar sus posibles aplicaciones, como se describe en sendos artículos publicados en las revistas Frontiers in Pharmacology y Frontiers in Nutrition.
“La forma más sencilla de definir a los posbióticos es decir que son microorganismos muertos o inactivados, enteros o en fragmentos, que pueden tener un efecto benéfico. Se los inactiva a través de un proceso tecnológico dirigido, que en la mayoría de los casos es calor, pero que también puede ser por radiación o alta presión”, aseguró a la Agencia CyTA-Leloir el primer autor de ambos artículos, Gabriel Vinderola, doctor en Química e investigador del Instituto de Lactología Industrial (INLAIN) de la Provincia de Santa Fe, que depende del CONICET y la Universidad Nacional del Litoral (UNL). Vinderola también es el primer y único miembro hispanoparlante de la Asociación Científica Internacional de Probióticos y Prebióticos (ISAPP), organización que propuso la nueva definición para englobar nueve palabras diferentes que se usaban, y así acuñar una nueva categoría.
Según la ISAPP, entonces, los posbióticos son “una preparación de microorganismos inanimados y/o sus componentes celulares capaces de conferir un efecto benéfico al hospedador”.
“Tenemos que recuperar el consumo de microorganismos, porque nuestra alimentación y el medio que nos rodea se ha vuelto muy estéril y eso tiene un costo para el sistema inmunológico. El desarrollo de los posbióticos podría contribuir a resolver esta carencia”, enfatizó Vinderola, quien aprovechó para aclarar la diferencia con los probióticos y los prebióticos, los integrantes más famosos de la llamada familia “biótica”.
En el caso de los primeros, se trata de microorganismos vivos (ciertas bacterias y levaduras) que a través de estudios clínicos se demostró que proporcionan beneficios para la salud al ser ingeridos porque refuerzan y mejoran la calidad de la microbiota, el conjunto de microorganismos “buenos” que reside en el intestino humano. Por su parte, los prebióticos hacen referencia a aquello que sirve de alimento a las bacterias benéficas naturalmente residentes en el intestino, principalmente a los materiales vegetales no digeribles de la dieta, incluidas las fibras, ciertas frutas y verduras, cereales y legumbres.
“Los probióticos se encuentran solamente en suplementos (como pastillas) o en yogures, porque mueren frente a ciertos procesos necesarios para incorporarlos a otros alimentos. En cambio, los posbióticos podrían aparecer en batidos de frutas o comidas que se calientan. Y para quienes no les gustan los alimentos fermentados, son una forma de incorporar microorganismos que, aunque están inactivados no son inactivos, ya que tienen actividad inmunológica”, señaló Vinderola.
Aplicaciones y usos
En el mundo de los posbióticos no todo se limita al tracto gastrointestinal, aunque es donde existe más evidencia y ya se han desarrollado numerosos productos con aplicaciones clínicas para estimulación inmunológica, manejo de diarreas y colon irritable. Y existen al menos tres leches de fórmula para bebés que los contienen (a partir de la fermentación de la leche con Bifidobacterium breve C50 y Streptococcus thermophilus O65 y sus metabolitos) y demostraron que contribuyen a la prevención y el manejo de los trastornos funcionales digestivos del lactante.
“También hay posbióticos para síndrome metabólico, como Bifidobacterium lactis BLP1, que es capaz de ayudar a la regulación de la glucosa y la insulina en ayunas. Y en animales, se analizan para evitar la inflamación del intestino de los caballos de carrera, que cuando son trasladados sufren mucho estrés y eso les aumenta la permeabilidad intestinal”, resaltó Vinderola.
Pero el mercado puede ir más allá todavía: se están estudiando los efectos de los posbióticos en otras partes del cuerpo como las vías respiratorias, la vagina e incluso la piel. Sin ir más lejos, en el laboratorio de Vinderola en el INLAIN están trabajando con dos bacterias de la leche materna: Bifidobacterium lactis y Lactobacillus plantarum. “Vimos que aunque las inactivemos mantienen su potencial antiinflamatorio y entonces queremos poder aplicarlas en una crema para la piel para tratar la dermatitis atópica”, dijo el científico, quien aclaró que todavía están en la etapa in vitro, de cultivo celular, y ya comenzaron a conversar con laboratorios nacionales para eventualmente avanzar con los estudios preclínicos y en pacientes.
Si bien no se conoce con certeza los mecanismos de acción de estos microorganismos inactivados, se postula que modulan la microbiota y la respuesta inmune y que mejoran el funcionamiento de la barrera epitelial.
En la Argentina el mercado de los posbióticos todavía es muy incipiente (se comercializa una de las fórmulas infantiles y no mucho más), pero si la tendencia mundial se consolida, en los próximos años las góndolas de supermercados y farmacias seguramente contarán con toda una nueva variedad de productos “bióticos” a disposición. “Su versatilidad hace que puedan tener un desarrollo muy vertiginoso”, cerró Vinderola.