Constantemente, intelectuales y personas afines buscan algún tipo de respuesta sobre cómo serán los conflictos bélicos del futuro. Avances que, a veces, se ven a cuentagotas o que hay que esperar escenarios de suma conflictividad para ver las nuevas estrategias y tecnologías en acción. Sin embargo, septiembre del 2024 puede quedar marcado a fuego, con la tremenda operación israelí contra Hezbollah.

El gran ataque “tecnológico”

Una serie de explosiones simultáneas tuvieron lugar por varios días en Líbano, aunque también hubo símiles situaciones en Siria. Mediante una operación con la sutileza de quien construye relojes de precisión, Israel asestó un golpe que puede cambiar para siempre el rumbo de los atentados, y, por qué no, marcar agenda en el terrorismo.

A través de mecanismos explosivos hicieron reventar beepers, walkies talkies, celulares y hasta lugares que detectan huellas digitales, como cajeros. Todo esto, mediante la identificación de tratarse de miembros de Hezbollah, una de las organizaciones terroristas que mayor problemas ha causado para Israel desde hace décadas.

Lo que se conoce es que la agrupación terrorista con sede en Líbano habría adquirido estos objetos de comunicación en el mercado, con el fin de escaparle a la comunicación más “normal”. Entiéndase esto por celulares con redes sociales para comunicarse. Por un lado, en una reacción lógica, la cual es escaparle a los mecanismos de mensajería instantánea más obvios, y la otra es ideológica, pretendiendo que los celulares y esas redes sociales son objetos propios del occidente del cual tanto despotrican.

Pese a esto, Hezbollah cometió un error casi de principiante: una fallida contrainteligencia. Lo que comienza a desprenderse es que la agrupación terrorista habría adquirido estos objetos de comunicación de un país, teóricamente, aliado de Occidente. Dichos países serían Taiwán, Hungría o Bulgaria.

El error es comprar esto a un Estado que no está aliado a la causa de la lucha. Es decir, Hezbollah tuvo que haber adquirido esta tecnología de países como Irán, China o Rusia. El tablero geopolítico es tan sensible que, ante la astucia israelí, padecieron la operación explosiva más impresionante de los últimos tiempos. Estos objetos pudieron haber sido saboteados y hackeados por la contrainteligencia de Israel, en el marco de una verdadera jugada maestra, que como tal, es digna de un “jaque mate”.

Psicosis masiva de los beepers

Todo este escenario casi distópico abierto en Líbano, solo decanta en  incertidumbre global. Al pie del cañón pueden estar nuevas células terroristas globales, con el afán de asestar golpes símiles al de Israel. Organizaciones como Hamás, ISIS o los Hutíes, indudablemente, estarán tomando apunte de esto. Mientras el desahucio y la desorientación se apodera de Hezbollah, el mundo de los atentados se puede reconfigurar de la noche a la mañana tras este inmenso operativo. El ataque israelí con una fuerte impronta contraterrorista es la punta del iceberg para nuevos métodos de atentados.

Esto trae a colación una innegable psicosis masiva. ¿Qué puede pasar con nuestros dispositivos? Hoy todo el mundo tiene un celular o una computadora, inclusive con la posibilidad de tener conexión directa con otros artefactos como televisores, lavarropas, aire acondicionado y hasta autos, el blanco fácil de hace visible. ¿Qué pasa si enemigos de occidente consiguen un hackeo o sabotaje similar y se provoca una serie de explosiones masivas? Todo esto es parte de discusiones que, seguramente, tienen lugar en la Casa Blanca, el Kremlin y tantos edificios donde la política global se hace carne.

Israel dio un golpe inteligente y casi de knock out, pero reveló la fragilidad y vulnerabilidad a la cual debe afrontar el resto del mundo de aquí en adelante. Tan solo cabe pensar en el terror que debe sufrir un civil libanes que nada tiene que ver con Hezbollah, por el simple hecho de que, tal vez, al ir a hacer las compras, puede ser herido indirectamente.

Asimismo, esta situación recuerda mucho a otras crisis globales a raíz de los avances del terorrismo o el belicismo. Los autos bomba en Colombia, las cartas bomba en Europa y las cartas con ántrax en Estados Unidos son algunos de los ejemplos que vienen rápidamente a la cabeza, y que, además, la humanidad pudo superar de alguna manera.

La lección de Hezbollah

Si hay algo que queda claro en este hito es que la contrainteligencia debe ser hecha por profesionales y que nunca hay que subestimar al enemigo. En el caso de la contrainteligencia y las compras a aliados geopolíticos, parece ser un tópico que Argentina podría tomar apunte. El gobierno actual ejecutó una compra importante de cazabombarderos F-16, producidos en EEUU. Hubo un pequeño revuelo en Reino Unido por este tema, en el marco de una potencial amenaza para las Malvinas. Todo es fue disipado con una fina lectura de los británicos: EEUU son sus aliados geopolíticos, no van a armar verdaderamente a una potencial amenaza. Eso es lo que le faltó a Hezbollah, y al no hilar fino, Israel tomó la ventaja.

Lo otro es aún más obvio, no se puede subestimar al enemigo. Israel es un pequeño país formado en 1948 con un fuerte capital tecnológico y militar, debido al contexto que lo rodea y a un gran enemigo como Irán. Creer que con una compra sin un análisis de contrainteligencia certero se los puede esquivar es un error fulminante. Este error no lo comete una potencia como Estados Unidos, China o Rusia, lo que revela la falta de profesionalismo en alguna de las filas más importantes de la cúpula de Hezbollah. Y esto nos puede decir dos cosas, o se están debilitando en su estructura o Irán le está soltando la mano indirectamente, entendiendo que el conflicto duradero no está en sus planes, sino el conflicto focalizado a nivel objetivo.

Septiembre del 2024, un mes que difícilmente sea olvidado si los acontecimientos en Líbano comienzan a esparcirse por el mundo, y donde la tecnología, el gran aliado de la evolución humana en el último siglo, nos sigue recordando que también es el arma de destrucción masiva que portamos todos los días y que, generalmente, pasa desapercibido.

About The Author