“Los puestos de decisión todavía están requiriendo más lugar para las mujeres”

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En el marco de las actividades por el Día de la Mujer Trabajadora, desde el Centro de Estudios y Equidad de Géneros “Flora Tristán” de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales (FHyCS) invitan a la presentación de micros documentales sobre “Mujeres en la Historia Regional”. La actividad será en el SUM de la FHyCS, el jueves 12 de abril a las 18 con entrada libre y gratuita.
Una de las protagonistas de los documentales es Ana María Gorosito Kramer, antropóloga social, referente en el campo de la ciencia de Misiones, profesora Emérita de FHyCS, quien se ha desempeñado como docente e investigadora en diversas universidades nacionales, y además, en los últimos años fue secretaria de Investigación y Posgrado de la FHyCS.
Durante la entrevista para la producción audiovisual -realizada por Ana Espinoza y Elian Guerin en el marco del Programa Universitario de Historia Argentina y Latinoamericana (PUHAL)– Gorosito analiza el pasado y presente de las mujeres en la academia. A continuación se comparten algunos fragmentos de sus ideas, las cuales se verán en pantalla el próximo 12 de abril.
Ellas y la ciencia
Hace menos de un siglo las mujeres -gracias a lucha de referentes feministas- pueden acceder al derecho de la educación, estudiar una carrera universitaria e investigar sobre diversos temas. En Argentina, fue durante los años 60 cuando las mujeres empezaron a copar las universidades. Hoy, son cada vez más las jóvenes que se interesan por la ciencia y los números del Conicet lo demuestran. Sin embargo, todavía existen obstáculos para llegar a la igualdad en la academia.
“Nuestro camino ha sido un camino duro, si lo comparo con mis inicios, hace 40 y quizás un poco más de años es notable el avance pero tenemos que pensar que todavía es un camino que falta recorrer, es decir los lugares de decisión todavía están requiriendo más lugar para las mujeres”, reflexionó Gorosito.
“La buena noticia que aparece en el Conicet es que finalmente ya el año pasado la cantidad de mujeres investigadoras en los puestos superiores de la carrera de investigador son muy altas, es decir están emparejando a la cantidad de hombres”, expresó la investigadora y luego aclaró: “Qué antiguo es hablar en términos de género binario, pero bueno, digamos que por ahora desde el punto de vista de la participación real de las mujeres el binarismo antiguo nos sigue sirviendo, porque nos sirve como apoyo político”.
Pasado y presente
En 1977, Gorosito Kramer llegó a la Universidad Nacional de Misiones cuando se armaba el tercer año de la carrera de Antropología. Ya contaba con experiencia académica en otras universidades nacionales y en Misiones comenzó a trabajar en temas indígenas, y desde ahí se involucró con la cuestión, siendo hoy una de las mayores referentes a nivel nacional e internacional en investigaciones vinculadas a las poblaciones aborígenes, especialmente en referencia a los mbya guaraní en Misiones.
ana gorosito1 optAdemás, desde 1998 desarrolla proyectos de investigación vinculados a temas relativos al patrimonio, con especial referencia a las misiones jesuíticas, el último de ellos (2005/2008) sobre la historia social de la localidad de Corpus, desde el período jesuítico hasta la actualidad.
“En esos comienzos, ya hace muchísimos años, habríamos en sociales muy pocas mujeres, y obviamente nunca en los cargos directivos. El hecho de que ya tengamos decana mujer pero no rectora mujer todavía, está indicando que también en el caso de la Unam ese paso a los cargos directivos está siendo lento”, describió.
Y luego recordó cómo fueron sus inicios en la universidad: “Era muy raro tener mujeres en cargos de tomas de decisiones. Y muchas veces en el lenguaje común y corriente decían que una iba a la universidad para hacer carreras MMC, que es la sigla de Mientras Me Caso, ese era el supuesto. El mandato que pesaba en mi generación y diría hasta en la generación siguiente respecto de que el rol de la mujer se cumplía a través del casamiento preferiblemente a edad temprana, es decir, antes de los 25. Y la maternidad como el modo de justificar el hecho de tener ovarios y ser por lo tanto mujer era extremadamente fuerte”.
Por eso Gorosito valoró a las nuevas generaciones: “Me siento muy feliz porque ahora las muchachas de 25 y 30 ya no necesitan responder a esos mandatos, nosotras, sus madres, sus abuelas, les hemos transmitido que esa pesada herencia era absolutamente incorrecta y que la realización se da en otros planos; una puede ser mujer en otros planos y no simplemente pariendo o atendiendo a un marido demandante”.
En el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) el 53 por ciento del plantel de investigadores son mujeres, sin embargo, hasta hoy, ocupan sólo el 30% de los roles jerárquicos.
En las áreas de estudio e investigación científica con mayor presencia de mujeres en el país, en este momento en el mundo en general y en la Argentina en particular es considerable el aumento de la participación femenina en el campo de la biología.
Seguidamente dentro del universo de las ciencias sociales, que es el más ocupado por las mujeres investigadoras de Misiones, las disciplinas más elegidas son historia, piscología, antropología y las menos elegidas filosofía y arqueología.
Sobre los obstáculos que siguen teniendo las mujeres a la hora de estudiar e investigar, Gorosito analizó: “Sí o sí llega cierto momento en que las mujeres somos alcanzadas por las obligaciones que nos sacan de la academia, y esas obligaciones pueden llegar a tener que ver por los mandatos familiares, esposo hijos o divorcios, y también en este caso, en el caso del divorcio es la mujer la que sigue bancando la cuestión de la atención familiar o los padres ancianos que también demandan atención. Y aquí hay una cuestión cultural muy arraigada que dice que somos preferentemente las mujeres las que debemos ocuparnos de estas cuestiones, y esto nos saca de la academia”.
“Y ahí este sesgo cultural nos plantea una desventaja de inicio a las mujeres”, observa Gorosito y luego describe: “Aquí hay una cuestión cultural muy profunda que necesita ser removida y también formas de evaluación de la producción que necesitan ser repensadas, son dos cuestiones separadas pero las dos forman parte de quebrar hábitos que hoy nos están haciendo daño, como mujeres y como humanidad en conjunto también. Cuanto menos talento tengamos en condiciones de disputar, generar nuevas cuestiones y polemizar, la humanidad en su conjunto es la que pierde”.

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