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Los riesgos que trae la inflación

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El 6,6% de incremento del IPC nacional en febrero, la suba del 11,7% de la canasta básica alimentaria y el arrastre de cuatro meses consecutivos con descenso en la actividad económica ya ponen en jaque el escenario económico para este año: aparece en el horizonte la estanflación. 

De manera simplificada, una economía con alta inflación pero con crecimiento supone que el consumo y la producción -entre otras cosas- continúan desarrollando procesos de expansión; incluso, desde un punto de vista fiscal, crecimiento con inflación le permite a los gobiernos recaudar por encima de las metas y así dirigir el gasto “excedente” de manera más discrecional, por fuera de lo estimado en los presupuestos. 

Sin embargo, cuando a un régimen de alta inflación se le suma el estancamiento de la economía, la situación se torna difícil: el consumo cae, la producción se frena, el poder adquisitivo pierde -aún más-, y se ingresa en una situación de alta exigencia para los estados. Pero estos, además, enfrentan otro problema en paralelo: la baja de la actividad repercute de manera directa en las arcas públicas y ya no recaudas como antes. El Estado nacional, ante esto, puede emitir, con el riesgo de mayor presión inflacionaria. Pero ¿las provincias que pueden hacer? Ajustar, como primera medida, con un fuerte riesgo de erosionar la base social. 

En materia fiscal, febrero fue un mes muy malo. La recaudación tributaria nacional cayó 10 puntos en términos reales; esto a su vez generó que las transferencias automáticas a provincias muestren una caída real del 3,1%. Por otro lado, el proceso de ajuste aplicado de manera muy fuerte a provincias en particular generó que en febrero el recorte de las remesas no automáticas fuera del 37,7%. Por ende, ya de entrada se observa que las cajas provinciales tuvieron cierto estrés durante febrero. Pero si nos limitamos al Norte Grande, la que peor la pasó fue Misiones, afectada por inflación pero también por asimetrías

Por asimetrías en el esquema de reparto vigente vía Ley de Coparticipación, Misiones sigue siendo -como lo fue históricamente- la provincia más perjudicada del Norte Grande; en febrero, esto se volvió a evidenciar al observar la caída real más fuerte en la región durante ese mes en los envíos automáticos: -4,8%. Naturalmente, el mayor crecimiento del IPC del NEA (7,8%) sobre el del NOA (7,3%) genera caídas más fuertes para las provincias de este lado de la región, pero mientras Misiones desciende 4,8% real, Chaco lo hizo en -4,2%, Corrientes -4,5% y Formosa -4,1%. 

Vemos entonces una caída mayor en tierra misionera que, si bien no parece ser demasiada importante la diferencia, se torna insostenible por la continuidad en el tiempo: cada vez que la región ve caídas, la misionera es la más alta; cada vez que presenta subas, la misionera es la menor. Además, el sostenimiento de Misiones como la provincia de menor recepción de fondos automáticos per cápita ($ 17.855 por misionero) de la región y la sexta menor de todo el país vuelve a ratificar este problema. 

Vamos al segundo punto: las remesas no automáticas. En el país cayeron 37,7% real pero en el Norte Grande consolidado lo hicieron en “solo” -17% real, producto de una performance muy heterogénea entre el NOA y el NEA.  De las diez provincias del Norte Grande, crecieron seis con el Chaco a la cabeza (29% real) y cuatro cayeron. De ese lote, el descenso misionero fue el segundo más alto de la región con -56,5%. En este caso, no se trata de regulaciones vía Ley, sino que se trata de la voluntad política de destinar fondos a las provincias. Estos fondos son los más políticos que hay. Ya en enero, en Misiones habían caído 53,4%, por lo que se trata de un primer bimestre de altísimo recorte de fondos nacionales para Misiones. 

En un año electoral, es difícil pensar que las provincias enfrenten crisis de liquidez, pero a diferencia de otros contextos similares, la aceleración de los problemas es el principal problema. Guste o no, la necesidad de ajuste se torna cada vez más cercana no solo para lograr equilibrios fiscales en la Nación sino también para poder dar orden y cierta estabilidad a las variables que hoy están descontroladas. Hace falta una fuerte decisión económica y una fuerte decisión política. 
En este escenario, hay provincias que están comenzando a limitar sus programas de gobierno; otras, que siguen apostando a la inversión bajo dos características: orden fiscal e impulso a la economía local. Misiones dio la nota esta semana con la inauguración del Silicon Misiones, una obra que más allá de la infraestructura, abre las puertas del futuro para la provincia: la economía del conocimiento. Pero lejos de ser el puntapié inicial para la provincia, se trata más bien de la ratificación de un camino iniciado hace tiempo que generó que en Misiones el empleo relacionado a la economía del conocimiento crezca 30% y que se estima podría ser el principal complejo exportador de servicios del futuro.

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