Tuvo que pasar mucho tiempo para que la justicia brasileña rectificara una tremenda injusticia, condenada por la Comisión de derechos Humanos de la organización de las Naciones Unidas y por las mayores personalidades que hoy conforman la Cumbre del G20.

Y lo hizo por 5 votos empatados y el voto del presidente Dias Toffoli desempató a favor de Lula. Si nos remitimos a algunos antecedentes de esta injusta exclusión pergeñada por el ex juez federal Sergio Moro, hoy ministro de Seguridad de Bolsonaro, que emitió una orden de arresto contra Lula, propinándole un duro golpe al otrora popular ex presidente de Brasil para que regresara a la política en las elecciones realizadas en octubre.

Sin embargo, Dias Toffoli tuvo que rechazar una prohibición de que el diario Folha de Sao Pablo y el diario español El País entrevistaran a Lula en la cárcel que fue calificada como censura, expresamente prohibida por la Constitución de Brasil.

Vale la pena consignar el nombre de las personalidades e instituciones que han clamado por la libertad de Lula da Silva:

1) El secretario general de la Organización General de las Naciones Unidas (ONU), el portugués Antonio Guterres y su antecesor Ban-Ki-Moon.

2) Los 16 jefes de Estado, reunidos en Adis Abeba en el marco de la Cumbre de la Unión Africana que bajo los auspicios de la organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) lo esperaban para que explique como hizo para que en pocos años pudiera rescatar del hambre y la pobreza a 35 millones de brasileños, reducir la mortalidad infantil en un 45%, disminuir el número de personas subalimentadas en un 82% y conseguir que Brasil, el país más grande de Latinoamérica, donde la brecha entre ricos y pobres era la mayor del mundo, desapareciera del mapa del hambre que la FAO elabora anualmente.

3) Los líderes de la mayoría de los países Latinoamericanos y las organizaciones progresistas , senadores, diputados y gobernadores de los mismos han clamado por su libertad. No es casualidad que Barak Obama, mientras estrechaba su mano en la cumbre de G-20 en Londres, se refiriera a él como “el político más popular de la Tierra”.

4) El diario El País de España, uno de los más prestigiosos de habla hispana y a quién no se le puede acusar de populista,termina el editorial con estas palabras: ”La acusación formal es la de beneficiarse de un apartamento que no es ni nunca ha sido suyo y su mayor delito es ser en este momento el líder más valorado de un país en profunda crisis y en plena carrera electoral, porque , en efecto, si hay un delito es precisamente en que todos coinciden, opositores y detractores, que cuando se celebren las próximas elecciones de octubre (en referencia a 2018), hay un seguro vencedor, Lula si lo dejan ser candidato.

5) ¿Conlleva esto a deducir que la soberanía popular es un mito?. Si se entiende que la soberanía popular se manifiesta en elecciones limpias, y lo que se decida en las mismas debe tener preeminencia sobre cualquier otra opción. Y que ello no suceda, sirva el caso de Lula da Silva. El autor y desarrollador del plan más exitoso de la historia, avalado por las Naciones Unidas como ejemplo para cualquier país subdesarrollado que quisiera dejar atrás las secuelas negativas de su subdesarrollo. A esta personalidad, parte de la justicia brasileña, que votan por encarcelar a Lula, son los portadores de la ruindad humana que representan. Entre ellos, Moro, que basta ver el cambio de semblante que ha experimentado cunado el periodista norteamericano de El Concert, destapó sus turbios manejos. Probablemente su consciencia, si es que aún la tiene, surte sus efectos sobre su desencajado rostro.

6) Si Lula es definitivamente absuelto, junto con Alberto Fernández, que lo visitó cuando estaba en la prisión de Curitiba, pueden liderar un Movimiento Latinoamericano que pueda contrarrestar las pocas previsibles reacciones de un Donald Trump y sus antecesores, que considera a nuestros países como su patio trasero.

Miguel Schmalko, consejero y ex presidente de FEBAP y CACEXMI

About The Author