Milei: entre Francia y Villarruel

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Milei, con el viaje a Francia, ratificó su prioridad por el llamado mundo occidental. Ha realizado hasta ahora doce viajes al exterior, cuando se apresta a cumplir ocho meses de gobierno: cinco a Estados Unidos (desde donde visitó también El Salvador en uno de ellos), estuvo también en Brasil y cinco a Europa.

La visita a Francia se vincula con el G7, integrado por las siete economías más grandes que tienen sistema democrático liberal. Ocupa el quinto lugar por su PBI en este grupo y se ha transformado en actor político de Occidente en los conflictos globales. Su encuentro con Macron, para el presidente argentino no se vincula con su alineamiento con la nueva derecha que, en Occidente, encabeza Donald Trump. Por eso Milei eludió definiciones sobre el acto de apertura de las Olimpiadas, que tuvo un signo claramente progresista. En la reunión bilateral con su colega francés se trataron inversiones y comercio, pero sin avances significativos en este campo.

Simultáneamente, el gobierno argentino dio un sólido respaldo a Israel frente al ataque de Hezbollah que costó la vida de doce civiles israelíes. En Brasil se reunieron los ministros de Economía del G20 -integrado por las potencias globales, al margen de su ideología-. Lula, presidente del país anfitrión, tuvo un éxito al lograr que el grupo trate en noviembre, en su reunión plenaria, el proyecto para imponer un impuesto especial a los “super ricos”, algo de difícil concreción. El Ministro de Economía argentino, Luis Caputo, tenía por objetivo obtener del Fondo Monetario Internacional y del Tesoro de los Estados Unidos, apoyos para recibir un crédito por diez mil millones de dólares, que no obtuvo. Frente a la elección venezolana, el gobierno argentino asumió, como es lógico, un apoyo manifiesto a la oposición. Fue duramente castigado en declaraciones de Maduro, su canciller y la embajadora venezolana en Buenos Aires. Pero, para Milei, es oportunidad.

Mientras tanto, regresó al país enfrentando un escenario político complejo, especialmente en el Congreso. En casi ocho meses de gobierno se ha sancionado sólo una ley, pero importante, como es la Ley Bases. A casi un mes de ello, la ley sigue sin reglamentarse, poniendo un interrogante sobre el poder real del Ministro de Desregulación y Transformación del Estado. En el Senado, donde el peronismo K tiene treinta y tres bancas, la oposición trabaja en un acuerdo con un sector del radicalismo para lograr la sanción de la ley que actualiza la fórmula jubilatoria y tiene media sanción de Diputados. En esta cámara, el gobierno intenta tomar la iniciativa con las leyes referidas a la reforma política: la norma que establece las PASO, la que se refiere a la boleta única de papel y la que impone la condición de la llamada “ficha limpia” para poder ser candidato (por ella, no se pueden presentar quienes tengan condenas por corrupción).

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El oficialismo intentará un avance haciendo la concesión de que las PASO no sean obligatorias. Pero el conflicto más relevante está en Diputados, y es político. El bloque Hacemos Coalición Federal, liderado por Miguel Ángel Pichetto, ha endurecido su posición. Lo ha hecho con el reclamo insatisfecho de obtener posiciones en la Comisión del control de los servicios de inteligencia -los fondos reservados de la SIDE se han multiplicado por varias veces- y en la de control de las privatizaciones. Este bloque denuncia que ha habido acuerdos incumplidos por el presidente de la Cámara Baja, Martín Menem. A su vez, el conflicto desatado por la visita de seis legisladores de La Libertad Avanza a militares condenados por violaciones a los derechos humanos, ha llevado a que las autoridades de este partido en el Congreso no avalen el hecho. La oposición buscará tratar el hecho en el recinto el 7 de agosto, para sancionarlos. A ello se agregan los conflictos entre La Libertad Avanza y el PRO. La declaración de Santiago Caputo, el asesor clave del presidente, diciendo que Mauricio Macri terminará como Biden, no ayuda a atenuar el conflicto.

Pero, el conflicto entre el presidente y la vicepresidente ocupa un lugar central y no se resuelve. La entidad del enfrentamiento hace viable una tregua frágil y transitoria, pero no un acuerdo definitivo entre ambos integrantes de la fórmula presidencial. Se explica en gran parte por factores emocionales, más que políticos o ideológicos. Hace tres décadas, Henry Kissinger visitó la Argentina cuando estaba en plena intensidad el conflicto político entre Menem y Cavallo. Consultado por el tema, respondió: “El problema de la Argentina no son las razones de los hombres, sino sus pasiones”.

La relación entre el presidente y la vicepresidente, en el que la cada vez más poderosa Secretaria General de la Presidencia, Karina Milei, juega un rol decisivo, acentúa el conflicto en lugar de atenuarlo. Pero son las encuestas un factor contribuyente a esta rivalidad. En la mayoría de ellas, ambos son las figuras con mejor imagen en la política argentina. Pero el presidente ha comenzado a ver disminuido su apoyo, aunque todavía no en forma significativa, y ello acentúa la hostilidad contra Victoria Villarruel. Milei parece consciente de la necesidad de atenuar este conflicto, pero su círculo íntimo no actúa en consecuencia. El problema adicional es que el Senado jugará un rol importante en los próximos días con el tratamiento del acuerdo para designar nuevos miembros en la Corte Suprema y la actitud de la vicepresidente puede ser decisiva. Ella está en contra de la designación del juez Ariel Lijo y
esta posición tiene apoyo en sectores del “mileísmo”.

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Villarruel impulsa a su vez la política para desmontar las estructuras jurídicas y económicas que sostienen la investigación por las violaciones a los derechos humanos durante los años setenta. Milei coincide en ello, pero prefiere hacerlo en forma más lenta.

Pero la estrategia política del oficialismo se centra en ganar la elección legislativa que tendrá lugar en octubre de 2025. Para esta elección de medio mandato quedan casi catorce meses. La estrategia conducida por Karina Milei -pese a este rol, no deja de acompañar a su hermano en los viajes, ocupando en el de Francia el lugar de “primera dama”- se sigue desarrollando. Busca consolidar a La Libertad Avanza como el instrumento electoral del oficialismo. El partido se ha constituido ya en nueve distritos y el acto partidario en el Gran Buenos Aires, en el que hablará Milei el 20 de agosto, busca impulsar la constitución del partido en este decisivo distrito. La estrategia contempla también la captación de los votantes del PRO, lo cual ya se ha realizado en gran medida. Esta “fusión” de votantes está representada por Patricia Bullrich. Se trata de una estrategia que confronta con la intención de Mauricio Macri de mantener su liderazgo para negociar con Milei, si su gobierno entrara en crisis en los próximos meses.

Cabe señalar que, aun obteniendo un triunfo categórico en octubre del año que viene, Milei quedaría lejos de obtener la mayoría en ambas Cámaras. Pero en el oficialismo comienzan a plantear que ganar la elección del año próximo hará posible sancionar las leyes que hoy están pendientes. Las pugnas y enfrentamientos dentro del gobierno se suceden y La Libertad Avanza es la caja de resonancia de ellos. Hay senadores del partido que han dicho públicamente que no votarán por Lijo y aliados del PRO, incluso, llegan a coincidir no sólo con la oposición dialoguista.

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