¡Muy peligrosos vientos de guerra en el horizonte cercano!

Escribe Carlos Andrés Ortiz

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Absoluta y excluyentemente preocupante, resulta la muy clara y agresiva declaración pública de la OTAN, en la cual formalmente se sale de su supuesto rol meramente “defensivo” (tal fue el objetivo, al menos declamativo, de su creación), para pasar ya abiertamente a una postura de enfrentamiento directo contra Rusia y China, autoerigiendose aquella alianza militar atlántica en defensora a ultranza de los mandatos del Bloque Atlantista y de la globalización forzosa y al como sea, bajo las muy negativas políticas neoliberales, todo lo cual el Bloque Atlantista pretende imponer a escala planetaria. 

Resulta muy claro que las dos principales potencias que se oponen a la pretendida reinstauración del mundo unipolar que el Atlantismo quiere imponer -regido por la dupla anglosajona y el mega poder financiero transnacional-, son China y Rusia; cuya actual fuerte alianza estratégica es el núcleo del Bloque Continentalista, el cual evidencia tener espaldas suficientes como para no doblegarse ante los pretendidos mandatos “obligatorios” de los Atlantistas y su brazo armado, la OTAN. 

No sorprende que sobre Rusia y China se descargue toda la batería de demonizaciones e intentos de detener sus posturas soberanas, que evidencian no ser genuflexos ante las coercitivas presiones del Bloque Atlantista, pues hoy son el principal e inmanejable obstáculo que se opone al neocolonialismo del Bloque Atlantista, el cual dio pruebas contundentes de pretender doblegar a toda nación que no se allane a sus agresivas pretendidas “imposiciones obligatorias”.

Dentro de esas acciones de descarnado neoimperialismo, siempre salpimentado con abundantes dosis de “frases y conceptos hermoseados”, como “defender la democracia” (apoyando sin sonrojarse a gobiernos tiránicos…mientras les sean dóciles, “buscar la paz” (lo cual no dudan hacer a los bombazos), “respetar a los derechos humanos” (con métodos que no son derechos ni humanos), “buscar un mundo mejor y más justo” (mientras en los hechos el neoliberalismo que promocionan e imponen a los que se doblegan, multiplica la miseria y la obscena concentración de la riqueza), y -entre muchos otros conceptos falaces- dicen defender “valores éticos superiores” mientras buscan imponer un materialismo a ultranza carente de todo elemental humanismo. 

No es un dato menor, que mientras el núcleo del Atlantismo, compuesto por EEUU, Reino Unido y la Unión Europea, ve crecer e incluso fomenta el materialismo descarnado en sus propias poblaciones, con funestas consecuencias para las mismas; por el contrario la Rusia de Putin anuda lazos con la Iglesia Ortodoxa, siendo consciente que la espiritualidad de su sufrido pueblo no pudo ser anulada en siete décadas de la hoy fuera del poder doctrina marxista, la cual es declaradamente no solo atea, sino anti tea; mientras por su parte China revalora a Confucio y tiende lazos con el catolicismo. 

Existen sobrados elementos probatorios como para calificar de guerra apenas semi encubierta entre la OTAN y Rusia, al conflicto armado que eclosiona en territorio de Ucrania. La OTAN y sus líderes principales, dicen “buscar la paz en Ucrania”, mientras siguen enviando armamentos pesados a Ucrania, seguramente junto a “asesores militares” y a diversos mercenarios, de los cuales ya se difundieron evidencias, las que dentro del aquelarre informativo que caracteriza a las guerras en general, parecerían ser concretas. 

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Los medios masivos de difusión y los discursos de los referentes de la OTAN insisten en el monocorde discurso de “condena a la agresión rusa”, analizando los hechos solo desde el comienzo de las hostilidades; pero cuidadosamente omiten los agresivos continuos avances de la OTAN hacia las fronteras rusas, con las consecuentes instalaciones de baterías misilísticas de tipos tácticos y estratégicos, que tornarían ilusorias todas las contramedidas defensivas rusas en caso de un ataque de la OTAN, e incluso se constataron instalaciones que proveerían de material altamente sensible para ataques biológicos con virus patógenos. Tampoco se analizan en los medios “occidentales” las más de 14.000 muertes provocadas por los ataques contra el área del Donbass, ni las injerencias de personeros de la OTAN en la guerra cibernética que eclosionó en Maidán y provocó un abrupto cambio de gobierno en Ucrania. Todo lo precedente no pretende “justificar” la intervención armada rusa, pero sí en cambio cabe preguntarse que harían EEUU, Reino Unido o Francia, si en sus fronteras se instalaran amenazantes equipos bélicos de última generación, apuntando a sus sitios estratégicos. 

Claro que, de lo último, como es usual en temas sensibles e impresentables para el poder establecido del Atlantismo, “de eso no se habla”. 

Cuando la OTAN agrede en forma alevosa, como lo perpetraron en Libia, en la ex Yugoeslavia, en Iraq, en Siria; y como lo hacen con muy poca difusión en diversos puntos de África, y como lo hicieron contra Argentina en el Atlántico Sur, se lo presenta en formatos edulcorados o con las usuales “justificaciones”, como las expuestas precedentemente, o en el colmo de lo absurdo, agreden “en nombre de la paz”…pero cuando el Oso Ruso reaccionó ante una cadena de provocaciones…las condenas del establishment Atlantista, son estentóreas, constantes y crecientes. La usual doble vara para medir los hechos. 

En forma muy preocupante para la paz mundial, los últimos discursos belicistas y las acciones que se están tomando por parte de la OTAN, podrían ser los irracionales prolegómenos de una muy destructiva guerra convencional, con el riesgo muy concreto de derivar prontamente a un catastrófico conflicto nuclear; del cual se corre el serio riesgo de aniquilar toda civilización. 

Mientras tanto, las baterías de sanciones económicas de la Unión Europea y sus mentores anglosajones de ambas márgenes del Atlántico, están evidenciando afectar en forma mucho más acentuada a los propios “sancionadores” de la Unión Europea, provocando una severísima crisis energética sin soluciones económicas posibles a corto y mediano plazo; y para peor se avizora una gran crisis humana y económica a escala global, que por la acentuación del contexto belicista puede tener una profundidad y gravedad de las que solo se saldría con dolorosas consecuencias para el mundo; y sobre todo para el mundo subdesarrollado, al cual las Potencias Atlantistas son expertas en transferir las consecuencias de sus acciones, multiplicando la miseria, la exclusión social y la hambruna, esta vez a escalas que pueden ser dantescas. 

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Ni la muy autorizada opinión del Papa Francisco, en su llamamiento a la paz y la cordura, parece haber sido tenida en cuenta.

Modestos llamados a la paz y la racionalidad como la presente opinión y muchas más que afloran a diario, parecen ser solo gotas de agua derramadas sobre un incendio de terribles proporciones, al cual la soberbia y la miopía de los poderosos, parecen estar arrastrándonos irremisiblemente. 

No son temas ajenos ni menores, analizar que son los Atlantistas los que promueven y apoyan la reedición en formato muy acentuado, de la siniestra doctrina del “Gran Garrote” para sumirnos en el Patio Trasero de la Doctrina Monroe; y para ello apelan a toda la batería de medidas neocolonialista, como el brutal endeudamiento en que nos sumieron a los argentinos; presionan para impedirnos obras claves para nuestro desarrollo (como la Central Nuclear Atucha 3); impiden y condicionan el necesario rearme de nuestras hoy alicaídas Fuerzas Armadas; apoyan a los apátridas neoliberales que nos quieren volver a convertir en el anacrónico e inviable país feudal que fuimos en el siglo XIX; buscan la balcanización de nuestro territorio, por medio de diferentes operadores, como el impresentable exgobernador “independencista” de Mendoza, y el mapuchismo agresivo y separatista fogoneado desde Gran Bretaña y apoyado por marionetas “progresías” locales carentes del más elemental patriotismo; y sostienen el anacrónico rol colonial usurpador de los británicos en Malvinas. 

Por el contrario, China y Rusia nos tendieron las manos, ofreciendo financiaciones blandas y factibles, para obras estratégicas de infraestructura imprescindibles para nuestro desarrollo; ofrecieron reequipar sin condicionamientos a nuestras Fuerzas Armadas; nos facilitaron grandes cantidades de vacunas cuando en plena epidemia se nos negaban desde las naciones “occidentales y cristianas”; y entre muchos otros hechos positivos, apoyan activamente la justa causa de Argentina en el urticante tema de Malvinas. 

Debemos sin duda apoyar la paz, pero no por ello caer en “condenas” o alineamientos que no contemplen el contexto general, ni las propias necesidades geopolíticas de nuestro país y de nuestra gran región de Íbero América. 

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