Elon Musk, CEO of Tesla Motors Inc., speaks during a delivery ceremony for Tesla Model S sedan in Beijing, China, 22 April 2014. Tesla Motors Inc. began deliveries of the Model S sedan in China as Chief Executive Officer Elon Musk tested the reluctance of consumers in the worlds largest auto market to buy electric cars. The billionaire chairman hosted an event on Tuesday (22 April 2014) to mark the occasion, according to the Palo Alto, California-based company. The electric-car maker has been taking orders since August and opened an 800-square-meter (8,600 square feet) store in a Beijing shopping mall late last year to showcase its vehicles.

Neuralink: Humanos a control remoto

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Hace poco más de una semana, la empresa del magnate sudafricano Elon Musk logró el primer implante en seres humanos, desatando todo tipo de controversias y haciendo estallar las críticas. Se ha hablado de transhumanismo, como del mismo fin de la raza humana, pero la realidad práctica puede que sea más compleja que eso. Abarcando desde la pérdida progresiva de la propia privacidad de nuestros pensamientos hasta la posible influencia controlada de nuestras acciones mediante estímulos cerebrales específicos.

Una emergente se desató en el año 2022, cuando el ex senador chileno Guido Girardi compró un casco inalámbrico de la compañía Emotiv, que lo conectaba con un BCI (Banco de Crédito e Inversiones). Con él, Girardi medía su rendimiento para optimizar su productividad, pero había una letra chica que el ex funcionario ignoró. Y es que, para acceder a los datos cerebrales registrados por el equipo, éste debía de pagar una membresía “premium”, privándole de acceso a datos particularmente privados. Cuando quiso reclamar la eliminación de dichos datos, éste se topó con que “ya no eran suyos”, sino de la empresa, por lo que Girardi decide iniciar un juicio que terminaría fallando a su favor.

Meses atrás, Girardi junto a Rafael Yuste, habrían impulsado introducir en la Constitución chilena una reforma para proteger los “neuro derechos”, logrando que Chile sea uno de los pioneros en lo que a ello respecta. Este evento causaría un revuelo mundial en materia de neurobiología/neuroderecho, acrecentando la desconfianza de los usuarios hacia las empresas proveedoras de neurotecnología. Dicha desconfianza se reafirma sobre la latente posibilidad del “control remoto”, es decir, sobre la influencia eléctrica del implante en nuestro comportamiento y bienestar.

El uso de tecnologías para leer o controlar la mente se remonta más atrás, recuerda David Ezpeleta (vicepresidente de la Sociedad Española de Neurología). A finales de los años 60, el médico español afincado en Estados Unidos, José Manuel Rodríguez Delgado publicaba “El control físico de la mente: hacia una sociedad psicocivilizada”, un libro donde daba cuenta de sus experimentos con animales para influir, de manera remota, en su comportamiento. El más famoso de ellos es el del aparato Stimoceiver, un dispositivo que conectó al cerebro de un toro, concretamente a la amígdala y el hipocampo y, mediante un control remoto, provocó que intentara embestir con ira e, inmediatamente, frenara en seco.

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Delgado denotaba un particular énfasis por el estudio del cerebro, particularmente el humano, en el cual se adentraría con técnicas de ética cuestionable. En una entrevista realizada por un profesor de la Universidad Autónoma de Madrid, Delgado asegura que, mediante estímulos eléctricos externos; “Es posible cambiar la emotividad, la motivación, la agresividad, las emociones, lo que quieras…”. No son pocos quienes afirman la posible colaboración del Dr. Delgado con la CIA, debido a las extrañas financiaciones que recibía por parte de entidades civiles como militares, entre otras la Oficina de Investigación Naval.

Hoy, empresas cuyo poder económico supera el PBI de Alemania y Bélgica juntos, se están abocando a promover la romantización de estas nuevas tecnologías, vendiéndonos la idea de que podemos tener una “extensión” de nuestra mente, que podremos acceder a internet con el pensamiento o que los smartphones son cosa del pasado. Una de ella es la Sociedad de inversión estadounidense BlackRock, que crearía a NeuraTech, una Competencia para NeuraLink con propuestas similares. La normalización de las neuro-tecnologías de carácter invasivo no es hoy menos que un crimen, tanto en materia de desinformación como de riesgo, debido a las abrumantes implicancias que éstas pueden llegar a significar.

Podemos ver que los pensamientos no solo se pueden leer, sino que también pueden implantarse, pero… ¿Cómo influye la inteligencia artificial en esto? Bien sabemos que los Chips de NeuraLink funcionan utilizando los últimos avances en materia de I.A, facilitando enormemente la interpretación de los datos neuronales. Pero hay un concepto importante a destacar, y lo es el de la predicción, la habilidad principal de la nueva tecnología de aprendizaje automático. Pasando de (Lectura-Ordenes) a (Lectura-Orden-Predicción). De esta manera y de forma remota, la empresa que administre los datos del Usuario será capaz, no solo de predecir su comportamiento en función de su actividad cerebral, sino también de manipular al mismo para actuar en función de un propósito conveniente.

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De esta manera, el dominio de las masas se va volviendo más y más fácil de llevar a cabo, dotando a las grandes corporaciones de un poder inconmensurable. Mas allá de eso, es importante no perder de vista el ya cotidiano dominio ejercido mediante nuestro apego y adicción a los teléfonos celulares, a las redes sociales y a internet en general. De manera que, ésta nueva tecnología no termina por ser más que una cereza de un gran pastel. Hoy el dominio ya es ejercido por nuestra innata obediencia hacia quien nos venda felicidad, paz o seguridad, como hace unas décadas lo fue la televisión, para luego transformarse a estas computadoras de bolsillo.

Es lamentable que estemos encaminados hacia normalizar algo tan cruel, algo que atenta contra nuestra humanidad misma, pero que incluso va más allá de eso. Intentando convencernos de reducir nuestra conciencia a meros estímulos eléctricos en el cerebro, queriendo someternos a las matemáticas newtonianas en la era de la cuántica. No dentro de mucho intentarán normalizar un implante como ya han normalizado los smartphones, pero es por nuestra propia naturaleza que siempre quedará la oveja negra que, renegada al rebaño, intente advertir sobre el precipicio.

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