Estos datos muestran que 4 de cada 5 empleos de baja calificación se generan en empresas pequeñas y mayormente en condiciones de informalidad. En sentido contrario, el acceso de las personas con bajos niveles de calificación a empresas medianas o grandes es muy limitado. Se trata de un dato que no debería ser pasado por alto al evaluar la viabilidad de que los planes sociales puedan transformarse en subsidios al empleo formal.
Obviamente que resulta seductora la idea de promover que las empresas más grandes cambien de actitud y contraten más gente con baja calificación. Pero difícilmente esto ocurra con la masividad que se necesita para absorber a toda la gente que actualmente recibe dinero del asistencialismo. Las empresas de mayor porte tienden a ser cada vez menos demandantes de mano de obra no calificada. Por un lado, porque son las más expuestas a la litigiosidad laboral y, por otro, porque sus procesos productivos son más complejos y enfrentan mayores exigencias de adopción de nuevas tecnologías.
Esto lleva a poner los énfasis en derribar las barreras que desalientan la generación de empleos formales en las pequeñas empresas. Si bien son mucho los factores que afectan a este segmento productivo, su potencialidad para generar empleos formales está condicionada por la alta presión tributaria y leyes laborales cargadas de burocracia y fisuras donde se filtra la litigiosidad. Por eso, es recomendable acompañar el Plan Empalme con la sanción de un Estatuto Laboral y Tributario Especial para Pequeñas Empresas. La idea central es preservar los derechos laborales sustantivos (salarios mínimos, jornada, vacaciones y descansos, protección contra el despido arbitrario, prevención de accidentes, etc.), prescindir de requerimientos administrativos vetustos (como el libro de registro y el certificado de aportes que fueron tecnológicamente superados por la AFIP) y excluir las regulaciones que sólo pueden ser cumplidas por empresas más grandes. Es cierto que la simplificación debería ser para todas las empresas. Pero en las pequeñas es más urgente porque allí es donde la informalidad es intensa y donde existen mayores potencialidades de generar masivamente empleos para personas de baja calificación.
Para que el “Empalme” tenga éxito no alcanza con dos años de subsidios al empleo. Se necesita una transformación integral de las instituciones laborales y tributarias que activen las potencialidades de las pequeñas empresas que son las que generarán los empleos accesibles a personas de bajos niveles de educación y escasa experiencia laboral.
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