Que el alimento sea tu medicamento

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La hipertensión arterial afecta a más del 30% de la población adulta mundial y es el principal factor de riesgo para padecer enfermedades cardiovasculares, especialmente enfermedad coronaria y enfermedad cerebrovascular, pero también para la enfermedad renal crónica, la insuficiencia cardíaca y la demencia.En nuestro país, según las proyecciones del 2020 y la 4° Encuesta Nacional de Factores de Riesgo, existen aproximadamente 16 millones de hipertensos, de los cuales dos tercios son menores de 65 años.El lema del Día Mundial de la Hipertensión 2021 es “Mida su presión arterial con precisión, contrólela, viva más tiempo, enfocándose en concientizar sobre métodos precisos para medir la presión arterial en todo el mundo, especialmente en las personas que tienen dificultades para acceder al cuidado de la salud. Controlar la presión arterial alta prolonga la vida de los pacientes con hipertensión ya que permite indicar tratamientos oportunos que lleve la tensión arterial a valores adecuados.La hipertensión sobresale como uno de los factores más frecuentes en quienes padecen COVID-19, pero aún no resulta claro su rol en la susceptibilidad ante el virus. En 2020, el American Journal of Hypertension publicó que “los pacientes hipertensos no deben temer un mayor riesgo de infectarse con el virus que causa COVID-19”, y que la hipertensión no ha demostrado ser un factor de riesgo independiente para complicaciones asociadas, pero sí “cuando se suma a comorbilidades como la diabetes o la enfermedad cardiovascular”.Por todo esto, debemos remarcar que la hipertensión arterial es un factor de riesgo cardiovascular crónico que no puede ser curado. Sin embargo, la evidencia demuestra beneficios importantes del tratamiento no solo a nivel individual, sino también poblacional, en términos de años de vida ganados y libres de morbilidad.Existen múltiples estrategias, tanto farmacológicas como de estilo de vida, que han demostrado ser muy efectivas: la alimentación sana, el ejercicio programado, el movimiento diario, la reducción de las horas sentados y el control de los hábitos tóxicos como el tabaquismo y el consumo de alcohol.En cuanto a la alimentación, los cambios en el estilo de vida constituyen un pilar fundamental del tratamiento del paciente hipertenso: la disminución de la ingesta de sodio reduciendo el uso de sal de mesa y de alimentos, dulces o salados, con agregado de sodio, y el aumento de la ingesta de potasio. Esto se logra con el cambio de patrones alimentarios, adoptando una alimentación tipo DASH (Dietary Approaches to Stop Hypertension) caracterizada por mayor consumo de verduras y frutas, leches, yogures y quesos descremados, pescados, aves, aceite de oliva, palta y frutas secas como las nueces y almendras, y una alimentación pobre en  grasas saturadas (carne roja o manteca, crema, grasa y alimentos elaborados que las contengan), dulces y bebidas azucaradas. Además, es sumamente importante el mantenimiento de un peso corporal adecuado.Las estrategias de estilo de vida deben ser implementadas en el tratamiento de todos los hipertensos. Dichas estrategias se caracterizan por ser de bajo costo, no generar efectos colaterales indeseables y potenciar la medicación antihipertensiva. El efecto hipotensor de los cambios en el estilo de vida solo se sostiene si las medidas se mantienen a largo plazo. ¡Que el alimento sea tu medicamento!
Por María Laura OlivaDocente de la licenciatura en Nutrición de la Facultad de Ciencias Biomédicas de la Universidad Austral.

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