Recuperar para el Estado las grandes hidroeléctricas, evitandose nuevas concesiones o privatizaciones semi-encubiertas

Escribe Carlos Andrés Ortiz, analista de Temas Económicos y Geopolíticos

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Las grandes hidroeléctricas construidas por el Estado Nacional en la gran cuenca hídrica del río Negro y sus afluentes, en su momento se aglutinaron en un eficiente ente nacional llamado Hidronor, nombre cuyo preciso significado era Hidroeléctrica Nord Patagónica.

En el contexto del apåtrida y destructivo neoliberalismo, Hidronor corrió el mismo destino negativo al cual fueron condenados muchos valiosos entes estatales, como Agua y Energía Eléctrica, YCF y otros, fue desguazado, separándose las diversas y muy vinculadas generadoras hidroeléctricas, y el ente madre desapareció, como de seguro también deben haber desaparecido o pasados a manos privadas -en varios casos extranjeras-, sus valiosos antecedentes técnicos.

Acorde a las dogmáticas y nada inocentes pautas anti estatistas, ultra privatistas y soberbiamente antinacionales, el manejo -y las jugosas facturaciones mensuales consecuentes-, fueron privatizados y en varios casos extranjerizados, sin existir motivo alguno favorable a los Intereses Nacionales, por fuera de dichos dogmas, en esos deplorables años repetidos hasta el hartazgo por lenguaraces al tanto por cuanto de casi todos los medios de comunicación.

Como el tema de La Energía tiene muchas complejidades técnicas, no son muchas las personas expertas en él. Cierto sector de entendidos en el tema, clara o semi veladamente, demuestra su afinidad con el neoliberalismo, doctrina apátrida e instrumento de sometimiento a mega poderes político – financieros transnacionales, como el “experto” que aconsejó a Alfonsín paralizar el Plan Nuclear, buscando su desaparición.

Ese “experto”, siempre opinando en tono doctoral, y con el permanente respaldo de los “ex secretarios de energía de la partidocracia cleptocrática” (definición acorde al cerrado contexto antinacional neoliberal de esos largos años), mantiene posturas afines a los muy fuertes intereses petroleros y gasíferos, así como los vinculados de las “energías renovables sesgadas” eólicas y solares; y en consecuencia es persistente detractor de las mucho más eficientes energías hidroeléctrica y nuclear; todo eso acorde al modelo de país estancia, de economía forzosamente primarizada, tal como es el persistente objetivo de la retrógrada oligarquía egoísta y en los hechos anti argentina.

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Otros expertos en el tema, no cooptados o incluso opuestos al neoliberalismo, o eventualmente conscientes de los Intereses Nacionales en juego, suelen opinar coherentemente en discretamente o en forma “off the record”, pero -muy comprensiblemente, evitan en forma harto prudente, opinar en público, pues son dependientes de empleos vinculados al sector, o si son asesores privados o consultores independientes, de un modo u otro dependen de contratos emanados del sector.

!Y es bien sabido cómo funcionan las acciones del “poder profundo” para “disciplinar” a quienes puedan osar emitir opiniones públicas, contrarias al “pensamiento energéticamente correcto” emanado de las usinas del poder, las cuales en muchos casos tienen vinculaciones directas con el extranjero!

Fue notable constatar que los beneficiarios de las concesiones de esas grandes hidroeléctricas, en medio de la euforia por las ganancias fáciles que era previsible que obtuvieran, no pudieron dejar de decir que el estado de conservación y mantenimiento de las mismas era muy bueno. Eso significó que con mínimos gastos, facturaron literalmente

por muy poco más que subir y bajar las palancas para conectar y desconectar esas eficientes grandes hidroeléctricas.

El tema es que ahora están por vencer las concesiones perpetradas en el noventismo, y a tan estratégico tema lo envuelve un casi total denso silencio, dentro del cual se pudieron leer algunas opiniones, que con ciertas sutilezas, se pronuncian algo veladamente a favor de algún tipo de renovación del sistema de concesiones, postura esa inadmisible si se evalúa el tema con una clara óptica Nacional.

Tampoco cabe desconocer que se alzaron voces a favor de la estatización provincial de esas grandes generadoras, postura mucho más positiva que la privatización, que significaría volver a concesionarias.

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Ese manejo de los recursos naturales reducido al accionar de las provincias, dejando de lado al Estado Nacional, fue instalado por la muy criticable reforma constitucional de 1994, la cual, cargada de pautas neoliberales excluyentemente vigente en esos años, conduce a la fragmentación del poder efectivo del Estado Nacional y a limitar la capacidad de negociación estatal, habida cuenta que los Estados Provinciales son más débiles y limitados que el Estado Nacional; e incluso posibilita una negativa competencia entre las provincias, en tal situación debilitadas ante poderosas contrapartes privadas, en muchos casos extranjeras.

Como sea, es imperativo que el manejo y los recursos que generen las grandes hidroeléctricas, vuelvan al pleno y excluyente manejo de Estado, sea el Nacional o los de las provincias. Y los significativos montos previsibles de sus facturaciones, pueden ser muy bien utilizados para financiar varios proyectos hidroeléctricos, tanto en la región del Comahue, como en otras de nuestro país.

Es total y absolutamente inadmisible que las concesiones a punto de terminar -una de las tantas rémoras muy negativas

que nos dejó el neoliberalismo-, sean suplantadas por nuevas concesiones.

En este tema, también se juega la soberanía argentina.

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