Sin la reina ¿puede haber un jaque mate?

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El 8 de septiembre de 2022 va a ser recordado como la fecha en que la monarquía del Reino Unido quedó huérfana, no por falta de “nuevos reyes”, sino por la pérdida de la figura más emblemática del último siglo. La reina ha muerto, y con ella se ha ido un fragmento fundamental de la historia universal. Viva el Rey.

El día después de la reina 

El fallecimiento de la reina Isabell II ha tenido un impacto de envergadura en todo el mundo, pero es lógico que el golpe sea verdaderamente shockeante en Reino Unido. La monarca inglesa del siglo XX tenía 96 años, de los cuales 70 fueron dedicados a la vida política y el manejo de la realeza británica. En su longevo mandato (el más largo de la historia de Reino Unido) fueron 15 primeros ministros quienes pasaron por la “bendición de la reina”, sumando a la reciente premier Liz Truss. Se le cuentan siete Papas y un enorme derrotero de sucesos históricos que ha vivido desde su mandato: Guerra Fría, llegada del hombre a la Luna, Guerra de Malvinas, caída del muro de Berlín, disolución de la Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas, atentado a las Torres Gemelas, pandemia de COVID-19, Guerra Ucrania-Rusia, y un sinfín de líderes y movimientos políticos que emergieron y desaparecieron, mientras ella se mantenía impoluta en su trono. 

Ahora bien, los británicos están comenzando a pensar en cómo seguir luego de la pérdida de la reina, y esto se comprende porque no era simplemente una monarca desinteresada o protocolar. Isabel II fue la figura, que durante 70 años mantuvo la cohesión social al interior de Gran Bretaña. Su figura fue clave en el marco de la gestión de las crisis. 

Ha logrado capitanear, casi a la perfección, el enorme barco que simboliza el ex Imperio Británico. La reina Isabel siempre pujó a favor de los intereses británicos en sus gestiones y opiniones sobre las relaciones con el exterior. Este último punto quizás es el más recordado por los argentinos, entendiendo el penosamente célebre acontecimiento de la Guerra de Malvinas en 1982. Isabel no tomaba decisiones políticas directas, aunque siempre fue fuente de consulta para los premiers británicos. Esa característica le valió una imagen positiva durante 70 años de reinado, entendiendo que los efectos de las decisiones políticas de Reino Unido fueron absorbidos por los mandatarios principales, sean liberales o conservadores. Ellos solamente pasaron por un breve mandato, mientras la reina seguía en el trono. 

Esta pérdida, entendiendo el valor de la figura política de Isabel II, le puede costar caro a Gran Bretaña. Carlos III no tiene el respaldo popular ni la confianza del pueblo británico para llevar adelante la monarquía, sobre todo cuando el margen comparativo se centra sobre su madre. Más allá de esto, se abre un escenario geopolítico verdaderamente complicado para el futuro británico. 

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El entramado político de Reino Unido tiene un desafío que involucra una enorme gestión de crisis o gestión del propio disenso. En este momento, el país atraviesa la inflación más alta de los últimos 40 años, en conjunto con huelgas y protestas en diversos sectores laborales. Esta situación económica está empujada por una evidente crisis energética que sacude al viejo continente, a partir de la guerra en Ucrania. 

Este descontento económico se suma al descontento político. Boris Johnson dimitió tras un verdadero escándalo mediático relacionado a las fiestas privadas en Downing Street durante el decreto de la cuarentena estricta entre 2020 y 2021. Esa indignación generalizada de la población británica derivó en una situación de apriete institucional y presión social que tuvieron como resultado el fin del gobierno de Johnson. 

La geopolítica juega su papel también. Este puede ser el puntapié para el debilitamiento del Palacio de Buckingham y de las decisiones tomadas en Londres para el resto del Reino Unido y la Commonwealth. De hecho, Escocia vivirá, el próximo año, un referéndum popular para proclamar su independencia de Gran Bretaña. Paralelamente, el movimiento Sinn Féin toma relevancia en un contexto en donde las “Irlandas” buscan despegarse de Londres, conseguir su reunificación lejos de las decisiones tomadas en Downing Street. Un escenario que se mantuvo ambivalente durante el mandato de Isabel II, pero que casi siempre estuvo bajo control. 

Fuera de la isla británica, los retos vienen a complicar la agenda de Carlos III. Hay dos causas específicas que podrían volver a tomar relevancia: Gibraltar e Islas Malvinas. Estos dos lugares han sido cautivos del afán imperialista de Gran Bretaña y, hasta el día de hoy, son situaciones que se han transformado en banderas en España y Argentina, respectivamente. En el caso de Malvinas, Isabel II fue contundente con una postura en la que, en su mandato, prometía defender a rajatabla la soberanía de los ingleses en las islas usurpadas a Argentina. Si la hipótesis del debilitamiento del poder británico toma vuelo, es probable que estos reclamos se escuchen con mayor concentración en los pasillos de Naciones Unidas. 

El futuro de Gran Bretaña pareciera signado por una guerra que tiene como protagonista al mismísimo Vladimir Putin, una guerra comercial que tiene a una China en ascenso y a Estados Unidos bajo el manto político de un Joe Biden que, aparentemente, no es el líder indicado para este momento de Occidente. A eso hay que sumarle una Europa continental que se encuentra de rodillas ante el cepo energético que impone Rusia, a partir de las sanciones de Bruselas. Las decisiones de Carlos III serán fundamentales, pensando en el rumbo de Reino Unido en conjunto con Liz Truss: otanización, europeización o aislacionismo. 

She’s a killer queen 

La figura de Isabel II ha sido severamente cuestionada en Argentina. Sobre todo, por un tópico nombrado previamente: Guerra de Malvinas. Si bien, la reina Isabel no ha sido la abanderada de tomar decisiones, si ha sido fuente de consenso hacia la política exterior de Margaret Thatcher. Las intenciones imperiales nunca fueron abandonadas por la reina y es algo que el pueblo argentino no olvida. Asimismo, con respecto a la Guerra de Malvinas, Andrés, uno de los hijos de Isabel II, participó de la conflagración. 

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La reina Isabel tuvo una distante relación con Argentina, a tal punto que fue uno de los pocos países relativamente en vías de desarrollo que no visitó nunca. Aunque sí existieron figuras trascendentales de la política argentina que visitaron a Isabel II. El primero de ellos fue Arturo Frondizi en 1960. El entonces presidente de la nación fue recibido por la reina en Gran Bretaña, intentando demostrar un dubitativo apoyo a la democracia argentina, cuando existía el fantasma de un golpe de Estado. 

Luego, hubo que esperar hasta 1998 para ver la imagen de Isabel II con un máximo mandatario argentino. Fue Carlos Menem quien viajó hasta tierras británicas para intentar “aliviar” las relaciones bilaterales post Guerra de Malvinas. 

Finalmente, un frío encuentro con Cristina Fernández de Kirchner en 2009, en el marco del G20. Como yapa, Juan Domingo Perón fue invitado a la coronación de Isabel II pero no viajó, aunque si fue enviado una comitiva, encabezada por el vicepresidente argentino, Alberto Teisaire. Esta misión tuvo el objetivo de enviarle una propuesta de Buenos Aires a Londres: la compra de las Islas Malvinas. Claro está, que esta idea no prosperó. 

La gran bestia pop

La figura de Isabel II no se remite estrictamente a lo político, sino que ha sido transformada en una imagen de consumo y representante fiel de la cultura británica, desde la crítica hasta las alabanzas. Canciones emblemáticas como “Her majesty” de The Beatles, “Dreaming of the queen” de Pet Shop Boys, “The queen is dead” de The Smiths y “God save the queen” de Sex Pistols. Esta última quizás es la más icónica, por el hecho de ironizar una frase histórica de la monarquía, hacer una crítica durísima hacia Buckingham y acusar a Isabel II de mantener un “régimen fascista”. Como bonus track, la legendaria banda de hard rock, Motörhead, hizo una versión de God save the queen en donde se veía a una reina un tanto “enfiestada” con el sonido distorsionado del bajo de Lemmy Kilmister. 

Por otro lado, hay enormes figuras del mundo rockanrolero que han sido cercanas a la reina Isabel. Entre ellos, Paul McCartney, Mick Jagger, Ozzy Osbourne y Elton John, entre otros. Muchos de ellos han despedido con emoción a la figura de una reina que cambió el mundo para siempre. 

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