Subir la vara y apuntar al techo: Misiones y el desafío del próximo bienio

Escribe Alejandro Pegoraro

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La economía misionera atravesó un 2020 de fenomenal crecimiento y un 2021 de consolidación en la mayor parte de los indicadores económicos que relevamos mensualmente. Esto, se suma a un proceso de crecimiento global que la provincia ya experimentaba en 2019, con limitaciones propias de la macro de ese momento, que hoy también las tiene. Sin embargo, entre las provincias del país, Misiones es una de las que está mejor parada para subir la vara respecto al 2020 y apuntar a volver a alcanzar los techos históricos logrados años atrás, previo al derrumbe nacional del 2018.

Allí radica el principal desafío misionero no solo para el 2022, sino para los próximos, por lo menos, dos años.

En términos regionales, ya quedó más que claro que Misiones se posiciona de manera indiscutible como líder en el NEA, particularmente por el impacto del empleo. En esta provincia se observa la mayor proporción de trabajadores registrados en el sector privado de toda la región, con 80 cada 1.000 habitantes, sacándole varias cabezas de ventaja al resto (la más cercana, es Corrientes, con 68), y siendo segunda a nivel Norte Grande, solo por debajo de Tucumán (96 cada 1.000).

Pero, además, Misiones creó más puestos de trabajo privados formales que todo el resto del NEA en su conjunto desde el inicio de la pandemia a la actualidad, y también, más que todo el conjunto del NOA (región donde el saldo final sigue siendo negativo).

Si bien el trabajo informal sigue siendo alto y atraviesa un momento bastante más delicado, el hecho de crear empleo formal es el indicador más preciso no solo de un buen andar de la economía local, sino también de expectativas, por un lado, y de respuestas del propio sector privado que apuesta a seguir desarrollándose en la provincia. Sin un Estado que garantice el cumplimiento efectivo de los derechos de la ciudadanía, no hay desarrollo posible. Pero sin un sector privado activo, tampoco.

La economía misionera cierra el año 2021 con un alza estimada entre el 13% y 15%, por encima de las estimaciones de crecimiento nacional. Pero lo verdaderamente relevante de este dato es que el crecimiento se da sobre un año que también había sido positivo: el 2020, con pandemia de por media, había cerrado con datos positivos para la provincia. Por ende, no hay un pleno efecto rebote.

¿Hay puntos flacos en este crecimiento? Naturalmente los hay. La construcción no tuvo un buen segundo semestre, pero aún así se mantiene por encima de los valores del 2020; el mercado automotor sufrió a la par que el resto de las provincias por escasez de unidades a la venta pese a existir alta demanda; y la inflación continúa pegando duro.

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Aún con eso, en el 2021 los salarios públicos tuvieron una alta recomposición, y los privados también transitaron caminos de recuperación, aunque en menor nivel. De la mano de ello, las ventas del comercio minorista registraron importantes alzas en términos reales, ayudados en gran parte por la efectividad que tuvieron los programas Ahora, claves para el sostenimiento (primero) y la expansión del consumo local.

¿En qué se sustenta este proceso? La política no es ajena y, de hecho, nunca lo es. El fuerte provincialismo, desde el punto de vista no solo de gestión sino también ideológico, marcó un camino. Con defensores y con detractores, gustando más o gustando menos, la Renovación marcó una impronta donde el “Misiones primero” primó en todas las mesas de trabajo que tuvo con el Gobierno nacional. Aún sosteniendo una alianza (algo más laxa) con el Gobierno nacional, la administración Herrera Aguad se plantó.

Esta actitud tuvo resultados concretos: la incorporación de más recursos para Misiones en el presupuesto y la habilitación a un nuevo debate por la zona aduanera con muestra de ello, pero no logró hacerse carne por la votación negativa en Diputados. Por ende, el camino político volvió a abrirse para poder lograr estos mismos hitos ya a niveles directos Nación-Provincia.

¿Es hora que la Nación “recompense” a Misiones? Lo venimos diciendo hace tiempo, y la respuesta es un enorme SI. La provincia no solo está siendo (hace décadas) perjudicada en el esquema de reparto de recursos automáticos, sino también en el no automático, ese donde la decisión política prima por encima de los demás factores, y que en 2021 cae 16% en términos reales frente al 2020 (fuerte descenso en las transferencias corrientes y cierta recuperación en las de capital).

Agenda ambiental, cuidado de la biodiversidad, competencia fronteriza, conducta fiscal, son algunos de los puntos donde la provincia requiere de esta suerte de recompensa nacional.

Por ello, la política cobra una nueva fuerza, y Misiones picó en punta con el armado del nuevo bloque federal, que se suma a la fuerza (aún leve y con volatilidades) del Consejo Regional del Norte Grande.

En este marco, la agenda fiscal también es relevante. La firma del Consenso Fiscal 2022 no debería traer consigo grandes modificaciones en los esquemas tributarios provinciales, pero sí dar algo de previsibilidad. Pero por detrás de ello, cobra importancia los modelos fiscales que aplican las provincias. El debate “baja presión” o “alta presión” es vacío si no consideran las particularidades de cada provincia.

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Todo esquema fiscal que tienda a aliviar el peso del pago de impuestos a la ciudadanía es bien recibido, pero no todo da lo mismo, principalmente si las reformas a aplicar se orientan a desfinanciar a las provincias.

Un aspecto clave para evaluar esto es el análisis del gasto de las provincias. Si tiene alta presión tributaria, pero no logra dar respuesta a las demandas más básicas (salarios, servicios públicos e infraestructura, entre otros) entonces sí hay que cuestionar el peso tributario. Pero si una provincia genera una fuerte base recaudatoria y con ello responde a esas demandas, como pudo hacerlo Misiones en este 2021, entonces la discusión es otra.

Misiones dio ejemplo de ello: al cierre del primer semestre del 2021, la provincia hizo crecer el gasto a la par de los ingresos para poder justamente dar respuestas a aquellos puntos que lo requerían, una conducta muy distinta a otras provincias (la mayoría) que tuvieron alzas de ingresos muy importantes, pero contrajeron el gasto para poder hacerse de resultados fiscales abultados, sin dar solución a las demandas que tenían (principalmente, la salarial).

Reconociendo que aún existen, como ya se mencionó, muchas falencias y que se está lejos de llegar al escenario ideal, se debe reconocer que Misiones avanza en buen camino y se posiciona como una provincia con un claro rumbo. Se requieren mejoras, como también se necesitan, necesariamente, respuestas nacionales. Se debe continuar trabajando en poder ampliar aún más la inversión pública, en mejorar la calidad y la cobertura de los servicios, en seguir consolidando un camino de recuperación plena del consumo, entre otras varias cosas.

Pero las deudas pendientes no dejen tapar los logros alcanzados. Insistimos en el hecho de que, dentro del NEA, Misiones tomó un liderazgo indiscutido, aunque nos pese a los chaqueños o aunque lo renieguen los hermanos correntinos. En el Norte Grande, conforma junto a Salta y Tucumán un eje productivo, turístico e industrial de vital importancia no solo regional sino también nacional.

Haber tenido buenos años 2020 y 2021 obligan a Misiones a subir la vara, a ponerse como nuevos objetivos romper los techos históricos en cada uno de los indicadores económicos que se relevan, y a lograr dar solución a todos los aspectos que aún están pendientes. La base para lograr eso, ya está hecha. El combustible para acelerar, será sin dudas el apoyo nacional (y la estabilidad macro).

Que sea un 2022 de éxitos. Feliz año para todos.

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