Las divergencias en la economía mundial podrían ampliarse en medio de cambios en las políticas

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Escribe Pierre-Oliver Gourinchas / F&D – Un ciclo concluye y otro empieza, en medio de una creciente disparidad. Las divergencias del crecimiento persisten y podrían ampliarse, y los cambios en las políticas pueden reavivar las presiones inflacionarias en algunos países.

Proyectamos que el crecimiento mundial permanezca estable en un 3,3% este año y el próximo, nivel que en general concuerda con un crecimiento potencial que se ha debilitado considerablemente desde antes de la pandemia. Con descensos hasta el 4,2% este año y hasta el 3,5% el próximo, la inflación está retornando a los niveles fijados como meta por los bancos centrales que permitirán una mayor normalización de la política monetaria. Esto ayudará a poner fin a las disrupciones mundiales de los últimos años, como las derivadas de la pandemia y la invasión rusa de Ucrania, que desencadenaron la mayor escalada de la inflación en cuatro decenios.

Las perspectivas de crecimiento mundial prácticamente no han variado con respecto a octubre, pero las divergencias entre los países se están acentuando. Entre las economías avanzadas, Estados Unidos luce más fuerte de lo que se había proyectado gracias a la continua solidez de la demanda interna. Hemos elevado nuestra proyección de crecimiento para Estados Unidos en 0,5 puntos porcentuales, hasta el 2,7%. 

En la zona del euro, en cambio, es probable que el crecimiento aumente solo moderadamente, desde el 0,8% en 2024 hasta el 1%. Los vientos en contra son el débil dinamismo, en especial en el sector manufacturero, la escasa confianza de los consumidores y la persistencia de un shock negativo en los precios de la energía. Los precios del gas en Europa siguen siendo aproximadamente cinco veces más caros que en Estados Unidos, mientras que antes de la pandemia eran el doble de caros. 

En las economías de mercados emergentes, las proyecciones de crecimiento no han variado en términos generales, y se sitúan en el 4,2% y el 4,3% este año y el próximo. La elevada incertidumbre en torno al comercio y las políticas está contribuyendo a una demanda anémica en muchos países, pero la actividad económica tenderá a repuntar a medida que esa incertidumbre se despeje. Esto incluye a China, donde ahora se proyecta un crecimiento del 4,5% este año, es decir, 0,4 puntos porcentuales más que en nuestro pronóstico anterior. 

Parte de la divergencia entre las principales economías ha sido cíclica: la economía de Estados Unidos está operando por encima de su potencial mientras que Europa y China lo hacen por debajo del suyo. Con las políticas vigentes, esa divergencia cíclica se disipará. Pero la disparidad entre Estados Unidos y Europa obedece más a factores estructurales, que si no son abordados harán que la desconexión se prolongue. Una causa es el aumento persistentemente mayor de la productividad en Estados Unidos, sobre todo, pero no exclusivamente, en el sector de la tecnología, que está vinculado a un entorno empresarial más favorable y a mercados de capital más profundos. Con el tiempo, esto se traduce en mejores rendimientos de las inversiones en Estados Unidos, mayores entradas de capital, un dólar más fuerte y niveles de vida que van dejando atrás a los de otras economías avanzadas. En el caso de China, cabe destacar que el crecimiento potencial se asemeja más al de otras economías de mercados emergentes.

La incertidumbre en torno a las políticas económicas es elevada, en vista de que en 2024 se eligieron muchos gobiernos nuevos. Nuestras proyecciones tienen en cuenta acontecimientos recientes en el mercado y el impacto de la mayor incertidumbre acerca de las políticas comerciales, que se supone será temporal, pero no incorporan supuestos acerca de posibles cambios en las políticas que se están debatiendo públicamente en la actualidad.

A más corto plazo, un cúmulo de riesgos podría exacerbar aún más estas divergencias. Las economías europeas podrían desacelerarse más de lo previsto, en particular si entre los inversionistas aumenta la inquietud acerca de la sostenibilidad de la deuda pública en los países más vulnerables. El principal riesgo para la zona del euro es que las políticas monetaria y fiscal puedan quedarse sin margen de maniobra si una ralentización de la actividad económica hace que las tasas de interés retornen al límite inferior efectivo, al tiempo que las primas por riesgo suben debido a una consolidación fiscal insuficiente, lo cual a su vez restringiría aún más la política fiscal. En China, si las medidas fiscales y monetarias resultan insuficientes para abordar la debilidad interna, la economía corre el riesgo de quedar estancada en una trampa de deuda y deflación, en la que la caída de los precios eleva el valor real de la deuda, socavando aún más la actividad. La brusca caída de los rendimientos de los bonos públicos chinos, considerados un refugio seguro por los inversionistas locales, denota la creciente preocupación de los inversionistas. Tanto en China como en Europa, estos factores podrían reducir la inflación y el crecimiento económico.

En cambio, si bien muchos de los cambios de políticas que introducirá el nuevo gobierno de Estados Unidos son difíciles de cuantificar con precisión, es probable que lleven la inflación a niveles más altos a corto plazo en relación con nuestro escenario base. Algunas de las medidas indicadas, como una política fiscal más laxa o las iniciativas de desregulación, estimularían la demanda agregada e incrementarían la inflación en el corto plazo, porque el gasto y la inversión aumentarían de inmediato. Otras políticas, como mayores aranceles o trabas a la inmigración, se manifestarán como shocks negativos de la oferta, que mermarían el producto y ejercerían más presiones sobre los precios. 

Una combinación de aumento de la demanda y contracción de la oferta probablemente reactivará las presiones sobre los precios en Estados Unidos, aunque el efecto en el producto económico a corto plazo sería ambiguo. Una mayor inflación le impediría a la Reserva Federal recortar las tasas de interés e incluso podría exigir subidas de las tasas que a su vez fortalecerían el dólar y ampliarían los déficits externos de Estados Unidos. La combinación de una política monetaria más restrictiva en Estados Unidos y un dólar más fuerte endurecería las condiciones financieras, en especial en las economías de mercados emergentes y en desarrollo. Los inversionistas ya están previendo esta circunstancia: el dólar estadounidense ha subido alrededor de un 4% desde las elecciones de noviembre.

En general, estos riesgos a corto plazo podrían acentuar la divergencia entre las economías. A mediano plazo, unos cinco años, los efectos positivos del shock fiscal en Estados Unidos pueden disiparse e incluso podrían revertirse si las vulnerabilidades fiscales aumentan. Las iniciativas de desregulación pueden estimular el crecimiento potencial a mediano plazo si eliminan los trámites burocráticos y promuevan la innovación. No obstante, existe el riesgo de que una desregulación excesiva también debilite las salvaguardias financieras y exacerbe las vulnerabilidades financieras, poniendo a la economía estadounidense en una senda peligrosa de auge y caída. Los riesgos a mediano plazo para el producto económico se verían agudizados por políticas comerciales restrictivas y límites más estrictos sobre la migración.

Las renovadas presiones inflacionarias, si reaparecieran poco tiempo después del reciente episodio, podrían esta vez desanclar las expectativas de inflación, ya que las personas y las empresas son ahora mucho más sensibles a la necesidad de proteger su ingreso real y la rentabilidad. Las expectativas de inflación están más lejos de las metas de los bancos centrales que en 2017–21, lo que hace pensar que los riesgos de una inflación más alta son mayores. En este contexto, es posible que se necesite una política monetaria más ágil y proactiva para impedir que las expectativas se desanclen, en tanto que las políticas macrofinancieras deberán permanecer vigilantes para evitar la acumulación de riesgos financieros.

Esta cuestión probablemente se complicará para las economías de mercados emergentes, en vista del traspaso de los tipos de cambio del dólar a los precios internos y los efectos de un crecimiento interno más flojo en China. En la mayoría de los casos, la respuesta de política apropiada en las economías de mercados emergentes consistirá en dejar que las monedas se deprecien según sea necesario, y en ajustar a la vez la política monetaria a fin de lograr la estabilidad de precios. No obstante, en los casos en que la dinámica inflacionaria esté claramente desanclada o que existan riesgos financieros, la gestión de los flujos de capital y las intervenciones cambiarias podrían ser útiles, siempre y cuando no reemplacen los ajustes macroeconómicos necesarios, de conformidad con el Marco Integrado de Políticas del FMI.

En varios países, los esfuerzos en materia de política fiscal se han postergado o no han bastado para estabilizar la dinámica de la deuda. Ahora resulta urgente restablecer las sostenibilidad fiscal antes de que sea demasiado tarde y reconstituir márgenes de maniobra suficientes para hacer frente a shocks futuros que podrían ser considerables y recurrentes. De producirse más demoras, estas podrían desencadenar una espiral preocupante en la que los costos de endeudamiento continúan aumentando a medida que los mercados pierden confianza, incrementado las necesidades de ajuste. Las tensiones recientes en los mercados financieros de Brasil, como la reacción al minipresupuesto del Reino Unido en septiembre de 2022, no hacen sino demostrar cómo las condiciones de financiamiento pueden deteriorarse súbitamente.

Toda consolidación fiscal de consideración tiende a imponer un lastre a la actividad económica, pero los países deben poner especial cuidado en preservar el crecimiento lo más posible a lo largo de la trayectoria de consolidación, por ejemplo, centrando el ajuste en la reducción de transferencias o subvenciones no focalizadas y no en el gasto público en inversión. Para lograrlo —y para ayudar a superar las diferencias estructurales persistentes que inducen el crecimiento dispar— se debe dirigir nuevamente la atención a reformas estructurales de amplio alcance para promover el crecimiento de forma directa, tales como reformas focalizadas para mejorar la asignación de recursos, incrementar los ingresos públicos, atraer más capital y fomentar la innovación y la competencia.

Por último, se deben redoblar los esfuerzos para afianzar y mejorar nuestras instituciones multilaterales, a fin de allanar el camino hacia una economía mundial más rica, resiliente y sostenible. Las políticas unilaterales que distorsionan la competencia —como los aranceles, las barreras no arancelarias y los subsidios— rara vez mejoran las perspectivas de forma duradera: no tienden a corregir los desequilibrios externos y, en cambio, pueden perjudicar a los socios comerciales, inducir represalias y dejar a todos los países en peor situación.

Pierre-Olivier Gourinchas Consejero Económico y Director del Departamento de Estudios del FMI, con licencia laboral de la Universidad de California Berkeley, donde es titular de la cátedra S.K. y Angela Chan de Administración Internacional en la Facultad de Economía y en la Escuela de Negocios Hass

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Goldman Sachs prevé alzas en Mercado Libre para el año próximo

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Goldman Sachs mantiene su optimismo sobre MercadoLibre, proyectando un alza del 26,7% en el precio de sus acciones

Los analistas de Goldman Sachs, Irma Sgarz y Felipe Rached, reiteraron su perspectiva positiva sobre MercadoLibre (MELI), pronosticando un importante potencial alcista para las acciones de la compañía durante los próximos 12 meses.

En su último informe, prevén que los resultados del segundo trimestre de 2024 de MercadoLibre, liderada por Marcos Galperin, reflejarán un sólido desempeño a pesar de los desafíos esperados en ciertas métricas operativas, como la evolución del valor bruto de los productos totales (GMV) vendidos en Brasil.

Puntos clave del informe de Goldman Sachs:

  • Aumento del 26,7% en el ADR de MercadoLibre en el Nasdaq: Goldman Sachs proyecta un aumento del 26,7% para el ADR de MercadoLibre en el Nasdaq durante los próximos 12 meses, estableciendo un precio objetivo de US$2.180 para el papel argentino.
  • Sólido desempeño en áreas operativas clave: Se espera que MercadoLibre informe un segundo trimestre de 2024 con “continuas ganancias de participación en el comercio electrónico y una expansión en los volúmenes de transacciones de pago (TPV) y su cartera de préstamos”.
  • Crecimiento del 60% en la ganancia neta: Los analistas pronostican un crecimiento del 61% interanual en la ganancia neta de MercadoLibre entre abril y junio de 2024, impulsado por la continua expansión en la participación de mercado del comercio electrónico y el aumento de los TPV.
  • Crecimiento del GMV en Brasil del 24%: Goldman Sachs proyecta que el GMV de Brasil crecerá un +24% en el segundo trimestre de 2024, reflejando una desaceleración respecto al +30% reportado por la compañía para el primer trimestre de 2024.
  • Crecimiento del GMV en México del 26%: Se espera que el GMV de México crezca un +26% interanual, también desacelerándose desde el 1T23 en comparaciones más duras.
  • Crecimiento del GMV en Argentina del 226%: Para Argentina, se proyecta un crecimiento del GMV del +226% interanual, por debajo de la inflación general durante el período.
  • Crecimiento del 12% en el GMV en términos de USD: En general, se proyecta un crecimiento del GMV del +12% interanual en términos de USD, reflejando el impacto de la depreciación en el promedio de las divisas a través de los principales mercados de MELI.
  • Crecimiento continuo de la cartera de crédito: La cartera de préstamos continúa creciendo, alcanzando los US$4.9 mil millones en el 2T24 (+52% interanual).

Riesgos identificados:

  • Volatilidad del tipo de cambio: La volatilidad de las divisas podría afectar negativamente la traducción de los resultados, especialmente en caso de una posible devaluación del peso argentino.
  • Presiones sobre los márgenes: Posibles presiones sobre los márgenes debido a nuevas provisiones de crédito y el aumento de la competencia en los sectores de comercio electrónico y pagos.

Fuente: Bloomberg

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Superávit positivo: una radiografía de las cuentas fiscales misioneras

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El 2021 se planteó, tanto desde la administración nacional como la de las provincias, como el año de la reactivación, luego de haber sufrido los embates de la pandemia, que se sumaron a la crisis iniciada allá por el 2018, que generaron fuerte stress de caja en la gran mayoría de las administraciones provinciales.

En ese contexto, hubo un importante avance de los ingresos, pero explicado en mayor parte por la base comparativa; sin embargo, ese salto de los recursos estuvo también acompañada por un considerable ajuste en el gasto en muchos distritos subnacionales, de modo tal que finalizaron el período con resultados fiscales positivos, pero con determinadas demandas sociales aún sin cubrir (ejemplo: la política salarial de la administración pública).

En el caso misionero, se dan particularidades que rompen con las generalidades observados en el párrafo previo.

En primer lugar, veamos la cuestión de los recursos: sobre un total de quince distritos con sus datos de ejecución presupuestaria actualizados al segundo trimestre del año, Misiones mostró la mayor variación de los ingresos totales (+77,5%), empujados sobre todo por el incremento de los recursos propios.

En segundo lugar, y vinculado a lo anterior, así como los ingresos crecieron en gran magnitud, el gasto misionero lo hizo en niveles similares: +75,8%. Esto significa que no hubo un ajuste en el gasto en Misiones, como sí se observa en otros distritos. En el Chaco, por ejemplo, los recursos se expandieron 64%, pero el gasto solo un 46,9%, evidenciando un importante ajuste del gasto. Este es el primer dato importante a tener en cuenta.

Entrando en detalle a lo dicho anteriormente, los ingresos corrientes tuvieron un alza en moneda constante de considerable magnitud, empujado particularmente por los tributarios de origen provincial, que crecieron 39% real contra 11,4% de los de origen nacional. Esto generó que la provincia tenga el mayor nivel de autonomía fiscal de los últimos 11 años (considerando siempre el segundo trimestre de cada año)

Los ingresos de capital, por su parte, también culminaron con alzas reales, particularmente empujados por mayores transferencias de capital del estado nacional (+19% real)

En lo que respecta al gasto, las erogaciones corrientes crecieron 19,5% real (por encima de los ingresos corrientes), y en este sentido se destaca el más que importante aumento en el Gasto en Personal, que determina la conducta de la política salarial: +22,7% real, dejando así tres años consecutivos de caídas, y teniendo subas incluso por encima del total del gasto. También en este punto se destaca el fuerte crecimiento de los recursos a los municipios (+38,8% real), y el apoyo al sector privado (por transferencias, con +6,2% real).

El Gasto de Capital, por su parte, fue el único concepto con comportamiento negativo: cae 3,8% real (pese al alza de los recursos de esta naturaleza), y se sintió con más fuerza en lo referido a las transferencias (-32,1%), mientras que la inversión real directa tuvo un descenso de casi diez puntos. Sin embargo, en este punto vuelve a destacarse el apoyo al sector privado, con un alza del 121% real en las transferencias hacia dicho sector, siendo el ítem de mejor desempeño en este punto para el período mencionado. Pero ojo con esto, porque en valores absolutos la ejecución fue altísima. Debajo te explicamos mejor.

Ya observando los resultados, se observa superávit en los tres niveles: económico (que determina el comportamiento entre los ingresos corrientes y el gasto corriente), que culmino en terreno positivo por $11.262,4 millones; primario, con un verde de $1.150,9 millones (que equivale al 1,2% de los ingresos totales – mejorando respecto al año anterior); y finalmente, un superávit financiero por $777 millones (0,8% de los ingresos totales, superando así a igual período del 2020, cuando culminó con un rojo financiero).

Contar con superávits no significan otra cosa que un mayor volumen de recursos por sobre los gastos de la administración provincial, que genera un “ahorro” que permite que la provincia esté resguardada ante posibles épocas de crisis, por un lado, e invertir en políticas de desarrollo, como ser infraestructura o consumo, por el otro.

En este punto en particular, se destaca que la provincia de Misiones tuvo un comportamiento inverso al resto de las provincias en el sentido de la ejecución del gasto: la mayoría de los distritos con datos publicados concentró la fuerza en el gasto de capital (tomando la obra pública como bandera de reactivación pero también electoral), pero dejaron de lado otras cuestiones como ser la política salarial o la asistencia al sector privado; mientras que Misiones concentró sus esfuerzos mayormente en el gasto corriente, con fuerte alza del gasto salarial (recomponiendo respecto a años previos, donde tuvo caídas), asistencia al sector privado pero también importantes alzas en recursos para municipios.

En segundo lugar, la base comparativa juega un rol inverso a lo dicho al principio: en el primer semestre 2020, los recursos de las provincias tuvieron fuertes caídas por la pandemia, y el gasto de capital también cayó porque las erogaciones se concentraron en el gasto corriente para atender la emergencia. Entonces, pasada la emergencia, el gasto de capital se dispara al volver a valores normales. Pero en Misiones, el gasto de capital de este mismo período 2020 ya había sido alto (casi $9 mil millones), por lo cual la base comparativa era altísima.

Volviendo a la cuestión del superávit, esto no solo implica tener más recursos, sino que también es una consecuencia de la administración del gasto por parte de la gestión provincial.

En el caso misionero, como lo hablamos en la columna de la semana pasada, juega nuevamente un papel importante el bajo nivel de deuda pública en general (visto desde el stock), pero también el bajo peso de los servicios de deuda (flujo), que no impacta de manera importante en las erogaciones de la provincia: los pagos por servicios de deuda cayeron un 29% real en este período en la provincia y fueron equivalente a apenas un 0,4% del total del gasto, colaborando así en tener mayor disponibilidad de recursos: a menor endeudamiento hay más capacidad de gasto para destinar a prioridades de gestión.

Salarios y autonomía: dos de los datos más relevantes de la ejecución presupuestaria misionera

De todo lo detallado hasta aquí, hay dos temas que merecen ser tratados con algo más de detalles.

Decíamos al principio que, así como Misiones fue la provincia de mayor expansión de los recursos en el primer semestre 2021, también fue la de mayor crecimiento del gasto. Se advierte entonces, que la suba del gasto estuvo casi en línea con el alza de los ingresos, y por ende no existió un ajuste como si se ven en la mayoría de las otras provincias.

En este marco, la cuestión salarial cobra relevancia: de las trece jurisdicciones analizadas (a las catorce mencionadas antes se excluye Salta por falta de este dato en particular), Misiones no solo es una de las únicas dos provincias con alzas reales en el gasto salarial, sino que además es la más importante. Por ende, en la administración pública no financiera misionera se observa una fuerte recomposición salarial en este período en particular.

Este es uno de los puntos centrales que explica no solo el incremento en línea del gasto misionero respecto a sus ingresos, sino también el haber contado con un superávit más chico que otras provincias, que aun con verdes financieros de más del 10% de sus ingresos, sostuvieron una política salarial de hasta 30 puntos por debajo de la inflación.

El segundo punto relevante tiene que ver con el fortalecimiento de la autonomía fiscal provincial. El proceso de expansión fenomenal que tuvo Misiones de sus recursos propios, que comenzó durante el tercer trimestre del 2020 y continúa a la fecha, en niveles algo menores, permitió que la autonomía fiscal misionera tenga también un crecimiento más que importante. Esto se consolida con los datos correspondientes al primer semestre 2021: los ingresos propios provinciales alcanzan al 28,7% de los ingresos corrientes (28% de los ingresos totales).

Comparando con igual período del año previo, la autonomía fiscal misionera se incrementó en poco más de cuatro puntos porcentuales; si se compara con una década atrás (1º semestre 2011), creció en doce puntos porcentuales.

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