CLIMA

Los 10 años del Acuerdo de París: un balance latinoamericano

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Escribe Martín de Ambrosio / Inter Press Service – París era una fiesta. Al menos, el júbilo estalló en la sala de periodistas cuando el ex ministro de Asuntos Exteriores de Francia, Laurent Fabius, bajó el martillo y dio por cerrada la 21 Conferencia de las Partes (COP30) de las Naciones Unidas, en ese diciembre de 2015, y abrochado así el Acuerdo de París como tratado que orienta la acción mundial contra el cambio climático.

La alegría parecía algo exagerada porque apenas era un papel, que mostraba voluntades, desde ya, pero no era el final de nada. 

Una década después, y con el cambio climático acechando de manera cotidiana en todo tipo de eventos extremos, llega la hora inevitable de los balances y de pensar cómo serán, por ejemplo, los próximos 10 años, lo que tendrá una oportunidad durante la COP30, que acogerá la ciudad brasileña de Belém do Pará, desde el lunes 10 y hasta el 21, que estará precedida por una Cumbre de Líderes desde este jueves 6. 

Lo que fue París y lo que es

Para América Latina, en particular, existe un consenso entre los expertos en que “París” no fue todo lo que pudo haber sido; apenas si es una pieza en el tortuoso sendero de poner a 196 países en sintonía a la hora de tomar medidas para proteger sociedades y naturalezas (porque no hay lo primero sin lo segundo). 

Su fragilidad y su fortaleza provienen de ese mismo origen, de la voluntad de los países de detener las peores consecuencias de los cambios que tiene la atmósfera como consecuencia de las emisiones de gases contaminantes que comenzaron con la era industrial (en el lejano siglo XVIII) y el uso intensivo de energía de base fósil (carbón, petróleo y gas). 

Pero la voluntad, como la donna de la ópera de Guisseppe Verdi, è mobile. Y el contexto internacional no parece muy apto para las conversaciones multilaterales, sino más bien para las acciones de hecho, en guerras comerciales o tradicionales. No es precisamente el camino que propone “París”. 

De todos modos, los protagonistas tienen claro que el fantasma que se debe evitar es el fantasma del Protocolo de Kioto, aquel tratado climático pionero de 1997, cuya arquitectura era quizá más justa para los países no desarrollados, a los cuales no se les obligaba reducir sus emisiones, pero que tenía vicios políticos que lo terminaron deshilachando. 

“En general, el Acuerdo de París sigue siendo una frontera y un horizonte. Una frontera para no ir para atrás y un horizonte, un instrumento global para defender el ambiente. El gran problema del Acuerdo son las señales políticas. El límite es la motivación política, que se ve agravado por los gobiernos negacionistas, que ponen interrogantes fuertes”, sintetiza Andrés Nápoli, director ejecutivo de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN) de Argentina. 

De todas maneras, Nápoli cree que para la región latinoamericana “es un buen instrumento” porque la existencia de los compromisos nacionales de reducción de emisiones permite, por ejemplo, reclamar políticas. 

“El Acuerdo es una herramienta desde la cual nuestros países pueden exigir compromisos y justicia, pero –en la práctica– el apoyo ha sido limitado. Las promesas no se han traducido en suficiente acción ni recursos. Pero es algo; pienso que sin este marco común estaríamos aún peor”, coincide Florencia Ortúzar Greene, directora del programa Clima de la Asociación Interamericana para la Defensa del Ambiente (Aida).

El tratado en la región

En esta ardua década de negociaciones, que respetaron frecuencia anual salvo durante el año de la pandemia, se avanzó en la forzosa implementación del Acuerdo de París, en cómo conseguir los objetivos de limitar el calentamiento global por debajo de los 2 °C con respecto a los niveles preindustriales, y hacer esfuerzos para que no supere los 1,5 °C.

En ese transcurrir, la adaptación a las consecuencias del cambio climático ganó espacio: no sólo había que dejar de emitir gases contaminantes sino también adaptarse a las consecuencias que esa inédita atmósfera generaría en los eventos meteorológicos. 

También fueron muy discutidos los números de la financiación, es decir, cuánto dinero deben aportar los países industrializados -que lograron serlo a costa del cambio climático- a los países todavía en vías de desarrollo (los latinoamericanos, desde ya). Y eso ha sido un problema en los últimos diez años (y antes también). 

“Si no fluye el financiamiento, se avanza mucho más lento de lo esperable”, se lamenta Walter Oyhantçábal, ingeniero agrónomo integrante del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC), grupo que asesora científicamente a la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático. 

Oyhantçábal agrega que la reglamentación del Acuerdo de París demoró mucho en operacionalizarse. Y todavía están en discusión los números y los plazos de esa transferencia de dinero. 

Aun así, el ingeniero agrónomo, que trabajó en el ministerio de ganadería de Uruguay, destaca que “la adaptación se puso en un mismo plano y eso para América Latina es muy positivo. Porque nuestras emisiones son de agricultura, difíciles de reducir».

«Se puede dejar de usar petróleo, porque hay energía renovable, hay tecnología. No hay dudas. Pero para la agricultura no hay reemplazo. Salvo que se puedan implementar cambios en las dietas. Pero hay consideraciones acerca de si es posible y qué pasa con los rumiantes en nuestros pastizales en cuanto a la pérdida de diversidad”, agrega.

Dado que América Latina, salvo núcleos concentrados sobre todo en Brasil, México y, cada vez menos, en Argentina, es ante todo una región agropecuaria, un foco son precisamente las emisiones del sector. “Estamos emitiendo un poco más, por más stock y más producción”, admite Oyhantçábal. 

A la vez, Oyhantçábal destacó el caso de Uruguay, que logró producir más con la misma cantidad de metano emitido.

“Se hace por las vías de buenas prácticas. De mejores dietas, controles en la fertilidad del rodeo, con menos animales que no queden preñados y emiten igual. Además se mejoran los ingresos económicos del campo”, agregó, en un ejemplo que podrían extenderse a otra zona agraria de la región. 

Un último punto de análisis es la transición energética. La necesidad de un abandono del tipo de explotación energética que llevó a la humanidad a este escenario. Aquí parece cundir la idea de que los recursos que aún existen bajo suelo latino deben explotarse. Sobre todo ante la ausencia de estímulos económicos externos, es decir, de esa transferencia de dinero del Primer Mundo cuya ausencia es brillante. 

Así lo dice Nápoli: “Es cierto que la región está lejos en transición energética. Que hay una apuesta a los combustibles fósiles, a nuevas cuencas offshore en el Caribe, en el mar argentino… Faltan decisiones políticas para la región, y establecer políticas de direccionamiento conjunto. La región tiene problemas comunes, en cuanto a biodiversidad, desertificación, con las olas de calor intensas, pero todavía carece de respuestas conjuntas”.

París, Belém y el fantasmal Kioto

En este contexto, a nivel global, no es que “París” está teniendo un suceso que no se acompaña en la región latinoamericana, más bien lo contrario.

Taryn Fransen, directora de Ciencia, Investigación y Datos del Programa de Clima Global del World Resources Institute, resumió la situación. “Cuando fue adoptado el Acuerdo de París, en 2015. El mundo iba hacia un desastre de un calentamiento de 4°C (promedio respecto de la era preindustrial)”. 

“Gracias a las energías limpias y a las políticas climáticas que algunas de las grandes economías hicieron al amparo del Acuerdo de París. La curva comenzó a doblarse”, manifestó. Pese a reconocer que uno de los objetivos del acuerdo, mantenerse a menos de 1,5°C se desdibuja.

En lugar de 4°C vamos a 2,5°C o 3°C, lo que es un gran avance, pero aún así un gran riesgo”, dijo. 

En ese sentido, Fransen reconoce que “las tensiones geopolíticas y la falta de confianza representan desafíos serios. Ahí es donde el proceso de la COP se vuelve crucial. Es el único foro global donde todos los países, especialmente los más vulnerables, tienen un lugar en la mesa.

La COP no se trata solo de negociar objetivos. Es un espacio vital para alzar la voz de los menos responsables del cambio climático y los más afectados por él”. 

Ese proceso mencionado tendrá en noviembre de 2025 una continuidad cuando se realice la COP30, en Belém,  en plena Amazonía brasileña. 

Allí se discutirá cómo sigue la agenda, cómo se incentivan más las energías renovables y cómo se logra en un mundo con tambores de guerra, que se dedique cada vez más dinero para que países y pueblos puedan también adaptarse a las nuevas condiciones del cambio climático. Todo esto para que “París” no se convierta en otro “Kioto”.

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La COP30 y el reto latinoamericano de reducir emisiones

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Escribe Emilio Godoy / Inter Press Service – Brasil, el anfitrión desde este jueves 6 de la Cumbre de Líderes, primero, y de la 30 Conferencia de las Partes (COP30) sobre cambio climático, que se desarrollarán en la nororiental ciudad de Belém, en plena Amazonia, es un ejemplo de esas contradicciones y paradojas.

En los últimos dos años, el país más grande de la región redujo las emisiones por deforestación, pero las emanaciones de sectores como la energía y la agricultura crecieron, lo que influye en el aumento de la temperatura y la sequía en la Amazonia.

Para David Tsai, coordinador del brasileño Sistema de Estimaciones y Remociones de Gases de Efecto Invernadero (Seeg), el hecho encierra tanto una contradicción y una paradoja en la política brasileña de mitigación de emisiones contaminantes.

“En los dos últimos años, hubo una disminución de emisiones debido al control de la deforestación, que es necesario, pero lo que muestran los últimos 15 años no es suficiente. Necesitamos descarbonizar otros sectores también”, dijo a IPS desde Brasilia.

Y la paradoja consiste en que, a pesar de la caída de la tala en el macizo selvático más grande del mundo, este sufrió incendios forestales debido a altas temperaturas y sequía, efectos de la catástrofe climática. “Esto muestra que el gobierno tiene que hacer más en otros sectores, como el mundo entero. Salvar la Amazonia no es ya solo responsabilidad brasileña”, subrayó el especialista.

Datos del no gubernamental Seeg indican que la mayor economía latinoamericana redujo sus emisiones de gases de efecto invernadero, procedentes de las actividades humanas y responsables del aumento de la temperatura del planeta, 17% en 2024, la mayor baja desde 2009.

Si bien el cambio de uso de la tierra (deforestación) reportó una caída de 32%, sectores como la ganadería, uno de los motores de la economía nacional; generación y consumo de energía crecieron 20%, frente al año de referencia de 2005 para su contribución determinada a nivel nacional (NDC, en inglés).

Así, Brasil, el cuarto mayor contaminador mundial, no cumplirá la meta de emisiones de 1320 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2) equivalente, el gas responsable del recalentamiento planetario, en 2025, al registrar un faltante de 9 %, según el Seeg, ni la de 2030.

El CO2 equivalente es una medida utilizada para comparar las emisiones de diferentes gases de efecto invernadero en relación con su potencial de calentamiento global.

El expediente brasileño muestra las dificultades de la región para cumplir con sus compromisos voluntarios de reducción de emisiones plasmados en las NDC, el conjunto de políticas de mitigación y adaptación a las consecuencias de la catástrofe climática, que los países deben presentar cada cinco años para cumplir con el Acuerdo de París de cambio climático, rubricado en 2015.

En ese contexto arriba la región a la COP30 de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC), que acogerá Belém, en el estado de Pará, del 10 al 21 de noviembre.

La cita anual estará precedida excepcionalmente por una Cumbre de Líderes políticos los días 6 y 7, segmento que la presidencia brasileña de la COP30 adelantó debido a cuestiones logísticas por lo inadecuado de Belém para acoger un encuentro que proyecta acoger a más de 40 000 personas, entre representantes gubernamentales, de organismos internacionales, la academia, organizaciones de la sociedad civil y periodistas.

Paneles fotovoltaicos en una casa en la ciudad de Aguascalientes, en el estado homónimo en el centro de México. La transición energética hacia modos menos contaminantes marcha con lentitud en este país latinoamericano y lo que repercute en la reducción de emisiones de dióxido de carbono. Imagen: Emilio Godoy / IPS

Mal de muchos…

 México, la segunda economía regional y el segundo mayor contaminador latinoamericano, enfrenta una situación semejante a la de Brasil, cuya tercera NDC es “insuficiente”, acorde con la plataforma científica internacional Climate Action Tracker (CAT).

Las emisiones totales entre 1990 y 2022 crecieron 67%, mientras que en el decenio 2012-2022 este indicador se situó en 5,8%.

La generación y uso de energía aportó 63%, la ganadería, 15%; los procesos industriales, 9,6%, y los residuos, 8,5%.

El gobierno mexicano asegura que está en ruta de alcanzar la reducción de 30% de las emisiones en 2030, en línea con su NDC de 2022, que CAT calificó de “críticamente insuficiente” ante la meta del Acuerdo de París de estabilizar el incremento de la temperatura global en 1.5 grados centígrados.

Cuando están por abrirse las puertas de la COP30, México está aún por publicar su nueva NDC, que estipularía una meta de reducción de emanaciones de 35%, unos 225 millones de toneladas de CO2.

Argentina, por su parte, asegura que está muy cerca de lograr su meta de baja de contaminación, que totalizó 401 millones de toneladas en 2022. La nación sudamericana colocó su meta para 2030 en 349 millones.

Pero organizaciones de la sociedad civil de la tercera economía regional hallan difícil el seguimiento al proceso y la corroboración de la cifra.

“La fuente confiable debería ser el inventario (de emisiones), porque de lo contrario es muy difícil acceder a la información. Cuando la incertidumbre es tan grande, es muy difícil el seguimiento. No estaríamos en dirección correcta para la meta. Tampoco hay políticas que incentiven reducción de emisiones”, dijo a IPS desde Buenos Aires Camila Mercure, coordinadora de Política Climática de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (Farn).

Entre 1990 y 2022, las emisiones aumentaron 46%. En este último año, la generación y utilización de energía colaboró con 50%, la agricultura y ganadería, 25%; uso de la tierra y cambio de uso de suelo (Uscus, medidor de la deforestación), 13%; residuos y procesos industriales, ambos 6%.

Para el cumplimiento de su NDC, Argentina elaboró un plan de adaptación y mitigación que contiene 250 medidas y estimaciones de financiamiento necesario de 180 322 millones de dólares para 169 acciones. Sin embargo, no especificó montos para el resto.

Pero en 2024 publicó un informe de avance del plan y cita que la mayoría de las políticas no se han aplicado y de otras no existe información.

CAT catalogó de “insuficientemente crítica” la NDC de 2022 y estimó que el nivel de emisiones de 2022 implicaría una proyección de aumento de 15% en 2030, lo que incumpliría su propia meta voluntaria de recorte. Entre tanto, se espera que el país presente antes de inaugurarse la COP30 la actualización de su NDC.

Mientras, Chile, la quinta economía regional, ha sido de los países latinoamericanos más ambiciosos en su NDC, aunque esto se ha atenuado en sus nuevos objetivos.

En 2022, la nación sudamericana lanzó a la atmósfera 111 millones de toneladas, para una subida de 135 % frente a 1990 y de 7 % desde 2020.

La energía cooperó con 50%, Uscus, 33%; y agricultura, residuos y procesos industriales, los tres 5%.

La NDC de 2020 planteó una meta de disminución de 95 millones de toneladas en 2030 y su nueva política, presentada en septiembre último, la situó por debajo de 90 millones en 2035

Al respecto, CAT la calificó de “casi suficiente” frente al Acuerdo de París, pero advirtió que la brecha entre ambos objetivos ha crecido, de 10 millones de toneladas en 2030 a 22 millones en 2035, indicativo de un debilitamiento de la ambición.

Finalmente, Colombia, la cuarta economía regional, emanó 280 millones de toneladas en 2021, que representan un aumento de 25,8 % en comparación con 1990.

El Uscus participó con 34,49%, seguido por energía (32,71%) y agricultura (20,69%).

En su NDC actualizada en septiembre, el país aumentó su ambición a un límite de emisiones entre 155 millones y 161 millones en 2035, ante 169 millones asumido para 2030 en su política previa. Sin embargo, el alcance y la ruta de ejecución aún son una incógnita.

CAT consideró “insuficiente” la NDC 2, mientras aún no evalúa el nuevo instrumento.

Los países abordados han asumido la meta de cero neto en 2050, entendidas como la equivalencia de las emisiones lanzadas y las evitadas, y el diferencial, anulado mediante el uso de depósitos de carbono, como bosques y manglares, o herramientas tecnológicas.

Varios informes recientes alertan de la insuficiencia de las NDC frente a la meta de 1,5 grados. Por ejemplo, el Balance Mundial sobre el cumplimiento del Acuerdo de París señaló que el avance es lento frente al desafío y que el mundo tiene una ruta extraviada hacia los objetivos plasmados en el acuerdo.

La construcción de alojamientos en la ciudad amazónica de Belém, en el norteño estado brasileño de Pará, para alojar a los más de 40 000 participantes en la COP30, ha seguido hasta las vísperas de cumbre, que busca reencauzar la lucha climática en un contexto de desastres y de retroceso en el diseño y aplicación de políticas climáticas. Imagen: COP30

¿Más de lo mismo?

El brasileño Tsai menciona la necesidad de compromisos obligatorios a nivel internacional para abandonar progresivamente el petróleo, el gas y el carbón, así como medidas nacionales para reducir las emisiones, como el fomento a biocombustibles provenientes de residuos y la restauración de áreas pastoriles dañadas.

“Según nuestras estimaciones, hay suficiente tierra para biocombustibles que descarbonicen Brasil. Es una forma rápida de cambiar el panorama de las emisiones. Pero tenemos que arribar a tecnologías más eficientes, etanol de caña de azúcar y soja no son las mejores opciones. Pero seguramente veremos lo mismo de cumbres previas, es un panorama difícil de cambiar”, planteó el experto.

Para la argentina Mercure, la principal barrera es la falta de prioridad de la temática climática.

“Hay una puja por seguir con el modelo actual (de uso de combustibles fósiles). El escenario es bastante complejo. En la reducción (de emisiones), lo que termina sucediendo es que las metas y compromisos son ambiciosos en el papel, pero no están las hojas de ruta correspondientes para llegar a ese número. Vale preguntarse cuál es el camino para seguir, para presionar para elegir una ruta mejor”, lamentó.

Con la intensificación de desastres, como huracanes poderosos, y la meta de 1,5 grados al borde de la ruptura, la COP30 difícilmente aportará un cambio de ruta, especialmente bajo la luz de las NDC actualizadas.

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COP30: Alcaldes reclaman protagonismo y fondos en la lucha climática

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Escribe Mario Osava / Inter Press Service – El Foro de Líderes Locales tuvo lugar entre el lunes 3 y este miércoles 5, promovido por la brasileña presidencia de la 30 Conferencia de las Partes (COP30) de la convención sobre el clima y la fundación Bloomberg Philanthropies, creada por el empresario y exalcalde de Nueva York, Michael Bloomberg.

Fue un encuentro previo que llevará a la COP30 que empieza el 10 de noviembre y termina el 21, en Belém, una capital amazónica en el norte de Brasil, los reclamos y propuestas de las ciudades.

También lo harán llegar a la Cumbre de Líderes políticos, que será el jueves 6 y el viernes 7 la excepcional antesala de la COP decidida por Brasil, para así poder paliar los problemas logísticos de la reunión climática anual, donde se esperan más de 40 000 personas.

El rol destacado de los alcaldes ganó dimensiones dramáticas en Estados Unidos, donde el gobierno central, presidido por Donald Trump, niega el cambio climático y desactiva los programas y fondos ambientales.

Por eso tuvo una fuerte presencia en el foro la coalición America is all in (Estados Unidos está totalmente comprometido), que busca reafirmar el compromiso de Estados Unidos con el Acuerdo de Paris, pese al retiro de su gobierno.

El acuerdo mundial firmado en 2015 en la capital francesa fijaba como meta contener el recalentamiento planetario a 1,5 grados centígrados, para evitar efectos incontrolables como los crecientes eventos extremos.

Trump abandonó el acuerdo en 2017, durante su primer gobierno de 2017 a 2021, y volvió a hacerlo en este primer año luego de su segunda administración.  La coalición, una respuesta a esa decisión, cuenta actualmente con 368 alcaldes y 10 gobernadores de estados, además de 4724 líderes empresariales, religiosos y culturales.

Está presente en todos los 50 estados del país y representa dos tercios de la población y tres cuartos de la economía, según el sitio web del movimiento, que asumió las metas nacionales acordadas en Paris, de reducir las emisiones de los gases invernadero en 50 % hasta 2030, en comparación con las de 2005, y 100 % en 2050.

La lucha climática se hace desde abajo, donde “sucede la magia”, y en Estados Unidos muchos estados y ciudades se adelantaron en las metas de mitigación, dijo a IPS Gina McCarthy, exadministradora de la Agencia de Protección Ambiental (EPA, en inglés) quien copreside la coalición junto con dos gobernadores y un alcalde.

El Museo de Arte Moderno, un símbolo de la arquitectura modernista brasileña, acogió el Foro de Líderes Locales, la mayoría alcaldes, de todo el mundo para un encuentro de tres dias con debates sobre el rol de las ciudades en la lucha climática y la necesidad de financiamiento a sus acciones para adaptarse y mitigar los efectos del alza de las temperaturas. Imagen: Mario Osava / IPS

Trump realza rol de las ciudades

En cambio, en el gobierno central “no pasa nada” actualmente, acotó en uno de los debates que encabezó en el foro. Las críticas reiteradas al presidente Trump durante el encuentro acentuaron la necesidad de fortalecer la acción climática de los gobiernos subnacionales.

Trump es “el principal destructor del clima”, definió el alcalde de Londres, Sadiq Khan, al inaugurar, el 3 de noviembre, la cumbre mundial del C40 Ciudades, una red de concertación de 97 ciudades de todos los continentes que suman 920 millones de habitantes.

El grupo promovió varias reuniones temáticas en el ámbito del Foro de Líderes Locales, sobre transición energética, el agua, la basura y las ciudades del futuro.

“La crisis del clima es una crisis de desigualdades”, destacó en sus discursos la alcaldesa Yvonne Aki-Sawyerr, de Freetown, capital de Sierra Leona, quien copreside el C40 junto con Khan e introdujo así el tema de la justicia climática y las distintas necesidades del Sur global.

La dramática carencia de financiamiento para las ciudades de los países en desarrollo se reflejó en la declaración del alcalde Carlos Piedrahita, de Mocoa, capital del estado de Putumayo, en el sur de Colombia, que tiene 63 000 habitantes y sufrió una avalancha a causa de lluvias torrenciales en 2017, que provocó al menos 336 muertes.

“Hasta hoy no fue posible reconstruir las viviendas para 2000 personas que viven en cambuches, en situación difícil, sin agua”, señaló el alcalde en el Foro de ciudades de la Amazonia, que reúne municipalidades de los ocho países de la región.

Falta capacidad de inversiones para las necesarias obras de infraestructura, el financiamiento climático debe considerar que las vidas humanas también son importantes, no solo la preservación del agua y la selva amazónicas, reclamó.

Finanzas son el tema central de las COP del clima hace varios años. En la COP29, celebrada hace un año en Bakú, quedó acordada la meta de alcanzar 300 000 millones de dólares de aportes anuales al mundo en desarrollo hasta 2035, lejos de la meta pretendida de 1,3 billones (millones de millones) de dólares.

En la COP30 se tratará especialmente de la “implementación” de las metas ya acordadas y de la adaptación a los eventos climáticos extremos que proliferan en el mundo y tienden a intensificarse ante la batalla ya considerada perdida de contener el recalentamiento en 1,5 grados.

El grupo de alcaldesas y representantes de la coalición America is all in, de alcaldes, gobernadores de estados y lideres empresariales, religiosos y culturales de Estados Unidos, que impulsan acciones climáticas en oposición al negacionismo del presidente Donald Trump. En el medio la copresidente del movimiento, Gina McCarthy. Imagen: Mario Osava / IPS

Agua, termómetro de la crisis

El agua refleja la gravedad de la crisis, sea por su escasez o el exceso en algunos momentos.

Bogotá sufrió una sequia en 2024 y enfrenta el riesgo permanente de deslizamientos cuando recibe un flujo excesivo de lluvias amazónicas, de las cuales depende, destacó a IPS el alcalde de la capital colombiana, Carlos Galán.

Los fenómenos La Niña y El Niño, provocados por el enfriamiento o el calentamiento del agua superficial en el Pacífico y que llevan más lluvias o sequías en las distintas partes de Sudamérica, tienen efectos más intensos en los países andinos, advirtió.

Son efectos que afectan también a Lima, donde pasan décadas sin llover, pero los riesgos de derrumbes fueron destacados por su alcalde, Renzo Reggiardo.

Es que bajan desde los Andes hacia la capital de Perú las aguas de tres cuencas con flujos más variables, debido al cambio climático, explicó a IPS.

Ante la intensificación de los eventos extremos, el Foro de las Ciudades Amazónicas elaboró un plan de trabajo para 2026-2027, volcado a la adaptación climática, a la asistencia técnica para aprovechar mejor los recursos y la cooperación regional.

Una “Guía de buenas prácticas en la gestión ambiental urbana en municipios de la Amazonia Legal” fue presentado por el Ministerio de las Ciudades de Brasil.

La Amazonia no es solo bosques y agua, sino que es principalmente urbana, destacaron varios ponentes en el foro. Cerca de 70 % de sus 50 millones de habitantes viven en las ciudades, realzaron.

El alcalde de Londres, Sadiq Khan, copresidente del C40 Ciudades, red que promueve la concertación entre 97 municipalidades del mundo, especialmente en la acción climática, rodeado de otros líderes locales. Imagen: COP30 Local Leaders Forum: Bloomberg Philanthropies

Buenas prácticas climáticas

El foro mundial de los alcaldes, que incluyó varios gobernadores de Brasil y Estados Unidos, enfatizó la necesidad de políticas multiniveles, de cooperación entre los gobiernos nacionales, provinciales y municipales, para lidiar con la crisis climática.

Fue principalmente un encuentro para divulgación de buenas experiencias de ciudades a lo largo de todos los continentes.

La ciudad india de Mumbai, por ejemplo, informó que sus planes para alcanzar cero emisiones netas de gases invernadero cuentan con un presupuesto de 25 500 millones de dólares para 2025-2026 destinado especialmente a energía renovable y a la construcción.

Chengdu, una de las megaciudades de China, apoya 32 de sus comunidades a eliminar sus emisiones con energía solar y reformas de los edificios.

Londres, bajo la gestión de Sadiq Khan, logró reducir la contaminación del aire a un punto que se preveía alcanzar solo dentro de 200 años.

En Accra, capital de la Ghana, en África, el problema de los residuos sólidos sigue preocupante, pero la recolección de la basura aumentó de 75 % a 87 % en dos años y el reciclaje de 5 % a 18 %.

Pero datos impresionantes indican un fuerte enganche la cultura artística con la acción climática, en 45 ciudades creativas que participan en un Foro cultural mundial. El 88 % de las grupos culturales colaboran con las autoridades ambientales y 76 % apoyan la descarbonización de los transportes.

En Brasil un grupo de 3 organizaciones sociales identificó y compiló el Banco de Soluciones Climáticas con 55 casos ejemplares de acciones en energía, transporte, infraestructura urbana, agua, agricultura, sistemas alimentarios y otros rubros.

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El Sur global puede reequilibrar la agenda climática en Belém

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Por Joyce Chimbi / Inter Press Service – El principal negociador de Gambia en materia de mitigación cree que la 30 Conferencia de las Partes (COP30) sobre cambio climático ofrece una oportunidad única para reequilibrar el liderazgo climático mundial.

«Esta COP no puede quedar envuelta en la vaguedad. Hay demasiado en juego», afirma Malang Sambou Manneh en una entrevista con IPS, cuando se acercan las nuevas negociaciones sobre el clima. Identificó una amplia gama de cuestiones que se espera que definan las COP30, que acogerá la ciudad de Belém do Pará, en el norte de Brasil, entre el 10 y el 21 de noviembre.

La comunidad climática mundial se congregará por primera vez en la Amazonia, la selva intacta más grande del mundo, donde viven más de 24 millones de personas solo en Brasil, incluidos cientos de pueblos indígenas. Aquí, los delegados se enfrentarán cara a cara con la realidad del cambio climático y verán lo que está en juego.

La COP30, la cumbre anual sobre el clima de las Naciones Unidas, promete ser inclusiva y centrada en las personas. Pero con una geopolítica fragmentada y frágil, las negociaciones para alcanzar el mejor acuerdo climático no serán fáciles.

Sambou, un destacado negociador climático que ha asistido a todas las COP, afirma que un Sur global unificado está a la altura de la tarea.

El entrevistado, Malang Sambou Manneh, en una actividad con las becarias de She-Climate en su país, Gambia. Imagen: Clean Earth Gambia / Facebook

Destacó en particular la necesidad de un «enfoque inquebrantable en la mitigación o en las acciones para reducir o prevenir las emisiones de gases de efecto invernadero».

El problema de la financiación climática

Consideró que el Programa de Trabajo sobre Mitigación es fundamental, ya que es un proceso establecido por la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (Cmnucc) en la COP26 para ampliar urgentemente la ambición y la implementación de los esfuerzos para mitigar el cambio climático a nivel mundial. Esa COP se celebró en la ciudad escocesa de Glasgow en 2021.

Sambou habló sobre las diferencias entre la COP30 y las conferencias anteriores por las especiales expectativa del Sur global, el problema de los combustibles fósiles y la tantalesca financiación climática.

Detacó que «al igual que ocurrió en Bakú, Azerbaiyán, con la COP29, Belém será una ‘COP financiera’, ya que la financiación climática sigue siendo el principal obstáculo. Las negociaciones serán difíciles, pero preveo un mejor resultado en esta ocasión».

Se espera que pronto se publique la Hoja de ruta de Bakú a Belém hacia 1,3 billones (millones de millones) de dólares, en la que se esboza un marco de las presidencias de la COP29 y la COP30 para ampliar la financiación climática para los países en desarrollo hasta al menos 1,3 billones de dólares anuales para 2035.

A diferencia de conferencias anteriores, la COP30 se centra en cerrar la brecha de ambición identificada por el Balance Mundial, una revisión periódica que permite a los países y otras partes interesadas, como el sector privado, hacer un inventario para evaluar el progreso colectivo del mundo en el cumplimiento de sus objetivos climáticos.

El primer balance se completó en la COP28 en 2023, celebrada en Dubái, revelando que los esfuerzos actuales son insuficientes y que el mundo no está en camino de cumplir el Acuerdo de París, alcanzado en la capital francesa en la COP21, en 2015.

Oportunidades de acción climática sostenibles

Pero aunque el Acuerdo de París, un tratado internacional jurídicamente vinculante sobre el cambio climático, partió con muy buen pie cuando entró en vigor en noviembre de 2016, esa unidad está hoy lejos de estar garantizada.

Siempre iba a ser difícil encontrar oportunidades de acción climática sostenibles y de gran impacto en medio de la turbulencia geopolítica. El presidente Donald Trump no solo retiró a Estados Unidos del Acuerdo de París, sino que ahora se ha reactivado en contra de los programas climáticos y apoya firmemente los combustibles fósiles. Y peor aún hay quienes escuchan su mensaje.

Sambou afirma que, aunque esta postura «podría afectar a la transición de los combustibles fósiles a las energías limpias, son muchos más los países que están a favor de las energías renovables que los que se oponen a ellas».

«Pero las cuestiones energéticas son complejas porque los combustibles fósiles han sido una forma de vida durante siglos, y los países desarrollados los han aprovechado para acelerar su desarrollo», renoce.

Más tarde, añade, «los países en desarrollo también comenzaron a descubrir su petróleo y gas, pero no deben tocarlos para acelerar su propio desarrollo y, en cambio, deben pasar a las energías renovables. Es una situación compleja».

Ilham Aliyev, presidente de Azerbaiyán, describió el petróleo como un «regalo de Dios» en la COP29 para defender la dependencia de su país de los combustibles fósiles a pesar de las preocupaciones por el cambio climático.

Transición energética

Esta declaración pone de relieve la complejidad de la situación, sobre todo porque se produjo solo un año después de que el histórico Consenso de los Emiratos Árabes Unidos, logrado en Dubái con gran esfuerzo en la COP28, incluyera la primera referencia explícita a «transición para abandonar todos los combustibles fósiles en los sistemas energéticos» en un acuerdo de la COP.

Como negociador, Sambou afirma que es muy consciente de esta dinámica, pero aconseja que la comunidad internacional «no combatirá con éxito los combustibles fósiles diciendo que son malos y perjudiciales; debemos hacerlo a través de la tecnología».

«Mostrando alternativas que funcionan, esta es una oportunidad para que el Sur global tome la iniciativa y presente las mejores prácticas en materia de energías renovables», aduce.

Y parece que hay pruebas que respaldan su optimismo. Un informe reciente muestra que la adopción de las energías renovables superará a la generación de carbón por primera vez en la historia en la primera mitad de 2025, y que la energía solar y eólica superarán el crecimiento de la demanda.

En esta ocasión, el Sur global tiene mucho trabajo por delante, ya que se espera que dé un paso al frente y proporcione el liderazgo que tanto se necesita, mientras los líderes occidentales se retiran para abordar los problemas urgentes de sus países, definidos por la escalada de las crisis económicas, los problemas de inmigración, los conflictos y el malestar social.

Sambou ve oportunidades en el liderazgo del mundo en desarrollo, especialmente a medida que se acumulan las pruebas científicas sobre los efectos de la crisis climática.

La Organización Meteorológica Mundial prevé que se mantengan las temperaturas globales récord, lo que aumentará los riesgos climáticos y podría marcar el primer quinquenio, 2025-2029.

Sambou afirma que no todo está perdido a la luz de los nuevos y ambiciosos planes de acción climática nacionales o las contribuciones determinadas a nivel nacional, las NDC.

En septiembre venció el plazo para presentar un nuevo conjunto de estas contribuciones, que servirán de guía para las negociaciones de la COP30.

En busca de soluciones escalables

Cada cinco años, se pide a los gobiernos signatarios del Acuerdo de París que presenten nuevos planes nacionales sobre el clima en los que se detallen objetivos más ambiciosos de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero y de adaptación.

«La ambición nunca ha sido un problema; lo que sigue siendo una cuestión apremiante es la falta de aplicación. Los planes de acción no pueden aplicarse sin financiación. Por eso es preocupante la fragmentación política actual, ya que si alguna vez ha habido un momento para permanecer unidos, es ahora. La supervivencia de la humanidad depende de ello», subraya.

Y añade: «En lugar de limitarnos a establecer nuevos objetivos en Belém, esta vez es mejor que impulsemos unas pocas soluciones escalables, compromisos de los que podamos responsabilizarnos firmemente, que 200 páginas de resultados que nunca se traducirán adecuadamente en acciones climáticas».

A pesar de los numerosos retos que se plantean y de dar un paso adelante y dos atrás aquí y allá, desde el corazón de la selva amazónica, se espera que el énfasis de la COP30 en el papel fundamental de los bosques tropicales y las soluciones basadas en la naturaleza impulse de manera significativa las medidas en favor del crecimiento medioambiental y económico.

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Cerraron el circuito Garganta del Diablo por la crecida del río Iguazú

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Cierre preventivo del circuito Garganta del Diablo por crecida del río Iguazú.

El Parque Nacional Iguazú suspendió parcialmente las visitas debido al aumento del caudal del río, tras intensas lluvias en la región. La medida busca preservar la seguridad de los turistas y del personal del área protegida.

Medida preventiva ante el aumento del caudal

La empresa Iguazú Argentina S.A., concesionaria del Parque Nacional Iguazú, informó el cierre preventivo del circuito Garganta del Diablo, uno de los principales atractivos del área protegida, debido al aumento significativo del caudal del río Iguazú.

Según el comunicado oficial, el último tren hacia el circuito partió a las 14:00 horas de este lunes, en el marco de un operativo preventivo de seguridad ante la crecida del curso de agua, ocasionada por intensas lluvias registradas en la cuenca superior durante las últimas horas.

La decisión fue adoptada en coordinación con las autoridades del Parque Nacional Iguazú y responde a los protocolos de contingencia hídrica que se aplican cuando los niveles del río superan los umbrales de seguridad establecidos.

Desde la empresa indicaron que se mantendrá un monitoreo constante del comportamiento del caudal y que la medida se revisará conforme evolucione la situación climática y fluvial. “Estas acciones buscan preservar la seguridad de todos los visitantes”, expresaron desde Iguazú Argentina.

Un fenómeno recurrente que impacta en la operación turística

El cierre del circuito Garganta del Diablo —ubicado en el extremo superior del Parque Nacional— se produce cuando el caudal del río Iguazú registra incrementos que comprometen la estabilidad de las pasarelas y plataformas de observación, situadas a escasos metros del salto principal.

En condiciones normales, el río Iguazú mantiene un caudal promedio de entre 1.200 y 1.800 metros cúbicos por segundo, aunque las crecidas pueden elevarlo a más de 10.000 m³/s, lo que obliga a suspender el acceso al circuito por razones de seguridad estructural.

El fenómeno no es inusual en esta época del año, cuando las lluvias en la cuenca alta del río —ubicada en el sur de Brasil— pueden generar aumentos bruscos del nivel en cuestión de horas.

En 2014 y 2023, episodios similares provocaron cierres temporales de hasta una semana, afectando parcialmente la actividad turística del Parque Nacional, que recibe más de un millón y medio de visitantes anuales.

La Administración de Parques Nacionales (APN) y la concesionaria Iguazú Argentina cuentan con un protocolo de actuación climática y fluvial, que incluye el cierre de senderos, evacuación preventiva y comunicación permanente con organismos de Defensa Civil y Prefectura Naval Argentina.

Seguimiento y reanudación de actividades

El personal técnico del parque continuará monitoreando en tiempo real los niveles del río Iguazú y la estabilidad de las estructuras del circuito, mientras las autoridades difunden reportes periódicos a través de los canales oficiales del Parque Nacional y de Iguazú Argentina.

Una vez que el caudal retorne a niveles seguros, se procederá a la reapertura del circuito, que constituye el punto de mayor atractivo turístico del área protegida y concentra la mayoría de los visitantes.

El comunicado concluye con un agradecimiento a los turistas por su comprensión y destaca que la prioridad es garantizar la integridad física de los visitantes y del personal operativo.

La empresa recordó que el resto de los circuitos Superior, Inferior y Sendero Macuco permanecen habilitados, bajo las condiciones meteorológicas y de seguridad establecidas.

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