El supuesto anti racismo de los neo-colonialistas

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A propósito de las críticas francesas a la selección Argentina

No parece casual que desde Francia se haya montado una campaña para desprestigiar a nuestro seleccionado múltiple campeón, pues hubo evidencias de silbatinas y otras muestras de desagrado profundo, en particular contra nuestro arquero Dibu Martínez, después de la muy disputada final del último mundial de Qatar. 

A las potencias colonialistas les resulta muy difícil aceptar una derrota, así sea en el plano deportivo, el cual siempre tiene connotaciones políticas. 

Previo al mundial, el referente del seleccionado galo de fútbol, Kylian Mbappé, había tenido comentarios con cierto tinte despectivo respecto a la supuesta superioridad futbolística de Europa respecto a Sudamérica o a toda Íbero América, lo cual no fue acorde a los resultados finales del mundial, ni a la propia historia de dichos torneos, con títulos mundiales repartidos entre ambos continentes. 

Si el cántico que pudo molestar (con muy dudosa fundamentación), es el que se refiere a la heterogeneidad de orígenes nacionales de los componentes del seleccionado francés de fútbol, eso no evidencia per se ideas racistas. 

Esa variedad de orígenes se refiere a las nacionalidades, no a los aspectos raciales…salvo que se tenga un sesgo mental muy acentuado, el que posiblemente tenga que ver con la prolongada y muy negativa historia de racismo muy acentuado de Europa, cuyas potencias llegaron a repartirse el continente africano, a fines del siglo XIX, en la Conferencia de Berlín de 1884-1885, como si fuera un conjunto de bienes mostrencos, sin importar para nada sus pueblos y sus derechos como tales. 

Tampoco les importó nada, a los hoy supuestamente anti racistas europeos, utilizar a los nativos de sus muchas colonias como carne de cañón, en las dos guerras mundiales. 

El saqueo de riquezas de África, por parte de los “civilizados” europeos, retrasó mucho las independencias de los países que hoy componen a ese sufrido continente, en procesos arduos que en casi todos los casos eclosionaron después de la segunda guerra mundial. 

Y las ex colonias africanas subordinadas a potencias europeas, continuaron en casi todos los casos tuteladas o fuertemente influenciadas por las potencias colonialistas. 

La miseria crónica que afecta a Haití, excolonia de Francia, es consecuencia directa de las leoninas condiciones impuestas a la nación insular, para que la potencia colonialista acepte la independencia haitiana, previamente conquistada por las armas por los bravos combatientes caribeños, quienes también fueron claves para las luchas independentistas de Simón Bolívar. Pero esto raramente se explica y difunde. 

La subordinación implícita o directamente explícita de casi toda África, respecto a las metrópolis colonialistas, puede interpretarse -con fuertes argumentos-, como la causal principal de la pobreza crónica que afecta a las naciones africanas. 

Esa pobreza crónica, en muchos casos con caracteres de miseria acentuada, además de los entornos de violencia interna que soportan muchos de los países africanos, evidencia ser la causa motivante de las sucesivas oleadas de personas que intentan llegar a Europa atravesando el Mediterráneo en busca de mejores condiciones de vida. 

Esto tiene un alto costo en vidas humanas, que se pierden en la azarosa travesía. Pero llegar a Europa no implicaría, según muchas referencias, ser automáticamente aceptados como inmigrantes legales. Y si lo fueran, eso no significaría el fin de las penurias, por distintos tipos de limitaciones, de muy trabajosas y eventuales superaciones, en procesos de integración que pueden ser prolongados o difícilmente concretables. 

Claro está que los pocos inmigrantes o descendientes recientes de inmigrantes procedentes del África Subsahariana, que demuestren buenas aptitudes deportivas, en especial futbolísticas, llegan a tener el camino allanado al bienestar económico y a la integración a estructuras deportivas. Y es muy posible que, en los casos de evidentes muy buenas aptitudes deportivas, se les facilite la obtención de ciudadanía a recientes inmigrantes, para integrarlos a clubes relevantes y a la selección nacional respectiva. Algo similar, pero con mucha menos prensa, y seguramente en escalas menores, sucede con las migraciones europeas internas, provenientes del este mucho más pobre, en particular de Albania, los países de la ex Yugoeslavia, y unas décadas atrás de Turquía. Pero esto parecería ser otro tema. 

Los propios procesos independentistas de África, en casi todos los casos tuvieron ribetes muy violentos y sangrientos, como en el Congo y en Argelia. En este último país, los colonialistas franceses, “perfeccionaron” sus métodos de torturas, alcanzando niveles de crueldad monstruosos. Algunos años después, los militares franceses fueron convocados para enseñar dichos “conocimientos” a sus pares de Argentina…tecnologías aplicadas en el “proceso”. 

Evidentemente, aunque la aun muy poderosa Europa, en especial las grandes potencias del Occidente del viejo continente, no lo quieran mencionar, son acentuadas las diferencias entre las “aceptaciones selectivas” de inmigrantes que parecen ser usuales en Europa (incluyendo a Francia), respecto a la amplia y generosa acogida a inmigrantes, que caracterizó a Argentina, integrando rápida y efectivamente a las oleadas inmigratorias europeas y otras, incluyendo a las también numerosas provenientes de naciones vecinas y hermanas de nuestra Sudamérica. 

En nuestro país, la integración de los inmigrantes fue tan profunda, que la historia muestra muchos casos de hijos directos de aquellos, que alcanzaron a ocupar cargos relevantes y desempeñar funciones muy importantes, sin discriminaciones de ningún tipo. 

Las “aceptaciones selectivas” de inmigrantes y de descendientes directos de ellos, parecen ser muy evidentes en la integración de seleccionados nacionales del viejo continente. Poner ese hecho en evidencia, no indica connotaciones raciales. Argumentar racismo parece ser una excusa para omitir el hecho evidente de las “nacionalidades por conveniencia” que se extienden como práctica en la vieja Europa, y parecen ser más acentuadas en Francia. 

Con más fundamentos fácticos, podrían considerarse prácticas neocolonialistas con sutiles (o no tanto) prejuicios racistas, las explotaciones de riquezas naturales que Europa en general, y Francia en particular, operan en sus excolonias africanas. El accionar conjunto de Níger, Mali y Burkina Faso, plantándose con dignidad en defensa de obtener precios justos por sus exportaciones de materias primas estratégicas, que Francia pagaba a valores de miseria, demuestra la persistencia de prácticas colonialistas, teñidas o no de prejuicios racistas, de los europeos, en detrimento de los sufridos pueblos de África. 

Esa realidad de explotación política y económica en detrimento de las naciones africanas excolonias de Europa, es muchísimo más relevante, que un simple cántico al que se le pretendió dar connotaciones de racismo que no parecen haber existido. 

Claro está, que analizar el tema desde una visión geopolítica con una perspectiva de defensa de Lo Nacional, les resulta intolerable a los que están operando claramente para destruir nuestra nación, buscando involucionarnos a una simple factoría que opere bajo propiedad y órdenes del extranjero. 

MGTR. CARLOS ANDRÉS ORTIZ 

Analista de Temas Económicos y Geopolíticos

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El cambio climático como herramienta del Neoimperialismo

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No es cuestión de negar o discutir los cambios climáticos ni los fuertes valores de contaminaciones producidas por diversas actividades del ser humano.

Como sea, lo único constante en el clima global, es el cambio permanente.

Pero el caso es que con similares formatos se crearon y manejaron precedentes “denuncias” que alertaban acerca de supuestas “inminentes catástrofes ambientales”.

Así pusieron como “fechas límites” para implementar cambios drásticos –y sin inocencia alguna, detener todo proceso de desarrollo-, en 2000 y luego 2010.

Entre muchos docentes de real valía, recuerdo en la Maestría en Gestión de la Energía, a un chanta total, invitado a disertar, al que en clase traté de mentiroso (y casi le dio un soponcio); el cual con el “cartelito” de Premio Nobel Alternativo (o algo así), que dieron a un numeroso grupo de supuestos “científicos” operadores del terrorismo ambiental, mostraba “chapa” pavoneándose como supuesto “gran experto”, diciendo vaguedades y burdas imprecisiones.

Pero las campañas de terrorismo ambiental (batiendo el parche sobre supuestas mega catástrofes ambientales, casi siempre mostradas como “inminentes” o “irreversibles”), nunca se detuvieron, fogoneadas incesantemente por numerosas ONGs “ecologistas” anglosajonas y sus ramificaciones en diversos países.

Sus edulcorados mensajes y campañas, pensados para atraer “progresías” diversas, tan fácilmente fanatizables como casi imposibles de hacer razonar con bases científicas sólidas, calaron en diversos sectores, tanto en “viudos del marxismo” como en sectores del “chetaje” (sectores de clases altas o que se sienten tales), con mucho tiempo disponible y poca o nula predisposición a realizar análisis serios y objetivos.

En todos los casos, los mensajes “ecologistas” omiten toda consideración al desarrollo socio económico…¡como si la miseria no produjera espantosa contaminación!

Claramente, el supra mensaje es preocuparse solo por el ambientalismo, desechando toda consideración al desarrollo, E incluso algunos extremistas pregonan agresivamente la “necesidad” de detener por completo todo desarrollo…sin importarles nada el ser humano.

Algunos desquiciados además afirmaron que “la plaga del mundo es el ser humano”, sin tomar conciencia que en tal caso, ellos son parte de esa “plaga”… ¡y proponen el exterminio!

Lo que se advierte del accionar y de algunos documentos emanados del Acuerdo de París (vinculado con el COP 21), es que el mismo conjunto de “recomendaciones” casi coercitivas para los Estados que las acepten, guarda mucha vinculación con le mentalidad eurocéntrica del siglo XIX, cuando las pautas culturales y gubernativas del viejo continente, eran el “modelo a seguir” para el resto del mundo, con muy pocas “rebeldías” que quebraron dichas imposiciones.

Claro está que ahora no es solo eurocéntrica esa visión, pues de acuerdo a lo que se pudo saber, los iniciadores del Acuerdo de París fueron las potencias del G 7, el núcleo duro del actualmente denominado Bloque Atlantista.
Hoy se puede definir como mentalidad eurocéntrica atlantista, pues con pautas del eurocentrismo de los siglos XVIII y XIX, tiene el formato geopolítico atlantista.

Explícitamente el G 7 se forma con las cuatro economías más poderosas de Europa Occidental (Alemania, Francia, Italia, Gran Bretaña), más EEUU, Canadá y Japón.

Bajo la mentalidad e intereses de esas mega potencias económico-políticas, las “recomendaciones” a otras naciones que adhieran al Acuerdo de París, tienen claras connotaciones coercitivas, disimuladas bajo palabrería diplomática ad hoc. 

En cambio, los apoyos económicos de las grandes potencias a las restantes naciones que “adhieran” (léase subordinen) al COP 21, son meramente declamativos y no los comprometen concretamente en nada; son solamente recomendaciones que no obligan  indefectiblemente a apoyos algunos, quedando sujetos al mero voluntarismo de las potencias del G 7, el cual muy posiblemente solo se concretará de acuerdo a los intereses y prioridades geopolíticas del Grupo de Poder Atlantista, formado por EEUU más Canadá, la UE, Japón y algunos aliados menores muy vinculados.

Tampoco es casual que el Bloque Continentalista, cuyo núcleo duro se compone de Rusia y China, más otros aliados importantes, no estuvo en la creación del Acuerdo de París, ni es tampoco un entusiasta promotor de dichos acuerdos supranacionales; si bien también hacen esfuerzos y acciones para mitigar las emisiones de polucionantes; como en China las transformaciones de centrales a carbón, para evitar en buena parte sus emisiones tóxicas, las plantaciones masivas de árboles para fijar el carbono (en lo cual usa a su enorme ejército), y las fuertes inversiones en energías no contaminantes, como la hidroeléctrica y la nuclear; mientras que Rusia también construye nuevas centrales nucleares (las grandes hidroeléctricas ya las tiene hechas) y se basa en su abundante gas natural, el cual es mucho menos contaminante que otros hidrocarburos.

Tampoco es casual que ciertos comentaristas del Acuerdo de París, alineados con el Poder Atlantista, con diversos tonos de mensajes, noticias pseudo culturales e incluso opiniones en muchos casos ignotas “de buenas fuentes”, distorsionen datos y ataquen al vastísimo plan de usinas nucleares e hidroeléctricas de China; así como critiquen el masivo abastecimiento de gas ruso a Europa, con varios enormes gasoductos…muy atacados por el poder mediático alineado con EEUU, potencia que quiere abastecer a Europa con gas natural transportado por grandes buques metaneros.

Con la doble vara típica del poder imperial atlantista, al Cop 21 no parece importarle la enorme huella de carbono que causaría el tráfico constante de barcos metaneros, que resultarían no solo más costosos sino mucho más  contaminantes que los gasoductos rusos a Europa.

Esos “datitos” de la doble vara del Atlantismo, que evidencia manejar o al menos influir fuertemente sobre el Acuerdo de París – Cop 21, que son muy gruesos y contundentes, no nos deben hacer desechar otras evidencias, que nos tocan más de cerca a los íbero americanos, africanos y algunas naciones asiáticas poco desarrolladas; de la concepción eurocéntrica hoy devenida en Atlantista, de ese grupo de poder basado en temas de medio ambiente.

El Atlantismo en el Acuerdo de París, apenas menciona a las hidroeléctricas (la fuente más eficiente de energía renovable), y casi ni apoya a las nucleares.

El Cop 21 y las ONGs vinculadas a esos poderes, no solo apenas citan a las hidroeléctricas, y el ecologismo duro y cavernario las ataca con tanta saña como falsos argumentos, y el tema no parece importarle mucho al Acuerdo de París. En buena parte, eso parecería vinculado al hecho que las potencias del G7 prácticamente ya construyeron todas o casi todas las hidroeléctricas que sus cuencas hídricas permiten. O sea que para ellos –las potencias del G 7- la
hidroelectricidad dejó de ser una alternativa para cubrir incrementos de la demanda. ¡Ya las construyeron todas!

Pero esa no es la realidad de Íbero América, de África y de algunos países asiáticos, incluyendo en ello a la hoy poderosa China. ¿Por qué nos miden con la misma vara, teniendo realidades distintas? ¿Por qué el ultra ecologismo mantiene feroces campañas de terrorismo  ambiental, en contra de las hidroeléctricas? ¿Qué negocios y que objetivos geopolíticos motivan esas campañas del ecologismo cavernario?

Tampoco el Acuerdo de Paris evidencia mucho entusiasmo respecto a las nucleares, pese a que este tipo de centrales produce energía de calidad, a costos bajos y con muy reducidos niveles de contaminación.

En este caso resulta muy claro que el desarrollo tecnológico nuclear, resulta un poderoso factor de inducción del desarrollo, y si los pobres y subordinados de hoy nos desarrolláramos, dejaríamos de vender baratas nuestras materias primas, y no aceptaríamos imposiciones neocolonialistas. ¡Por ahí va la cosa!

Pero así como el Acuerdo de París se muestra renuente a promover los desarrollos de las eficientes, económicas y limpias energías hidroeléctrica y nuclear; en cambio se muestra muy activo para promover, apoyar e incluso inducir al financiamiento de las muy promocionadas energías “renovables” eólica y solar.

¿Tiene lógica ambiental y de auténtica promoción del desarrollo socio económico esa doble vara del Acuerdo de París y de los poderes asociados, no promocionando hidros y nucleares, pero en cambio apoyando enfáticamente eólicas y solares? ¡Realmente no! Entonces, ¿que otros factores concretos se pueden inferir?

La incoherencia del Acuerdo de París se da de bruces con la crisis energética que afecta seriamente a Europa, en particular a naciones muy subordinadas a los mandatos del ecologismo cavernario, como Alemania y España, que apostaron en forma desmedida a eólicas y solares –que producen energías intermitentes-, de baja calidad, y cuyas fuentes de generación, el viento y el sol, no pueden ser manejados por el ser humano.

Para agravar la cosa, Europa está siendo fuertemente presionada por su “aliado” mayor, EEUU, para no seguir comprando gas a Rusia, o al menos disminuir o congelar los volúmenes de importaciones, que por cierto son cuantiosos.

De ahí las presiones para no completar el gran gasoducto del Báltico, el Nord Stream 2, que sin intermediarios ni trayectos por otros países, discurre entre Rusia y Alemania.

Si el panorama es complejo y costoso para potencias mega desarrolladas, como Alemania, que en ese contexto ve aumentar en exceso sus costos de la energía, quitándole competitividad; la cosa es mucho peor y mucho más preocupante para Íbero América y África, pues al enfatizar desmedidamente las ineficientes y costosas energías eólica y solar, nos están poniendo un pesado salvavidas de plomo, del que si no nos libramos pronto y muy decididamente, nos atará al subdesarrollo permanente.

Más de un incauto o desinformado se preguntará: ¿Por qué salvavidas de plomo las eólicas y solares?

Porque producen energía cara (nunca mencionan sus costos por kWh) y de muy baja calidad, por sus intermitencias; sus importantes costos ambientales, cuidadosamente encubiertos por sus promotores a ultranza (¡no son “energías limpias”); las cortas vidas útiles de sus instalaciones generadoras, que transformadas en chatarras caras al término de sus períodos activos, son de difícil y costosa degradación. Y principalmente, porque si se usaran esas energías como bases del respectivo sistema eléctrico, su funcionamiento sería caótico, por sus intermitencias y fluctuaciones muy acentuadas del voltaje.

Lo precedente, si se perpetrara, significaría un crónico cuadro de pobreza energética, con tarifas muy altas y poca calidad del servicio; lo cual nos ataría al subdesarrollo crónico, lo cual es un encubierto pero claro objetivo del núcleo del Poder Atlantista, vinculado el mismo a la globalización salvaje.

Ese fenómeno de acciones para impedir el desarrollo, lo explicó muy didácticamente el economista coreano Ha-Joon Chang en su libro “quitando la escalera”.

Por otra parte, el volumen de contaminación que puede causar un país semi industrializado con muy baja densidad poblacional, como Argentina, es insignificante y prácticamente “ni mueve la aguja” de la contaminación mundial, si se compara con la provocada por las Potencias Atlantistas y otras naciones de grandes volúmenes de actividades económicas y densidades poblacionales, como India y China. Y seguramente, los índices de contaminación per cápita de Haití, sumido en la más abyecta pobreza, con seguridad son superiores a los nuestros.

Carece por completo de coherencia que a Argentina la quieran encorsetar en agresivas pautas dudosamente “ambientalistas”, como imponernos masivamente los ”ventiladores” eólicos y los “espejitos de colores” de las fotovoltaicas; por nuestra bajísima incidencia en la contaminación global; imponiéndonos energías caras y muy ineficientes.

Tampoco se entiende o justifica, que quienes se rasgan las vestiduras por las destrucciones ambientales y grandes huellas de carbono, ni siquiera mencionen los efectos ambientales muy negativos de sostener guerras de muy alta intensidad (como las del  intervencionismo en Afganistán, en Iraq, en Siria, etc.); y de mantener en funcionamiento enormes sistemas bélicos, como los de todas las grandes potencias. Pero claro…¡de algunas cosas no se habla!

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Neocolonialismo energético y mentiras sustentables

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En forma que se podría calificar de sutilmente descarada, las Potencias Atlantistas están difundiendo la “agenda ambiental”, que ellos mismos redactaron, para después pretender imponerla coercitivamente a todo el mundo…sobre todo al mundo subdesarrollado de Íbero América y África.

La voz cantante en ese verdadero operativo neocolonialista, la está teniendo la Unión Europea, cuyos integrantes tienen sin duda “amplia experiencia” en la práctica del colonialismo –incluso en sus versiones más violentas e inhumanas- a escala planetaria.

Claro está que con Joe Biden, el “Estado profundo” que maneja EEUU, está dando evidencias de adoptar la misma agenda, con imposiciones “sustentables” y “ambientales” que apenas permiten ocultar el sesgo neocolonialista en su versión siglo XXI.

Esta versión actualizada del neocolonialismo, es muy claro que utiliza como mascarón de proa al ambientalismo en su versión más ultra y cavernaria, para suplantar e incluso desplazar totalmente toda idea – fuerza que pretenda impulsar el desarrollo socio económico. ¡Nos quieren dóciles proveedores de materias primas, a precios impuestos por “el mercado”, o sea “ellos”!

Por supuesto, imponer “agendas ambientales” con componentes abstrusos que omiten e incluso impiden el desarrollo, es apenas la “cara amable” del neocolonialismo, pues siguen teniendo a disposición las herramientas más “tradicionales” de intervencionismo.

Esas múltiples herramientas del neocolonialismo son:
 Las grandes agencias noticiosas transnacionales, los entes “independientes” como la SIP (Sociedad Interamericana de Prensa) y los grandes medios.
 Los manejos e injerencias en las redes sociales (cada vez más evidentes).
 Las múltiples y muy agresivas ONGs de distintos tipos que operan para el mismo fin (pseudo ecologistas, derecho – humanistas, feministas, “democráticas” de corte libertario o similares, etc.), muchas de ellas británicas.
 Las presiones políticas directas sobre los Estados “indóciles” (a los que adosan el sambenito de “regímenes dictatoriales” o “poco democráticos”).
 Los bloqueos económicos.
 Las presiones e imposiciones financieras, que incluyen inducciones al endeudamiento brutal, el que incluye la primarización forzosa de las economías.
 Los golpes de Estado de diversos formatos “blandos”, que usan el llamado lawfare (“exitoso” formato) que usa a sectores corrompidos del poder judicial, mercenarios de los medios masivos de comunicación, agentes de “los servicios” precooptados con claras sumisiones al neoliberalismo apátrida, sectores políticos ultra conservadores, y militares muy colonizados mentales, como los proceseros de Argentina y sus derivados.
 Los golpes de Estado de formatos tradicionales, como los perpetrados en Honduras y en Bolivia.
 Las intervenciones militares semiencubiertas, como hubo varias en África, y con más prensa, en Siria.
 Las agresiones militares lisas y llanas, con las que amenazan a Estados débiles.
 Y ahora, como formato “amable” y muy edulcorado, el neocolonialismo climático, con operadores con guiones bien estudiados como para convencer incautos y desinformados. Uno de sus mascarones de proa es la jovencita sueca Greta Thunberg, que incluye gesticulaciones elaboradas y discursos disruptivos, difícilmente creíbles en alguien tan menuditamente joven.

El sesgo a favor del “terrorismo climático” es muy evidente en el muy diferente nivel de difusión que se da a la “niña rebelde” Greta Thunberg, respecto a su opositora, la alemana también muy joven Naomí Seibt.
Esta última comenzó como militante alarmista del cambio climático, para después convertirse en el polo opuesto, siendo hoy denunciante del que llama “el fraude climático”.

Si bien es muy discutible coincidir con el enfoque tremendista de Greta, también es difícil hacer causa común con Naomí. Ambas voceras del eurocentrismo, que tantos perjuicios causó al mundo en los últimos 500 años.

Eurocentrismo que al incluir a la América Anglosajona, pasa a ser el núcleo del agresivo Atlantismo, bloque de poder mundial que opera y presiona para imponer la ultra globalización, con la consecuente desaparición de los Estados naciones ubicados fuera de ese epicentro del poder neocolonialista.
Las patas económicas en las que se sostiene el neocolonialismo actual, son el neoliberalismo y su reciente versión recargada, el libertarismo.

Antes el colonialismo tradicional utilizó al liberalismo como herramienta de sumisión cultural y económica de los pueblos a los que buscaban convencer del “beneficio” de someterse a la total primarización de sus economías.

Esa doctrina como temible instrumento de dominio extranjero, fue descripta magistralmente por Friedrich List, en el siglo XIX, siendo sus ideas las bases de acciones en las que se sustentó la rápida transformación y desarrollo económico de Alemania (su patria natal), y EEUU, su patria de adopción.

En años recientes, el economista coreano Ha Joong Chang, con su contundente libro “Retirar la escalera”, describió la perversa hipocresía del discurso cerradamente neoliberal, que las actuales potencias económicas, imponen al mundo subdesarrollado, para impedir que salgan del subdesarrollo permanente.

Con la misma finalidad, ahora apelan al terrorismo ambiental, herramienta del neocolonialismo climático, cuya predicada “sustentabilidad” se basa en mentiras, verdades a medias y cuidadosos ocultamientos de datos “ambientalmente incorrectos”.

La imposición a ultranza de las ineficientes y muy caras energías eólica y solar; así como los ataques amañados a las energías hidroeléctrica y nuclear, son los ejes principales de acciones de estos nuevos agentes al servicio del “sustentable” subdesarrollo crónico.

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