Los datos del INDEC, referidos al mercado laboral para el primer trimestre de 2025, dejaron alertas. Como se observa en todo el país, aún están frescos los impactos de la recesión, el ajuste fiscal y su consecuente contracción del consumo y sus embates a los indicadores de empleo.
Los datos muestran a Posadas registrando retrocesos en las principales variables clave del mercado de trabajo, aunque no menos relevante, aún con ese deterioro, es que el aglomerado misionero sigue destacándose como el de mejores indicadores laborales dentro del NEA, sosteniendo así su ya histórico liderazgo regional.
Inevitablemente, hay dos miradas que no dejan de ser complementarias al respecto: en primer lugar, reconocer que Posadas no es ajena a la crisis y sufre, naturalmente, sus impactos.
Sin embargo, cabe resaltar, enfrenta ese temporal desde una base más robusta. Hay dos datos puntuales que reafirman esto: aún con caída, es el único aglomerado de la región que tiene más del 45% de tasa de actividad y es el único, también con descensos, que superó el 40% de tasa de empleo. No es menor.
La evolución de los indicadores de trabajo en Posadas tiene matices: entre la caída y la resistencia. Si hacemos una mirada más amplia, observando que pasó en los últimos tres años (es decir, entre el primer trimestre de 2023 y el primero de 2025) vemos que la tasa de actividad pasó de 48,3% a 45,1%. Esta contracción de poco más de tres puntos porcentuales podría reflejar un mercado laboral con menos incentivos: es decir, que hay más personas que podrían haber abandonado la búsqueda de empleo. Por su parte, la tasa de empleo pasó del 46,0% a inicios de 2023 al 42,4% actual: la caída acumulada es de 3,6 puntos entre los extremos, mostrando una dificultad para sostener (primero) y generar (luego) puestos de trabajo.
A la par, la desocupación también subió: del 4,7% en el primer trimestre de 2023 al 6,0% en 2025. Si bien este último valor no es el más alto de toda la serie, se observa que viene en aumento por tercer trimestre consecutivo.
A primera vista, este cuadro puede parecer preocupante y, de hecho, lo es. Enciende muchas más alertas de las que ya había. Pero todo tiene que ser puesto en un contexto y, en este caso, es el regional.
El promedio regional del NEA permite dimensionar mejor la posición relativa de Posadas. Al primer trimestre de 2025, la tasa de actividad en el NEA es de 42,7%, dos puntos y medio por debajo de Posadas. Si bien la distancia se achicó respecto a los más de tres puntos que los separaban en 2023, la capital misionera sigue liderando en participación laboral.
En cuanto al empleo, la diferencia también persiste: 42,4% en Posadas contra 40,1% en el conjunto regional. Aquí también hubo un achicamiento de la brecha (de 3 a 2,3), pero la ciudad sigue posicionándose mejor que el promedio.
En materia de desocupación, el dato es clave: mientras Posadas cerró el primer trimestre de 2025 con una tasa del 6,0%, el NEA en su conjunto alcanzó el 6,1%. Es cierto que la diferencia es mínima, pero no menor: a pesar del deterioro reciente, Posadas no sólo evita superar el promedio regional, sino que lo hace con una base laboral más amplia y activa.
Esto significa que, en una plaza donde más personas buscan empleo, aún se sostiene un mejor equilibrio entre oferta y demanda laboral.
Pero más allá de estos indicadores, hay otros que nos permiten ampliar el análisis. Además de más o menos empleo, hay que hablar de la calidad del empleo. El dato de ocupados demandantes de empleo (personas que, estando ocupadas, buscan otro trabajo) muestra que Posadas pasó de un 11% a inicios de 2023 al 7,8% en 2025. Si bien el dato es superior a los niveles del NEA (7,6%), hay que es clave ver la evolución: contra 2023, los ocupados demandantes cayeron 3,2 puntos en Posadas y -2,2 en NEA; si lo comparamos, en cambio, contra el último trimestre 2024 (es decir, para ver la evolución de los últimos tres meses) en Posadas cayó 2,6 puntos y en NEA apenas 0,3.
Este comportamiento sugiere que, si bien Posadas presenta un nivel levemente superior de ocupados que aún buscan otro empleo respecto al promedio regional, la dinámica reciente muestra una mejora más acelerada y consistente.
Esto permite hacer dos lecturas complementarias: por un lado, podría reflejar cierta recomposición en la calidad del empleo en Posadas, donde más trabajadores logran sostener ocupaciones más estables o satisfactorias; por el otro, la mejora también podría estar explicada por un factor clave que suele impulsar la búsqueda de otro trabajo: los ingresos. Si bien aún no se dispone de información directa sobre evolución salarial a nivel local, es razonable suponer que cuando se produce una recomposición relevante (o al menos suficiente) de los ingresos, los trabajadores ocupados reducen su intención de cambiar de empleo, ya que logran satisfacer la principal demanda que los llevaba a buscar mejores condiciones. Así, una caída en los ocupados demandantes puede ser tanto señal de mejora cualitativa del empleo como de cierta estabilización del poder adquisitivo.
Veamos ahora qué pasó con la subocupación, es decir, la cantidad de personas que trabajan menos de 35 horas y quieren trabajar más.
Posadas llegó a tener un pico fuerte en el tercer trimestre del 2024 donde llegó al 15,1%; sin embargo, al primer trimestre 2025 esta tasa se ubicó en 7,3%, la más baja en cinco años. Si bien también se posiciona por encima del NEA (5,5%) se vuelve a presentar un escenario similar al anteriormente descripto: la velocidad en la reducción es muy importante: -2,1 puntos contra el trimestre anterior para Posadas vs.-1,7 en la región.
¿Cuáles podrían ser las razones que explican una baja en la subocupación? Si somos optimistas, esto podría darse a partir de una mejora en la cantidad de horas trabajadas o incluso por mejoras en ingresos por hora trabajada, aunque también, si somos más pesimistas, podría deberse por desaliento (dejar de buscar ese segundo empleo).
En algunas semanas, cuando se conozcan los microdatos de la EPH, podremos saberlo con mayor precisión.
Ahora bien, volvamos al origen de este análisis. Posadas no mejoró sus indicadores, pero resiste. ¿Cuáles pueden ser algunas claves de esto? La ciudad tiene elementos estructurales que pueden explicar esta resiliencia relativa. La capital misionera cuenta con una matriz de servicios más diversificada, una infraestructura urbana más desarrollada y un mercado de consumo más activo que otros aglomerados del NEA. El comercio y los servicios personales, aunque golpeados por la caída de ingresos, siguen siendo generadores de empleo. Además, la articulación entre programas provinciales y el sostenimiento de políticas de inclusión laboral han permitido cierta contención en los momentos más críticos.
También el dinamismo de sectores como el turismo le otorga a Posadas una ventaja competitiva en relación con otros centros urbanos de la región, que dependen más de la obra pública o de empleos estatales directos.
Si bien el liderazgo laboral de Posadas dentro del NEA es indiscutido, por cifras y por estructura, no debe ser razón para descansar en laureles. Más bien, los últimos datos deberían servir como alerta. La dinámica que mostraron los indicadores de actividad, empleo y calidad del trabajo evidencia tensiones crecientes en el mercado laboral local que son fruto de una crisis nacional de la cual es difícil “salir solo”, pero también exhorta a reforzar las capacidades locales. La resiliencia posadeña (y misionera en general) ya se ha manifestado de manera contundente en muchas oportunidades y esta vez deberá volver a mostrar esa capacidad de reinvención.