Chile recibe la primera línea de liquidez a corto plazo del FMI

Compartí esta noticia !

  • Las autoridades chilenas han aceptado una oferta para una Línea de Liquidez de Corto Plazo (LLCP) por un monto aproximado de USD 3.500 millones (145% de la cuota, el máximo posible bajo este mecanismo), y han comunicado al FMI su decisión de cancelar la Línea de Crédito Flexible (LCF). La LLCP apuntalará la resiliencia económica de Chile al proporcionar un respaldo frente a posibles necesidades de liquidez moderadas y de corto plazo.
  • Este es el primer acuerdo para una LLCP aprobado por el FMI. Este instrumento, creado en 2020, provee un respaldo rotatorio y renovable para países miembros con fundamentos e historiales de políticas muy sólidos. Los criterios de calificación para la LLCP son los mismos que para la Línea de Crédito Flexible (LCF).
  • Tras una respuesta rápida y de gran alcance ante la pandemia de COVID-19, la recuperación en Chile está afianzada, las políticas macroeconómicas se han recalibrado y las autoridades han acumulado abundantes reservas de liquidez, lo que le permite a Chile realizar de manera exitosa la transición hacia la LLCP.

Chile ha aceptado hoy la oferta del Fondo Monetario de Internacional (FMI) para un acuerdo de un año en el marco de la Línea de Liquidez a Corto Plazo (LLCP), por un monto de alrededor de USD 3.500 millones (145% de la cuota, o el equivalente a DEG 2.529 millones, el monto máximo bajo este instrumento). Las autoridades además comunicaron al FMI su decisión de prescindir del actual acuerdo en el marco de la Línea de Crédito Flexible (LCF) ( véase el Comunicado de Prensa No. 20/227).

Este es el primer acuerdo aprobado para una LLCP, instrumento que fue establecido el 21 de abril de 2020 ( véase el Comunicado de Prensa 20/180). [1] Esta línea está diseñada como un respaldo de liquidez para países miembros con marcos de política económica y fundamentos económicos muy sólidos que se enfrentan a posibles necesidades de balanza de pagos moderadas y de corto plazo. Los beneficiarios pueden recurrir a la línea de liquidez en cualquier momento que surjan dichas necesidades. Los desembolsos no se escalonan ni están vinculados al cumplimiento de metas de política económica, como ocurre con los programas ordinarios del FMI. Tal como se contempla en la política de la LLCP, las autoridades chilenas tienen previsto asignar a la LLCP un carácter precautorio.

Tras una respuesta rápida y de gran alcance ante la pandemia de COVID-19, la recuperación en Chile está afianzada. Las autoridades han recalibrado eficazmente las políticas macroeconómicas y han constituido abundantes reservas de liquidez al tiempo que han preservado la estabilidad macroeconómica y la sostenibilidad fiscal. La LLCP complementará los colchones de liquidez existentes, apuntalará la resiliencia y servirá para emitir una señal de confianza en la gran solidez de los fundamentos y las políticas de Chile.

Chile cumple con los criterios de calificación a la LLCP en virtud de la gran solidez de sus fundamentos y marcos institucionales de política económica, una trayectoria sostenida de implementación de políticas muy sólidas y el compromiso de las autoridades de mantener esas políticas en el futuro. Los criterios para acceder a la LLCP son los mismos que para la Línea de Crédito Flexible (LCF), lo cual facilita la transición entre los dos acuerdos.

Al término de las deliberaciones del Directorio Ejecutivo sobre Chile, el Sr. Bo Li, Subdirector Gerente y Presidente Interino del Directorio, realizó la siguiente declaración:

“Me complace mucho que Chile haya aceptado la oferta de una LLCP del FMI, lo que convierte al país en el primer usuario de este instrumento especial e innovador.

“Chile cuenta con fundamentos y marcos de políticas muy sólidos, y con una trayectoria sostenida en la aplicación de políticas que han apuntalado la resiliencia del país frente a choques de gran magnitud. Los marcos de política sumamente sólidos están anclados en una regla de balance fiscal estructural de larga data, metas de inflación creíbles acompañadas de un tipo de cambio de libre flotación y un sistema financiero sólido respaldado por regulaciones y una supervisión eficaz.

“Tras una notable campaña de vacunación y una respuesta eficiente y bien coordinada de políticas, la economía chilena se ha recuperado rápidamente de las consecuencias de la pandemia de COVID-19. El avance logrado en la recalibración de las políticas macroeconómicas y la constitución de holgadas reservas de liquidez facilitan la exitosa transición a la LLCP, lo cual reforzará aún más la resiliencia externa de Chile al proporcionar un respaldo de liquidez rotatorio en moneda extranjera.”

[1] El FMI realiza ofertas de acuerdos en el marco de la LLCP a los países miembros que cumplen los requisitos. El Directorio aprueba la realización de una oferta. El acuerdo entra en vigor una vez que el FMI confirma que ha recibido la comunicación firmada del país miembro, incluida la aceptación de la oferta y los compromisos en materia de políticas. 

Compartí esta noticia !

Pese a la crisis política el FMI destacó la recuperación económica del Perú

Compartí esta noticia !

El Fondo Monetario Internacional concluyó la consulta del Artículo IV con Perú y destacó a través de un comunicado que “La solidez de las cuentas externa y fiscal, la idoneidad de la cobertura de las reservas, el acceso a los mercados internacionales de capital, el bajo nivel de la deuda pública y la resiliencia del sector financiero le ofrecen a Perú amplios márgenes de protección frente a shocks adversos”.

El Directorio Ejecutivo del Fondo Monetario Internacional (FMI) concluyó la Consulta del Artículo IV [1] con Perú el pasado 29 de abril de 2022.

En 2021, la actividad económica peruana se recuperó con fuerza de la desaceleración más profunda sufrida en décadas. Las contundentes políticas de respuesta desplegadas en 2020 contribuyeron a mitigar el impacto de la pandemia y sentaron las condiciones para una rápida recuperación. Los avances en la campaña de vacunación permitieron levantar gradualmente las restricciones de movilidad relacionadas con la COVID-19. El PIB real aumentó 13,3% en 2021, respaldado por una vigorosa demanda externa, términos de intercambio favorables y una demanda interna reprimida. Superó el nivel previo a la pandemia, pero se mantiene por debajo de la tendencia observada antes de la pandemia. La participación en la fuerza laboral y el empleo total no se han recuperado del todo. La pobreza aumentó significativamente en 2020 y aún se sitúa por en encima de los niveles previos a la pandemia, pese a cierta mejora en 2021. La volatilidad en los mercados financieros ha aumentado en medio de la mayor incertidumbre política.

Las perspectivas están rodeadas de gran incertidumbre y los riesgos se inclinan a la baja. Se prevé que el crecimiento se desacelere a 3% en 2022 a medida que las condiciones externas se tornen más restrictivas y que se repliegue el estímulo mediante políticas. Los riesgos externos derivados de las tensiones geopolíticas actuales, un marcado endurecimiento de las condiciones financieras mundiales, la persistencia de los trastornos de las cadenas de abastecimiento mundiales y una desaceleración abrupta del crecimiento en China, el principal socio comercial de Perú, podrían frenar el crecimiento. En el plano interno, nuevos brotes de COVID podrían conducir al restablecimiento de medidas de contención, en tanto que la incertidumbre política y los trastornos sociales podrían empañar la inversión privada. Las presiones inflacionarias podrían resultar más persistentes y requerir un endurecimiento más rápido de la política monetaria. Un avance más veloz en materia de contención de la pandemia, a nivel tanto nacional como internacional, y una moderación de la incertidumbre política podrían producir sorpresas positivas.

La gran solidez de los marcos de política y los amortiguadores macroeconómicos de Perú, complementada por un acuerdo en el marco de la LCF que llega a su fin el 27 de mayo, contribuirán a proteger a la economía de los riesgos a la baja. La solidez de las cuentas externa y fiscal, la idoneidad de la cobertura de las reservas, el acceso a los mercados internacionales de capital, el bajo nivel de la deuda pública y la resiliencia del sector financiero le ofrecen a Perú amplios márgenes de protección frente a shocks adversos.

Evaluación del Directorio Ejecutivo [2]

Los directores ejecutivos estuvieron de acuerdo con los lineamientos principales de la evaluación del personal técnico. Felicitaron a las autoridades peruanas por una contundente política de respuesta macroeconómica, sustentada por muy sólidos marcos y márgenes de maniobra para la aplicación de políticas, que ayudaron a mitigar el impacto de la pandemia de COVID-19 y a respaldar una vigorosa recuperación económica. Los directores señalaron, sin embargo, que las perspectivas económicas siguen siendo muy inciertas, y los riesgos internos y externos son todavía elevados. En este contexto, estuvieron de acuerdo en que la combinación de políticas adoptadas tendrá que alcanzar un equilibrio entre responder al aumento de la inflación y gestionar los riesgos a la baja para el crecimiento, mientras se sigue revirtiendo el impacto de la pandemia en el empleo y la pobreza. Los directores también subrayaron la importancia de mantener y seguir fortaleciendo los marcos instituciones de política económica.

Los directores convinieron en que en términos generales la política fiscal debería mantenerse neutral a corto plazo, pero será necesaria una consolidación gradual, que abarque la movilización de ingresos y la racionalización del gasto, incluida la reforma de las pensiones, para abordar nuevas necesidades de gasto y preservar al mismo tiempo la sostenibilidad fiscal. Celebraron las medidas adoptadas por las autoridades para aclarar las intenciones en materia de políticas alineando las reglas fiscales y el marco presupuestario a mediano plazo, así como su compromiso de reforzar el Consejo Fiscal mediante la asistencia técnica del FMI.

Los directores estuvieron de acuerdo en que el endurecimiento de la política monetaria está justificado para lograr que la inflación y las expectativas inflacionarias retornen al nivel fijado como meta y adaptarse a condiciones financieras más restrictivas a nivel mundial. Si bien las intervenciones en el mercado cambiario están justificadas para contener la volatilidad excesiva, los directores recalcaron que reducir su frecuencia facilitaría el desarrollo del mercado y la desdolarización.

Los directores respaldaron la desarticulación gradual de las medidas fiscales relacionadas con la pandemia en un contexto de vulnerabilidades limitadas del sistema financiero. Coincidieron en que es importante subsanar las deficiencias en el marco regulatorio y de supervisión y seguir mejorando la evaluación de riesgos sistémicos para reforzar la resiliencia financiera. Los directores señalaron que la adopción de una moneda digital del banco central requerirá una evaluación detallada de los riesgos y costos.

Los directores convinieron en que la agenda renovada de reformas estructurales en el contexto del proceso de adhesión a la OCDE será fundamental para mitigar las secuelas de la pandemia y respaldar una recuperación verde e inclusiva. Subrayaron la importancia de abordar la informalidad, sobre todo entre las mujeres. Para ello, será crucial mejorar la eficacia de los servicios públicos e incrementar la transparencia, por ejemplo, mediante la reforma de la administración pública y medidas para luchar contra la corrupción, y establecer un entorno regulatorio y jurídico estable y previsible. También será necesario tomar medidas para reducir los riesgos del cambio climático, facilitar la transición a una economía de bajas emisiones y contribuir a los esfuerzos mundiales de mitigación.


[1] Conforme al Artículo IV de su Convenio Constitutivo, el FMI mantiene conversaciones bilaterales con sus miembros, habitualmente todos los años. Un equipo de funcionarios del FMI visita el país, recaba información económica y financiera y analiza con las autoridades la evolución del país y sus políticas en materia económica. Tras regresar a la sede del FMI, los funcionarios elaboran un informe que sirve de base para el análisis del Directorio Ejecutivo.[2] Al concluir las deliberaciones, la Directora Gerente, como Presidenta del Directorio, resume las opiniones de los Directores Ejecutivos, y el resumen se comunica a las autoridades del país. En el siguiente enlace consta una explicación de las expresiones utilizadas en las exposiciones sumarias: http://www.IMF.org/external/np/sec/misc/qualifiers.htm

Compartí esta noticia !

Los sistemas de seguimiento de deuda demuestran ser inadecuados

Compartí esta noticia !

El 40 % de los países de ingreso bajo no han publicado datos de su deuda soberana durante más de dos años. Un nuevo informe del Banco Mundial presenta una evaluación completa de la transparencia de la deuda en estas economías, y proporciona una hoja de ruta para los responsables de formular políticas sobre cómo aumentar la transparencia de la deuda.

En un contexto de niveles récord de deuda soberana, se observan enormes brechas en los sistemas de seguimiento de deuda. La presentación de informes incongruentes representa un riesgo adicional para los países más pobres

En un momento en que la deuda soberana de los países más pobres ha alcanzado niveles extremadamente altos, los sistemas mundiales y por país para realizar su seguimiento demuestran ser inadecuados. Estas brechas hacen más difícil evaluar la sostenibilidad de la deuda, y en los países sobreendeudados reestructurar la deuda de manera inmediata y generar una recuperación económica duradera, según un nuevo informe del Banco Mundial.

El informe, Debt Transparency in Developing Economies (La transparencia de la deuda en las economías en desarrollo), constituye la primera evaluación integral de los sistemas mundiales y nacionales de supervisión de la deuda soberana. Según esta publicación, la vigilancia de la deuda hoy depende de una combinación de bases de datos con diferentes normas y definiciones y distintos grados de confiabilidad, confeccionadas por diversas organizaciones. Estas incongruencias dan lugar a grandes variaciones en los registros de la deuda disponibles públicamente en las economías de ingreso bajo: alcanzan hasta el 30 % del PIB de un país, en algunos casos.

“Los países más pobres saldrán de la pandemia de COVID-19 con las cargas de deuda más grandes de las últimas décadas, pero una transparencia limitada de la deuda retrasará aspectos críticos como la conciliación y la reestructuración de la deuda”dijo David Malpass, presidente del Grupo Banco Mundial. “Mejorar la transparencia de la deuda requiere un marco sólido de gestión de la deuda pública, un registro y sistemas de gestión de la deuda integrados, y mejoras en la supervisión mundial de la deuda. Las instituciones financieras internacionales, los deudores, los acreedores y otras partes interesadas, tales como las agencias de calificación crediticia y la sociedad civil, tienen que desempeñar un papel clave para fomentar la transparencia de la deuda”.

Según el estudio, el 40 % de los países de ingreso bajo no han publicado datos de su deuda soberana durante más de dos años, y muchos de aquellos que  la publican tienden a limitar la información a la deuda del Gobierno central. Muchos países en desarrollo están recurriendo cada vez más a préstamos respaldados por recursos, con los cuales los Gobiernos aseguran la financiación poniendo futuros flujos de ingresos como garantía. Los préstamos respaldados por recursos representaron un 10 % de los nuevos préstamos en la región de África al sur del Sahara entre 2004 y 2018. Más de 15 países tienen dicha deuda, pero ninguno proporciona detalles sobre los acuerdos de garantía.

Los bancos centrales también están utilizando herramientas de política monetaria, tales como acuerdos de recompra y swaps, a fin de facilitar la deuda pública externa. Pero esta deuda no está claramente identificada en los balances de los bancos centrales ni surge de las bases de datos de las instituciones financieras internacionales. Los mercados internos de deuda de las economías más pobres tampoco son transparentes: según el informe, solo el 41 % de estas economías utilizan subastas de mercado como el principal canal para emitir deuda interna. Y los países que utilizan subastas solo divulgan información irregular a los inversores.

El Grupo Banco Mundial ha considerado desde hace mucho tiempo a la transparencia de la deuda un paso fundamental del proceso de desarrollo de los países, dado que esta facilita nuevas inversiones, mejora la rendición de cuentas y contribuye a reducir la corrupción. El Sistema de Notificación de la Deuda global del Banco Mundial sigue siendo la única fuente más importante de información verificable acerca de la deuda externa de los países de ingreso bajo y mediano. Todos los países que reciben financiamiento del Banco Mundial —más de 100— deben informar los detalles de la deuda externa de cualquier organismo gubernamental. Asimismo, la Política de Financiamiento Sostenible para el Desarrollo del Banco Mundial incentiva a los países que pueden recibir asistencia de la AIF a implementar medidas de política sobre desempeño concretas a fin de mejorar la transparencia de la deuda, la sostenibilidad fiscal y la gestión de la deuda.

Lograr una supervisión eficaz de la deuda no será sencillo, pero puede lograrse. El informe incluye una lista detallada de recomendaciones, clasificadas en función de su urgencia. Entre ellas se destacan: publicar estadísticas de la deuda pública y la deuda con garantía pública con una periodicidad anual; fomentar la coordinación de la recopilación de datos y la presentación de informes, e implementar sistemas integrados de registro y gestión de la deuda que se ajusten a la normativa internacional.

Sitio web: La transparencia de la deuda en las economías en desarrollo (i)

Compartí esta noticia !

Evitar una Gran Divergencia: Una encrucijada en el camino de la economía mundial

Compartí esta noticia !

Mientras los ministros de finanzas y gobernadores de bancos centrales del G-20 se reúnen virtualmente esta semana, el mundo continúa recuperándose de la peor recesión en tiempos de paz desde la Gran Depresión.

El FMI proyectó recientemente un crecimiento del PIB mundial de 5,5% para este año y de 4,2% para 2022. Sin embargo, va a ser una recuperación larga e incierta. La mayor parte del mundo se enfrenta a una lenta distribución de las vacunas mientras se propagan nuevas mutaciones del virus, y las perspectivas de recuperación presentan peligrosas divergencias entre países y regiones.

No cabe duda de que la economía mundial se halla ante una encrucijada. La pregunta es: ¿tomarán las autoridades medidas para evitar esta Gran Divergencia?

Como se señala en nuestra nota para la reunión del G-20, existe un riesgo considerable de que, mientras las economías avanzadas y algunas de mercados emergentes se recuperan a mayor velocidad, la mayoría de los países en desarrollo languidezcan durante años. Esto agravaría no solo la tragedia humana de la pandemia, sino también el sufrimiento económico de los más vulnerables.

Estimamos que, para el final de 2022, el ingreso per cápita acumulado será un 13% inferior a las proyecciones previas a la crisis en las economías avanzadas, frente a 18% en los países de bajo ingreso y 22% en las economías emergentes y en desarrollo, excluida China. Este impacto previsto en el ingreso per cápita incrementará en varios millones el número de personas en situación de pobreza extrema en el mundo en desarrollo.

Por lo tanto, la convergencia entre países ya no puede darse por sentada. Antes de la crisis, pronosticamos una reducción de las brechas de ingreso entre las economías avanzadas y 110 países de economías emergentes y en desarrollo para el período 2020–22. Sin embargo, ahora estimamos que tan solo 52 economías lograrán convergir durante ese período, mientras que otras 58 se quedarán rezagadas.

En parte, esto se debe al acceso desigual a las vacunas. Incluso en el mejor escenario, se espera que la mayoría de las economías en desarrollo no alcancen una cobertura vacunal generalizada hasta finales de 2022 como pronto. Algunas están especialmente expuestas a sectores muy perjudicados por la pandemia, como el turismo y las exportaciones de petróleo, y la mayoría están lastradas por su limitado margen de maniobra presupuestario.

El año pasado, las economías avanzadas desplegaron en promedio un 24% de su PIB en medidas fiscales, frente a tan solo 6% en los mercados emergentes y menos de 2% en los países de bajo ingreso. Las comparaciones entre países también muestran que medidas de apoyo más sustanciales se asociaron en muchos casos con una menor pérdida de empleo.

Además, no se trata solo de divergencias entre países. También observamos una aceleración de la divergencia dentro de los países: los jóvenes, los trabajadores menos cualificados, las mujeres y los trabajadores informales se han visto afectados de manera desproporcionada por la pérdida de puestos de trabajo. Y millones de niños todavía sufren interrupciones en su educación. Permitir que se conviertan en una generación perdida sería un error imperdonable.

Se agravarían igualmente las cicatrices económicas duraderas dejadas por la crisis, lo que complicaría aún más el objetivo de reducir la desigualdad e impulsar el crecimiento y el empleo. Pensemos en los retos que nos esperan: solo para el conjunto de las economías del G-20 (con la exclusión de India y Arabia Saudita por limitaciones de los datos), se proyecta que se pierdan más de 25 millones de puestos de trabajo este año y cerca de 20 millones en 2022, con respecto a las proyecciones previas a la crisis.

Así que una vez más nos hallamos ante una encrucijada, y si queremos revertir esta peligrosa divergencia entre países y dentro de ellos, debemos adoptar ya medidas de política contundentes. Veo tres prioridades:

Primero, redoblar los esfuerzos para acabar con la crisis sanitaria.

Sabemos que la pandemia no habrá terminado en ninguna parte hasta que termine en todas partes. Aunque últimamente se han reducido las nuevas infecciones en todo el mundo, nos preocupa que hagan falta varias rondas de vacunación para mantener la inmunidad frente a las nuevas variantes.

Por eso necesitamos una cooperación internacional mucho más fuerte que permita acelerar la distribución de vacunas en los países más pobres. Disponer de financiamiento adicional para adquirir dosis y cubrir las necesidades logísticas resulta fundamental. También lo es una redistribución oportuna de las vacunas sobrantes de países excedentarios a países deficitarios, así como una significativa ampliación de la capacidad de producción de vacunas para 2022 y años sucesivos. Proporcionar un seguro a los fabricantes de vacunas contra los riesgos de pérdidas por sobreproducción puede ser una opción digna de consideración.

También debemos garantizar un mayor acceso a terapias y pruebas diagnósticas, incluida la secuenciación del virus, y evitar restricciones a la exportación de suministros médicos. Los argumentos económicos a favor de la acción coordinada son abrumadores. Un avance más rápido en la batalla contra la crisis sanitaria podría traducirse en un incremento acumulado del ingreso mundial de 9 billones de dólares en el período 2020–25. Esto reportaría beneficios a todos los países, incluidos unos 4 billones de dólares para las economías avanzadas, lo que supera con creces cualquier medida de los costes relacionados con las vacunas.

Segundo, intensificar la lucha contra la crisis económica.

Con los países del G-20 a la cabeza, el mundo ha adoptado medidas sincronizadas nunca antes vistas, incluidos casi 14 billones de dólares en medidas fiscales. Los gobiernos deben consolidar estas medidas manteniendo el apoyo fiscal —debidamente calibrado y focalizado en función de la fase de la pandemia, el estado de sus economías y su espacio de política.

La clave es ayudar a mantener los medios de vida y, al mismo tiempo, tratar de evitar la quiebra de empresas que en otras circunstancias serían viables. Para eso no solo hacen falta medidas fiscales, sino que también hay que mantener unas condiciones financieras favorables mediante políticas monetarias y financieras acomodaticias que apuntalen el flujo de crédito a hogares y empresas.

La considerable expansión monetaria de los principales bancos centrales también ha posibilitado que varias economías en desarrollo vuelvan a tener acceso a los mercados internacionales de capitales y reciban financiamiento a tasas de interés históricamente bajas para hacer frente a sus gastos, pese a sufrir recesiones históricas. Dada la gravedad de la crisis, no hay ninguna alternativa al mantenimiento del apoyo de la política monetaria. Pero existen preocupaciones legítimas sobre las consecuencias no deseadas de estas medidas, incluidas la excesiva asunción de riesgos y la euforia de los mercados.

Un riesgo para el futuro —especialmente en vista de las recuperaciones divergentes— es la posible volatilidad del mercado en respuesta a cambios de las condiciones financieras. Los principales bancos centrales tendrán que comunicar con mucho cuidado sus planes en materia de política monetaria para evitar una volatilidad excesiva en los mercados financieros, tanto en sus países como en el resto del mundo.

Tercero, reforzar el apoyo a los países vulnerables.

Dado que sus recursos y el margen de maniobra de sus políticas son limitados, muchos países de mercados emergentes y de bajo ingreso podrían enfrentarse en breve a una elección imposible: mantener la estabilidad macroeconómica, hacer frente a la crisis sanitaria o cubrir las necesidades básicas de sus habitantes.

El aumento de su vulnerabilidad no solo afecta a sus propias perspectivas de recuperación de la crisis, sino también a la velocidad y la magnitud de la recuperación a escala mundial, y puede ser una fuerza desestabilizadora en varias zonas ya de por sí frágiles. Los países vulnerables necesitan ayudas sustanciales en el marco de un esfuerzo integral.

El primer paso debe darse en los propios países, cuyos gobiernos han de recaudar más ingresos, incrementar la eficiencia del gasto público y mejorar el contexto empresarial. Al mismo tiempo, las iniciativas internacionales son vitales para seguir incrementando el financiamiento en condiciones concesionarias y movilizar financiamiento privado, incluso mediante instrumentos de distribución del riesgo más sólidos.

Otra opción que se está sopesando es una nueva asignación de DEG para contribuir a satisfacer la necesidad a largo plazo de reservas en todo el mundo. Esta asignación podría suponer una inyección directa y sustancial de liquidez para los países, sin incrementar su endeudamiento. Asimismo, podría aumentar la capacidad de los donantes bilaterales para proporcionar nuevos recursos para ayudas en condiciones concesionarias que permitan financiar gastos en salud, entre otros. Una asignación de DEG ayudó al mundo a afrontar la crisis financiera mundial en 2009, y podría volver a sernos de gran utilidad en la actual tesitura.

Aplicar un enfoque integral también implica afrontar la deuda. La Iniciativa de Suspensión del Servicio de la Deuda del G-20 (ISSD) liberó con rapidez recursos vitales. El nuevo Marco Común puede ir aún más allá, al facilitar el tratamiento oportuno y ordenado de la deuda para países que cumplen las condiciones de la ISSD, con una amplia participación de acreedores, incluido el sector privado. Estos tratamientos deberían incluir el reperfilamiento del servicio de la deuda para ayudar a países que tienen grandes necesidades de financiamiento, y un alivio más profundo allí donde la carga de la deuda se haya tornado insostenible. Ahora que las primeras solicitudes ya han llegado, todos los acreedores —públicos y privados— deberían poner en funcionamiento rápidamente el Marco Común.

Por su parte, el FMI ha intensificado de forma inusitada sus esfuerzos proporcionando más de 105.000 millones de dólares en nuevo financiamiento a 85 países y alivio del servicio de la deuda para los países miembros más pobres. Nuestro objetivo es llegar aún más lejos para apoyar a nuestros 190 países miembros en 2021 y en lo sucesivo.

Esto incluye respaldar las iniciativas de modernización de la tributación internacional de las empresas. Necesitamos un sistema que sea verdaderamente apropiado para la economía digital y se ajuste más a las necesidades de los países en desarrollo. En este ámbito, serán esenciales esfuerzos multilaterales para contribuir a lograr que empresas sumamente rentables paguen impuestos en los mercados en los que operan y refuercen así las finanzas públicas.

Todas estas medidas de política pueden ayudarnos a atajar la Gran Divergencia. Puesto que disponen de los recursos necesarios, las economías avanzadas continuarán invirtiendo en capital humano, infraestructura digital y la transición a la nueva economía del clima. Es vital que los países más pobres tengan el apoyo que necesitan para poder realizar inversiones similares, especialmente en las medidas de adaptación al cambio climático —generadoras de mucho empleo— que serán imprescindibles a medida que nuestro planeta se caliente.

La alternativa —dejar atrás a los países más pobres— solo afianzaría la desigualdad extrema. Aún peor, constituiría una grave amenaza para la estabilidad socioeconómica en todo el mundo. Y sería una oportunidad histórica perdida.

Podemos inspirarnos en la espectacular cooperación internacional que nos ha permitido disponer de vacunas eficaces en tiempo récord. Ese espíritu es ahora más importante que nunca para superar esta crisis y lograr una recuperación fuerte e inclusiva.

Compartí esta noticia !

FMI dijo que continuará el diálogo con Argentina para alcanzar un programa de facilidades extendidas

Compartí esta noticia !

La delegación del Fondo Monetario Internacional que trabajo durante la últimos diez días en el país cerró hoy su visita y anunció que continuará el diálogo por vía remota con las autoridades del Gobierno para alcanzar un acuerdo de Servicio Ampliado o facilidades extendidas.

En un comunicado, el organismo señaló que el equipo del Fondo “acogió positivamente la intención de las autoridades de solicitar un programa bajo el Servicio Ampliado del FMI (SAF o EFF por sus siglas en ingles), así como su intención de respaldarlo con un amplio consenso político y social”.

El día previo a la llegada de la misión, el pasado 10 de noviembre, el ministro de Economía, Martín Guzmán, adelantó que la Argentina iba a solicitar al Fondo Monetario Internacional (FMI) un programa de facilidades extendidas para devolver al organismo la deuda de US$ 44.000 millones que el país recibió durante el gobierno de Mauricio Macri.

El nuevo programa daría un margen de, al menos, cuatro años y medio para comenzar a pagar el dinero adeudado e incluirá la presentación ante el Congreso de un programa de consolidación macroeconómico plurianual, en el cual se determinarán las metas fiscales, monetarias y financieras para cumplir con un sendero de equilibrio hasta 2025.

“El staff del FMI y el Gobierno argentino consideran que, en las circunstancias actuales, ese tipo de programa es la mejor alternativa disponible”, dijo Guzmán en esa oportunidad.

“El equipo del FMI y las autoridades argentinas, comenzaron a delinear los contornos de un programa con el FMI que podría respaldar los planes del gobierno para hacer frente a los profundos desafíos económicos y sociales del país que se han visto agravados por la pandemia del COVID-19″, señaló esta tarde el organismo.

“Se han logrado buenos avances en definir los elementos iniciales de dicho programa y se espera que las negociaciones entre los equipos continúen de manera remota durante las próximas semanas. Existe una visión compartida entre el equipo y las autoridades: para abordar los desafíos de corto y mediano plazo de la Argentina se requerirá un conjunto de políticas cuidadosamente calibradas para fomentar la estabilidad, restablecer la confianza, proteger a los más vulnerables y establecer las bases para un crecimiento sostenible e inclusivo”, agregó el comunicado.

La delegación del FMI estuvo encabezada por Julie Kozack, subdirectora del Departamento del Hemisferio Occidental, y Luis Cubeddu, jefe de Misión para Argentina.

Compartí esta noticia !

Categorías

Solverwp- WordPress Theme and Plugin