Cavallo: “La Base Monetaria no es la mejor guía para influir sobre la inflación”

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A través de su blog personal el exministro de Economía sostiene que la definición de los agregado monetarios no es una simple cuestión semántica pues tiene efectos económicos
En una columna, el exministro de Economía Domingo Cavallo sostiene que “Mi propósito es ayudar a prevenir una crisis monetaria antes de las elecciones. En éste y en algunos próximos posts, voy a señalar algunos inconvenientes que surgen de haber elegido a la Base Monetaria, tal como la define el Banco Central, como guía para la política monetaria”. Y agrega:
Mi propósito es ayudar a prevenir una crisis monetaria antes de las elecciones. En éste y en algunos próximos posts, voy a señalar algunos inconvenientes que surgen de haber elegido a la Base Monetaria, tal como la define el Banco Central, como guía para la política monetaria.
En primer lugar debo decir que la definición que se está usando de Base Monetaria no es conceptualmente muy adecuada. En todos los sistemas bancarios del mundo, incluído el nuestro durante la convertibilidad, la Base Monetaria es la suma de todos los pasivos monetarios del Banco Central. Como en general, los Bancos Centrales no emiten deuda en forma de títulos o bonos, la Base Monetaria es la suma de los billetes y monedas en poder del público (circulación monetaria) mas los encajes bancarios (billetes y monedas en poder de los bancos mas depósitos de los bancos en el Banco Central). Siempre en la moneda local, se entiende.
Pero en nuestro caso, como el Banco Central sí emite títulos públicos (antes las LEBACs, ahora las LELIQs), la Base Monetaria debería incluir el stock de LEBACs y LELIQs, igual que el saldo de las operaciones de pase con las entidades financieras. El argumento de que LEBACs y LELIQs son pasivos monetarios remunerados del Banco Central y por eso se las excluye, no es válido. Gran parte de los encajes de los bancos en el Banco Central, también son remunerados, en realidad se los remunera por el costo de captación de los depósitos de los bancos.
Este problema con la definición de Base monetaria, no es simplemente una cuestión semántica. Tiene efectos económicos sobre el déficit fiscal. Lo voy a explicar.
Si se incluyera el stock de LELIQs en la Base Monetaria, enseguida se advertiría que las LELIQs juegan el mismo efecto contractivo sobre la cantidad de dinero de la economía que los encajes bancarios. Pero los encajes bancarios le cuestan al Banco Central, en el margen, 45% nominal anual, mientras que el stock de LELIQs le cuesta 65% nominal anual. De inmediato surgirá la pregunta ¿Porqué no aumentar los encajes en el monto de las LELIQs y liquidar a éstas? Esta simple decisión permitiría economizar alrededor de 160 mil millones de pesos anuales de intereses pagados por el Banco Central (20% de diferencia entre 45 y 65 multiplicado por el stock de LELIQs, cercano a los 800 mil millones de pesos)
¿Por qué el Banco Central, que tiene gente que seguramente puede hacer o ya ha hecho estas cuentas, no pone en marcha esta forma sencilla de economizar 160 mil millones de pesos al año?
Puede ser por dos razones. Una, porque al haber comprometido una meta de 1.300 mil millones de pesos para la Base Monetaria, incluir las LELIQs o aumentar los encajes legales por una cifra equivalente, la nueva Base Monetaria pasaría de 1.300 a 2.100 miles de millones de pesos y el Banco Central, aparecería violando el compromiso de mantener la Base Montaria constante. Por supuesto, que sería muy fácil explicar la razón del cambio y demostrar que de ninguna manera se trata de una violación del compromiso asumido desde el 1 de Octubre de 2017.
Otra explicación podría ser el deseo de no reducir la rentabilidad de los bancos en 160 mil millones de pesos anuales. Algo más de 4 mil millones de dólares. En realidad, si bien es cierto que en teoría los bancos podrían aumentar el margen financiero (la diferencia entre la tasa a la que prestan y la tasa a la que captan los depósitos) y de esa forma mantener sus márgenes de rentabilidad, no deja de ser cierto que frente a la escasa demanda de crédito por parte del sector privado solvente, puede ocurrir que los bancos no puedan subir más la tasa de interés activa. Podrían sí, bajar la pasiva, aunque la competencia entre bancos para captar depósitos, reducirá esta posibilidad.
En definitiva, la economía de los 160 mil millones de pesos, muy probablemente se haga a costa de la rentabilidad bancaria. Pero, teniendo en cuenta cuánto estan sufriendo las empresas no bancarias, grandes, medianas y chicas, no parece muy injusto que algún sacrificio también hagan los Bancos.
Continuará…

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Cavallo da su “receta” para evitar una nueva crisis antes de las elecciones

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La economía argentina tiene una diferencia crucial para alcanzar la estabilidad de manera sustentable y que muchos economistas rara vez tienen en cuenta
El exministro Domingo Cavallo volvió a publicar en su blog un artículo para la polémica.
El economista remarcó los puntos débiles de la política cambiaria y encendió las alarmas respecto de las eventuales crisis que podrían ocurrir en medio del contexto electoral.
Para Cavallo es un error defender el precio del dólar y el Gobierno debería dejarlo caer/bajar porque de esa forma acelera la caída de la inflación y la recuperación de la actividad económica.
Y advierte, también, sobre la debilidad del nuevo sistema de banda cambiaria ante la eventualidad de un suceso inesperado del exterior que podría generar una suba abrupta del dólar.
A continuación el texto completo de su columna:
La economía argentina difiere en muchos aspectos de otras economías nacionales. Pero hay una diferencia que es crucial para alcanzar la estabilidad de precios de manera sustentable y que muchos economistas profesionales, rara vez tienen en cuenta.
En la mayoría de las economías se utiliza la moneda local para todo tipo de pagos, contratos y transacciones financieras, incluidas las formas más elementales de ahorro familiar y empresario, quedando el dólar como moneda para los pagos internacionales. Para quedarnos en nuestro continente, tienen estas características las economías de Chile, Colombia y Méjico.
En el caso de la economía argentina, como en el de la mayoría de las economías que sufrieron procesos hiperinflacionarios o estanflacionarios extendidos, sólo una parte de las transacciones y contratos, y prácticamente muy poco de los ahorros y créditos, utilizan la moneda local.
Se trata entonces de economías bimonetarias, de hecho, o de derecho. Ejemplos cercanos a nosotros de economías bimonetarias de derecho son Perú y Uruguay. También Paraguay y Bolivia, aunque con un grado menor de dolarización.
La nuestra, es en principio bimonetaria de derecho porque no están prohibidas las transacciones internas en dólares. Sin embargo, la traumática experiencia de pesificación compulsiva de depósitos y préstamos en dólares del 2002, ha hecho que en la práctica sea una economía bimonetaria en parte de derecho y en gran parte, de hecho. En la economía bimonetaria de hecho, la utilización del dólar se da en forma informal o, en el caso de los contratos, buscando protección jurídica en la ley extranjera.
El carácter bimonetario de la economía argentina es crucial para el diseño de cualquier política de estabilización y, sobretodo, para su sustentabilidad.
Fue precisamente no tener en cuenta el carácter bimonetario de nuestra economía, lo que llevó a los errores de política económica desde la asunción del gobierno del Presidente Macri, a pesar de la clara intención de su gobierno de luchar contra la inflación.
Los economistas profesionales que participan en el gobierno y muchos otros ligados a la academia, razonan pensando en el sistema monetario argentino como el de la mayoría de las economías que usan el dólar solo para el comercio internacional, el endeudamiento externo y por supuesto la inversión en el exterior. La teoría monetaria se desarrolló para este tipo de economías.
En materia de régimen cambiario, la discusión por más de cien años ha sido entre el denominado tipo de cambio flotante versus tipo de cambio fijo. Lamentablemente, no es esta discusión la relevante para razonar en términos de una economía bimonetaria.
Una característica de la visión de los economistas del gobierno y de muchos otros economistas profesionales que los apoyan, es que el régimen cambiario tiene que ser de tipo de cambio flotante, más particularmente lo que en la literatura económica se denomina flotación limpia, es decir con mínima intervención del Banco Central comprando o vendiendo divisas.
En realidad, a quienes se identifican con el esquema de tipo de cambio fijo, no siempre postulan el tipo de cambio fijo estricto, caja de conversión o dolarización completa, denominados en ingles ¨strong pegs¨. En realidad, en ciertas circunstancias proponen sistemas de cestas de monedas, flotación entre bandas estrechas e incluso, ajustes periódicos como los que admitía el sistema de Bretton Woods. El líder intelectual de esta corriente de pensamiento es el Profesor Robert Mundell, premio Nóbel de economía del año 2001.
Tanto es el énfasis que los funcionarios del actual gobierno ponen en su convicción flotadora, que cada vez que se quiere diferenciar a las políticas actuales de las de la década de los noventa, se insiste en que la gran diferencia es que entonces existió tipo de cambio fijo mientras que ahora se aplica el tipo de cambio flotante.
Una evidencia de esta obsesión de los economistas del gobierno (y aparentemente de los del FMI) por la libre flotación limpia, es que cuando el precio del dólar había saltado de 18 a 25 pesos y el anuncio de que el BCRA estaba dispuesto a vender hasta 5.000 mil millones de dólares a más de 25 pesos, había logrado estabilizarlo, la puesta en marcha del primer programa acordado con el FMI obligó al BCRA a anunciar la libre flotación del peso mientras trascendía la opinión de aquella institución de que se necesitaba mayor devaluación.
En pocos días el precio del dólar saltó a 30 pesos. En esas circunstancias renunció Federico Sturzenegger al que se le criticaron las intervenciones que había impuesto en el mercado cambiario, supuestamente violatorias del principio de la libre flotación.
Para entonces era claro que esta devaluación no sólo provocaría más inflación sino también subiría el costo de los servicios de la deuda y complicaría el frente fiscal al incrementar el monto de los subsidios energéticos dado que los costos de la energía se cotizan en dólares y las tarifas están fijadas en pesos.
Algunos economistas ligados al gobierno, que quisieron ver efectos positivos en esta fuerte devaluación, argumentaron que alentaría las exportaciones. Pero en la práctica, el deterioro fiscal los obligó a reintroducir impuestos a las exportaciones, eliminar reembolsos de impuestos internos, además de postergar la eliminación de impuestos provinciales distorsivos.
A partir de la nueva devaluación, que llevó el precio del dólar a alrededor de 40 pesos, los exportadores comenzaron a advertir que no se debía dejar atrasar el tipo de cambio, es decir que debería ajustárselo al ritmo de la inflación desde ese valor de 40 pesos, para mantener el supuesto efecto positivo de la devaluación sobre las exportaciones.
Esta demanda “de tipo de cambio real alto” como estrategia de crecimiento económico, es la que popularizaron los autores del Plan Fénix, y entre otros, Roberto Lavagna y Javier González Fraga. Lamentablemente la experiencia de cualquier período posterior al 2002, comparado con un número equivalente de años de la década del noventa, demuestra que el crecimiento de las exportaciones fue más importante en los 90s, período al que ellos denominan de “atraso cambiario”.
La adhesión casi dogmática a la libre flotación limpia de los economistas profesionales del gobierno y del FMI, impidió el diálogo entre ellos y el segundo presidente del Banco Central, Luis Caputo, promotor de un sistema de flotación entre bandas no móviles y estrechas (supuestamente 38 a 42 pesos por dólar) con autorización para que el BCRA pudiera intervenir en el mercado cambiario para sostener tanto el piso como el techo de la banda cambiaria. Luis Caputo no es considerado un economista profesional, pero si un experto en finanzas a quienes muchos consideran, yo entre ellos, de muy buen sentido común.
Tras la renuncia de Luis Caputo a la presidencia del BCRA, su sucesor, Guido Sandleris, anunció un esquema de “zona de no intervención cambiaria” delimitada por un piso móvil fijado inicialmente en 34 pesos por dólar, y un techo móvil de 44 pesos por dólar, es decir con una amplitud de la banda del 30%. La poca simpatía por la intervención en el mercado cambiario se pone de manifiesto en que ni la cantidad que el BCRA pueda comprar si el precio del dólar se ubica por debajo del piso de la zona de no intervención, ni los que puede vender si se ubica por arriba del techo son ilimitados, sino que deben negociarse con el FMI. Es sugestivo que en lugar de hablar de ¨bandas de flotación¨ hayan denominado al esquema ¨Zona de no intervención¨.
La política de altas tasas de las LELIQs, determinado por la imposición de una regla monetaria cuantitativa: base monetaria constante, tendió a empujar el precio del dólar hacia el piso de la zona de no intervención y el BCRA ha comenzado a comprar reservas cuando el precio del dólar tiende a ubicarse por debajo del piso.
Este es un desarrollo ciertamente alentador porque si lograra mantenerse a lo largo de todo el año 2019, y el piso de la zona de no intervención se ajuste mensualmente a no más del 2% mensual, la reducción de la inflación se produciría paradojalmente por el mecanismo que alientan los economistas que consideran que no es la flotación limpia el mecanismo adecuado para estabilizar una economía como la de Argentina.
El gobierno debería hacer todo lo que esté a su alcance para tratar de que éste sea el derrotero del tipo de cambio. En la medida que el BCRA compre dólares y bajen las tasas de LELIQs por la mayor liquidez que significará el aumento de la base monetaria asociada a la compra de dólares, hay más chances de que comience alguna reactivación de la economía a partir del segundo trimestre del 2019.
La obsesión con la libre flotación, la gran amplitud de la zona de no intervención y la falta de precisión de cómo podría intervenir el BCRA en caso de que el dólar se ubicara por arriba del techo, constituyen la mayor debilidad de la política monetaria actual del gobierno de Macri.
Dada la amplitud de la zona de no intervención, en este momento que el piso está en 37 pesos y el techo en 48 pesos, un evento inesperado interno o externo que asuste a los depositantes en pesos, podría provocar una devaluación de más del 30% en pocos días.
Es sabido que en circunstancias como esa, mucha gente que había depositado en pesos decide desesperadamente pasarse a dólares, con lo que la demanda por arriba del techo de la zona de no intervención puede ser muy alta. Si, en ese caso, las intervenciones del BCRA son limitadas y no satisfacen totalmente la demanda, como ocurrió en la primera crisis del 2018, el país habrá caído en una nueva crisis cambiaria con todos sus efectos estanflacionarios.
Si el gobierno, comenzara a escuchar a economistas que no temen a las intervenciones cambiarias, podría minimizar esta debilidad bajando significativamente el techo de la zona de no intervención y anunciando que intervendrá todo lo necesario en el caso que el precio del dólar se ubique por arriba de ese techo. Por supuesto, esto lo tienen que hacer con apoyo del Fondo Monetario Internacional.
De paso, esta sería una clara diferenciación con lo que seguramente será la propuesta económica de la oposición, sea inspirada por las ideas económicas de Kicillof o por las de Lavagna. Si el gobierno anticipa que reconocerá el carácter bimonetario de derecho de la economía argentina, cuando algún factor interno o externo induzca a la gente a trasladar sus ahorros de pesos a dólares, podrá mantener esos dólares depositados en el país. De hecho, es esta facilidad de la gente común para elegir la moneda de sus ahorros sin quebrar ninguna ley, la que lleva a que las economías bimonetarias de derecho tengan un tipo de cambio más estable, en particular muy poco volátil.
También ayudaría mucho que el gobierno anunciara que el plan con el que tratará de estabilizar y hacer crecer la economía a partir del nuevo mandato, va a comenzar reconociendo el carácter bimonetario de la economía y ofreciendo las máximas garantías para que ese carácter bimonetario sea de derecho.
En la práctica esto significa que el dólar juegue el mismo papel que el peso en todo tipo de transacciones. En particular que los bancos puedan utilizar la capacidad prestable generada por los depósitos en dólares a todo tipo de empresa, no sólo las exportadoras, sujeto a normas prudenciales como las que rigen en la economía de Perú. La ventaja de hacer este anuncio, es que llevará a descartar cualquier idea de pesificación compulsiva de los depósitos y las deudas en dólares como la de Duhalde y De Mendiguren en el 2002.
Además, el Banco Central, a partir del reconocimiento del carácter bimonetario, ampliaría su caja de herramientas monetarias. Tendría dos bases monetarias para controlar, la base monetaria en pesos y la base monetaria en dólares, dos sistemas de encajes legales y la posibilidad de determinar dos tasas de interés de intervención. Esto le permitiría controlar no sólo la expansión del crédito en pesos sino también la expansión del crédito en dólares.
Para quieren descrean de esta posibilidad, vuelvo a insistir con una recomendación que vengo haciendo desde mi libro Estanflación: estudien cómo funciona el sistema monetario de Perú.

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Cavallo: “Macri no puede ser su propio ministro de Economía, ese error ya lo cometió Kirchner”

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Para Domingo Cavallo la Argentina está lejos de llegar a una crisis como la de 2001, y aunque trató de no ser tan duro con el Gobierno de Mauricio Macri durante su intervención de este miércoles 02/05 en el programa de TN A Dos Voces, consideró que en el Presidente pretende ser “su propio ministro de Economía” y que no cuenta con un equipo que entienda sobre la historia de la economía en la Argentina. “El problema más grande de este equipo es que no entienden nada, tienen una interpretación equivocada desde el punto de vista económico”, sentenció Cavallo.
Escuchar a Domingo Cavallo hablar sobre la economía es para muchos un motivo de alerta, mientras que a otros sus opiniones le generan repulsión. Cavallo, polémico como siempre, ha estado vinculado en los últimos días con el Presidente de la Nación Mauricio Macri, a quien supuestamente estaba “asesorando” según algunas versiones. No obstante, este miércoles 02/05 el economista aseguró que no se ha reunido con el mandatario nacional, “son puros inventos para desmerecer a Macri y a mí” aclaró durante una entrevista que le concedió al programa A Dos Voces de TN.
Lejos de apoyar a Macri, Cavallo fue bastante crítico con el Gobierno actual y las políticas en materia económica que está llevando a cabo, y aunque trató de ser cuidadoso con sus pa labras, consideró que el equipo presidencial “no entiende nada” y tiene una interpretación equivocada de la realidad económica, al mismo tiempo, criticó al Presidente de la nación y aseguró que otro problema que enfrenta Mauricio Macri es “pretender ser su propio ministro de Economía”.
“Yo creo que uno de los déficit más grandes que tiene este equipo es que no entienden nada, perdón, no es que no entienden nada, entienden muchas cosas, pero no conocen la historia económica de la Argentina, tienen una interpretación equivocada”, sentenció Cavallo, aunque salvó a un miembro del equipo macrista: Lucas Llach. “Hay gente muy preparada técnicamente desde el punto de vista económico, pero no hay nadie realmente tenga una interpretación aca bada de lo que fue la historia de los últimos 30 años en la Argentina en materia económica”, dijo.
Para Cavallo, uno de los problemas que se presenta en materia económica tiene que ver con el Banco Central, “se los vengo diciendo hace tiempo, que el Banco Central emitiera deuda pagando interés para colocar fuera del sistema bancario, es decir, para colocar entre el público en general o a los que trajeran capital del exterior… eso era un peligro enorme, porque así como entran esos capitales se pueden ir, y cuando se van: o emiten muchísimo dinero o se ven obligados a pagarle una tasa todavía más alta para que no se vayan… Es un tema clave y yo no entiendo por qué no le prestaron atención”, explicó Cavallo en el programa televisivo.
“Muchos colegas míos y periodistas le están es prestando atención a si se pelan Quintana y Sturzenegger (refiriéndose al vicejefe de Gabinete Mario Quintana y el presidente del Banco Central Federico Sturzenegger), pero eso es una anécdota” opina Cavallo, y continuó: acá el problema es que Sturzenegger ha explicado con claridad cómo ve el funcionamiento de la economía y que estrategias va a aplicar, esa explicación que él ha hecho es para cualquier economista que ha estudiado parece impecable, el tema es que de los supuestos de los que él parte son equivocados”, agregó.
Esta opinión la argumenta en que sostener que la volatilidad cambiaria disminuye la demanda de dólares es desconocer la realidad Argentina. “La volatilidad cambiaria lo que hace es aumentar la demanda en la Argentina”, comentó Cavallo.
Además, el economista consideró que el problema más serio que tiene el Presidente es que pretender ser su propio ministro: “Macri no puede ser su propio ministro de Economía, ese error ya lo cometió Néstor Kirchner, que creía que podía manejar la economía… Un Presidente tiene demasiados temas… él no puede ser su propio ministro, un país necesita un ministro que entienda globalmente cómo funciona la economía y no puede tampoco atomizar, no digo el Banco Central, pero está totalmente atomizado el ejecutivo”, disparó Cavallo.

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Problemas de corazón

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Pretendían atacar el corazón del programa económico nacional”.  Con ese argumento salió a justificarse el diputado nacional de Cambiemos, Luis Pastori, el único misionero que votó en contra de la posibilidad de que la Provincia tenga un impuesto cero a la transferencia de los combustibles, como arma para combatir las asimetrías con Paraguay y Brasil.
La iniciativa formó parte de una batería de proyectos impulsados por la oposición para ponerle freno a los tarifazos en la energía.
La dramática defensa de Pastori deja al desnudo que no hay plan B al ajuste de tarifas sobre el consumidor para parchar un déficit fiscal que sigue creciendo en paralelo a la inflación y al endeudamiento.
Si ese es el corazón, se entienden los problemas cardíacos. Pastori acusó a la oposición de pretender mellar la salud del Gobierno frenando sus políticas con “proyectos improvisados”, similar argumento al que utilizó cuando rechazó la declaración de la emergencia yerbatera, a la que calificó de “una mentira”. La avanzada desreguladora del Presidente y la amenaza de un nuevo tractorazo, demuestran, un año después, que la crisis estaba latente.
No hacía falta tanta obediencia, entienden incluso en el radicalismo. Con una abstención o incluso, votando a favor, no cambiaba el resultado final de la votación en el Congreso, pero simbólicamente no se ponía (ni a la UCR) a favor de los tarifazos y en contra de los misioneros.
El apuro no parece ser el problema real, sino la voluntad política de encontrar soluciones. A fin de cuentas, la ley Pymes, de la que él fue promotor con la esperanzadora inclusión del artículo 10 con herramientas específicas para combatir las asimetrías, pasó por todas las formalidades y todavía sigue sin reglamentarse en su totalidad.
“No solo apuntábamos a la nafta, sino a la reactivación de la economía, a que haya un mayor movimiento y una mayor fuente de ingresos por recaudación. Eso es lo que perdió Misiones en este ida y vuelta de caprichos. Nos perjudican los caprichos cuando no hay racionalidad. Las veces que tuvimos que acompañar cosas que creímos que hacían bien al país, lo hicimos”, señaló el diputado Ricardo Wellbach como síntesis de una sesión en la que el oficialismo bloqueó todas las iniciativas de la oposición al requerir los dos tercios de los votos.
La Nación nunca atendió ni entendió las problemáticas fronterizas. Las asimetrías ahora pasaron a ser “exageradas”, pero las colas para ir a Paraguay siguen siendo eternas y el combustible está mucho más barato, nueve pesos menos que en Posadas. Ya hay una consecuencia directa. La venta de combustibles cayó entre 12 y 15 por ciento desde la eliminación del ITC diferenciado. Pero discutir algún remedio es “apurado”.
Hasta ahora el único ajuste real vino por el lado de las tarifas y la eliminación de subsidios que recae sobre el usuario de a pie. En los últimos dos años, la tarifa eléctrica aumentó 2.500 por ciento y la única aspirina es un pago en cuotas de una parte de la factura. Es un costo político que recae sobre la Nación y que se acrecienta ante cada suba. El bolsillo es mucho más transparente que las preferencias políticas. No miente. Y eso hace al descontento, indisimulable.
El Presidente advirtió el malhumor creciente. Y para evitarse un mal mayor, pretendió trasladar ese costo a los gobernadores, a través de un pedido de bajar impuestos en las tarifas. Si la responsabilidad es de todos, no es de ninguno en especial.
Pero la realidad marca que el escenario es dispar. Hay provincias como Buenos Aires, con una carga impositiva que supera el 15 por ciento. Otras están por la mitad y Misiones, en el promedio de cinco por ciento de Ingresos Brutos a la distribución de energía. Ante un aumento del 2500 por ciento, la quita de un impuesto que significa el 5 por ciento, no modifica sustancialmente la ecuación final.
El pedido presidencial de un “costo compartido” por los gobernadores, responde al malhumor social por las tarifas, que no estaba en los planes.
Hace apenas unos meses se firmó el Pacto Fiscal en el que se acordó la reducción gradual de Ingresos Brutos a los servicios de electricidad gas y agua del 5 por ciento a cero en 2022. Pretender cambiar las reglas de juego apenas unos meses después no es la mejor muestra de solidez ni previsibilidad.
Incluso se barajó en un momento un proyecto de ley del propio Gobierno para bajar todos los impuestos, incluido el IVA –que alcanza al 27 por ciento en el sector comercial-. Eso significaría perder recaudación en un impuesto que además se coparticipa. Nunca hubo un mínimo replanteo que apunte a la ganancia empresaria.
De todos modos, la primera en salir a cumplir los deseos de Macri, fue María Eugenia Vidal, quien ordenó una rebaja de impuestos que ella misma había restablecido este año. No se pagaban desde 2016, pero la favorita presidencial apeló a la Justicia para volver a cobrarlos. Ahora, convenientemente, anunció una rebaja del 15 por ciento, lo mismo que representaban el Fondo Especial de Desarrollo Eléctrico y el Fondo Especial para Grandes Obras que ella reinstauró.
Por supuesto, en Cambiemos y los medios se elogió el “gesto” desprendido. Pero ese gesto va de la mano de una enorme caja extra que recibió Vidal gracias al desprendimiento –forzoso– del resto de las provincias. Cuarenta mil millones adicionales de coparticipación que antes se repartían en porciones a cada Estado. Semejante incentivo, lo menos que puede despertar es la generosidad.
En Misiones, pese a los recursos cedidos, el Gobierno hizo un enorme esfuerzo para que la tarifa no suba en la misma proporción que los aumentos que llegaban. Absorbió parte de los mayores costos de la energía que se compra al sistema federal y ahora subsidió la tarifa final para el usuario. Antes, por decisión del gobernador Hugo Passalacqua, se había congelado el Valor Agregado de Distribución. Ese esfuerzo se tradujo en una transformación sorprendente, que pone en cuestionamiento el mito de que en Misiones se paga la energía más cara del país. Según datos de la Asociación de Distribuidores de Energía Eléctrica de la República Argentina, a marzo, Emsa estaba entre la cuarta y la segunda distribuidora con tarifas más bajas del país y al mismo tiempo, entre las de menor carga impositiva.
Pese al permanente latiguillo opositor, Emsa es hoy una empresa que está muy cerca de alcanzar el equilibrio financiero, se enorgullecen en el Gobierno. Ven como un acierto la elección de Passalacqua al poner al frente a Guillermo Aicheler, un outsider que vino con mano de hierro a sanear la empresa. También destacan la decisión del Gobernador de congelar el VAD  para que el bolsillo sienta menos.
Seguramente será uno de los temas a analizar por el Gobernador en su discurso del 1 de Mayo en la apertura de las sesiones ordinarias de la Legislatura provincial. Hay mucha expectativa por el texto del discurso, que se mantuvo encerrado bajo siete llaves. Cada palabra será estudiada con lupa para encontrar alguna señal sobre el año político que se avecina.
Los primeros escarceos muestran a una Renovación unida y a una oposición que se esfuerza por mostrar despliegue con suerte dispar. Los socios radicales de Cambiemos no pudieron nominar a candidatos para disputar espacios en el Instituto de Previsión Social. El mismo problema tienen a la hora de desembarcar en los barrios. Una cosa es el dirigente que necesita mostrarse y ser parte. Otra cosa el militante, que debe explicar que el cambio que hoy se siente en el bolsillo, es a la larga lo más conveniente.
Del otro lado, como depredadores cuando huelen sangre, los opositores que hasta ahora se habían lamido las heridas de las derrotas electorales, descubrieron que juntos, pueden poner en apuros al Gobierno. El peronismo “federal”, el más kirchnerista y otras corrientes, se encontraron de pronto, juntos en posiciones similares en contra del aumento de las tarifas. Pero hasta el radicalismo y la siempre dispuesta Lilita Carrió descubrieron la debilidad del Gobierno que se desgasta al defender el ajuste como respuesta a todo. Dispararon fuego amigo, buscando salir lo menos dañados del mal momento de los socios.
Ese es el verdadero costo político, incluso mayor que el descontento social, que deberá pagar el Gobierno nacional por su política de ajustes. La oposición encontró puntos en común para construir desde la diversidad. Esa cercanía no existía hasta el tarifazo. La foto en Córdoba, con Juan Schiaretti como anfitrión de un variopinto escenario político, todavía sin liderazgos claros, revela que al oficialismo le ha nacido un potencial rival.
Y mientras atiende el frente político, el Gobierno debió lidiar con el económico, el que hasta ahora menos dolores de cabeza le había dado. Pero un día todo junto pareció flaquear. El dólar se disparó en una preocupante corrida y obligó al Banco Central a una fuerte intervención para frenar la sangría. En una semana se usó todo un arsenal: suba de tasas y ventas por 4343 millones de dólares. Pero el dólar cerró por encima de los 21 pesos. Cinco pesos por encima del pronóstico de Alfonso Prat Gay, cuando advertía que un dólar a 16 pesos sería un fracaso del Gobierno.
El presidente del Banco Central, Federico Struzenegger es, pese a todo, el menos cuestionado en medio de la tormenta. Las peores críticas se las llevan el jefe de Gabinete, Marcos Peña y el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne.
El enojo empresarial está en alza. Sienten que las tasas altas terminan influyendo en la inflación y conspiran contra la posibilidad de crecimiento. Tampoco comparten la política para contener al dólar. Y algunos voceros lo hacen público: “No apostamos al cambio para esto”. En definitiva, viven de las ventas y el mercado interno no repunta salvo en sectores puntuales.
Ahora, una de las entidades empresarias de mayor peso en la Argentina, será comandada por un misionero: Gerardo Díaz Beltrán fue electo presidente de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa y quiere aportarle una mirada federal a la entidad. “Estamos en un país que tiene un discurso permanentemente federalista, pero que no se da en la práctica.  Por qué, no empezar por casa e iniciar  ese federalismo, por CAME era el momento de hacerlo”.

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“Hay una gran coincidencia entre la economía de Macri y la de los 90”

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Domingo Cavallo (Córdoba, 1946) es un personaje clave de la reciente historia argentina, y uno de los más polémicos. Fue el padre de la convertibilidad del peso con el dólar que a partir de 1991 acabó con la hiperinflación argentina. Fernando De la Rúa lo llamó de nuevo en 2001, en un intento desesperado por salvar el modelo. Siete meses después Argentina vivió la peor crisis de su historia, que acabó en el corralito. Desde entonces Cavallo es odiado por millones y pasó incluso por la cárcel. A 16 años del estallido, aplaude la política económica de Mauricio Macri y sostiene que en muchos aspectos es una continuidad con lo que él hizo en los 90, vaticina cambios profundos después de las elecciones y asegura que la historia lo absolverá.

 

Pregunta. ¿Cómo ve al gobierno de Macri?

Respuesta. Lo veo muy orientado. Argentina debe insertarse en la economía mundial y no tratar de aislarse, como hizo entre 2002 y 2015 [con los Kirchner]. Lo primero que hizo Macri fue anunciar que Argentina volvía al mundo. Ahora bien, Macri heredó desequilibrios enormes en la economía, de los cuales la población no era y no es consciente.

P. ¿Macri está continuando esa línea que usted inició en los 90?

R. Si usted le pregunta eso al Gobierno le dirá que absolutamente no. Pero hay una gran coincidencia en el sentido de que el Gobierno de Macri quiere volver a tener una moneda estable y una economía con baja inflación, como tuvimos en los 90. En los 90 pasamos de una economía cerrada, igual de la que heredó Macri, y la transformamos en una economía abierta. Por eso vinieron tantas inversiones y hubo ocho años consecutivos de crecimiento vigoroso, a tasas del 8 y 9%, con inflación prácticamente en cero.

P. Estuvo reunido con el presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger¿Le consultan?

R. No me consultan, pero escribo un informe todos los meses, se los envío y sé que lo leen. Todos los que están en el Gobierno trabajaron en algún momento conmigo, salvo los que son muy jóvenes, entonces eran niños. Macri también tuvo mucha relación conmigo, él como empresario y yo como ministro.

P. ¿Los considera sus herederos?

R. Lo que creo es que están bien orientados.

P. ¿Podría acabar tan mal como en 2001?

R. Aquello acabó mal porque hubo una decisión política de gente que tomó el poder a través de un golpe institucional para reintroducir todos los males de la economía en aras de beneficiar a ciertos sectores.

P. Mucha gente le culpa a usted. Cuando se fue dejó una situación económica muy complicada.

R. Yo no me fui, me fueron. El gran desastre no ocurrió en 2001, sino en 2002. En 2001 teníamos una recesión como la que ha tenido España o Estados Unidos en 2008. Fue una crisis bancaria porque había gente que no pagaba sus deudas. Pero una crisis no se resuelve destruyendo todas las instituciones como se las destruyó en Argentina.

P. Muchos argentinos le culpan y piensan en cómo lo dejó el día que se fue, con el corralito.

R. El corralito no significó que la gente no podía retirar el dinero de los bancos. No podía retirar el efectivo hasta un determinado monto, pero podía usar la tarjeta de débito, podía hacer transferencias bancarias. La imagen que tengo entre los argentinos tiene que ver con la campaña alevosa que me hicieron en 2002 para echarme la culpa de todas las barbaridades que estaban haciendo. Dijeron ‘tenemos que buscar un chivo expiatorio y le echamos la culpa a Cavallo’. Hasta diciembre de 2001 yo era una de las personas con imagen positiva más amplia.

P. ¿Por qué quedó como el malvado que hundió todo y Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner como los salvadores?

R. A la población la engañaron. En 2002, todos los que estaban endeudados en dólares, entre ellos los grandes medios, querían la pesificación. Yo caí en la volteada. Un juez que se estaba por jubilar me metió preso durante 60 días y lo publicitaron por todo el mundo. Me fui del país, porque acá no podía trabajar. Me fui a dar clases en Harvard y Yale, hasta que me cansé de pasar los inviernos allí. Pero siempre volví a Argentina y seguí opinando.

P. ¿Volvería a hacer las cosas igual?

R. Las que hice en mi primera gestión, entre el 91 y el 96, las haría igual. Desde marzo de 2001 en adelante nadie podía hacer algo diferente, pero si pudiese reescribir la historia, no me habría metido [a ser ministro de economía en 2001].

P. ¿Entiende que aún hoy haya mucha gente que escucha su nombre y siente miedo?

R. Yo no creo que siga pasando. Pero si es así es una lástima porque puede llevar a equivocaciones, a decir ‘no hacemos esto porque nos van a emparentar con los 90’.

P. ¿Macri puede tener miedo a que le asocien con usted?

R. Son los estrategas de campaña. [Jaime] Duran Barba [gurú de Macri] les dice “un Gobierno no debe hacer ningún ajuste, no debe planear nada que signifique en lo inmediato alguna pérdida de votos’. Y les dice ‘Cavallo le hizo hacer ajustes a Jamil Mahuad en Ecuador y por eso perdió el Gobierno’. Durán Barba será un buen estratega de campaña pero es un muy mal consejero de Gobierno. Las cosas que hay que hacer hay que hacerlas, porque si no agrava más los problemas hacia el futuro.

P. ¿Cree que Macri lo hará después de las elecciones?

R. Yo creo que sí. Si lo posterga le puede explotar en sus propias manos. Macri quiere realmente resolver el problema de los argentinos, mientras que los Kirchner tenían como único objetivo el poder perpetuo, y el dinero.

P. ¿Cómo recordará la historia la política económica de Macri?

R. Dirá que lo de ahora entronca con la apertura de los 90. Si le va bien a Macri, que espero que le vaya bien, cuando se escriba la historia los 14 años de los Kirchner serán una pausa en un proceso de integración de Argentina al mundo. Hacen bien los macristas en decir que son completamente diferentes a los 70, los 80 y los 90, nadie quiere comprar las críticas del pasado. Pero en Argentina hay suficiente gente inteligente y cuando escriban la historia, van a valorar los aportes que yo hice y criticarán mis errores.

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