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Para Estados Unidos, Paraguay es un paraíso de narcos y Argentina sacó buena nota
El Informe Estratégico de Control de Narcóticos (INCSR, por sus siglas en inglés) es un documento que se publica cada 1 de marzo por el Departamento de Estado de los Estados Unidos. Paraguay es un “habitué” de esta “lista negra”. Estados Unidos, una vez más, sitúa al Paraguay como un centro para el tráfico de armas, de drogas, lavado de dinero y falsificación, especialmente en el área de la triple frontera, en el este del país. Una de las debilidades más notorias para los Estados Unidos son las instituciones financieras tanto públicas como privadas.
En cambio, sobre Argentina destaca que es un país de tránsito para la cocaína, pero que crece la preocupación por el consumo de “paco” -un derivado de la cocaína-, aunque lo sitúa como un problema “de los pobres”. Asimismo, el informe del departamento de Estado destaca que el Gobierno de Mauricio Macri ha adoptado “las mejores prácticas” basadas en el modelo aplicado en el país gobernado ahora por Donald Trump.
Misiones es una de las provincias tomadas como “ejemplo” en el combate al narcotráfico en los últimos meses. Durante 2016, solo la Policía de Misiones incautó más de 15 toneladas de marihuana, y en lo que va de este año la cifra ya supera los 6 mil kilos. En este contexto, el ministro de Gobierno, Marcelo Pérez expondrá la semana que viene en Estados Unidos sobre la problemática de la región y la dura lucha que se está dando al narcotráfico, además del trabajo articulado que se lleva a cabo con las fuerzas federales para combatir este delito.
Paraguay enfrenta varios desafíos en sus esfuerzos por reducir el tráfico y la producción de narcóticos. Paraguay es el segundo mayor productor de marihuana en el Hemisferio Occidental, con la mayoría de las plantaciones creciendo a lo largo de la frontera entre Paraguay y Brasil y luego exportado hacia Brasil y Argentina.
Es también un país de tránsito para la cocaína andina, destinada principalmente a los vecinos de Paraguay o Europa y otros mercados de ultramar. Los narcotraficantes explotan las fronteras del país, las pistas de aterrizaje clandestinas, las extensas vías navegables internas y las instituciones policiales y judiciales con recursos insuficientes y, a menudo, corruptas.
Las organizaciones criminales internacionales que operan a lo largo de la frontera entre Paraguay y Brasil también continúan involucrándose en el tráfico de armas, el lavado de dinero, la falsificación y otras actividades ilegales relacionadas con el narcotráfico.
En diciembre de 2016, las autoridades paraguayas detuvieron a seis presuntos afiliados del cártel de Sinaloa, con sede en México, en Asunción. Según informes de los medios de comunicación, las personas arrestadas supuestamente estaban tratando de establecer una ruta de tráfico de cocaína desde Colombia a Europa vía Paraguay.
El volumen de drogas ilegales incautadas por la Secretaría Nacional Antidrogas (SENAD) y laa Policía Nacional Paraguaya (PNP) disminuyó en 2016 desde el año anterior. En 2016, la SENAD incautó y destruyó 276 toneladas métricas de marihuana procesada (en comparación a las 362 toneladas métricas de 2015) y 1,57 toneladas métricas de cocaína (en comparación con 2,23 TM en 2015). La Policía incautó y destruyó 137,6 toneladas métricas de marihuana procesada (148, toneladas métricas en 2015), y decomisó 19 kilogramos de cocaína (en comparación a 919 kilos en 2015).
La erradicación del cannabis también disminuyó en 2016. Senad erradicó 1.298 hectáreas (ha) de marihuana (en comparación a 1.995 en 2015), mientras que la Policía erradicó 413 ha de marihuana (en comparación a 795 en 2015).
Paraguay es un país de tránsito de drogas y un centro de lavado de dinero. El área fronteriza que comprende Paraguay, Argentina y Brasil es el corazón multimillonario del comercio de contrabando que facilita gran parte del lavado de dinero en Paraguay.
Se cree que organizaciones criminales transnacionales que operan en estos tres países se blanquean el producto del narcotráfico y otras actividades ilícitas a través de bancos y entidades del sector financiero no bancario.
Paraguay: Senado suspende sesión sobre enmienda constitucional
El Senado paraguayo levantó este martes una sesión extraordinaria debido a la falta de quórum entre los legisladores favorables al proyecto de enmienda constitucional.
Es el caso de los representantes del Frente Guasú, que informaron que no asistirían, luego de acusar al presidente de la Cámara, Roberto Acevedo, de “parcialidad”.
Un total de 26 senadores estuvieron ausentes de la sesión. Los 19 legisladores contrarios al polémico proyecto permanecieron en el lugar. El mencionado proyecto provocó a finales de marzo violentas protestas en Asunción, en las que la parte del edificio del Congreso sufrió daños considerables tras un incendio.
Antes del inicio de la sesión, el Frente Guasú, del expresidente y ahora senador Fernando Lugo, comunicó a Acevedo su decisión de no participar en la sesión porque “como presidente de un organismo colegiado, (Acevedo) actúa con marcada parcialidad y falta de respeto a la condición de igualdad entre colegas”.
Lugo ha criticado en otras oportunidades a Acevedo, especialmente al no asistir a la segunda ronda de la mesa de diálogo convocada por el presidente paraguayo, Horacio Cartes, para tratar la crisis política creada tras los violentos sucesos del 31 de marzo en la capital.
Acevedo, perteneciente al Partido Liberal que se opone al proyecto de ley, fue invitado a la mesa en su calidad de presidente del Senado. Tras la primera sesión, Acevedo anunció que no estaría en la mesa hasta que no fuera retirado el proyecto de enmienda constitucional.
Para el 18 de abril está convocada la tercera sesión de la mesa de diálogo de Cartes, aunque el Partido Liberal mantiene su postura de no acudir.
El Partido Colorado y el Frente Guasú son los principales promotores del proyecto de enmienda que permitiría la postulación en las venideras elecciones de 2018 del actual presidente, Horacio Cartes y del exmandatario Fernando Lugo.
El senador Carlos Filizolla confirmó que que el ex obispo Fernando Lugo buscará un nuevo mandato. “Estamos luchando por la aprobación de la enmienda de la Constitución Nacional para que Lugo tenga un reaseguro, una garantía para ser candidato en las elecciones del 2018. Nuestra apuesta es Lugo!”, indicó.
Brotes verdes, amarillos y rojos: ¿qué pasa con el empleo en Argentina?
El pasado jueves 16 de marzo el INDEC dio a conocer datos de desempleo del cuarto trimestre, que dieron una baja respecto al tercero (7,6% contra 8,5%). Unas horas antes de que el organismo de estadística publicara el dato, el diputado oficialista Luciano Laspina tuiteó: “Tengo una buena noticia. El desempleo está bajando en la Argentina. Bajó a 7,6%, casi un punto menos respecto al tercer trimestre”. Sin embargo, a las pocas horas lo borró: quizá porque no corresponde que alguien que no sea el INDEC comunique ese tipo de datos o, quizá, porque la baja del desempleo no se dio por un motivo positivo (como la creación de empleo), sino por otro (personas que no tenían trabajo y buscaban activamente dejaron de buscarlo), como se conoció horas después en el informe del INDEC. Ahora bien, por esta razón es muy errado entender el mercado de trabajo argentino (o el de cualquier país) en base a una sola variable como la tasa de desempleo. En lo que sigue, procuraremos analizar qué está pasando con el mercado de trabajo en la coyuntura actual, tratando de sacar el mayor jugo posible a los datos oficiales.
Los indicadores del mercado laboral
Un niño de 12 años que va a la escuela y por tanto no trabaja, ¿es un desocupado? Un jubilado que trabajó 40 años y ahora tiene 80, ¿lo es?
El desempleo no implica sólo no tener trabajo. También hay una segunda condición: no tenerlo y, además, buscar activamente empleo. Las personas que no trabajan ni buscan activamente empleo se denominan “inactivas” (es el caso del niño y del jubilado mencionados recién, pero también de muchos adultos que, por diversas razones -discapacidad, son amas de casa, desaliento a buscar empleo por falta de oportunidades, etcétera-, no trabajan ni buscan empleo). Por el contrario, los ocupados (se considera ocupado a toda persona que haya trabajado una hora en la semana en la que el INDEC le hace la encuesta -salvo que esté de vacaciones o licencia laboral-) y los desocupados componen lo que se denomina “población económicamente activa (PEA)” o “fuerza laboral”. La “tasa de desocupación” es el porcentaje de los desocupados sobre la PEA, no sobre el total de la población. El 7,6% actual significa que de cada 1000 activos, 76 son desocupados y 924 ocupados.
Como decíamos antes, la desocupación entre el tercer y cuarto trimestre no bajó porque desocupados se transformaran en ocupados, sino que pasaron a ser inactivos. Aún más, los datos del INDEC muestran que hubo 29.000 ocupados menos en el cuarto trimestre respecto al tercero. Este dato debe tomarse con ciertas pinzas, por razones que detallaremos luego.
Volvamos por un minuto a las medidas que se usan para analizar el mercado de trabajo. Además de la tasa de desocupación, hay otras que son muy importantes. Por ejemplo, una de ellas es la “tasa de actividad”, que mide cuántas personas son activas (ocupados más desocupados) cada 100 habitantes. Entre el tercer y el cuarto trimestre, tal cifra cayó del 46% al 45,3%. De ahí que haya bajado la desocupación en simultáneo con el empleo. Otro indicador muy relevante es la “tasa de empleo”, que muestra cuántos ocupados hay cada 100 habitantes. Quizá esta medida es mejor indicador de la situación económica que el desempleo, ya que efectivamente nos muestra qué porcentaje de la población trabaja. Teniendo en cuenta que la población argentina crece al 1% por año, ello significa que el empleo debiera crecer al mismo ritmo para que la tasa de empleo se mantenga constante. Habida cuenta de que tenemos poco más de 18 millones de ocupados, eso implica que tendríamos que crear 180.000 puestos de trabajo al año para mantener la tasa de empleo constante. “Se sostuvo el empleo”, frase que diversos gobiernos han destacado como una noticia positiva en algunos contextos, no es algo demasiado promisorio: si el empleo se sostiene (sin crecer), la tasa de empleo empeora. En otras palabras, se mantienen los ocupados pero las nuevas personas que ingresan al mercado laboral no logran insertarse. La variable demográfica es clave en los análisis económicos: de ahí que tampoco sea del todo útil decir “mienten cuando dicen que la economía no creció durante el último gobierno de Cristina, ya que el PBI creció 0,2% por año”. Crecer al 0,2% por año implica una caída del 0,8% anual en términos per cápita. Del mismo modo, si el PBI creciera 2,5% en 2017 y volviera a los niveles de 2015, estaríamos 2% abajo en materia per cápita (por el crecimiento demográfico de 2016 y 2017). Nada que festejar.
Hay diversas variables adicionales que importan en el mercado de trabajo. Hay dos de ellas que suelen tener rebote mediático (aunque menor al de la desocupación): la subocupación y la informalidad. Un subocupado es un tipo específico de ocupado: aquel que trabaja menos de 35 horas semanales por causas involuntarias, y que además está dispuesto a trabajar más horas. La tasa de subocupación -al igual que la de desocupación- se calcula como porcentaje de la PEA, y no sobre la población total (como ocurre con la tasa de actividad y la tasa de empleo). Entre el tercer trimestre y el cuarto casi no cambió: pasó del 10,2% al 10,3% (por debajo del 11,2% del segundo trimestre).
Por su lado, la informalidad es muchas veces tomada como síntoma de precariedad laboral o empleo vulnerable. Dentro de los asalariados (esto es, los ocupados que están en relación de dependencia, a diferencia de los patrones -que tienen personal a cargo- y cuentapropistas -que no tienen personal a cargo pero no están en relación de dependencia-), tenemos los “en blanco” o “formales” o “registrados”, que son aquellos que aportan al sistema jubilatorio (y que además suelen tener obra social y vacaciones pagas, por ejemplo), y los “en negro” o “informales” o “no registrados”, que no aportan al sistema jubilatorio (y no tienen obra social y, en muchos casos, tampoco vacaciones pagas). Lo que conocemos como “tasa de informalidad” refiere al porcentaje de asalariados que no aporta al sistema jubilatorio: en el cuarto trimestre, tal cifra estuvo en el 33,6% (la última medición kirchnerista daba 33,1% en el segundo trimestre de 2015). Tal 33,6% esconde heterogeneidades regionales: el noroesta (NOA) superó el 40% y en la Patagonia rondó el 17%.
El problema de la “tasa de informalidad de los asalariados” es que se dejan afuera a los trabajadores no asalariados (también llamados trabajadores independientes, que son aproximadamente el 24% del total), para los cuales medir formalidad es más complejo (puede ser como aportantes a la seguridad social vía regímenes como monotributo, aunque otros análisis definen informalidad no asalariada en función del nivel de calificación del ocupado). Si tomáramos a los no asalariados (recordemos, patrones y cuentapropistas) de baja-media calificación como informales y a los de alta calificación como formales, la informalidad en Argentina (contando todo) estaría en torno al 40%. Tomando a la fuerza laboral en su conjunto (esto es, ocupados más desocupados), tenemos que alrededor del 45% de la PEA tiene problemas de empleo (esto es, son desocupados o asalariados informales o trabajadores independientes informales). El Gráfico 1 a continuación muestra el mapa del empleo en Argentina al segundo trimestre de 2016 de acuerdo a microdatos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del INDEC. Si bien el desempleo entonces era del 9,3% y en el cuarto trimestre del 7,6%, el diagnóstico no cambia en lo esencial. Cambiar para bien significativamente ese mapa del empleo sólo se puede dar en el largo plazo por medio del desarrollo económico y productivo; hacerlo para mal puede hacerse más rápidamente por medio de catástrofes económicas (algo que por suerte no ocurrió en el segundo semestre de 2016).
Gráfico 1: Composición de la fuerza laboral en Argentina (segundo trimestre de 2016), en porcentaje
Fuente: elaboración propia en base a INDEC
Ay, INDEC
¿Cómo podemos analizar en el tiempo lo que pasa en el mercado de trabajo argentino? En primer lugar, vale aclarar que hay dos grandes fuentes de información para monitorear las tendencias del mercado de trabajo. La más famosa es la EPH que realiza el INDEC, que cubre 31 aglomerados urbanos del país que representan el 62% de la población nacional. Al encuestar unos 26.000 hogares por trimestre, la EPH permite conocer múltiples aspectos de la población, como por ejemplo las mencionadas tasas de desocupación, subocupación, empleo, actividad o informalidad.
Lamentablemente, es difícil tener una comparabilidad fiable con los datos de la EPH 2016 con la de los años previos. ¿Por qué pasa esto? Básicamente porque es difícil poner las manos 100% al fuego por la EPH del período 2007–2015, de la intervención kirchnerista en el INDEC. Es complicado saber bien qué se manipuló (si es que efectivamente se manipuló) de la EPH durante los últimos años kirchneristas. Existen ciertos indicios de que se toqueteaba “quirúrgicamente” la tasa de desempleo, por medio de por ejemplo la “oficina matadesocupados” (que llamaba a los que eran desocupados y les hacían una serie de repreguntas para ver si los transformaban en “inactivos”). Sin embargo, no podemos saber a ciencia cierta cuánto incidía ello en el desempleo (mi intuición: en torno a 0,5 y 1 punto porcentual, al menos a partir de comparar los datos de desempleo de CABA según la EPH y la Dirección de Estadísticas de CABA, que tiene su propia medición del mercado laboral porteño).
Si la tasa de desempleo del cuarto trimestre de 2016 estuvo en el 7,6% (en un contexto recesivo), no suena del todo descabellado que el desempleo durante los últimos años kirchneristas estuviera en torno al 6/7%, tal como mostraban las cifras oficiales. Luego, el resto de los datos de la EPH de los años kirchneristas (tasa de informalidad, porcentaje de ocupados, ingresos, etcétera) luce medianamente razonable. He pasado días enteros comparando la EPH 2016 (sin sospechas de intervención K) con la de los años anteriores y -salvo en lo mencionado del desempleo- no vi nada extraño. Si los ingresos de la población hubieran estado muy inflados durante los años kirchneristas (para amplificar mejoras en el salario real por ejemplo, aún tomando datos alternativos de inflación), tendríamos que haber encontrado que entre 2015 y 2016 habrían subido muy poco según la EPH. No ocurrió ello: por el contrario, los salarios según EPH subieron poco más del 30% entre esos años (segundos trimestres), cifra razonable, a tono con los registros administrativos del Estado y las paritarias.
De todos modos, en lo que concierne a desempleo, no podemos saber exactamente qué pasó. El último dato oficial del INDEC kirchnerista dio un desempleo del 5,9% en el tercer trimestre de 2015. No tenemos datos oficiales del cuarto trimestre de 2015, comparable -por razones estacionales- con el cuarto trimestre actual (la comparabilidad del mercado de trabajo siempre es mejor hacerla con el mismo trimestre de años anteriores y no contra otros trimestres del mismo año). Del cuarto trimestre de 2014 sí tenemos datos: 6,9%. Pero lamentablemente no podemos poner las manos en el fuego por ellos, al menos en lo que concierne al desempleo. ¿Qué podemos hacer, entonces, para analizar comparativamente?
El SIPA: virtudes y defectos
Hay una segunda gran fuente de información para analizar el mercado de trabajo argentino, que es el Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA), la cual tiene dos grandes ventajas y una gran desventaja respecto a la EPH. La desventaja es que el SIPA solo capta el empleo registrado, dejando fuera de cobertura a todos los informales y, obviamente, a los desocupados. Por su lado, la primera gran ventaja del SIPA es que no se trata de una encuesta (que tiene errores muestrales –de ahí que no podamos decir con precisión que entre el tercer y el cuarto trimestre de 2016 se destruyeron 29.000 empleos, como surge de la EPH, ya que hay un margen de error estadístico importante). Por el contrario, los datos de SIPA surgen de registros administrativos del Estado (CUIT y CUIL), de modo que conocemos con exactitud la cantidad de asalariados formales (y monotribustistas/autónomos). Aun más, hasta podemos tener un alto detalle de lo que pasa en cada provincia o en cada rama de actividad. Otra gran ventaja del SIPA es que durante el período 2007–2015 sus datos no han sido impugnados por nadie, a diferencia de los del INDEC.
¿Qué dicen los datos del SIPA, en lo que concierne al empleo asalariado formal en el sector privado -que es el que todos los gobiernos dicen querer fomentar, a diferencia del empleo público, que muestra más divisiones ideológicas-? El Cuadro 1 exhibe la variación del empleo asalariado formal privado en el cuarto trimestre de 2016 respecto al mismo período de 2015, para el total del país y para las 24 jurisdicciones del país. Los datos efectivamente no son nada buenos: el empleo asalariado “en blanco” del sector privado (poco más de 6 millones de personas) cayó 1,1% interanual, la cifra más fuerte que 2009, por encima de los recesivos 2012 y 2014, cuando el empleo se mantuvo estable. La hipótesis de Sergio Berensztein, consultor cercano al PRO, no es irrazonable, aunque sí insuficiente: antes de 2016 las empresas se cuidaban de despedir por temor a las represalias del gobierno anterior. Sin embargo, 2016 se caracterizó por algo que 2014 (de caída similar del PBI y del mercado interno) no tuvo: mayor apertura comercial, que afectó severamente a diversos segmentos industriales, muchos de ellos intensivos en empleo (como calzado, textiles o metalurgia). En efecto, 2016 fue un año anómalo: las cantidades importadas subieron en conjunción con una recesión. Sólo en 1916, 1925, 1945 y 1975 se había dado ello.
La dinámica del empleo en 2016 fue muy desigual a nivel regional y sectorial. En el Cuadro 1 vemos un dato muy importante (recomendamos tenerlo en el radar habida cuenta de que en unos meses tenemos elecciones): en 8 de los 24 distritos (Chaco, Santiago del Estero, Río Negro, Misiones, Catamarca, San Luis, Formosa y Tierra del Fuego, en donde el empleo asalariado formal privado se contrajo un dramático 12,9%, de la mano de la crisis del ensamble de electrónicos), la merma del empleo asalariado formal privado fue la peor desde 2002. En la petrolera Santa Cruz, la caída del 10% es la peor desde que se tiene registro (1996). En estas provincias, el principal factor que explica la caída del empleo formal es el parate en la construcción (en Santa Cruz el empleo en este sector cayó ¡40%! entre el cuarto trimestre de 2015 y el tercero de 2016 de la mano del freno a la obra pública), salvo en Tierra del Fuego (donde primó la destrucción de empleo manufacturero). En Chubut, Neuquén, Corrientes y Buenos Aires se dio algo similar al país, en el sentido de que la destrucción de empleo formal privado fue la peor desde 2009. En provincias agroindustriales como Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos o La Pampa, la situación fue mucho menos dramática (de hecho La Pampa es la de mejor performance relativa, con crecimiento del empleo del 1,9%). Jujuy y Tucumán -también de base agroindustrial- acompañaron a La Pampa en el club de las ganadoras de empleo en 2016.
Las heterogeneidades del empleo formal (proxy de las de la actividad económica) no sólo se dieron a nivel regional, sino también a nivel sectorial (Cuadro 2). Sectores como la salud y la educación privada, el agro, el financiero o el comercio incrementaron su empleo en 2016, aunque a tasas menores que en 2015 (salvo el agro, que lo hizo a tasas mayores). En contraste, la construcción tuvo un pésimo año (-7,1% cayó el empleo formal privado entre el cuarto trimetre de 2016 respecto al mismo período de 2015), debido al parate de una obra pública que recién comenzó a reactivarse gradualmente hacia el final del año (el argumento oficial fue la auditoría de los proyectos de obra pública que había iniciado el kirchnerismo). En la industria, azotada por la caída del mercado interno, las altas tasas de interés, la suba de costos energéticos y la apertura comercial, ocurrió algo similar: la caída del empleo en blanco en el sector fue de casi el 4%, la peor desde 2002, y todavía no se vio el punto de inflexión hacia la recuperación (a diferencia de la construcción). El sector petrolero sufrió una aguda crisis (-6,7% cayó el empleo en blanco), debido a la dinámica de precios internacionales. Esta baja es la peor desde que se tenga registro (1996).
¿Qué 2017 se nos viene?
Los datos de actividad económica del INDEC muestran que la economía tocó fondo a mediados de año, y que en el cuarto trimestre creció un 0,5% contra el tercero (sin estacionalidad). Los datos de empleo asalariado formal privado muestran algo similar: lo peor se dio hacia mediados de año. ¿Cómo puede ser entonces que los datos del INDEC hayan mostrado una caída del empleo en el cuarto trimestre respecto al tercero? La razón principal es que, al parecer, las mejoras registradas en el empleo formal en SIPA fueron más que compensadas por destrucción de puestos de trabajo informales (sólo captables por la EPH). En efecto, la EPH sugiere que en el cuarto trimestre hubo 13.000 asalariados formales más (públicos y privados) que en el tercero, pero que eso se vio compensado por la destrucción de 35.000 puestos de trabajo asalariados informales y 7.000 no asalariados. De todos modos, estos guarismos deben ser tomados con cautela, habida cuenta de que la EPH tiene el mencionado “error muestral”, por medio del cual no podemos saber con 100% de precisión de cuánto fue la caída del empleo en el cuarto trimestre (quizá fue menos que 29.000 puestos, o quizá más).
En resumen, la información disponible permite ver que en 2016 el mercado de trabajo no “explotó” como sí lo hizo en recesiones como 1995 o la de la crisis de la Convertibilidad. Sin embargo, sí se precarizó. En el segundo trimestre de 2015, de cada 1000 ocupados, 513 eran asalariados en blanco. En 2016, tal cifra estuvo en torno a 500 (Gráfico 2). Por el contrario, los que ganaron mayor peso son los “no asalariados” (cuentapropismo, mayormente), cuya fragilidad laboral suele ser más grande. La información disponible también nos permitió ver una enorme heterogeneidad tanto regional como sectorial en lo que concierne al empleo (asalariado formal privado).
Gráfico 2: Composición de los ocupados en Argentina (2015 y 2016)
Fuente: elaboración propia en base a EPH-INDEC. El número romano indica el trimestre.
2017 probablemente sea un año de crecimiento: algunos, más cautos, lo ubican más cercano al 2% (como la Consultora Contexto); otros, más optimistas como Miguel Bein, por arriba del 4%. En promedio, las consultoras -la mayoría de ellas afines al gobierno actual- pronostican un crecimiento del 3%. Si ello efectivamente es así, probablemente el mercado de trabajo tenga una dinámica más auspiciosa que la de 2016, habida cuenta de que el crecimiento económico es una variable crucial por detrás de las tendencias del mercado de trabajo. Sin embargo, es factible que tal crecimiento sea heterogéneo, con sectores como el agro con bonanza y otros (como algunos sectores industriales sensibles a la competencia extranjera y castigados por la apertura comercial y la apreciación del tipo de cambio) que pueden agudizar los problemas de 2016. El perfil sectorial del crecimiento no es un dato menor, pues hay sectores que crean mucho empleo indirecto (por ejemplo, cada puesto de trabajo creado en la industria suele implicar 2,5 puestos adicionales a raíz de las múltiples demandas que genera a otros sectores) y otros que no (es el caso, por ejemplo, del sector educativo).
Por último, una reflexión final: si la población crece al 1% al año (2% desde 2015) y el empleo formal privado asalariado se contrajo 1,1% a lo largo de 2016, entonces debiera crecer 3,1% en 2017 para volver a la situación de 2015 (en lo que concierne a la cantidad de asalariados privados formales cada 100 habitantes). Ello implicaría una generación de poco más de 180.000 puestos de trabajo formales privados nuevos. ¿Será posible? Difícil con una economía creciendo al 2/3%; más factible con una creciendo por encima del 4%, y de la mano de sectores traccionadores del empleo (como por ejemplo el industrial). Crecer al 4% es más probable si los salarios reales y el gasto público se expanden (ya que son componente clave de la demanda); en tanto, el perfil sectorial del crecimiento tendrá mucho que ver con las políticas productivas del gobierno.
Precios bajos y degustaciones en el Mercado Concentrador por Semana Santa
Como cada año, productores y emprendedores del Mercado Concentrador Zonal de Posadas se preparan para Semana Santa con productos frescos, de buena calidad y a precios accesibles. Además, ofrecerán degustaciones de productos para que los clientes se sientan satisfechos a la hora de hacer sus compras.
En cuanto a productos cárnicos, Mariela Bernardy de Granja San Jorge comentó que ofrecen carne de cerdo y sus derivados como costillita a $110 el kilo (con piel) y $120 el kilo (sin piel); ofertas de cortes de costilla a $90 el kilo, paleta de cerdo a $80 el kilo, además de contar con cortes como el carré y el pernil a precios accesibles. “Para Semana Santa, la gente se acerca a preguntar por el tocino de cerdo para preparar la masa de chipa. Tenemos tocino con piel a $20 el kilo y sin piel $30 el kilo”, apuntó.
Valeria Dos Santos, del sector Cárnicos, también detalló sus ofertas para Semana Santa. Cuenta con una importante producción de pacúes en diferentes presentaciones: pacú despinado a $90 el kilo, pescado entero a $70 el kilo, fileteados a $110 el kilo, molida $110 el kilo y milanesa de pacú a $105 el kilo. “La gente lleva más el filete y el despinado porque son los que no tienen espinas y son más prácticos para su cocción”, expuso. Además cuenta con interesantes ofertas en carne de pollo: pollo entero a $34 el kilo, 3 kilos de muslo a $105, y sus variantes de molida, suprema y milanesa a precios bajos.
Pablo Almirón de la Cooperativa Oré de Jardín América apuesta a la venta de quesos, uno de los productos más solicitados en Semana Santa. Ofrece al público: queso cremoso a $98 el kilo, barra a $127 el kilo, cáscara colorada a $150 el kilo, muzzarella $118 el kilo, queso sardo a $160 el kilo y ricota a $60 el kilo. “La gente está llevando mucho queso en barra, cremoso y cáscara colorada. La venta está siendo muy buena y esperamos que se mantenga”, añadió.
Benita Torres, del box 5 del sector Preelaborados, contó que tienen a la venta harina de maíz a $25 el kilo, almidón a $30 el kilo y masa para chipa a $100 el kilo. La productora aseguró que se tratan de los productos más solicitados en estos días y remarcó que la venta es positiva. Además, el jueves santo ofrecerá una degustación de las chipitas de almidón para que los clientes que visiten su puesto prueben y conozcan el producto antes de comprar, a fin de que pueda irse satisfecho con la compra.
Mirta Olmedo, del box 8 de Preelaborados, también se preparó para Semana Santa y ofrece al público: huevos de pascua desde $20, según el tamaño y las figuras, y masas dulces como pastafrolas, tartas de manzana, entre otros. “Ya empezamos la venta fuerte de esta semana y esperamos que continúe”, manifestó.
Karina Pain es productora de Cerro Azul y atiende el puesto 3 del sector Frutihortícola. Para estos días cuentan con varias ofertas y esperan que los consumidores vuelvan a elegir sus productos frescos de origen misionero. En su box ofrece: la docena de choclo a $25, 2 kilos de mandioca a $25, 2 kilos de zapallito a $35 y acelga a $10 el mazo. “Tenemos muchas expectativas y esperamos que el clima y la gente nos acompañe”, afirmó.
El Mercado Concentrador Zonal de Posadas se encuentra ubicado en avenida Aguado N°4450, a una cuadra de avenida Chacabuco y atenderá este miércoles, jueves, sábado de 7:00 a 12:30 horas. El único día que permanecerá cerrado será el viernes santo.



