Eduardo Costantini

Eduardo Costantini: “No estoy de acuerdo con la bicicleta financiera”

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Cada tanto, los hombres de negocios más importantes de la Argentina hablan para dar su mirada sobre el rumbo de la economía. Esta semana Infobae entrevistó a Eduardo Costantini, fundador de Nordelta, quien dejó un mensaje: “La cosa está más complicada de lo que se piensa”. A continuación, la entrevista publicada por Infobae.

-¿Cómo ve la coyuntura, tanto como economista como como empresario? Cada vez son más los que alertan al Gobierno sobre la incongruencia de las políticas duras en materia monetaria, y cierta blandura en la fiscal, para atacar un elevado déficit de arrastre, pese a sus efectos negativos sobre la apreciación cambiaria que provoca el financiamiento del desequilibrio de las finanzas públicas con deuda externa.

-Creo que lo que ha ocurrido es que la Argentina tenía el diagnóstico equivocado, o por lo menos decía una cosa que no era. Nuestra economía era y sigue siendo una situación de desequilibrio, y que la administración anterior había dejado en un estado que era como una bomba. Es decir, dejó al país en un estado como un paciente que exigía intervenir. Lo que ocurre es que durante la campaña los candidatos se encargaron de comunicar que no iba a haber ni ajuste ni merma de actividad, porque la población o no conocía, o no estaba explicitado los problemas que claramente teníamos. Por tanto, ¡es casi al revés! Independientemente de quien gobierne, si se toma objetivamente la situación económica y se piensa en que se podrá poder encauzarla sin algún costo económico en términos de actividad, sin duda, además, concomitante con el costo social, es irreal. Teníamos exceso de inflación; insuficiencia de reservas en el Banco Central; atraso cambiario; precios relativos desarticulados; y un elevado déficit fiscal. Toda esa situación sigue estando, aunque parcialmente. Articularla, es decir llevarla a un punto de sostenibilidad, es un proceso relativamente traumático, eso una realidad, porque los procesos económicos llevan su tiempo.

-¿Entonces cree que el Gobierno está haciendo las cosas bien, pero los resultados demorarán en manifestarse?

-No, no. No estoy juzgando todavía el nivel de eficacia de este programa económico, lo que quiero decir es que había desequilibrios y que no se podrían maximizar todos los objetivos unitariamente. No se puede pasar a no tener inflación, a no tener déficit fiscal, aumentar los precios relativos de todas las tarifas públicas; y no sufrir costos en términos de actividad, desempleo…

– ¿Usted cree que el Gobierno no vio ese cuadro cuando el anterior ministro de Economía, Alfonso Prat-Gay, se apresuró a hablar de la llegada de los “brotes verdes” en el segundo semestre de gestión?

-Creo que ahí sí el Gobierno pecó de optimista, porque a mi juicio creyó que por el cambio de apertura al resto del mundo; de reconocer la deuda; salir del default; de ser amigable con el mundo occidental y con la ideología centro-liberal, o como se le quiera llamar, iba a producir un cambio de expectativas para mejor de tal naturaleza que el ingreso de capitales y el aumento de la inversión producirían un contrapeso suficiente para compensar la debilidad ocasionada por el aumento de tarifas, o reducción del gasto público. Eso claramente no se dio. Lo que hay en la economía en este período es, sin duda, una percepción de menor riesgo en la economía argentina; un ingreso significativo de capitales financieros; un financiamiento fluido del déficit fiscal; una baja de las tasas de interés; pero un efecto en el bolsillo de las familias negativo por el aumento que ha habido sobre todo de las tarifas públicas, y también de la misma inflación producto de la devaluación y de este ajuste de precios relativos.

-El Gobierno había logrado bajar sostenidamente la tasa de inflación, luego de un repunte inicial derivado de la unificación cambiaria, la eliminación de la mayor parte de las retenciones y el comienzo del ciclo de suba de las tarifas, pero con el inicio del nuevo año ese proceso no sólo se interrumpió, sino que se volvió a acelerar hasta abril. Ahora parece que vuelve a retomar la senda bajista. ¿A qué atribuye esos movimientos, a la persistencia de aún de elevados desequilibrios o a un proceso natural?

-Supongo que esos movimientos responden a la dinámica de las paritarias; del dinero que recibieron los jubilados; también hubo otro aumento de tarifas, menor, pero hubo ajustes, determinaron esa dinámica inflacionaria. De todas maneras, la suba de precios al consumo se muestra descendente, aunque probablemente no se cumpla la meta inflacionaria del 17% para el cierre del corriente año, pero va a ser ostensiblemente menor que la del año pasado, que fue altísima.

-¿Quiere decir que la inflación está bajando, pero seguirá a menor ritmo que el que se propuso el Banco Central?

-Sí, la inflación está bajando, pero lo hace gradualmente porque el Gobierno ha elegido una política gradual, y aparte sostiene que es impensable una política de shock, no sólo socialmente, sino prácticamente, porque hay una alta rigidez en el gasto público que no se puede bajar de un día para otro.

-Justamente sobre la rigidez del gasto público, como economista, pero también como empresario, porque es una variable que supongo mira a menudo, ¿qué pensó cuando vio que en abril la masa salarial en la administración central creció más de 40%; y del 33% en el cuatrimestre, en comparación con un año atrás? Más que gradualismo, ¿no reflejaría cierta pereza en controlar la expansión del gasto público?

-Me parece que como este es un año electoral, el Gobierno va a hacer el mayor esfuerzo fiscal en 2018. De hecho, el mensaje en la última reunión de Gabinete fue el pedido a cada ministerio de que reduzca el gasto; y que van a cumplir con la reducción del déficit fiscal el año que viene; y que este año van a cumplir con la meta de bajarlo a 4,2% del PBI. La estrategia del Gobierno es el gradualismo, ahora la pregunta del millón es si el gradualismo va a alcanzar o no, porque lo que va produciendo en este caso es un desequilibrio en el mercado cambiario.

-¿Cree que se ha caído en atraso cambiario, al menos respecto de la tasa de inflación?

-Sí, creo que hay un atraso del dólar, porque si bien hay un mercado libre, está muy ofrecido por el propio financiamiento de la Argentina, principalmente por parte del sector público, pero también del privado. Es un modelo en la que hay una oferta de dólares que hace que su precio esté barato. Y también hay un aumento significativo de los gastos de los argentinos en el resto del mundo. En una situación donde el nivel de empleo no es el deseado y también hay insuficiencia de ventas en algunos sectores. Por eso critico el valor del dólar sin pensar en los intereses personales porque creo que aun considerando todas las ineficiencias que tenemos, y el famoso costo argentino, no deberíamos fomentar un aumento del gasto en el exterior por parte del turismo. Nuevamente nos encontramos frente a objetivos contrarios, que es lo que es la economía un “trade off” entre una cosa y la otra, por eso los gobiernos no quieren aceptar una mayor inflación, porque si lo hicieran les produce un mayor costo social y económico. Y hoy se observa, por un lado, un gradualismo en la política fiscal y, por el otro, una política ortodoxa monetarista, con tasas de interés reales positivas, con aspiraciones honestas y genuinas de querer alentar el ahorro, custodiar el valor de la moneda; que es la función del Banco Central. Pero cuando esa situación se da con un exceso de déficit fiscal, y una financiación en el exterior, lo que produce es una caída del tipo de cambio relativo, que junto con la percepción de menor riesgo país el tipo de cambio queda planchado y se empieza a generar una bicicleta financiera. Yo no estoy de acuerdo ni con la bicicleta financiera, ni con el exceso de gasto en el exterior de los argentinos, dada la salud débil de la economía argentina y del empleo, pobreza.

-¿Cuál sería la solución a esa incongruencia entre el gradualismo fiscal y la dureza monetaria?

-Habría que resignar parcialmente el objetivo de inflación. Porque si se acompaña con la política cambiaria comprando dólares y monetizando parte del déficit fiscal, como hacía el gobierno anterior, produce ese efecto.

-Miguel Ángel Broda y otros destacados economistas como Ricardo Arriazu, Carlos Melconian y Daniel Artana, también piensan eso, porque argumentan que no se puede estar prendiendo al mismo tiempo el aire acondicionado en frío y la calefacción, alguno hay que apagar. ¿Si se resignara la política monetaria no podría contribuir a que los desequilibrios que aún no se corrigieron se profundicen?

-Es que el problema está en el origen, que es complejo y hay un tema que es que la sociedad argentina está acostumbrada al populismo, a no sufrir; y sin duda a rechazar y no votar, sobre todo, a un gobierno no peronista, si aplica una receta más ortodoxa. Eso se llama en términos populares un ajuste neoliberal, y por tanto se vuelve al populismo. De ahí que las autoridades actuales dicen “teniendo en cuenta la realidad política, y al no tener mayorías legislativa, voy a acomodarme al deseo de la voluntad de los argentinos y voy aplicar una política gradualista, con la esperanza de que el ingreso de capitales y la inversión mejoren la tasa de crecimiento y licúen, a través del aumento de los ingresos el déficit fiscal, y de lugar a un círculo virtuoso que permitirá reducir el ritmo de endeudamiento externo, y entonces el atraso cambiario sea menor. De ahí que el punto clave es si se puede cruzar el puente o no, es decir si llega al otro lado. Esto es pasar a crecer de modo sostenido a un 3% por año, aún con la actual paridad cambiaria, que el Gobierno no acepta como atrasada. Las expectativas es que este año haya crecimiento, pero no al ritmo que se prevé en el Presupuesto.

-Desde el punto de vista empresario ¿cómo se ve este escenario, genera incertidumbre, y explica por qué no se disparan las inversiones productivas, como sostuvo en la última semana el pensador Francis Fukuyama? Aunque no es lo que se le dice al Presidente cada vez que recibe a sus pares en el país, y más aún en sus giras por el exterior. ¿Fue perdiendo credibilidad el Gobierno?

-Yo no diría tanto de que el Gobierno no es creíble. Hay dos consideraciones, una macro, sobre la consistencia del plan económico, y otra situación micro, específica sectorial. En este punto, creo que las decisiones de inversión está determinada por los fundamentals de cada sector. Si se mira la rama de energías renovables hubo un muy buen nivel de interés en las licitaciones, y se colocó con exceso; en el caso del mercado inmobiliario, estimo que los terrenos que va a vender el gobierno de la Nación, y también el de la Ciudad y la Anses, que serán unos USD 700 millones en valor tierra, va a haber un muy buen interés de los inversores, a pesar de cierta incertidumbre que pueda generar la situación macroeconómica, y también la incertidumbre de la respuesta de la demanda ante una oferta expandida, producto de los desarrollos en esos terrenos, en términos de oficinas, departamentos. Veo desarrolladores que se han endeudado en el mercado para apostar en la Argentina, veo a un grupo de afuera que está interesado en ingresar al país; no percibo una cosa de que vienen o no vienen inversores. Después hay sectores donde no hay un desempeño aún atractivo, como el de vinos; las ventas en shopping tampoco andan bien. Hay sectores que tienen dificultades y otros que no. Los sectores ligados al dólar, como el inmobiliario, están andando bien, porque como el tipo de cambio está barato y no hay perspectiva de suba, hay cierta demanda inducida por ese fenómeno; además están los fondos del blanqueo. Ahora, es cierto que cuando un inversor extranjero está viniendo el país, están observando a la Argentina. En la última semana estuve con tres grupos, de los cuales dos de ellos manejan más de un billón de dólares argentinos, esto es dos veces nuestro PBI; también almorcé con un grupo que administra más de USD 40.000 millones; y antes ni se les pasaba por la cabeza venir a la Argentina. Hay muchos inversores que están viniendo y se reúnen con funcionarios del Gobierno, con empresarios, economistas, políticos, para hacerles preguntas, porque quieren entender a la Argentina, que es un tanto inexplicable. Es probable que algunos digan que se han hecho cambios para mejor, claros, sensibles, vamos a ver si la macroeconomía va convergiendo; qué respuesta política y social va tener la sociedad en las legislativas en octubre, ¿dará un aval para la política del Gobierno, o no lo van a hacer? Y eso ocurre porque la Argentina viene de un desequilibrio, por lo menos desde que tengo uso de razón como economista, nací hace 70 años, y hace 50 años que como economista miro a mi amado país, y nunca he visto una estabilidad de largo plazo, ¿por qué la va a tener ahora?

-Pero si se recuerda los fenómenos que se vieron a la salida de la hiperinflación, a comienzos de 1991, aunque luego de una tarea dura previa, como después de la crisis de 2001, también después de importantes ajustes previos a la reactivación de 2003, la confianza se recuperó rápidamente…

-¿Sabe por qué ocurrió eso? Porque cuando se tiene una crisis casi terminal, en el sentido que se cae en cesación de pagos, una gran caída del PBI, la gente percibe la crisis, y la percibe en carne propia, porque pierde el empleo; no llega al supermercado; rompe el supermercado; rompe los bancos. Entonces cuando se produce esa crisis, esa crisis la pagó otro gobierno. Pero el que viene empieza a construir sobre bases más sólidas de aceptación, aunque por ejemplo con un déficit corregido porque los sueldos públicos se diluyeron sustancialmente, como ocurrió con la gran depresión de la historia económica argentina, en 2002, al punto que se pasó de un elevado déficit a superávit fiscal en meses. Aparte con el default hubo cero pago de deuda; se parte de una situación y libertad política porque no hubieron desbandes sociales, por la aceptación del nuevo gobierno. En cambio, la realidad es que la situación era y es mucho más complicada que lo que los argentinos creemos, producto del populismo y de la característica que todos los argentinos tenemos, incluyendo la corrupción. Esto no se puede arreglar de un día para otro. Ha mejorado enormemente, porque se pagó la deuda pública; respetamos al otro como corresponde; hay diálogo; hay más transparencia; no hay cepos; que era la mejor parte. Siempre dije que no era difícil salir del cepo cambiario, porque ya estábamos con un dólar de 14 pesos. El problema es solucionar estos temas históricos y profundos de la Argentina. Creo que este debería ser un Gobierno de transición, cosa que es difícil en el país, que trate de consensuar un diagnóstico, que después derive en políticas de largo plazo. Pero al decir no!, yo puedo solucionar todo sin costo económico, la gente dice: “cómo, si esto es un caos”. Desde hace 70 años es así, por eso en un año y medio no se arregló absolutamente nada, porque no se puede lograr de un día para otro. Lo mismo ocurre si se compra un banco o una empresa que está muy mal, volver a ponerla en valor, capacitar a su gente e incorporar nuevas generaciones con las últimas tecnologías llevará años.

Eduardo Costantini piensa cada palabra, acorde con el difícil cuadro socioeconómico y política que arrastra la Argentina desde hace 70 años
Eduardo Costantini piensa cada palabra, acorde con el difícil cuadro socioeconómico y política que arrastra la Argentina desde hace 70 años

-Se espera que en el curso del corriente mes la Argentina deje de ser considerada por los mercados financieros internacionales como un país fronterizo y vuelva a la categoría de emergente, ¿cómo lo ve, volveremos a correr el riesgo de que se generen expectativas exageradamente optimistas, o realmente le podrá dar oxígeno financiero importante al Gobierno?

-Me parece que fomentará más ingresos financieros que inversión primaria productiva. Aunque por supuesto, si bien será mejor, de ahí no va a salir la solución de la Argentina, ni mucho menos. Habrá más inversiones especulativas que contribuirán a que suba la Bolsa en corto plazo, que en la última semana estuvo en baja.

-¿Le inquieta algo de este momento de la situación económica?

–Lo que más me inquieta es que la sociedad no tenga la madurez suficiente para entender la situación de la Argentina, y que no tenga más paciencia; que el Gobierno pueda corregir lo que hay que corregir; que haya consensos políticos. En un comienzo hubo más acuerdos interpartidarios que permitieron que el Congreso aprobara muchas leyes importantes. Hay que volver a ese país. Ahora estamos parados por las elecciones, todo el mundo se siente presidente, que revela una falta de madurez política, porque el político muestra demasiadas ansias de poder, cuando los problemas están subyacentes.

Fuente: Infobae / Daniel Sticco

 

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Eduardo Costantini y Alan Faena, los dos referentes del real estate argentino se unen en Puerto Madero

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El diario La Nación publicó hoy una entrevista conjunta a dos personalidades del mundo de los negocios inmobiliarios en la Argentina. Alan Faena, creador del hotel que lleva su nombre, y Eduardo Costantini, quien concibió Nordelta. A continuación, reproducimos la nota publicada hoy.

Se conocieron por casualidad. Eduardo Costantini, fanático del windsurf, estaba haciendo una travesía desde José Ignacio a su casa en Punta del Este. De pronto se quedó sin viento. Dejó el equipo y semimojado fue a la ruta a buscar a alguien que lo acercara a su casa. Hizo dedo y quien lo levantó fue Alan Faena.

“Yo te conozco”, disparó Faena mientras el creador de Nordelta se subía al auto que lo conduciría hasta la puerta de su casa.

Pasaron 20 años desde esa anécdota y es el primer recuerdo que tienen el uno del otro. Ambos nacieron “individualizados”, según resumen en su primera entrevista juntos, con relación a sus carreras.

Costantini arrancó en el mundo del real estate en 1991 y Faena, a principios de 2000, después de su paso por la moda. “Siempre vi en él un desarrollador tipo OVNI que tuvo la sensibilidad de convocar a grandes arquitectos-diseñadores. Vino con una vuelta de tuerca muy superadora respecto del estándar que había en la Argentina; creó el Faena, que fue para todos los argentinos sorprendente desde lo estético. Y nosotros tratamos de tener sensibilidad con el valor estético de cada proyecto; no se trata de una maximización de los metros cuadrados”, describe Costantini desde el piso 28 de Catalinas Plaza. Faena lo mira y asiente.

Los amplios ventanales dejan entrar el sol que se refleja sobre el Río de la Plata y permiten ver una de las postales más lindas de la ciudad. Faena vive hoy en Miami, lugar en el que ambos apostaron fuerte. El primero, con el Faena Art District, donde invirtió US$ 1.000 millones junto a su socio ucraniano Len Blavatnik, y Costantini, con Oceana Key Biscayne y Bal Harbour.

“Nos juntamos por los intereses comunes y vamos a trabajar en la concepción creativa de un edificio de 26.000 metros cuadrados propios, pero en total son más de 40.000 metros”, anticipan. El proyecto Oceana Puerto Madero se ubicará en el último terreno disponible del Dique 2 de Puerto Madero y demandará una inversión de US$ 120 millones. Serán dos edificios residenciales con una plaza pública y un programa de arte público.

Consultatio adquirió el predio por US$ 44 millones, en condominio con “Consultatio Inmobiliario Fondo Común de Inversión Cerrado Ley 27.260” (la propiedad se divide en 80 y 20%, respectivamente) y estará a cargo de su desarrollo. Alan Faena colaborará en su diseño y concepto creativo.

-¿Qué lo decidió a invertir unos US$ 120 millones ahora?

-Costantini: Creo que se está viviendo un período bueno para la inversión inmobiliaria y que ese período en realidad arrancó en 2015, porque un año antes de las elecciones la gente y los inversores previeron que el cambio que se produciría iba a ser para mejor, con un gobierno que se haría cargo de los desequilibrios de la macroeconomía. Efectivamente se produjo el cambio, y si bien hay inconvenientes razonables, la Argentina ha mejorado la calificación y se ha insertado en el mundo; hemos accedido al crédito internacional, las tasas de interés han bajado, las expectativas van para mejor, con el aumento de los bonos, el valor de las empresas y la quietud del dólar.

-¿Cómo juega la inflación en este contexto?

-Costantini: Hacia futuro va a ser muy importante lograr bajar la inflación. Pero la gente está con buen ánimo, buena expectativa, y desde 2015 venimos experimentando un sostenido valor de venta. El de 2015 fue un cambio vertiginoso respecto a años anteriores; 2016 lo convalidó y 2017 sigue comportándose de la misma manera.

-La variable competitividad empezó a aparecer con fuerza en el diccionario local: ¿qué le falta al país para ser más competitivo?

-Faena: Creo que hay que ser más competitivo con cualquier proyecto que hagas; para tener balance de calidad, de precio, de sofisticación, con otros proyectos y con el mundo. La competencia en el mundo es mucho más grande. La experiencia de Miami me dejó, como argentino, el saber que somos extremadamente creativos, y en poco tiempo hemos conquistado el mercado. Y la gente admira esa calidad, esa visión y creación que nosotros representamos como argentinos y que marcó una tendencia muy clara en Estados Unidos. Yo siempre me enorgullezco de poder llevar esa bandera. No importa dónde hagas ese proyecto: siempre tiene que ser impecable.

-¿Cómo ven el tipo de cambio, con un dólar hoy por debajo de los 16 pesos?

-Costantini: Yo a la Argentina la veo cara. Me parece que el dólar está atrasado claramente. El Gobierno está priorizando bajar la inflación. Lo ven como un período de transición hacia una tasa de inflación menor; que la economía empiece a levantar y que ahí el tipo de cambio, a mediano plazo, logre un valor más razonable. A su vez, creo que el Gobierno está pagando la mejora de productividad, para bajar costos. Es una batalla de mediano plazo y ellos están enfocados en esa dirección. Pero sí, el número está atrasado.

-¿Qué pasa al comparar con otros países de la región?

-Costantini: Si comparás el costo argentino con el costo chileno, ¡o el nivel de apertura!, el propio ministro de Producción dice que somos el país más cerrado, mientras que al cruzar la Cordillera te encontrás con el país más abierto. Pero eso no invalida este proyecto, porque las familias, los inversores se manejan por expectativas. Está claro que ese costo argentino, en relación al tipo de cambio, va a seguir aumentando por lo menos en el corto o mediano plazo. Y la Argentina tiene que trabajar para mejorar su sobrecosto, pero ese es un camino más de largo plazo. Debemos ser realistas con lo que ocurre.

-¿Qué distingue al argentino como consumidor?

-Faena: No veo una distinción. El argentino es muy cosmopolita. Cuando realicé el proyecto de El Porteño, o un poco cuando desarrollé el proyecto residencial en Miami, busqué a la gente que tuviera una visión global, que viajara por el mundo, gente que, sin importar dónde viviera, estaba buscando una calidad urbanística, arquitectónica, de diseño y de calidad de vida. Al edificio de Foster [se refiere el Faena Aleph, un proyecto desarrollado en Puerto Madero] lo pensé con una premisa muy elemental: me basé en la forma en la que vivía en la playa, en un rancho con aleros. Está basado en una semilla muy simple. Trato de trabajar en cosas simples pero con visiones profundas. En un momento, pensaba: a esa gente que estaba buscando para pagar valores tan caros, ¿le gustará esta simpleza con la que yo puedo vivir en la playa? Creo que fue lo que más les gustó: abrir sus ventanas y que pueda entrar el aire. Pensado como en mi alero, donde yo pasaba el 80% del tiempo afuera.

-¿Cuál es el techo que tiene el precio del metro cuadrado en la Argentina?

-Costantini: Nosotros pensamos largar la nueva iniciativa este año. Si llegamos con los tiempos, antes del receso del verano. Si no, pasará a marzo. Depende de la terminación del proyecto o del anteproyecto. De modo que poner un precio hoy, con el dinamismo que tiene la economía, y con la especificidad del proyecto, creo que sería aventurado.

-¿Por qué decidieron unirse?

-Faena: A mí siempre me gustó rodearme con las mejores mentes, con los que van empujando los límites del sistema, porque hay gente tocándolo y empujándolo desde el arte, los sabores, etcétera. Lo que está marcando la diferencia es la experiencia. Las marcas están sufriendo los cambios del retail, porque realmente marca la diferencia el que puede ofrecer una experiencia, y en eso nos caracterizamos nosotros. Ser precisos, ser competitivos en la calidad y en el precio, ésa es la clave.

-¿Hay margen en la Argentina para que siga subiendo el valor de las propiedades?

-Costantini: Creo que depende de la calidad de la propuesta. En nuestro caso, los dos estamos llevados por la calidad. Vos siempre ves los costos para que la propuesta sea razonable, y después, si la propuesta es buena, el precio se paga. No todo está marcado por la diferencia de costos. En Miami, los dos hicimos proyectos con un nivel de precios elevados, más que en otros lugares.

-¿Cuánto les preocupa el ecosistema argentino? ¿Cuáles son los tres principales desafíos de la actual gestión?

-Costantini: La transparencia es fundamental; la corrupción, tanto pública como privada, es algo que me parece súper importante como tema a trabajar. Eso es esencial en la Argentina, y nuevamente comparo con Chile: los argentinos somos inteligentes, pero el tema es dónde ponés el objetivo. Con un sistema corrupto jamás vas a ser eficiente. Si le hacés trampa a la democracia constantemente, la cosa no va a funcionar. Para mí, es algo cualitativo. Si no, pierde eficacia todo el contrato social.

-¿Qué pasa con los precios y su evolución?

-Costantini: Desde luego, la inflación es muy importante: esconde las inconsistencias del sistema. En definitiva, la agenda política está reducida a las relaciones con los empresarios, los sindicatos, los cuentapropistas. Eso lleva a una lucha por la redistribución. Por eso es fundamental [solucionar el tema de la inflación] para recrear el valor de la moneda, para que resurja el ahorro y se muevan los capitales. Y después, el tema de la pobreza. Son condiciones necesarias para abordar el camino del crecimiento. Tenemos que lograr un acuerdo social a partir de esas convergencias. La Argentina siempre ha tenido divergencias; nunca hubo 20 o 30 años de camino consistente.

-Desde su perspectiva, Faena, ¿son ésas las prioridades?

-Faena: Creo que el argentino es supertalentoso, creativo, empujador en sus ideas. Cuando vas afuera, ves argentinos bien ubicados en las compañías porque saben adaptarse a otros sistemas. El sistema corrupto que nos acompañó durante tantas décadas hace que se pierda el agua entre los dedos. Conlleva la pérdida de talento y hace que no se pueda construir ese edificio que es el país. Mi visión es que, poniendo hincapié en hacer un sistema que construya hacia arriba y no hacia abajo, se va a permitir que el talento y la capacidad argentina sigan. Porque eso es intachable y nos permite generar una visión y una atención del mundo. Esperamos que se vaya ahora en el sentido correcto.

-¿Cómo consideran que juega el rol del empresario en este contexto?

-Costantini: Para mí, el empresario es una persona creativa, optimista, que tiene una idea, un norte, una consistencia, que debe tener valores, que son fundamentales, y que debe ser permeable a los cambios para aprender de los nuevos paradigmas e integrarlos. Sobre todo el empresariado, por la posición de poder y la movilización que genera en la sociedad a través de los proyectos, debe integrar valores. Todo se conjuga, porque la concepción tradicional del empresario, que viene de la teoría de Marx o del comportamiento primario, hablaba de maximizar la utilidad a pesar del otro. Es decir, vos ganabas más si el asalariado ganaba menos. En cambio, hay que hacer un click con eso y ver que vos sumás más si todos suman más. Yo tengo una visión constructiva y optimista, y creo que se pueden armonizar todos esos intereses.

Definiciones de dos hombres de acción

Costantini y Faena dialogaron de sus proyectos y del país

Eduardo Costantini

“Me parece que el dólar está claramente atrasado; el Gobierno está priorizando bajar la inflación”

“Los argentinos somos inteligentes, pero el tema es dónde se pone el objetivo”

“El empresariado, por su posición de poder, debe integrar valores”

Alan Faena

“Siempre me gustó rodearme con las mejores mentes, con los que van empujando los límites”

“El sistema corrupto que nos acompañó por décadas conlleva pérdida de talento”

“Afuera ves argentinos bien ubicados en compañías, porque saben adaptarse”

Minibio

Eduardo Costantini

Presidente de Consultatio

Edad: 70 años

Trayectoria: Fue agente de Bolsa y VP del Banco Francés, fundó Consultatio Asset Management y con su desarrolladora lleva invertidos más de US$ 3500 millones en proyectos de real estate. Creó Nordelta, una ciudad-pueblo en la que viven 35.000 personas, y Puertos en Escobar, entre otros emprendimientos

Minibio –Alan Faena

Emprendedor

Edad: 54 años

Trayectoria

Lanzó la marca de ropa Via Vai, con la que llegó a facturar US$ 35 millones por año; destinó unos US$ 450 millones al desarrollo de proyectos inmobiliarios en Puerto Madero. En Miami gestó, junto a su socio Len Blavatnik, el Faena District, un proyecto que sumó desembolsos por US$ 1100 millones.

Fuente: La Nación

 

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