Dos crisis parecidas, una llevó al cepo (2011) y la otra al FMI (2018)

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En 2011, el año en que la ex presidenta lograra su reelección con el 54 % de los votos, las reservas del Banco Central cayeron 5,8 mil millones de dólares. Como es sabido, muy poco después de los comicios, el gobierno intervino el mercado de cambios y el del comercio exterior, inaugurando la era de los cepos. En 2018, luego de una corrida cambiaria más abrupta, el Ejecutivo decidió apelar al FMI. En 2012, el primer año de los cepos, el país entró en recesión, inaugurando un quinquenio de estanflación. En cambio, ahora, luego del golpe inicial que se sentirá con fuerza en el segundo y en el tercer trimestre, por la incertidumbre, el salario real y la restricción crediticia, la economía tiene chances de volver a recuperarse, de la mano de nuevos vectores, más asociados al comercio exterior, la construcción privada, la energía, el turismo y las economías regionales. Dada la historia, recurrir al FMI tiene costos políticos, que la parte de la oposición que no tiene la responsabilidad de pagar sueldos a fin de mes se ocupará de vociferar, en un rol cada vez más cerca del “cuanto peor, mejor”. Esto pese a que su “preocupación”, la expansión de la deuda pública, ahora estará bajo control. En cambio, aquellos que administran provincias y municipios difícilmente tomen este camino, y su peso es determinante.

La Argentina tiene un amplio catálogo de crisis en su vitrina, pero la actual es difícil de encuadrar. No se trata del tipo de situación en la que el incumplimiento de deudas parecía inminente, ni tampoco de una corrida contra los depósitos bancarios. Por la dinámica del mercado cambiario, lo sucedido se asemeja a 2011, cuando las reservas cayeron 5,8 mil millones de dólares, pero a un ritmo más lento.
En 2011 el contexto internacional tuvo poco que ver con la corrida local al dólar. Había “déficits gemelos”, pero de menor magnitud. El rojo fiscal fue aquel año de 1,8 puntos del PIB y el de cuenta corriente del balance de pagos de 1,1 puntos. Pero el año electoral atrasó un 12 % el tipo de cambio en términos reales y hubo un crescendo de incertidumbre asociada al “día después” de los comicios. Con medidas convencionales, la encrucijada podría haberse resuelto, ya que el déficit de cuenta corriente de entonces representaba apenas el 6,7 % de las exportaciones. Obsérvese que en 2018 ese ratio supera el 40 %!!!.
Fue en aquel contexto en el que entraron en vigencia los cepos, una referencia extremadamente útil para saber lo que NO hay que hacer. En lugar de solucionarse el problema externo, hubo implosión de las exportaciones, que pasaron de 83,0 a 56,8 mil millones de dólares entre 2011 y 2015. Tampoco se detuvo la sangría de reservas, que terminaron 2015 en terreno negativo.
Con déficits gemelos de mucho mayor magnitud en 2018, la crisis de confianza que empezó a sufrir la Argentina dejó pocas alternativas. O un ajuste digitado por el mercado, o un ajuste sincronizado, con reducción más rápida del déficit fiscal, que conlleva la posibilidad de una baja significativa del riesgo país en próximos trimestres, lo que permitiría que la inversión privada pueda compensar el gasto público. Aspirar a tener beneficios derivados de los costos a incurrir.
El gobierno se adelantó al nuevo escenario cuando recortó la meta de déficit primario, de 3,2 % a 2,7 % del PIB para 2018, pero ahora tendrá hacer otro tanto para 2019. Además, nuevas restricciones fiscales pueden surgir por la forma diferente que tiene el FMI de contabilizar programas como los PPP. El Pacto Fiscal firmado en 2017 serviría para guiar los compromisos asumidos por las provincias en materia de gasto y déficit, pero la superposición de partidas con la Nación (dos presupuestos para un mismo fin) estará seguro bajo la lupa. Sin nuevas leyes, el sistema jubilatorio no podría sufrir demasiados cambios, pero el funcionamiento de los organismos vinculados podría ser optimizado.
La palabra ajuste suele utilizarse como sinónimo de recesión, pero ese diccionario es válido cuando el crecimiento descansa exclusivamente en el gasto público. Lo que tiene de novedoso esta crisis es que el sector privado ya había comenzado a dar señales de recuperación, tanto en la inversión como en las exportaciones, caso de la industria que abastece al mercado brasileño.
Pues bien, la economía “en modo FMI” puede dinamizar ese movimiento incipiente. Cabe esperar que el tipo de cambio real sea más atractivo para los exportadores, lo que podría impactar en las economías regionales, que presentan un cuadro heterogéneo, ya que de 17 sectores cubiertos por el Monitor IERAL, 9 están aumentado sus ventas al exterior en 2018, pero 8 permanecen en terreno negativo.
Con un tipo de cambio más alto, el consumo seguirá siendo la variable menos dinámica, pero la inflación podría comenzar a desacelerarse luego de un pico de dos o tres meses: la emisión monetaria tendrá menores requerimientos de origen fiscal. Respecto del empleo, si bien la obra pública perderá dinamismo, cabe esperar que se abarate el costo en dólares de la construcción privada, un fenómeno compensador que sería reforzado si la inflación desacelera y los créditos indexados vuelven a ser atractivos. En otro sector de gran significación, como es el del turismo, el movimiento sería análogo, ya que un dólar más alto significa más demanda local del servicio, por menos argentinos que salen al exterior y más extranjeros que encuentran conveniente viajar a la Argentina. La transición no habrá de ser sencilla ni exenta de dificultades, pero ya sabemos que la otra opción, la de los cepos, no llevó a ningún lado.
 

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La reducción de gastos apenas compensa la suba de intereses

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La aceleración en el alza del dólar y su consiguiente presión sobre la tasa de interés obligó a las autoridades económicas a improvisar acciones para tratar de calmar los ánimos. Así se anunció un cambio en la meta de déficit fiscal primario pasando del 3,2% al 2,7% del PBI, sin explicitar cómo se logrará. Las expectativas de mercado no respondieron en consonancia con lo esperado por lo que el gobierno decidió solicitar el apoyo financiero del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Los funcionarios nacionales argumentan que la volatilidad en el mercado cambiario es exagerada ya que se está sobre-cumpliendo la meta de reducción del déficit fiscal. Bajo esta lógica, acudir al FMI es una opción pragmática que ayudará a disipar dudas y desalentar movimientos especulativos además de permitir obtener financiamiento a costo más bajo. Una hipótesis alternativa es que la presión sobre el dólar se origina fundamentalmente en las inconsistencias de la estrategia adoptada y que el FMI, además de aportar financiamiento barato, deberá inducir a corregir errores.
Para dilucidar el interrogante se puede apelar a las propias cifras oficiales. Según el Ministerio de Hacienda, entre el 2016 y el primer trimestre del 2018 se observa que:
El déficit fiscal primario (esto es, antes del pago de intereses de deuda) bajó de 4,3% a 3,6% del PBI.
El pago de intereses de deuda pública subió de 1,6% a 2,3% del PBI.
Esto implica que el déficit fiscal total se mantuvo en alrededor de 5,9% del PBI.
Estos datos muestran que el déficit fiscal total, que es la variable más relevante para medir la sustentabilidad de las finanzas públicas, no está bajando. Es cierto que el déficit primario bajó un 0,7% del PBI, pero los intereses aumentaron en una magnitud equivalente. Es decir, la disminución de gastos operativos apenas compensa el aumento en el pago de intereses que genera el creciente endeudamiento.
La inconsistencia posiblemente se genera por un exceso de confianza en la amigabilidad de los mercados. Pero es humano que las decisiones de quienes administran inversiones se tomen en base a la realidad de un déficit total persistente. Ante esta situación es inevitable la presión sobre el dólar, la tasa de interés y los precios y, con ello, la imposibilidad de cumplir con el objetivo de reducir la inflación.
Para revertir este proceso, el Ministerio de Hacienda debería inducir al resto del gabinete a reducir gastos con mayor velocidad, para que el Ministerio de Finanzas contraiga menos deuda y el Banco Central emita menos dinero. En este sentido, sería un error muy costoso que el acuerdo con el FMI se limite a convalidar la actual dinámica y solo sirva para prologar la inconsistencia con financiamiento más barato. Si lo hace, confirmará las sospechas de que es un organismo que induce al endeudamiento poco responsable a los países que dice ayudar. El principal apoyo que necesita la Argentina no es de plata sino de ideas para darle consistencia a su estrategia. No se trata de abandonar el gradualismo, sino de darle más velocidad para evitar los costos sociales del déficit fiscal.
Reducir más rápido el déficit y depender menos del endeudamiento es la mejor manera de cuidar a los sectores más vulnerables. Para ello es clave ordenar el federalismoapelando al espíritu del Consenso Fiscal cuando establece que la Nación debe dejar de financiar los servicios públicos de la Ciudad y Provincia de Buenos Aires y dejar de entrometerse en funciones provinciales y municipales (es decir, revisar programas de educación, salud, medioambiente, desarrollo social, vivienda y urbanismo que corresponden a las provincias). Más importante aún es abordar la reforma previsionalpara revisar los regímenes especiales que jubilan gente antes o con mayores haberes y la doble cobertura que se produce entre la jubilación y la pensión por cónyuge.

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Fuerte caída de la imagen del Gobierno nacional tras el pedido de auxilio al FMI

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La decisión del presidente Mauricio Macri de pedirle auxilio al Fondo Monetario Internacional tuvo un fuerte efecto político en una caída de la imagen del Gobierno.
Un último estudio nacional realizado sobre el impacto de la decisión del Gobierno de solicitar ayuda al FMI revela que el Gobierno sigue perdiendo imagen y solo tiene 33,8% de imagen positiva.
Además, el 68,5% de los argentinos tiene poco o nada de confianza en el gobierno del presidente Macri, así como el 53,4% cree que la crisis económica es responsabilidad del gobierno nacional, en tanto que un 12,4% cree que es responsabilidad de la oposición.
El 47,9% dice que el anuncio de pedido de ayuda empeoró su imagen del gobierno, mientras que solo el 13,2%, que la mejoró. El 83,4 cree que está crisis le afectará a su vida cotidiana.

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“La inflación es la demostración de tu incapacidad para gobernar y es simple de resolver”

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Hola amigo y “desencantado” lector. ¡Yo le dije! ¿O no le dije? ¿El título de hoy? No hace falta aclarar, todos sabemos quién lo dijo.
En lógica, una falacia -del latín “fallacia”- es un argumento que parece válido, pero no lo es. ​ También falacia es sinónimo de engaño, mentira o fraude, algo que –me juego el resto- usted lo está sintiendo. Las falacias son de interés no sólo para la lógica como lo dije, sino -vrg.- para la política.
​Esto último es interesante, pues algunas falacias se comenten intencionalmente para persuadir o manipular a los demás, por ejemplo a un electorado. Por lo tanto, compañero, correligionario, camarada u amarillo lector, en un futuro debemos poner mucha atención para detectarlas y no terminar, digamos, desilusionados.
Esto es fundamental para no creer -por ejemplo- en el cuento de que la inflación se baja al toque, que lloverán inversiones y que los trabajadores no pagarán ganancias.
Cuando un candidato medio “cheto” e insensible a la vez, en un futuro diga: “En mi gobierno los trabajadores no van a pagar impuesto a las ganancias”. “No vamos a devaluar”. “Vamos a generar más de 2 millones de puestos de trabajo”. “Nosotros creemos que hay que expandir la economía, no vamos a hacer ajustes”. “La inflación es la demostración de tu incapacidad para gobernar… es simple de resolver”, y otras tantas falacias, sepa que está escuchando a un clon de Mauricio Macri en campaña y huya horrorizado.
Está claro que el Gobierno de “NO cambiamos” no tiene mucho apego a sus promesas y posee menos aciertos que Higuain en la selección.
Casi se me olvida otra frase célebre: “El valor del dólar va a estar más cerca de 9,50 pesos si hacemos las cosas bien, más cerca de 16 pesos si al que le toca hace las cosas mal”, advirtió el ministro de Hacienda, Alfonso Prat Gay, en octubre de 2015. Esto ya no es falacia, sino futurología de la incapacidad. O sea, no solamente mintieron, sino que también sacaron a relucir toda su inhabilidad. En síntesis, no hicieron mal las cosas, hicieron re mal desde todo abordaje. Que nadie resiste un archivo no es ninguna novedad, pero hoy en día más que nunca. Mis amigos votantes y fans del grupo empresarial cambiemos, como diría el Diego, L.T.A, y bien adentro.
Otro yerro a la vista es que el ingenuo grupo empresarial, con el impuesto a la renta financiera, pensó que sus grandes amigos del negocio mutualista iban a pagar impuestos. Antes que ocurran los vencimientos, vendieron las LEBAC, compraron la moneda americana e hicieron estallar el dólar por las nubes. El pobre país perdió reservas a lo pavote, el peso se devaluó como nunca y ahora está más endeudado que el Congo. Volvimos de rodilla al FMI, y de rodillas vamos a estar cuando nos “acaricien” desde atrás.
La que tirotea para adentro y para afuera, Elisa C, más conocida como Lilita, pidió al campo: “No retengan la soja, empiecen a liquidar para que ingresen divisas al país” (sic). Que espere sentada nomás, habrían dicho los grandes pools. La avaricia es un pecado de exceso y a los empresarios y especuladores amigos del grupo empresarial gobernante, en este sentido, les encanta excederse.
En definitiva, amigo lector, no es para asustarse, pero sí para pensar que estamos peor que cuando tomaron el gobierno; y lo hicieron a puro bailecito ¿se acuerda? La sociedad siente y percibe esa incertidumbre como un tic tac, tic tac…y está más confundida que Sampaoli pidiendo asesoramiento al padre de Messi.
Hace días sólo leo los diarios advirtiendo que nos siguen tomando el pelo con frases lindas: “Es un préstamo preventivo”. “Pedimos un crédito stand by” y la puta que lo pario con sus frases que no paran de repetir como latiguillo. Hasta Lilita está confundida, se cansó del verso y en estos días apareció re puteando a Durand Barba, quien es el cerebro de la ¿estrategia? de comunicación junto a Marquitos Peña.
En esta turbulencia, en la que parece que el país se va al tacho, Mauricio se habría reunido con Magnetto (CEO del grupo Clarín) para seguir con el “blindaje” periodístico que lo acompañó hasta ahora, además de apelotonarse con empresarios y políticos para buscar “apoyo”, en la foto, obvio. ¡¡Ah!!! Sólo trasciende de estas reuniones el comentario de algún funcionario del grupo empresarial que dice: “Fue positiva”. Les comento que existe una aplicación de sinónimos para el smartphone, que se ve que el teñido Durand Barba no la sabe usar. Consejo, úsenla porque decir siempre lo mismo, fastidia, pudre, harta, empalaga, aburre, etc.
Pero bueno, al parecer, seguiremos molestos viendo en TV y leyendo por todos lados que estar endeudado hasta el cuello y dirigidos por el FMI, lo que implica rajar gente, subir tarifas, parar obras y todos los etcéteras que a Ud. se le ocurra, sólo traen “beneficios”, pues creen en nosotros y nos dan un “financiamiento preventivo”. En definitiva, es lo mejor que nos podría haber pasado y tenemos por delante un camino asegurado. Sólo Dios sabrá si este camino es el infierno o el purgatorio. El cielo seguro que no.
En estos días también, los PRO, lo mandaron al Humberto a TN a explicar lo inexplicable. Pobrecito, solamente atinó a decir un clásico estolón para la gilada, “el presidente está firme, bien, confiado, sereno…”. Si no lo vieron se lo perdieron. No completó una perra frase y preso de su nada misma, en dos minutos, ya lo habían recontra cagado a palos los otros invitados. Sólo faltó que diga “me quiero irrrrr”.
Y en el mismo tono amarillento, pareciera ser que se perfila para su “correlicuera” de fórmula el “heredero” empresario Diego “80 palos” Barrios, que paradójicamente lejos está de ser un pibe de barrio, pero el argumento sería que mide bien entre el “chetaje” de Posadas. Tan improvisado como el propio “chetaje” definiendo elecciones. Y por otro lado anda el desesperado Gustavo González, al que todos los “cambiemos” -UCR incluidos- le disparan como “carne putrefacta”.
Queridos amigos seguidores, para despedirme hasta muy pronto les dejo una última reflexión: Así anda esta gente, en sintonía con nuestro presidente… Lo más parecido a Tarzán: ¡¡¡EN BOLAS Y A LOS GRITOS!!! Lo peor de todo, es que al frente del Fondo hay una mujer que se llama Cristina… ¡¡¡Cuac!!!
Como siempre: del otro lado de la reja está la realidad, de este lado de la reja también está la realidad; la única irreal es la reja. La verdad es la única realidad.
 

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Implicancias del acuerdo con el FMI

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·       Con la decisión de acudir al Fondo Monetario Internacional, el Gobierno apunta a obtener un respaldo del orden de los 30.000 millones de dólares (según trascendidos) equivalentes a 5% del PBI y más de la mitad de las reservas internacionales.
·       Como aspecto positivo, señala la consultora Ecolatina, el costo financiero, que rondaría el 4% anual, sería más acotado en comparación con el que se obtendría en el mercado de capitales (los bonos argentinos en dólares, en días previos al inicio de las turbulencias cambiarias, se ubicaban en más de 7%).
·       Por el lado de los costos, los condicionamientos en materia de política económica no serán inocuos sobre la trayectoria de las variables macroeconómicas, por lo cual vale la pena repasar las características del crédito.
·       En primer lugar, son líneas flexibles en términos de duración, ya que pueden cubrir desde 12 a 36 meses. En condiciones normales, se otorga hasta un 435% de la cuota del país en el Organismo, lo que resulta en un monto máximo para Argentina de US$ 19.784 millones. Sin embargo, el FMI contempla la posibilidad de ampliar estos parámetros en circunstancias particulares, por lo cual los montos que han trascendido son asequibles. Claro está, este acceso excepcional implicaría un mayor escrutinio por parte de la Junta Ejecutiva del organismo en el cumplimento de las condiciones cuantitativas y cualitativas que imponga.
·       Los financiamientos precautorios del FMI están diseñados como líneas de disponibilidad, pero no necesariamente como líneas de ejecución (el objetivo es que el país receptor cuente con la opción, más no la obligación, de utilización). De hecho, el Ministerio de Finanzas adelantó a principios de año la mayor parte de las necesidades financieras de 2018, atento a la esperada suba de las tasas de interés internacionales. Sin embargo, los condicionamientos que se imponen son ante la aprobación de la línea, aunque esta no se utilice. El FMI exige no solo un set de medidas económicas a partir del desembolso, sino también “acciones previas”, a las que define como medidas que el país receptor se compromete a adoptar antes de que el Consejo Ejecutivo apruebe el financiamiento o complete una revisión posterior.
·       Las pautas generales de condicionalidad fueron revisadas y reformuladas de manera extensiva por parte del FMI en 2002, apuntando a una mayor flexibilidad. No obstante, su principal objetivo se mantiene inalterable: asegurar que el país en cuestión tenga capacidad de repago del crédito de modo que dichos recursos estén disponibles para otros países miembros. Entendido este meta-objetivo, el FMI ubica en un lugar central la necesidad de “restaurar o mantener la viabilidad de la balanza de pagos y la estabilidad macroeconómica”, según se desprende de la descripción de los Stand-By.
·       Típicamente, esto supone programas que establezcan criterios mesurables y observables en términos de niveles específicos de reservas Internacionales, así como límites específicos sobre los niveles de déficits y/o endeudamiento, más aún teniendo en cuenta que estos créditos se desembolsan en cuotas y las mismas están sujetas a medidas de política económica demostrables.
·       Argentina, tanto el plano fiscal (resultado primario del sector público) como el externo (cuenta corriente) se encuentran en situación deficitaria, cabe preguntarse sobre cuál se hará énfasis en reducir.
·       Dado que el Gobierno Nacional ya cuenta con un programa de reducción progresiva en el frente fiscal (el cual incluso intensificó para 2018) y considerando también que el “gradualismo” permanece en el centro de la lógica política adoptada, y la continuidad del proceso político está fuertemente atada a ella, estimamos que los condicionantes se posarán en mayor grado sobre el equilibrio de las cuentas externas.

 
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