El CMFI advirtió sobre riesgos globales y pidió consolidar políticas fiscales y monetarias firmes. El FMI y los ministros de Finanzas del G20 respaldaron fortalecer la sostenibilidad de la deuda y preservar la independencia de los bancos centrales para dotar de resiliencia económica.
En su quincuagésima segunda reunión, el Comité Monetario y Financiero Internacional (CMFI) —el principal órgano asesor del Fondo Monetario Internacional (FMI)— advirtió sobre un escenario mundial marcado por una “profunda transformación” y “elevada incertidumbre”, y llamó a los países miembros a adoptar políticas fiscales y monetarias firmes, creíbles y coordinadas para “salvaguardar la estabilidad macroeconómica y financiera”.
El documento final, presentado por el presidente del CMFI, Mohammed Aljadaan, ministro de Hacienda de Arabia Saudita, y la directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, subraya que el crecimiento global, aunque resiliente, enfrenta tensiones crecientes por la desinflación desigual, los altos niveles de deuda y los conflictos geopolíticos.
“Adoptaremos políticas firmes que fomenten la confianza, generen resiliencia y salvaguarden la estabilidad macroeconómica y financiera”, sostuvo Aljadaan en la declaración de cierre, donde también reclamó una acción global coordinada para frenar los efectos económicos de las guerras y el cambio climático.
Riesgos macroeconómicos y necesidad de ajustes fiscales creíbles
El CMFI —que reúne a los ministros de Finanzas y gobernadores de bancos centrales de 190 países miembros— reconoció que la economía mundial atraviesa un proceso de reconfiguración estructural debido a los cambios en las políticas comerciales, la digitalización y las transformaciones demográficas.
El comunicado subraya que, aunque el crecimiento ha resistido, “comienzan a manifestarse tensiones” en un entorno de “alto endeudamiento, bajo crecimiento y vulnerabilidades financieras”. El texto también destaca que la desinflación continuará, pero con fuertes diferencias entre países, lo que obliga a los bancos centrales a mantener su compromiso con la estabilidad de precios.
“Los bancos centrales mantienen su compromiso firme de mantener la estabilidad de precios, en consonancia con sus respectivos mandatos”, señala el documento, que también llama a preservar la independencia institucional para sostener la credibilidad y la confianza en los mercados.
En el plano fiscal, los ministros acordaron “consolidar el giro hacia los ajustes fiscales” con estrategias creíbles a mediano plazo, orientadas a garantizar la sostenibilidad de la deuda, mejorar la eficiencia del gasto y promover inversiones públicas y privadas que impulsen la productividad.
El CMFI también instó a los gobiernos a reforzar la supervisión de los riesgos sistémicos derivados de la inteligencia artificial, los activos digitales y las instituciones financieras no bancarias, aprovechando al mismo tiempo las oportunidades de la innovación tecnológica.
Deuda soberana, gobernanza del FMI y cooperación global
Uno de los puntos centrales del encuentro fue el tratamiento de las vulnerabilidades relacionadas con la deuda, especialmente en los países de ingreso bajo y economías emergentes. El comunicado destaca el compromiso de los miembros del CMFI con la aplicación “eficaz, integral y sistemática” del Marco Común del G20 para el tratamiento de la deuda, e insta a los acreedores privados a reforzar la transparencia y participar activamente en los procesos de reestructuración.
“Mantenemos nuestro compromiso de afrontar las vulnerabilidades de la deuda a escala mundial, lo que comprende seguir impulsando la aplicación del Marco Común de forma previsible, oportuna y ordenada”, afirma el texto aprobado por consenso.
El Comité también respaldó la labor del FMI y el Banco Mundial en la estrategia de tres pilares para asistir a países con fuertes presiones de deuda, que incluye apoyo a reformas estructurales, movilización de recursos internos y atracción de capital privado.
En materia institucional, el CMFI reafirmó su compromiso con un FMI sólido y basado en cuotas, celebrando los avances hacia la Decimosexta Revisión General de Cuotas, que busca reflejar de forma más justa el peso relativo de las economías en el contexto global.
Racionalizar y modernizar la estructura del FMI
Asimismo, se confirmó que el proceso deberá concluir a más tardar en las Reuniones de Primavera de 2026, de acuerdo con la Declaración de Diriyah.
“Reconocemos que la realineación de las cuotas relativas debe procurar reflejar mejor la posición relativa de cada país en la economía mundial, protegiendo las cuotas de los países más pobres”, expresa la declaración.
Por último, el Comité valoró las iniciativas para racionalizar y modernizar la estructura del FMI, con el fin de mejorar la eficiencia institucional, garantizar la sostenibilidad del Fondo Fiduciario para el Crecimiento y la Lucha contra la Pobreza, y fortalecer la representación regional y de género dentro del organismo.
La próxima reunión del CMFI se celebrará en abril de 2026, nuevamente en Washington D. C.
Contexto político y representación
El encuentro contó con la participación de los ministros y gobernadores de los principales países miembros, entre ellos Luis Caputo, ministro de Economía de Argentina; Gabriel Galípolo, gobernador del Banco Central de Brasil; Scott Bessent, secretario del Tesoro de Estados Unidos; Kazuo Ueda, gobernador del Banco de Japón; Rachel Reeves, ministra de Hacienda del Reino Unido; François Villeroy de Galhau, gobernador del Banco de Francia; y Gongsheng Pan, gobernador del Banco Popular de China.
Participaron también observadores institucionales de alto nivel, como Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo; Ajay Banga, presidente del Grupo Banco Mundial; Ngozi Okonjo-Iweala, directora general de la OMC; Mathias Cormann, secretario general de la OCDE; y Pablo Hernández de Cos, director general del Banco de Pagos Internacionales.
El tono general del encuentro reflejó consenso en torno al fortalecimiento de la cooperación internacional, pero también una preocupación creciente por el aumento de los conflictos geopolíticos y sus efectos sobre los mercados energéticos, las cadenas de suministro y la estabilidad financiera.
El FMI recortó su proyección de crecimiento para Argentina en 2025 y 2026: anticipa menor expansión y desinflación más lenta
El organismo ajustó a la baja las previsiones de crecimiento, inflación y empleo. El nuevo escenario refleja un contexto global más restrictivo y desafíos internos en la consolidación fiscal y la estabilidad macroeconómica.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) revisó nuevamente sus previsiones para la economía argentina y redujo las proyecciones de crecimiento para los próximos dos años. Según el informe Perspectivas de la Economía Mundial (World Economic Outlook, WEO) de octubre de 2025, el organismo espera ahora que el Producto Bruto Interno (PBI) del país crezca 4,5% en 2025 y 4,0% en 2026, un punto porcentual menos que las estimaciones publicadas en abril y ratificadas en julio.
La corrección a la baja se produce en un contexto de desaceleración global y condiciones financieras internacionales más restrictivas, que impactan especialmente en las economías emergentes. Para Argentina, el FMI atribuye la revisión a la moderación del consumo privado, al menor impulso fiscal y a la persistencia de tensiones inflacionarias, factores que reducen el ritmo esperado de recuperación tras la contracción de 2024 (–1,3%).
El organismo señala que, si bien la economía argentina podría experimentar un rebote asociado a la mejora de la cosecha y a la inversión en sectores estratégicos como la energía y la minería, la expansión será más gradual y dependiente de la credibilidad de las políticas de estabilización.
Inflación más persistente y deterioro en las cuentas externas
El informe de octubre también revisó al alza las previsiones de inflación promedio anual, anticipando una desinflación más lenta de lo previsto. El FMI estima ahora que los precios al consumidor aumentarán 41,3% en 2025 y 16,4% en 2026, frente a las proyecciones de 35,9% y 14,5% publicadas en abril.
Según el organismo, la corrección refleja presiones inflacionarias persistentes, derivadas de la inercia de los precios, la indexación de contratos y la sensibilidad del mercado cambiario. El documento advierte que la trayectoria de los precios dependerá de la coherencia entre la política monetaria y fiscal, y de la capacidad del Gobierno para anclar expectativas en un entorno de alta volatilidad.
En materia externa, el FMI también ajustó sus previsiones: proyecta un déficit en cuenta corriente de 1,2% del PBI en 2025 y de 0,4% en 2026, frente a los valores previos de –0,4% y –0,3%. El organismo sostiene que este deterioro responde al aumento de las importaciones de bienes de capital y servicios en el marco de la recuperación, junto con una apreciación real del tipo de cambio. Si bien las exportaciones agrícolas y mineras seguirán siendo una fuente clave de divisas, su ritmo de crecimiento sería menor al estimado en informes anteriores.
Empleo, inflación y contexto regional
El mercado laboral es otro de los puntos revisados por el Fondo. El organismo espera que la tasa de desempleo alcance 7,5% en 2025 y 6,6% en 2026, por encima de las proyecciones de abril (6,3% y 6,0%). Este ajuste refleja una recuperación más lenta del empleo formal y rezago en los ingresos reales, condicionados por la inflación y el limitado acceso al crédito.
En el plano regional, el WEO de octubre sitúa a Argentina entre los países con mayor crecimiento proyectado en Sudamérica, pero también con una de las inflaciones más elevadas. El informe estima que América del Sur crecerá en promedio un 2% en 2025, destacando el impacto de la volatilidad de los precios internacionales, la incertidumbre política y la necesidad de consolidar marcos fiscales sostenibles.
El FMI remarca que el desafío de los países latinoamericanos será mantener la estabilidad macroeconómica en un contexto de costos financieros altos y presiones sociales derivadas del bajo poder adquisitivo. Para el caso argentino, advierte que la recuperación “dependerá de la consistencia de las políticas y de la continuidad del proceso de desinflación”.
Perspectivas de mediano plazo y señales del Banco Mundial
Pese al ajuste a la baja, el FMI mantiene una proyección de crecimiento acumulado del 8,7% para 2025–2026, impulsada por la inversión en infraestructura, energía y minería, y una recuperación gradual del consumo privado. No obstante, advierte que el escenario está sujeto a “altos niveles de incertidumbre”, especialmente en torno al tipo de cambio, la inflación y el acceso a los mercados internacionales.
En la misma línea, el Banco Mundial también redujo sus estimaciones para Argentina en su informe de octubre, aludiendo a una recuperación “más débil y desigual” en la región. Ambas instituciones multilaterales coinciden en que el país enfrenta un escenario de consolidación lenta, condicionado por la política económica doméstica y las condiciones externas.
El tono más prudente del informe de octubre refleja una visión de cautela respecto de la velocidad del proceso de estabilización. El FMI señala que las perspectivas positivas a mediano plazo “requerirán anclar la credibilidad del programa macroeconómico y acelerar la convergencia fiscal” para sostener la expansión.
Por Jay Surti. La crisis financiera global de 2008 paralizó el sistema. Los bancos redujeron el crédito, las familias ajustaron sus gastos y las empresas despidieron trabajadores. Fue un momento temible para todos, y extremadamente difícil para la industria de servicios financieros.
Hoy, el panorama es muy diferente. Diversos tipos de inversores y firmas brindan a empresas, consumidores y gobiernos crédito y liquidez. Más de mil millones de personas adicionales accedieron a crédito, en gran medida gracias a prestamistas tecnológicos. Las familias tienen más opciones para financiar compras y diversificar carteras de jubilación. Los mercados de acciones, renta fija y derivados crecieron con fuerza.
Pero no fueron los bancos los que lideraron este cambio. Las instituciones financieras no bancarias aumentaron su participación en el crédito global: del 43% en 2008 a casi el 50% en 2023. Hoy, la mitad de los servicios financieros del mundo provienen de entidades que no son bancos.
Estas instituciones incluyen compañías que otorgan crédito, realizan inversiones o transacciones, pero no captan depósitos del público ni tienen cuentas en bancos centrales. Es decir, no acceden a seguros de depósitos ni asistencia de liquidez, a cambio de regulaciones prudenciales estrictas como sí ocurre con los bancos.
Las megatendencias
1. Nuevos prestamistas para los gobiernos
Los compradores no bancarios de bonos —como los del Tesoro estadounidense— aportan liquidez y ayudan a mantener bajas las tasas. Empresas como Citadel Securities y Jane Street Capital han desarrollado modelos de negocio basados en el trading algorítmico y de alta frecuencia que alimentan esta tendencia.
2. Más financiamiento para empresas medianas
Fondos de crédito privado financian compañías demasiado grandes o riesgosas para los bancos, pero demasiado pequeñas para emitir bonos. Estos fondos suelen ser gestionados por firmas de capital privado y reciben recursos de aseguradoras, fondos de pensiones o soberanos. Como estos actores suelen tener menor apalancamiento y financiamiento más estable, no retiran su apoyo tan rápido en épocas de crisis, reforzando la resiliencia del sistema.
3. Opciones de crédito para consumidores y pymes
Desde préstamos de autos a largo plazo hasta esquemas de “compre ahora, pague después” o microcréditos móviles en países como Kenia, los consumidores acceden a más variedad de financiamiento. Los prestamistas fintech impulsan esta expansión gracias a nuevos métodos de análisis de datos y a la automatización. En economías emergentes, además, facilitaron los pagos móviles y otros servicios financieros.
4. Más alternativas de inversión
Fondos de inversión, en especial los fondos pasivos, abrieron los mercados de capitales a más personas. En Estados Unidos, los fondos indexados pasaron del 19% de los activos bajo gestión en 2010 al 48% en 2023. Además, los no bancos acercaron nuevas clases de activos —como bienes raíces comerciales y metales preciosos— a más inversores.
Un rasgo particular de los fondos pasivos es que, para mantener sus índices, compran acciones cuando bajan y venden cuando suben, introduciendo un factor estabilizador en los mercados.
Qué podría salir mal
Corridas en “no bancos”
Fondos abiertos y de mercado monetario invierten a largo plazo pero permiten retiros inmediatos. Durante la crisis de liquidez del inicio de la pandemia en 2020, muchos necesitaron ayuda de bancos centrales como la Reserva Federal.
El escenario de “llamadas de margen y contagio”
Algunos fondos de cobertura y oficinas familiares piden dinero prestado con poco respaldo para apostar en mercados. En momentos de tensión, los prestamistas exigen más garantías, amplificando riesgos. El colapso de Archegos Capital en 2021 mostró cómo esto puede contagiar a bancos globales.
Cómo proteger al público
Más y mejores datos: los no bancos tienen exigencias livianas de transparencia. Con más información, reguladores y contribuyentes pueden conocer riesgos. El Financial Stability Board trabaja en ello.
Mejor análisis de riesgos: aprovechar tecnologías y modelos para mapear conexiones entre bancos y no bancos. Ejemplos son el ejercicio del Banco de Inglaterra en 2023 y los estudios recientes del FMI en Europa.
Supervisión más fuerte: con mejor información, reguladores nacionales e internacionales pueden actuar más rápido y evitar vulnerabilidades.
Conclusión
Los no bancos son un grupo diverso y dinámico. Es necesario comprender mejor sus actividades y regular adecuadamente las más riesgosas, de modo de limitar posibles amenazas a la estabilidad financiera y a la economía, sin frenar la innovación ni la expansión de servicios financieros.
El economista y político Claudio Lozano, ex director del Banco de la Nación Argentina y actual precandidado a presidente por el partido Unidad Popular (que integra el Frente de Todos) llegó a Misiones con varias actividades políticas. En la previa habló con Economis sobre la situación del país y como encara el frente las próximas elecciones.
Uno de los planteos que había hecho en la semana, en plena “disparada” del dólar blue, fue “declarar una emergencia cambiaria en Argentina“, que permita penalizar las operaciones especulativas, aplicar un programa popular antiinflacionario y recuperar el mercado interno. Además, había criticado la estrategia económica del gobierno y volvió a cuestionar el acuerdo con el FMI mientras se señaló la necesidad de una discusión seria en torno a las cuevas, el comercio ilegal y el dólar blue.
Lozano explicó que “se necesita voluntad política para combatir el juego especulativo en la Argentina. La ley de emergencia cambiaria debería haberse aplicado desde el inicio del gobierno actual“. Explicó que hay una falta de políticas que disciplinen el comportamiento del capital concentrado y limiten su capacidad de fuga impiden el desarrollo económico del país.
Indicó que el actual Gobierno tiene un plan acordado con el Fondo Monetario Internacional (FMI), “que ha producido efectos negativos y busca resolverlo aumentando el endeudamiento”. Para él los comicios de este año son cruciales y se debe “tomar distancia de la gestión actual y presentar una propuesta distinta que no defienda la gestión actual, ya que la economía creció, pero la pobreza no disminuyó, lo que indica un déficit serio en la política gubernamental”.
El dirigente de Unión Popular explicó que desde Unidad Popular proponen “democratizar el Frente de Todos y no aceptar una conducción conservadora”, además esperan que, si Cristina no asume el rol de candidata, garantice un proceso democrático sin imposiciones.
–Esta semana realizó un planteo de decretar la emergencia cambiaría, que significa eso
-El planteo de decretar la emergencia cambiaria, es declarar como bien de interés público la divisa y consecuentemente facultar al Estado a todas las intervenciones necesarias para administrar el uso de las mismas en función de las necesidades del país. En segundo lugar, agravar y aplicar la ley penal cambiaria de manera tal de penalizar las operaciones especulativas que dan como resultado esta escalada permanente que tenemos del dólar en la Argentina.
Y en ese contexto, digamos, obviamente, tomar distancia del acuerdo con el Fondo y poner en marcha a partir de allí lo que denominamos un programa popular antiinflacionario que supone congelamiento de los precios y recomponer la variable que está efectivamente retrasada en la Argentina que es la variable de los ingresos, esto es salarios, jubilaciones, todo lo que tendría que ver con los ingresos propios de la población informal. Que habría que discutir una estrategia diferente a la de los planes actuales, nosotros estamos planteando hace rato la necesidad de un ingreso básico universal sobre la población en situación de informalidad y un programa de empleo garantizado que vincule a todos aquellos que están en la economía popular con una orientación de trabajo asociada a una estrategia de desarrollo.
Pero digo, todas estas cuestiones tienen que ver con producir en simultáneo un shock distributivo con una recuperación del mercado interno. Porque lo que está pasando, es que se aceptó un plan con el Fondo que es un plan que promueve y que promovió en la práctica un shock inflacionario, cuando comenzó el acuerdo la tasa de inflación estaba en el 50% y ahora está arriba del 100% anual. Y ese shock inflacionario lo que hace es deteriorando el poder adquisitivo de la gran parte de la población, lo que produce es una desaceleración de las ventas en el mercado interno porque lo achica y al mismo tiempo va generando las condiciones de que el país vaya con destino al estancamiento. Digamos, los dos componentes que tiene el acuerdo con el Fondo, es el carácter inflacionario y el carácter recesivo que de alguna manera nos lleva a una situación de estancamiento con inflación.
Por eso más allá además del tema de que supone la legalización de una estafa, es que nosotros desde el comienzo planteamos que este acuerdo no había que firmarlo, no es que lo estamos diciendo ahora y advertimos sobre estos temas desde ese momento. Pero bueno, nosotros creemos que lamentablemente el Gobierno desde que se produjo la salida de Guzmán en lugar de encarar una rectificación del rumbo, tomó una estrategia encarnada en lo que es la presencia de Sergio Massa al frente de la política económica nacional, que supone, digamos, una política de absoluta subordinación a las definiciones del Fondo con un proceso de sobre cumplimiento de las metas y al mismo tiempo una estrategia de concesión permanente a los dueños de la soja.
En ese contexto lo que estamos viviendo hoy es el fracaso estrepitoso de esa lógica que ciertamente ni restituyó la confianza, ni generó baja en la tasa de inflación, ni produjo ninguna de las tantas cosas que decían que iban a ocurrir. Porque si no acordábamos con el FMI íbamos al abismo, y el abismo lo tenemos con nosotros habiendo acordado con el Fondo.
–En esa discusión en serio, todo el mundo sabe dónde están las cuevas, dónde se comercia ilegalmente, dónde se especula ¿Cómo se puede accionar contra ellos? Porque siempre se habló de aumentar los controles. Cada vez que hay una corrida, sale el funcionario de turno a decir vamos a ir a controlar en las cuevas. O sea, hasta ellos reconocen que saben dónde se hace este juego especulativo. ¿Cómo realmente cambiar esa matriz nuestra?
-Por eso decía lo que dije antes, la ley penal cambiaria permite la penalización de las operaciones especulativas y como vos bien decís, no es que no se sabe, se sabe dónde están y operan, lo que pasa es que se los permite. De hecho el dólar tocó prácticamente los 500 pesos y ahí recién en ese momento Massa salió a plantear que iba a aplicar la ley penal cambiaria y bajó, inmediatamente bajó.
Y además se apartó de las recomendaciones del Fondo, usó reservas para intervenir en el mercado y se controla la situación. Obviamente habiendo permitido primero una escalada que no debió haberse permitido y que obviamente va a tener impacto en los precios y consecuentemente en el deterioro aún mayor del poder adquisitivo de una población que ya prácticamente en este momento tenemos el 43% de la población de la Argentina en situación de pobreza.
Así que digamos, porque digo, discutimos mucho sobre el dólar pero la contrapartida de la estampida cambiaria es el aumento de los precios y el deterioro del poder adquisitivo, todas las expectativas respecto a que la inflación baje en abril con este tipo de comportamiento cambiario, obviamente se esfuman.
Así que bueno, en ese sentido la capacidad de control existe, lo que hay que tener es voluntad política de utilizarla. La ley de la emergencia cambiaria es una cuestión que debió haberse utilizado, yo te diría desde que asumió el Gobierno Nacional. Porque ya asumimos en una situación sumamente compleja en materia de reservas en el momento en que se va Macri. Y la verdad es que Argentina garantizó un ingreso importante de divisas durante todo este tiempo, hasta marzo del 2022, momento en que se pone en marcha el acuerdo, habíamos acumulado 32.000 millones de dólares de saldo comercial positivo en la Argentina,
Que no tengamos reservas es porque se dilapidaron las reservas existentes, en base a dos grandes estrategias equivocadas. La primera, una estrategia equivocada de negociación de la deuda en donde se tomó la decisión de pagar mientras se negociaba, cuando la lógica en cualquier discusión de negociación de una deuda es suspender pagos, mientras negocio para forzar al acreedor de alguna manera a aceptar determinada discusión, qué problema tiene un acreedor si se le está pagando para discutir en otras condiciones con el deudor, ninguna. Por lo tanto, digo, la lógica es que Argentina no hubiera pagado lo que no tenía, de hecho, Macri había ya dejado de pagar antes de irse, no era que había que declarar un default porque el default ya había sido declarado. Y en segundo lugar el tema de haber permitido que grandes grupos empresarios que habían fugado guita, que tenían dólares propios en el exterior y demás, en base a declarar deudas con el exterior, en muchos casos deuda intragrupo empresario, reclamarán dólares de las reservas del Banco Central para pagarlas cuando tienen dólares propios como para hacerlo.
Entonces es el doble movimiento de una mala negociación de la deuda y al mismo tiempo la validación de un comportamiento absolutamente voraz y especulativo que supone haber fugado capital primero y segundo, demandarle al Estado los dólares para cancelar una deuda que en muchos casos además era ficticia, es lo que hizo que las reservas en el Banco Central no existan. Entonces no es que no existían condiciones para poder hacer otra cosa, existieron y sobraron condiciones para hacer otra cosa, lo que acá no hay por parte de la dirigencia política dominante es la capacidad de plantear una estrategia que tome distancia y tenga autonomía respecto a los factores de poder económico real que existen en la Argentina.
Ese es el punto clave, digo, no hay política que permita plantear una estrategia de desarrollo si no es capaz de pensar en el conjunto y tener una relación que implique disciplinar el comportamiento de capitales, que en realidad cuando demandan las políticas neoliberales es porque estas le permiten endeudar, acumular financieramente, invertir muy poco, fugar la gran mayoría y no pagar impuestos. Todo eso es lo que hay que corregir con política pública. La política pública debe obligarlos a pagar impuestos, debe limitarles la capacidad de fuga, debe discutir con ellos la reasignación y el proceso de inversión para poder definir una estrategia de desarrollo.
Todo el disciplinamiento del capital concentrado y dentro de ello la discusión en otros términos del proceso de endeudamiento de la Argentina son las dos claves que permiten ordenar una salida distinta para el país.
– Muchos han planteado que este Gobierno no tiene justamente ni un plan ni una idea política definida que pueda ser sostenible?
-El Gobierno tiene un plan que es el plan acordado con el Fondo, no es que no tiene un plan, en todo caso el plan del Fondo ha producido estos efectos. Lamentablemente el gobierno sigue buscando la salida en ese marco, y la salida en ese marco es que el FMI vuelva a garantizarnos sobre la base de mayor endeudamiento, algunos recursos que permitan llegar hasta el fin del mandato. Lamentablemente eso no resuelve nada, simplemente pospone el problema.
-El plan llegar
-Claro, sí, sí, esa es la única estrategia que hay aquí, no hay ninguna otra. Lamentablemente, ¿no? Pero es así. Y creo que el problema es que esto lo que ha hecho es que una alternativa popular frente al ajuste neoliberal, que era lo que en el 2019 planteó la propuesta del Frente de Todos, frente a lo que era la devastación que implicaba el gobierno de Macri, hoy en el marco de las políticas del Fondo y la conducción de Massa, esto es una variante más del ajuste y por lo tanto Eso es lo que explica por qué razón nosotros, por lo menos desde Unidad Popular, tratamos de ir construyendo a nivel de todo el país la posibilidad de una estrategia nacional diferente.
Claramente estamos convencidos que la gran mayoría de los espacios organizados que forman parte del frente de todos viven con mucha disconformidad lo que hoy está ocurriendo y creemos además y aparte es evidente que lo que fue el agregado electoral la base electoral que acompañó al frente de todos, está más distante aún de este tipo de política. De hecho, bueno, ya no nos acompañaron en el 2021 y nada indica que las cosas estén mejor en este momento.
Así que en el 2023, que para nosotros es un año clave, digamos, respecto a qué medida podemos seguir sosteniendo posibilidades para una perspectiva mejor para el país y no terminemos en un retorno del pasado que indudablemente nos complicaría la historia a todos los argentinos, es un año en el cual se definen muchas cosas, o sea, es un año donde es necesario tomar distancia de esta gestión gubernamental para encarnar una propuesta distinta. Pretender ir a elecciones defendiendo esta gestión, creo que es un suicidio político y es, por otro lado, además, faltarle el respeto a la gente. La gente sabe y no alcanza el tema de la herencia, no alcanza el tema de la pandemia, la cuestión internacional, todas esas cosas existen. Por otro lado, además, el trabajo durante la pandemia fue lo que mejor hizo el Gobierno.
Además, lo grave del caso es que no es que la economía argentina no se haya recuperado, la economía argentina creció, hoy es mucho más grande que lo que era cuando se fue Macri. Y sin embargo tenemos más pobres que los que teníamos cuando Macri se fue. O sea, el hecho de que haya habido recuperación de la actividad económica, con ampliación de la desigualdad y perpetuación e incremento de la pobreza, eso es un déficit serio para una política que pretende ser expresión de la mayoría de la población.
-A los políticos les cuesta explicar eso, porque por un lado valoran el crecimiento económico, pero nunca pudieron explicar por qué creció tanto la desigualdad
– Hay una falta de política justamente para lograr una mejor distribución de esa riqueza. Es que hay dos claves centrales. Por un lado, la mala negociación en materia de deuda que apresó la política económica y las cuentas públicas para poder orientarlas como correspondía y, en segundo lugar, la pasividad frente a la remarcación de precios de los actores más concentrados. La inflación ha sido el mecanismo de redistribución regresiva, injusta de los ingresos para que buena parte del excedente generado por el crecimiento de la actividad quedara concentrada en un núcleo reducido de actores.
Digo, eso es evidente, el Gobierno frente a esto, frente a ambas cosas, hizo las cosas mal.
No se entendió lo que era el significado del crédito del FMI, que no es un crédito del Fondo, es un crédito de los Estados Unidos para controlar de manera geopolítica el destino de la Argentina, y esto hoy está cada vez más claro, porque del mismo modo retomando la pregunta tuya respecto al puente financiero que tanto Fernández como Massa le pidieron a Biden en la visita de hace muy poco, ese puente financiero es un puente de doble mano.
Es un puente en donde, por un lado, llegarían recursos financieros, pero, por otro lado, hay que entregar cuotas de soberanía y de capacidad de decisión nacional. Por eso tuvimos el aluvión de funcionarios norteamericanos en las últimas semanas. Por eso el presidente de la autoridad nuclear norteamericana vino a contar que ven con malos ojos que Argentina continúe el desarrollo nuclear en vínculos con China, por eso vino Wendy Sherman, la subsecretaria de Estado, para decirnos que los argentinos tenemos que transitar el dolor en este momento para poder tener un futuro más venturoso y por eso vino Laura Richardson, la jefa del Comando Sur, para decirnos que el litio, vaca muerta, el agua y los distintos recursos de la Argentina son un problema de seguridad norteamericano, no nuestro.
Y al mismo tiempo vinieron a condicionarlos hasta el equipamiento en defensa. Argentina iba a comprar aviones nuevos chinos y resulta que plantean que compre aviones usados, norteamericanos, que da de baja la fuerza aérea dinamarquesa, o sea, claramente, no es gratis el tema de la discusión del Fondo. El Fondo es un instrumento de la estrategia norteamericana para garantizar que China no influya sobre América Latina y particularmente sobre Argentina. Y bueno, en ese sentido creo que el gobierno no ha entendido adecuadamente la magnitud del problema, no es un problema financiero la discusión de la deuda, la discusión de la deuda es un problema de dominación política, geopolítica, sobre nuestro país y por lo tanto reclama un tratamiento de otra naturaleza.
Sobre todo, cuando casualmente, por la manera en que se violentó tanto las normas legales de la Argentina como el propio estatuto del FMI para llevar adelante ese endeudamiento. Le dan a Argentina muchos elementos para dar una discusión diferente que lamentablemente no se utilizaron.
Siempre se habla de la falta de continuidad en las políticas públicas, pero lo cierto es que la permanencia del Fondo Monetario Internacional es una constante en nuestra historia. Desde su creación en 1944 cuando los Estados Unidos empezaban a diseñar el mundo a su imagen y semejanza, la Argentina se negó al ingreso al ver, con justicia, que era un instrumento de sujeción para los socios pequeños de ese grupo.
No es sino hasta 1956 que se ingresa al FMI. El gobierno de Perón se había negado sistemáticamente a pertenecer porque quizás intuía sus intenciones. Desde ese entonces el país ha vivido bajo la tutela del Fondo con la salvedad del pago del año 2005 que terminó con los programas del FMI en la Argentina, senda que retomó en 2018 con toda fuerza en el endeudamiento más grande y veloz en la historia de nuestro país.
En ese momento el jingle de campaña de la gestión de Mauricio Macri era que el Fondo era distinto, que había cambiado, que era el Fondo bueno. El presidente Alberto Fernández sostuvo esa misma lógica: mientras Macri nos llamaba a enamorarnos de Christine Lagarde, Alberto nos decía que Kristalina Ivanova Georgieva era una bendición.
Pero a la hora de la verdad el Fondo es lo que es y está para lo que fue concebido, no es un prestamista es una instrumento político cuya función es alinear a los países periféricos en función a las necesidades de los países centrales. Utilizan la deuda para definir la política económica nacional en función de sus empresas y sus países. Desde Frondizi hasta Macri solo dos presidentes tuvieron el privilegio de tener la cuenta en cero en ese organismo. La argentina no ha tenido sino un recorrido de decadencia. Son los 70 años de FMI.
El programa del Fondo
Esta semana entre corridas que obligaron al Banco Central a vender en tres días la mitad de las reservas que había logrado acumular el mes pasado, el Gobierno presentó una especie de plan de estabilización que insólitamente se filtró en sendos off.
El combo a todas luces ortodoxo incluye suba de tarifas que según dicen, habrá que ver si es tan así, dejará sin subsidios a aquellos cuyos ingresos consolidados superen los 300 mil pesos, pero aún no sabemos nada de cómo se segmentará en comercios e industrias lo que seguramente impulsará la ya implacable inflación.
También el Gobierno cedió ante los bancos que fogonearon la suba de los dólares paralelos de estos días, con una suba de la tasa de interés para los plazos fijo en 68%, lo que implica un reconocimiento de la inflación esperada. Se busca es que los pesos se queden en los bancos y no vayan a dólares físicos o en productos importados. El talón de Aquiles de este esquema es que producir se vuelve más caro por el costo financiero y si además se pretende cumplir con el FMI y cubrir el déficit fiscal vía mercado de deuda con los bancos a través de bonos y letras, las matemáticas le juegan en contra al Gobierno.
En el incumplible acuerdo que firmó el Gobierno con el FMI, se comprometió a limitar la asistencia del Central al tesoro en 800.000 millones, pero su rojo es de 2 billones por lo que lo restante deberá ser adquirido en el mercado de deuda local. ¿Los efectos? Crédito caro para inversión productiva y para consumo. Lo que nos lleva al tercer elemento distintivo del paquete que es la suba de los intereses para el financiamiento con los programas ahora 12. Suben 11% que si bien estará por debajo a la inflación esperada y por debajo del interés de los plazos fijos, se busca limitar la sangría de dólares por el consumo de productos con componentes importados.
En resumen un la continuidad de una política que busca enfriar la economía en un contexto de 40% de pobreza, lo que resulta una afrenta al sentido común más elemental. Quizás por eso es posible encontrar coincidencias en el tiempo entre Frondizi y Macri y entre Martín Lacunza y Martín Guzman. Dicen que el hombre es capaz de tropezar dos veces con la misma piedra. En Argentina son 23 veces con la misma piedra del FMI.