La expresidenta Cristina Fernández de Kirchner publicó este viernes un extenso texto titulado “Elección 26 de octubre”, en el que analizó los resultados de los últimos comicios y lanzó una fuerte autocrítica interna al peronismo bonaerense, con especial foco en la conducción del gobernador Axel Kicillof.
En el documento, la exmandataria calificó como un “error político” la decisión del mandatario provincial de desdoblar las elecciones en la provincia de Buenos Aires, una estrategia que —según su análisis— tuvo “consecuencias nacionales” al facilitar el reagrupamiento del voto opositor y condicionar el resultado general del 26 de octubre.
“La excepción de lo ocurrido en la Provincia de Buenos Aires obedece a un error político al equivocar la estrategia electoral, decidiendo el desdoblamiento”, escribió Cristina Kirchner. “Lo dijimos públicamente el 14 de abril. Instruí a nuestra fuerza política a desistir del Proyecto de Ley de Concurrencia Electoral, que tenía como objetivo que los bonaerenses votaran una sola vez, para no dividir los esfuerzos en dos elecciones separadas por apenas 49 días”.
Cristina recordó que, en aquel momento, advirtió los riesgos de adelantar las elecciones provinciales, al considerar que ese movimiento “actuó como una especie de balotaje anticipado”, que permitió reagrupar el voto antiperonista en torno a la oposición.
“Adelantar las elecciones de la PBA era muy riesgoso tanto por su peso electoral y su valor simbólico, como porque si se perdía iba a tener un efecto devastador para el peronismo a nivel nacional”, escribió, y agregó: “Si se ganaba, iba a producir un efecto balotaje que permitiría reagrupar todo el voto antiperonista para las legislativas de octubre”.
La exmandataria reconoció además que su planteo no fue “con el diario del lunes”, sino una advertencia pública y privada que ya había formulado meses antes.
El texto, de más de diez apartados, también incluye una lectura económica y mediática del resultado electoral. Kirchner apuntó contra lo que denominó una “campaña del miedo” que habría buscado instalar la idea de que una derrota del Gobierno generaría una crisis institucional.
En ese sentido, vinculó la situación interna con factores externos, al afirmar que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, habría condicionado el respaldo del Tesoro norteamericano a una victoria de Javier Milei.
“El valor del dólar es el que guía, alarma o fulmina a la economía bi-monetaria de la Argentina (…). Los argentinos compran dólares y los yanquis compran pesos. ¿Qué puede salir mal?”, ironizó.
Cristina también denunció una “ofensiva para romper el peronismo”, señalando su prisión y proscripción como parte de una estrategia de “disciplinamiento político, mediático y judicial” para debilitar el campo nacional y popular.
En uno de los pasajes más duros del documento, la expresidenta criticó el accionar de la Corte Suprema, a la que acusó de actuar con sesgo político. Relató que, al día siguiente de las elecciones, el tribunal sobreselló a Mauricio Macri, Luis Caputo, Federico Sturzenegger y Javier Milei, mientras que confirmó condenas contra referentes kirchneristas como Martín Sabbatella y Guillermo Moreno.
“Coronaron su día de furia antiperonista confirmando dos condenas contra Guillermo Moreno que incluyen no sólo privación de la libertad, sino inhabilitación de por vida para ejercer cargos públicos”, escribió.
“Unidad con cabeza, corazón y coraje”
A pesar de las críticas, Cristina Kirchner cerró su carta con un mensaje de cohesión interna, reivindicando la unidad del movimiento justicialista como herramienta de reconstrucción política.
“Sigo sosteniendo el valor de la unidad como instrumento político de construcción nacional, popular y democrática. Unidad a la que se debe sumar militancia con cohesión y claridad estratégica y programática”, escribió desde San José 1111, el domicilio donde cumple prisión.
Y concluyó con una frase que resume su tono de convocatoria y advertencia: “Necesitamos dirigentes con cabeza, corazón y mucho, pero mucho coraje.”
A un mes de las elecciones legislativas de octubre, la directora de la consultora Analogías, Marina Acosta, analizó en diálogo con Open1017 el escenario político y social que atraviesa el gobierno de Javier Milei. El último estudio de opinión pública realizado por la firma muestra un deterioro significativo en la percepción ciudadana, tanto de la gestión como de la figura presidencial.
“Titularíamos el informe como el gobierno en su peor momento”, resumió Acosta. Según el relevamiento, el 53% de los encuestados considera que el gobierno atraviesa una crisis, y lo llamativo es que incluso parte de la base de apoyo oficialista comparte esa visión. La aprobación de la gestión cayó al 32%, frente a un 54% de desaprobación, mientras que la imagen presidencial se ubica con un diferencial negativo de 53 puntos: 41% de positiva contra 53% de negativa.
El estudio detecta que la noción de estabilidad -que hasta hace unos meses funcionaba como narrativa oficial- “se agotó”. La inflación, el aumento de la pobreza y la incertidumbre cambiaria son los factores que más preocupan a la sociedad. “La ciudadanía está muy desconforme y muy demandante”, explicó Acosta, quien remarcó que los errores políticos ya no pasan inadvertidos, sino que impactan de lleno en la evaluación global del gobierno.
Consultados sobre el financiamiento internacional, 61% de los encuestados afirmó que el apoyo de Estados Unidos no resuelve el problema de los dólares, y un 56% lo asocia con pérdida de soberanía, al considerar que abre la puerta a la injerencia externa en los asuntos internos.
Para Acosta, las legislativas de octubre se configuran como un “plebiscito” a la gestión de Milei. Sin medir intención de voto, el sondeo revela fuertes resistencias cruzadas: 47% dice que nunca votaría a La Libertad Avanza y 51% que nunca votaría al peronismo. A esto se suma una preocupante apatía: el 40% se declara poco o nada interesado en los comicios.
Otro hallazgo relevante es el rechazo al estilo presidencial: siete de cada diez encuestados (72%) desaprueba las formas de Milei. Según la consultora, la caída en la percepción de la comunicación presidencial fue paralela al fracaso del programa de ajuste.
En cuanto a la corrupción, la problemática volvió al centro de la agenda a partir del “escándalo Libra”. El 52% cree que en este gobierno hay corrupción, el 55% considera verdaderos los audios de la ANDIS, y el 58% opina que Karina Milei debería renunciar por su presunto involucramiento.
Finalmente, Acosta advirtió que el oficialismo enfrenta un escenario “muy complicado” de cara a octubre. “El presidente ha gobernado de manera autoritaria y autocrática. Ahora necesita consensuar con otros actores políticos, no solo para mejorar su performance electoral sino porque le restan dos años de mandato. Si llega debilitado a ese tramo, el costo será muy alto”, concluyó.
El clima social de septiembre está atravesado por el malestar económico y la desconfianza hacia la dirigencia. La mayoría de los argentinos percibe que su situación personal se deteriora y que el rumbo del país es negativo. En este marco, seis de cada diez encuestados desaprueban la gestión del presidente Javier Milei, lo que confirma un nivel de insatisfacción extendido en la sociedad.
A este rechazo se suma la crítica hacia referentes históricos asociados al oficialismo actual: el 73% tiene una imagen negativa de la familia Menem, que hoy ocupa lugares clave en el Gobierno, desde la presidencia de la Cámara de Diputados a cargos estratégicos en la Casa Rosada. En paralelo, la figura de Karina Milei también aparece en el centro de las tensiones: el 60% de los encuestados cree que podría estar involucrada en hechos de corrupción, ampliando la desconfianza más allá del propio presidente y reforzando el clima de rechazo hacia su círculo más cercano.
El escepticismo hacia los indicadores oficiales se mantiene en niveles elevados. Este mes, el 66,7% de los encuestados sostiene que los datos del INDEC no reflejan la inflación real, frente a un 30% que sí los acepta. La desconfianza se alimenta de demoras técnicas históricas: la canasta de bienes y servicios del IPC no se actualiza de manera integral desde 2016, cuando se incorporaron ponderaciones basadas en la Encuesta de Gastos de los Hogares de 2004. Desde entonces, sólo se realizaron ajustes parciales, sin una revisión completa que acompañe los cambios en los hábitos de consumo.
Ese trasfondo explica buena parte del descreimiento actual. Las estructuras de gastos de los hogares se han transformado de forma profunda en las últimas dos décadas, con mayor peso relativo de rubros como servicios digitales, transporte, salud y educación privada. Sin embargo, la canasta oficial sigue atada a patrones de consumo de hace más de 20 años, lo que genera una desconexión evidente. En un contexto donde cada vez más familias perciben que el sueldo no alcanza para cubrir necesidades básicas, la distancia entre los precios que mide el INDEC y los gastos cotidianos alimenta la sensación de que los indicadores no capturan la realidad, reforzando la desconfianza en la estadística pública.
Después de la derrota en la Provincia de Buenos Aires, la encuesta revela un mensaje claro de la sociedad: la mayoría discute qué tipo de cambios debe encarar el Gobierno nacional. El 45% de los encuestados pide explícitamente escuchar más las demandas sociales y aplicar políticas de alivio para los sectores más bajos, mientras que otro 34% se reparte entre quienes reclaman acuerdos con la oposición e introducción de correcciones en el rumbo económico. Sólo uno de cada cinco sostiene que Milei debería seguir sin modificaciones, lo que muestra que incluso entre sus propios votantes existe la expectativa de ajustes.
La agenda que surge de esta demanda conecta directamente con la percepción de los principales problemas nacionales. Tres de cada diez señalan a la situación económica como el desafío más urgente y uno de cada cuatro ubica a la corrupción en segundo lugar. Es decir, no sólo hay un reclamo por la pérdida de poder adquisitivo y la sensación de que el sueldo no alcanza, sino también por la falta de transparencia y los conflictos de intereses que atraviesan a la política. En conjunto, los datos configuran un cuadro en el que la ciudadanía exige respuestas concretas: aliviar la presión sobre los ingresos, recomponer la confianza en las instituciones y abrir canales de diálogo que permitan salir del actual clima de confrontación.
Imagen política
En el Monitor de Opinión Pública (MOP) del mes de septiembre, se consultó sobre 10 figuras políticas nacionales ya instaladas y otras con aspiraciones nacionales. En todos los casos se preguntó por el nivel de imagen y luego se procesaron los datos separando el nivel de imagen según el voto emitido en noviembre de 2023.
Javier Milei. La imagen se mantiene en terreno mayoritariamente negativo. En septiembre alcanza un 33,8% de valoración positiva, prácticamente estable respecto al 34,6% registrado el mes pasado, mientras que la imagen negativa trepa al 59,1% (era 58,1% en agosto) y la nula se ubica en 6,9% (contra 6,7% previa). La foto global muestra un leve deterioro, con más rechazo que apoyo. Entre sus propios votantes conserva un núcleo de respaldo sólido (65,6% positiva), aunque uno de cada cinco también lo califica negativamente (22,7%). En contraste, entre quienes votaron a Sergio Massa la evaluación es casi unánime: 98,3% lo considera negativamente. Estos datos reflejan que Milei logra sostener su base electoral, pero enfrenta crecientes dificultades para expandirse hacia otros sectores, consolidando un perfil de alta polarización y rechazo extendido en la opinión pública.
Axel Kicillof. La imagen muestra una leve mejora en septiembre respecto al mes anterior. Su positiva asciende a 42,6%, frente al 39,4% de agosto, mientras que la negativa baja a 50,7% (era 51,5%) y la nula se reduce a 6,5% desde el 8,7% previo. Entre los votantes de Massa mantiene un nivel de adhesión muy alto, con 85,8% de imagen positiva, lo que lo consolida como el principal referente dentro de ese espacio. En cambio, entre los votantes de Milei predomina el rechazo casi total: 87,5% lo califica negativamente. La evolución indica que Kicillof logra robustecer su núcleo de apoyo y achicar marginalmente su saldo negativo, aunque sigue siendo un dirigente con fuerte polarización, con adhesiones muy altas en su electorado propio y rechazos contundentes en el campo opositor.
Juan Grabois. La imagen se mantiene prácticamente estable en septiembre. Registra un 38% de positiva, apenas por encima del 37,7% del mes pasado, mientras que la negativa sube levemente a 51,8% (era 51%) y la nula baja a 8,3% (desde 9,3%). Entre los votantes de Massa consigue un nivel de adhesión muy alto, con 78,6% de positiva, lo que confirma su identificación con el electorado peronista. En cambio, entre los votantes de Milei su imagen es casi unánimemente desfavorable: 86,8% lo valora negativamente y apenas un 7,2% lo evalúa positivamente. En conjunto, Grabois consolida un perfil fuertemente ligado al espacio kirchnerista, con buena recepción en esa base, pero con un nivel de rechazo extendido en el resto del electorado, lo que limita su capacidad de proyección.
Victoria Villarruel. La medición de septiembre incluye por primera vez a la vicepresidenta de la Nación, Victoria Villarruel, cuya imagen aparece fuertemente condicionada por su vínculo con el oficialismo. A nivel general, alcanza apenas un 21,4% de positiva, frente a un 53,4% de negativa y un 23,6% de imagen nula, lo que refleja tanto su alta visibilidad, como los límites de su proyección nacional. Entre votantes de Milei divide opiniones: un 32,7% la valora positivamente, pero otro 32,7% la evalúa negativamente, mientras que un tercio adicional la ubica en la categoría nula. Entre votantes de Massa el rechazo es mucho más marcado, con un 77,1% de negativa. Su posicionamiento actual parece atravesado por el distanciamiento creciente respecto del presidente Milei, con quien ha tenido diferencias públicas sobre temas de gestión y estilo político. Ese rol dual —parte del oficialismo, pero con agenda propia en el Senado— le otorga visibilidad, aunque la expone también a críticas desde ambos lados de la grieta.
Martín Llaryora. La primera medición muestra un nivel de conocimiento todavía limitado en el escenario nacional, pero con señales de construcción política. El gobernador de Córdoba alcanza un 12,1% de imagen positiva, frente a un 43,9% de negativa, un 23,8% de valoración nula y un 11,9% que directamente declara desconocerlo. Entre los votantes de Massa, la mitad lo califica negativamente (49,7%), mientras que entre los votantes de Milei también predomina la desaprobación (41,6%). Estos números reflejan que, si bien su figura aún no está consolidada a nivel país, comienza a ganar espacio a partir del armado de Provincias Unidas, el nuevo grupo político que impulsa junto a otros gobernadores. Su desafío es proyectarse más allá de Córdoba, donde mantiene su principal capital político, y superar la barrera del desconocimiento y los altos niveles de rechazo que condicionan hoy su visibilidad nacional.
Ignacio Torres. La imagen muestra cierta estabilidad con leves matices respecto al mes pasado. Su positiva se ubica en 17,9%, cayendo algo desde el 20,2% previo, mientras que la negativa decrece a 35,4% (era 36,7%) y la nula asciende a 20,4% (desde 19,7%). El dato más relevante es que el desconocimiento baja a 17,5%, frente al 23,4% de agosto, lo que indica que su figura empieza a ganar mayor visibilidad en el escenario nacional. Entre los votantes de Milei obtiene un 26,1% de positiva y un 23% de negativa, en tanto que entre los de Massa predomina el rechazo con un 54,9% negativo. Gobernador del Chubut y uno de los dirigentes más jóvenes del PRO, Torres aparece en un proceso de instalación: avanza en nivel de conocimiento, pero todavía enfrenta el desafío de achicar un diferencial negativo y posicionarse más allá de la política patagónica.
Maximiliano Pullaro. La imagen se mantiene en un rango similar al mes anterior, aunque con un leve retroceso en su diferencial. Su positiva alcanza el 15,1%, por debajo del 19% de agosto, mientras que la negativa llega al 46,2% (era 39,9%). La nula se ubica en 21,8% (desde 22,9%) y el desconocimiento en 10,1%, mejorando respecto al 19,1% previo. Entre votantes de Milei, su imagen aparece dividida, con un 21,7% de positiva y un 31,7% de negativa, mientras que entre los votantes de Massa predomina fuertemente la desaprobación, con un 66,1% de negativa. Gobernador de Santa Fe y figura en ascenso dentro de la política nacional, Pullaro enfrenta un escenario complejo: gana notoriedad, pero lo hace acompañado de un crecimiento en el rechazo, lo que refleja tensiones derivadas de la inseguridad y el narcotráfico en su provincia, ejes que condicionan su proyección nacional.
Jorge Taiana. La primera medición muestra un nivel de visibilidad intermedio y un perfil con saldo apenas más favorable que otros dirigentes de su espacio. A nivel general, alcanza un 38,9% de imagen positiva, frente a un 34,4% de negativa y un 8,5% de nula. Además, un 11,5% declara directamente desconocerlo. Entre votantes de Massa consigue un fuerte respaldo, con 77,2% de positiva y apenas 4,6% de negativa, mientras que entre los votantes de Milei su figura aparece debilitada: 58,9% lo rechaza y sólo un 9,4% lo evalúa positivamente. Taiana mantiene un reconocimiento asociado a su trayectoria dentro del peronismo, lo que le otorga apoyo sólido en el electorado peronista, pero al mismo tiempo lo expone a altos niveles de rechazo en otros segmentos opositores, limitando su capacidad de expandirse más allá de la base kirchnerista.
José Luis Espert. La primera medición refleja un perfil marcado por la polarización y una fuerte asociación con el oficialismo. A nivel general, registra un 31% de imagen positiva, pero con un 60,2% de negativa, lo que lo ubica entre los dirigentes con mayor nivel de rechazo. Apenas un 6,4% lo califica con imagen nula y un 1,1% declara desconocerlo. Entre votantes de Milei, Espert logra un 58,9% de positiva y apenas un 25,7% de negativa, consolidándose como aliado con buena llegada a esa base electoral. En contraste, entre los votantes de Massa la evaluación es casi unánime en su contra: 97,7% de negativa y sólo 1,2% de positiva. Economista liberal y actual diputado nacional, Espert aparece como un dirigente con buena recepción en el núcleo duro libertario, pero con un nivel de rechazo extendido en el resto de la sociedad, lo que limita seriamente sus posibilidades de crecimiento.
Florencio Randazzo. La medición de septiembre lo ubica entre los dirigentes con peores niveles de imagen.
A nivel general, alcanza sólo un 9,5% de positiva, frente a un 59,7% de negativa, mientras que un 24,1% lo califica con imagen nula y un 2,6% directamente no lo conoce. Entre votantes de Milei, Randazzo reúne un 11,8% de positiva, pero más de la mitad (50,7%) lo rechaza, y casi un 30% lo ubica en la categoría nula.
Entre los votantes de Massa el panorama es aún más desfavorable: apenas un 6,7% lo valora positivamente, contra un 73,9% de negativa. Ex ministro del Interior y Transporte de la Nación, Randazzo no logra recomponer su capital político y se mantiene en el lote de figuras con alta desaprobación, bajo nivel de apoyo y un techo muy limitado de crecimiento.
Intención de voto
La intención de voto de septiembre muestra un crecimiento significativo de Fuerza Patria, que alcanza el 41,5%, cuando el mes pasado se ubicaba en 36,8%. Por su parte, La Libertad Avanza también sube levemente al 35,4%, frente al 34,5% previo.
Este movimiento consolida una diferencia de seis puntos a favor del peronismo a nivel nacional, que logra ampliar su ventaja tras las legislativas en Provincia de Buenos Aires. En un segundo plano aparecen Provincias Unidas con un 5,6% y el Frente de Izquierda con un 3,8%, mientras que el 11,1% de indecisos y el 2,6% de voto en blanco o anulado se mantienen como bolsón clave para definir la elección. El contraste con el mes pasado muestra que el crecimiento de Fuerza Patria es más dinámico que el de sus competidores, lo que sugiere una recuperación de apoyo en el electorado tras la última contienda provincial.
Sobre el estudio
Los datos surgen del Monitor de Opinión Pública (MOP), un estudio desarrollado por Zentrix Consultora con el propósito de relevar percepciones políticas y económicas de la población residente en Argentina. El relevamiento, correspondiente a la medición de septiembre, incluyó 1.122 casos válidos con cobertura nacional y fue realizado mediante un diseño muestral no probabilístico, con cuotas controladas por sexo, edad y región geográfica, calibradas según la estructura del padrón electoral nacional. La recolección de datos se efectuó a través de un cuestionario autoadministrado en línea, con difusión dirigida y posterior depuración técnica. Se aplicaron mecanismos de validación cruzada mediante variables externas (como el voto declarado), y los resultados fueron ponderados para garantizar representatividad nacional. Bajo estas condiciones, el margen de error teórico se estima en ± 2,93%, con un nivel de confianza del 95%. Los resultados no deben extrapolarse a niveles subnacionales sin la debida cautela metodológica.
La última encuesta nacional de Zuban & Córdoba, realizada entre el 15 y el 17 de septiembre sobre una muestra de 1.900 casos, traza un escenario político en el que la gestión de Javier Milei enfrenta un deterioro sostenido de su imagen y, a la vez, la oposición peronista exhibe una competitividad aritmética que no se traduce en plena confianza social. El estudio, con un margen de error de ±2,25% y 95% de confianza, se inscribe en un momento de máxima tensión política y económica.
El 60,9% de los consultados sostiene que el país va en la dirección incorrecta, frente a un 35,3% que cree lo contrario. La aprobación presidencial cayó a 37%, con una desaprobación que alcanza el 61,6%. El informe advierte que superar el umbral del 60% en rechazo marca un punto crítico: un “techo psicológico” que compromete seriamente la narrativa oficialista.
En paralelo, la imagen personal de Milei muestra 59,6% negativa y 39,5% positiva, mientras que su hermana Karina alcanza un 68,2% de rechazo, consolidándose como la figura más desgastada del oficialismo.
El llamado “Coimasgate” tuvo un impacto directo: 68,6% considera que debilitó al Gobierno y un 5,4% de votantes mileístas declara haber abandonado esa opción electoral. El efecto puede parecer acotado, pero en una elección de medio término cada punto erosiona bancas clave.
En la provincia de Buenos Aires, la encuesta confirma que el oficialismo pagó un precio: 60,2% atribuye la derrota al voto castigo por corrupción y economía, mientras que solo un 7,2% responsabiliza a los candidatos. El termómetro bonaerense proyecta un escenario nacional: en intención de voto a diputados, Jorge Taiana (Fuerza Patria) lidera con 41,8%, frente al 31,9% de José Luis Espert (LLA), una diferencia de casi 10 puntos.
La mayoría social pide un giro. 57,4% afirma que el Gobierno debería cambiar de rumbo político y económico; solo 32,6% quiere profundizar la línea actual. Incluso, un 61% anticipa que, de no haber correcciones, Milei volverá a perder en octubre. El apoyo incondicional es minoritario: apenas 32,1% dice respaldar “todo lo que hace Milei”, frente a un 65,9% que lo rechaza.
El escepticismo también se refleja en lo económico: 57,9% cree que el Gobierno no podrá sostener la cotización del dólar, percepción que incluye al 66,5% de quienes votaron a Milei en 2023. Y en gestión de crisis, un contundente 65,9% califica la actuación oficial como mala.
Polarizaciones cruzadas: anti-mileísmo y anti-kirchnerismo
El mapa identitario confirma un país dividido por rechazos. 56,1% se define anti-mileísta y apenas un 18,1% mileísta; el resto no se identifica. Al mismo tiempo, un 54% acuerda con el “kirchnerismo nunca más”, frente a un 38% que lo rechaza. La encuesta evidencia dos polos que coexisten, pero no son simétricos: el anti-mileísmo gana centralidad coyuntural, mientras que el anti-kirchnerismo conserva fuerza estructural.
De cara a las legislativas de octubre, 57% declara que votará para castigar a Milei, contra un 33,7% que busca premiarlo. Este diferencial de más de 20 puntos configura un escenario adverso para el oficialismo, que además ve debilitado su liderazgo: un 60,8% admite que la derrota bonaerense erosionó la percepción de Milei como conductor político.
El peronismo aparece fortalecido en el corto plazo, pero enfrenta un problema reputacional. Apenas 2,8% de los encuestados cree que está preparado para volver al poder y 50,1% expresa “mucha desconfianza” en su capacidad para resolver la economía. En otras palabras, la ventaja aritmética no se traduce en un crédito social consolidado.
La encuesta de Zuban & Córdoba expone una paradoja: el Gobierno enfrenta un bloque social mayoritario adverso, con desgaste en imagen, rechazo al rumbo y efecto negativo de los escándalos, mientras que la oposición logra capitalizar el descontento, pero sin ofrecer certezas sobre su futuro desempeño.
El escenario nacional se ordena desde la provincia de Buenos Aires, donde la diferencia en intención de voto opera como termómetro. Lo peor no pasó: el oficialismo navega en aguas turbulentas, con un núcleo duro en torno a un tercio de la población, y la oposición avanza, aunque con debilidades de credibilidad. Octubre se perfila como un punto de inflexión donde gestión, errores no forzados y capacidad de construcción política definirán el reparto de poder.
Maximiliano Sardi, Revista Noticias. En la Argentina, podés discutir inflación, FMI, déficit cero o si conviene dolarizar. Pero atenti: si te metés con el mate, estás tocando un nervio más sensible que la grieta. El mate es religión, patria y escenografía política todo en uno. Y la última semana lo dejó claro: volvió el versus entre kirchneristas y libertarios bajo las banderas de los “bien del mate” y los “anti-populares”.
La chispa fue Axel Kicillof, que llegó con termo y mate Stanley a “Odisea Argentina”, el programa de Carlos Pagni en LN+. Pagni destacó el gesto político del gobernador que no tomaba whisky si no mate, “como buen bonaerense”. Un guiño que desató el debate. Para algunos, fue un acto de autenticidad. Para otros, la sobreactuación de lo nacional y popular bajo una marca estadounidense cuyo equipo de mate ronda el medio millón de pesos.
Lo cierto es que Kicillof convirtió un mate en trending topic y, de paso, instaló su perfil de “presidenciable 2027” con un gesto más barato que cualquier focus group. Mientras Milei ruge contra la casta y exhibe su Biblia de Mises, el gobernador bonaerense bajó un cambio y acomodó la bombilla. Estrategia pura: uno grita “¡Viva la libertad, carajo!”, el otro susurra“¿Querés un mate?”.
No es casualidad que Ricardo López Murphy haya salido con los tapones de punta. El bulldog, siempre listo para defender las formas británicas del té de las cinco, publicó un tuit con fotos de Massa, Mayra Mendoza, Kicillof y hasta Juan Román Riquelme, todos con mate en mano. La idea era ironizar: “Mirá el club de los mates, el verdadero círculo rojo”. Lo que no esperaba es que internet nunca perdona: Sergio Chouza y decenas de usuarios rescataron fotos del propio López Murphy cebando como un campeón. Nadie escapa al poder de la calabaza.
Porque ahí está la trampa: el mate es demasiado argentino como para rechazarlo sin costo político. Podés ser liberal ortodoxo, libertario extremista o peronista de barricada, pero tarde o temprano el mate te alcanza. Te encuentra en la sobremesa, en el pasillo del Congreso o en la canchita de papi fútbol. Y si no lo tomás, ojo: sos “raro”, casi antipático. Milei lo sabe. Agarró la bombilla en el contexto de La Rural con Nicolás Pino a su lado. Pero el gesto denotó su falta de experiencia. Nada que sus seguidores condenen: se jactan de ser “anti-populares”, como si renegar de la yerba fuera una medalla de modernidad.
El contraste es brutal: de un lado, los que muestran el mate como bandera de proximidad, humildad y pertenencia (Riquelme, Kicillof, Massa, Mayra). Del otro, los que lo evitan como si fuese un impuesto distorsivo. Y en el medio, Pagni intentando explicar que un gobernador bonaerense tomando mate es noticia.
¿Y qué nos dice todo esto? Que la política argentina es un eterno casting de símbolos. Antes era el bombo, la escarapela en la solapa o el asado en campaña. Hoy, el mate es el comodín perfecto: barato, transversal, inofensivo. Ningún consultor cobra honorarios por recomendarlo, pero todos lo ponen en la primera página del manual de comunicación. “Si no podés hablar de déficit primario, por lo menos cebá un par de mates”, sería la versión criolla del keep it simple.
Lo curioso es que hasta en este terreno Milei queda descolocado. El presidente que rechaza ser “fenómeno barrial” se topa con un límite insalvable: la ronda de mate. Es el ritual más populista de todos: circular, gratuito y compartido. Nada más anti-liberal que pasar una bombilla de mano en mano. Y el episodio deja una enseñanza: en la Argentina, la política no solo se mide en votos o en índices económicos, sino en gestos culturales.
Al final, en la Argentina podés bancar déficit cero, dolarizar o recitar a Hayek de memoria. Pero si no tomás mate, estás perdido: ni la motosierra te salva de quedar como un marciano. Porque en este país, podés ser radical, peronista o libertario, pero si no tomás mate… te tildan de extranjero en tu propia tierra.