El CMFI advirtió sobre riesgos globales y pidió consolidar políticas fiscales y monetarias firmes. El FMI y los ministros de Finanzas del G20 respaldaron fortalecer la sostenibilidad de la deuda y preservar la independencia de los bancos centrales para dotar de resiliencia económica.
En su quincuagésima segunda reunión, el Comité Monetario y Financiero Internacional (CMFI) —el principal órgano asesor del Fondo Monetario Internacional (FMI)— advirtió sobre un escenario mundial marcado por una “profunda transformación” y “elevada incertidumbre”, y llamó a los países miembros a adoptar políticas fiscales y monetarias firmes, creíbles y coordinadas para “salvaguardar la estabilidad macroeconómica y financiera”.
El documento final, presentado por el presidente del CMFI, Mohammed Aljadaan, ministro de Hacienda de Arabia Saudita, y la directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, subraya que el crecimiento global, aunque resiliente, enfrenta tensiones crecientes por la desinflación desigual, los altos niveles de deuda y los conflictos geopolíticos.
“Adoptaremos políticas firmes que fomenten la confianza, generen resiliencia y salvaguarden la estabilidad macroeconómica y financiera”, sostuvo Aljadaan en la declaración de cierre, donde también reclamó una acción global coordinada para frenar los efectos económicos de las guerras y el cambio climático.
Riesgos macroeconómicos y necesidad de ajustes fiscales creíbles
El CMFI —que reúne a los ministros de Finanzas y gobernadores de bancos centrales de 190 países miembros— reconoció que la economía mundial atraviesa un proceso de reconfiguración estructural debido a los cambios en las políticas comerciales, la digitalización y las transformaciones demográficas.
El comunicado subraya que, aunque el crecimiento ha resistido, “comienzan a manifestarse tensiones” en un entorno de “alto endeudamiento, bajo crecimiento y vulnerabilidades financieras”. El texto también destaca que la desinflación continuará, pero con fuertes diferencias entre países, lo que obliga a los bancos centrales a mantener su compromiso con la estabilidad de precios.
“Los bancos centrales mantienen su compromiso firme de mantener la estabilidad de precios, en consonancia con sus respectivos mandatos”, señala el documento, que también llama a preservar la independencia institucional para sostener la credibilidad y la confianza en los mercados.
En el plano fiscal, los ministros acordaron “consolidar el giro hacia los ajustes fiscales” con estrategias creíbles a mediano plazo, orientadas a garantizar la sostenibilidad de la deuda, mejorar la eficiencia del gasto y promover inversiones públicas y privadas que impulsen la productividad.
El CMFI también instó a los gobiernos a reforzar la supervisión de los riesgos sistémicos derivados de la inteligencia artificial, los activos digitales y las instituciones financieras no bancarias, aprovechando al mismo tiempo las oportunidades de la innovación tecnológica.
Deuda soberana, gobernanza del FMI y cooperación global
Uno de los puntos centrales del encuentro fue el tratamiento de las vulnerabilidades relacionadas con la deuda, especialmente en los países de ingreso bajo y economías emergentes. El comunicado destaca el compromiso de los miembros del CMFI con la aplicación “eficaz, integral y sistemática” del Marco Común del G20 para el tratamiento de la deuda, e insta a los acreedores privados a reforzar la transparencia y participar activamente en los procesos de reestructuración.
“Mantenemos nuestro compromiso de afrontar las vulnerabilidades de la deuda a escala mundial, lo que comprende seguir impulsando la aplicación del Marco Común de forma previsible, oportuna y ordenada”, afirma el texto aprobado por consenso.
El Comité también respaldó la labor del FMI y el Banco Mundial en la estrategia de tres pilares para asistir a países con fuertes presiones de deuda, que incluye apoyo a reformas estructurales, movilización de recursos internos y atracción de capital privado.
En materia institucional, el CMFI reafirmó su compromiso con un FMI sólido y basado en cuotas, celebrando los avances hacia la Decimosexta Revisión General de Cuotas, que busca reflejar de forma más justa el peso relativo de las economías en el contexto global.
Racionalizar y modernizar la estructura del FMI
Asimismo, se confirmó que el proceso deberá concluir a más tardar en las Reuniones de Primavera de 2026, de acuerdo con la Declaración de Diriyah.
“Reconocemos que la realineación de las cuotas relativas debe procurar reflejar mejor la posición relativa de cada país en la economía mundial, protegiendo las cuotas de los países más pobres”, expresa la declaración.
Por último, el Comité valoró las iniciativas para racionalizar y modernizar la estructura del FMI, con el fin de mejorar la eficiencia institucional, garantizar la sostenibilidad del Fondo Fiduciario para el Crecimiento y la Lucha contra la Pobreza, y fortalecer la representación regional y de género dentro del organismo.
La próxima reunión del CMFI se celebrará en abril de 2026, nuevamente en Washington D. C.
Contexto político y representación
El encuentro contó con la participación de los ministros y gobernadores de los principales países miembros, entre ellos Luis Caputo, ministro de Economía de Argentina; Gabriel Galípolo, gobernador del Banco Central de Brasil; Scott Bessent, secretario del Tesoro de Estados Unidos; Kazuo Ueda, gobernador del Banco de Japón; Rachel Reeves, ministra de Hacienda del Reino Unido; François Villeroy de Galhau, gobernador del Banco de Francia; y Gongsheng Pan, gobernador del Banco Popular de China.
Participaron también observadores institucionales de alto nivel, como Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo; Ajay Banga, presidente del Grupo Banco Mundial; Ngozi Okonjo-Iweala, directora general de la OMC; Mathias Cormann, secretario general de la OCDE; y Pablo Hernández de Cos, director general del Banco de Pagos Internacionales.
El tono general del encuentro reflejó consenso en torno al fortalecimiento de la cooperación internacional, pero también una preocupación creciente por el aumento de los conflictos geopolíticos y sus efectos sobre los mercados energéticos, las cadenas de suministro y la estabilidad financiera.
La directora del Fondo Monetario Internacional, Kristalina Georgieva, aseguró hoy que lo que cambiareá el futuro de la Argentina será “apegarse a las reformas” y destacó la necesidad de “crear la confianza de que esta ves es distinto”.
Fue al hablar ante un grupo de legisladores en el marco de un foro parlamentario organizado en Washington por el FMI y el Banco Mundial.
Las palabras de Georgieva dejaron una curiosa declaración, cuando aludió a los ahorros de los ahorros argentinos que están fuera del sistema financiero.
Dijo que se trataba de millones “de dólares debajo el colchón y dios sabe dónde”, que serían un aporte de respaldo a la economía, de invertirse en el país.
“Lo que va a cambiar el futuro de Argentina es apegarse a las reformas y crear la confianza de que esta vez es distinto”, sostuvo Georgieva, quien destacó que hasta el momento la Argentina tiene “un buen historial”, en el marco de las negociaciones con el gobierno de Javier Milei.
Georgieva destacó que se pasó “del déficit al superávit” fiscal en las cuentas públicas del país.
“Muchos de ustedes saben cuan doloroso es ir hacia esa baja desde una inflación altísima a una bajísima”, les dijo a los legisladores.
Consideró que el Gobierno argentino necesita “crear el sentido de la confianza”.
“Me dijeron, no sé si es verdad, que hay más del 200 mil millones de dólares bajo el colchón y dios sabe dónde. Si ese dinero se invierte en Argentina imaginen lo que sería ese país”, señaló Georgieva, quien es la primera vez que habla sobre este tema tan puntual referido a la Argentina.
Por eso, recomendó que el Parlamento cree el “sentido de confianza de que esta vez es diferente y mantener el rumbo para que el país pueda ser legalmente un lugar próspero, donde la gente pueda disfrutar”, concluyó.
Georgieva encabeza las reuniones de primavera del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) que arrancaron este lunes.
El máximo encuentro del organismo multilateral de crédito se lleva a cabo en un momento en el que la atención se centra en la guerra comercial iniciada por el gobierno de Donald Trump.
En particular, se analiza el impacto que esa suba de impuestos tendrá en los mercados financieros.
¡Buenos días y una calurosa bienvenida a todos! Y gracias de nuevo, María, por tu amable presentación.
Hace seis meses, en este mismo lugar, hablé de bajo crecimiento y alta deuda. Pero también hablé de la resiliencia, es decir, de los países que sobreviven a grandes shocks gracias a fundamentos fundamentales sólidos y políticas ágiles.
Esta resiliencia está siendo puesta a prueba una vez más, con el reinicio del sistema mundial de comercio.
La volatilidad de los mercados financieros ha aumentado. Y la incertidumbre de la política comercial está literalmente fuera de serie: basta con echar un vistazo a esta cifra (gráfico 1).
A medida que se intensificaron las tensiones comerciales, los precios de las acciones mundiales cayeron, aunque muchas valoraciones siguen siendo altas: aquí tenemos una instantánea de la acción del mercado (gráfico 2).
Este es un recordatorio de que vivimos en un mundo de cambios repentinos y radicales.
Y es un llamado a responder sabiamente. Una economía mundial más equilibrada y resiliente está al alcance de la mano. Debemos actuar para garantizarlo.
Así que permítanme exponer la historia abordando tres preguntas básicas. ¿Cuál es el contexto? ¿Cuáles son las consecuencias? Y lo más importante, ¿qué pueden hacer los países?
Primera parte: ¿cuál es el contexto?
Las tensiones comerciales son como una olla que estuvo burbujeando durante mucho tiempo y ahora está hirviendo.
En gran medida, lo que vemos es el resultado de una erosión de la confianza, la confianza en el sistema internacional y la confianza entre los países.
La integración económica mundial ha sacado a un gran número de personas de la pobreza y ha mejorado la situación del mundo en su conjunto. Pero no todos se beneficiaron. Las comunidades fueron vaciadas por los empleos que se fueron al extranjero. Los salarios fueron reprimidos por la creciente disponibilidad de mano de obra barata. Los precios subieron cuando se interrumpieron las cadenas de suministro mundiales. Muchos culpan al sistema económico internacional por la injusticia percibida en sus vidas.
Las distorsiones del comercio —barreras arancelarias y no arancelarias— han alimentado las percepciones negativas de un sistema multilateral que se considera que no ha logrado establecer condiciones equitativas.
Vemos estas distorsiones en los dos gráficos siguientes. El primero nos dice que, si bien durante unos 20 años el mundo experimentó una buena convergencia hacia una tasa arancelaria efectiva de Estados Unidos baja y estable, el progreso se estancó en la última década (Figura 3).
El segundo gráfico muestra un recuento del número —no del tamaño— de las nuevas medidas netas de subsidios por jurisdicción principal (gráfico 4). Un panorama incompleto, pero que muestra la dirección general: las barreras no arancelarias en una tendencia creciente.
Este sentimiento de injusticia en algunos lugares alimenta la narrativa: nosotros jugamos según las reglas, mientras que otros juegan con el sistema sin penalización. Los desequilibrios comerciales provocan tensiones comerciales.
Luego viene la seguridad nacional. En un mundo multipolar, el lugar donde se fabrican las cosas puede importar más que cuánto cuestan. La lógica de la seguridad nacional dice que una amplia gama de bienes estratégicos, desde chips de computadora hasta acero, deben fabricarse en casa, y que vale la pena pagar por ello. La autosuficiencia está protagonizando un regreso.
Todas estas preocupaciones, en su conjunto, se han desbordado, dejándonos en un mundo en el que la industria recibe más atención que el sector de servicios; donde los intereses nacionales se elevan por encima de las preocupaciones globales; y donde las acciones asertivas desencadenan reacciones asertivas.
Segunda parte: ¿cuáles son las consecuencias?
Respuesta corta: significativo.
Empecemos por los aranceles. Si se suman todos los aumentos arancelarios, las pausas, las progresaciones y las exenciones recientes, parece claro que la tasa arancelaria efectiva de los Estados Unidos ha saltado a niveles vistos por última vez hace varias vidas (Figura 5). Otros países han respondido.
Y luego están los efectos secundarios. A medida que los gigantes se enfrentan, los países más pequeños quedan atrapados en las corrientes cruzadas. China, la Unión Europea y Estados Unidos, a pesar de tener importaciones relativamente bajas en el PIB, son los tres mayores importadores del mundo (gráfico 6). ¿Implicación clave? El tamaño importa: sus acciones tienen un impacto en el resto del mundo.
Las economías avanzadas más pequeñas y la mayoría de los mercados emergentes dependen más del comercio para su crecimiento y, por lo tanto, están más expuestas, incluso a condiciones financieras más restrictivas. Los países de bajos ingresos se enfrentan al reto añadido de la disminución de las corrientes de ayuda a medida que los países donantes se dedican a hacer frente a las preocupaciones internas.
¿Cuáles serán los impactos de estas tensiones? Permítaseme hacer tres observaciones:
En primer lugar, la incertidumbre es costosa. La complejidad de las cadenas de suministro modernas significa que los insumos importados alimentan una amplia gama de productos nacionales. El costo de un artículo puede verse afectado por los aranceles en docenas de países. En un mundo de tasas arancelarias bilaterales, cada una de las cuales puede estar subiendo o bajando, la planificación se vuelve difícil. ¿El resultado? Barcos en el mar que no saben a qué puerto navegar; aplazamiento de decisiones de inversión; mercados financieros volátiles; Aumento de los ahorros precautorios. Cuanto más tiempo persista la incertidumbre, mayor será el costo.
En segundo lugar, el aumento de las barreras comerciales afectó al crecimiento desde el principio. Los aranceles, como todos los impuestos, aumentan los ingresos a expensas de reducir y desplazar la actividad, y la evidencia de episodios anteriores sugiere que las tasas arancelarias más altas no son pagadas solo por los socios comerciales. Los importadores pagan una parte a través de menores beneficios, y los consumidores pagan una parte a través de precios más altos. Al aumentar el costo de los insumos importados, los aranceles actúan por adelantado. Por supuesto, si los mercados internos son grandes, también crean incentivos para que las empresas extranjeras respondan con inversión extranjera, lo que genera nueva actividad y nuevos empleos. Esto, sin embargo, lleva tiempo.
En tercer lugar, el proteccionismo erosiona la productividad a largo plazo, especialmente en las economías más pequeñas. Proteger a las industrias de la competencia reduce los incentivos para la asignación eficiente de recursos. Los aumentos de productividad y competitividad obtenidos en el pasado por el comercio se erosionan. El emprendimiento da paso a peticiones especiales de exenciones, protección y apoyo estatal. Esto perjudica la innovación. Pero, de nuevo, si los mercados internos son grandes y la competencia interna es vibrante, los efectos negativos pueden mitigarse.
En última instancia, el comercio es como el agua: cuando los países ponen obstáculos en forma de barreras arancelarias y no arancelarias, el flujo se desvía. Algunos sectores de algunos países pueden verse inundados por importaciones baratas; otros pueden ver escasez. El comercio continúa, pero las interrupciones incurren en costos.
Cuantificaremos estos costos en nuestro nuevo informe Perspectivas de la economía mundial, que se publicará a principios de la semana próxima. En él, nuestras nuevas proyecciones de crecimiento incluirán notables rebajas, pero no recesión. También veremos aumentos en las previsiones de inflación de algunos países.
Advertimos que una elevada incertidumbre prolongada aumenta el riesgo de tensiones en los mercados financieros. A principios de este mes, observamos movimientos inusuales en algunos mercados clave de bonos y divisas. Aquí, vemos cómo, a pesar de la elevada incertidumbre, el dólar se depreció y las curvas de rendimiento de los bonos del Tesoro de EE. UU. “sonrieron”, no es el tipo de sonrisa que uno quiere ver (gráfico 7). Tales movimientos deben tomarse como una advertencia. Todo el mundo sufre si las condiciones financieras empeoran.
A la inversa, nuestra Perspectiva de la economía mundial también mostrará que las medidas de política decididas para resolver las diferencias y reequilibrar pueden dar mejores resultados. Esto es lo que quiero abordar en la última parte de mi presentación.
¿Qué pueden hacer los países?
Mucho, y algo más.
En primer lugar, todos los países deben redoblar sus esfuerzos para poner en orden sus propias casas. En un mundo de mayor incertidumbre y frecuentes perturbaciones, no hay lugar para demoras en las reformas destinadas a mejorar la estabilidad económica y financiera y el potencial de crecimiento.
Las economías enfrentan los nuevos desafíos desde una posición de partida más débil, con cargas de deuda pública mucho más altas que hace unos años (gráfico 8). Por lo tanto, la mayoría de los países deben adoptar medidas fiscales resueltas para reconstruir el margen de maniobra de las políticas, estableciendo sendas de ajuste gradual que respeten los marcos fiscales. Sin embargo, algunos países pueden experimentar shocks que requieran un nuevo apoyo fiscal; Esto, si debe proporcionarse, debe ser específico y temporal.
Para proteger la estabilidad de precios, la política monetaria debe seguir siendo ágil y creíble, respaldada por un firme compromiso con la independencia de los bancos centrales. Los banqueros centrales deben estar atentos a los datos, incluidas las expectativas de inflación más altas en algunos casos.
En el ámbito financiero, una regulación y una supervisión estrictas siguen siendo esenciales para mantener la seguridad de los bancos, y es necesario vigilar y contener los crecientes riesgos de las entidades no bancarias.
Las economías de mercados emergentes deberían preservar la flexibilidad del tipo de cambio como amortiguador. Las autoridades pueden consultar el Marco Integrado de Política del FMI para obtener información sobre cómo y cuándo pueden estar justificadas las medidas temporales.
El endurecimiento de las restricciones presupuestarias implicará decisiones difíciles en todas partes, pero en ninguna parte más que en los países de bajo ingreso. En este caso, la debilidad de los ingresos exige mayores esfuerzos para la movilización de recursos internos, pero también exige el apoyo de los asociados internacionales, tanto para mejorar la capacidad de las reformas como para garantizar una asistencia financiera crucial.
Los países con una deuda pública insostenible deben actuar de manera proactiva para restablecer la sostenibilidad, incluso en algunos casos adoptando la difícil decisión de reestructurar la deuda. Me complace mucho mencionar que la Mesa Redonda Mundial sobre Deuda Soberana publicará pronto un manual para las autoridades de los países que están considerando la reestructuración de la deuda, con el fin de ayudar en la toma de decisiones.
Las disyuntivas en materia de políticas pueden aliviarse elevando el potencial de crecimiento. La economía de Estados Unidos ha experimentado un fuerte crecimiento de la productividad, mientras que otras economías se han quedado rezagadas (gráfico 9). ¿Cómo pueden ponerse al día? A través de reformas ambiciosas en la banca, los mercados de capitales, la política de competencia, los derechos de propiedad intelectual y la preparación para la IA, todo lo cual puede contribuir a un mayor crecimiento. En muchos casos, el Estado puede y debe hacer mucho más para reducir los obstáculos a la empresa privada y la innovación, en otras palabras, eliminar las lesiones autoinfligidas.
El FMI ayudará a los países a gestionar el ajuste macroeconómico y a promover las reformas. En la actualidad, 48 países confían en nuestro apoyo a la balanza de pagos, entre ellos Argentina, donde nuestro programa más reciente y de mayor envergadura respalda reformas sólidas y orientadas al mercado.
Como segunda prioridad de enorme importancia, los países deben renovar su atención a los desequilibrios macroeconómicos internos y externos.
Los equilibrios internos entre el ahorro y la inversión son fundamentales, y pueden inclinarse demasiado hacia un lado u otro. Aquí ilustramos con una muestra de grandes países y bloques, mostrando las tasas de ahorro e inversión como porcentaje del PIB (Figura 10). Entre los factores que impulsan los desequilibrios se encuentran los hábitos nacionales de ahorro, las distorsiones inducidas por las políticas, la apertura de los mercados de capital, los regímenes cambiarios, la demografía, etc. Las políticas fiscales, monetarias, cambiarias y estructurales son palancas clave. Dondequiera que se necesite un reequilibrio, el trabajo comienza en casa.
Por definición, los saldos internos también influyen en los saldos de la cuenta corriente externa —que se muestran aquí en montos en dólares— y, por lo tanto, en los flujos de capital (gráfico 11). En otras palabras, el reequilibrio puede mejorar la estabilidad interna, externa y global. Esto es cierto por sí solo, dado el riesgo de interrupciones repentinas de los flujos de capital. Y también es cierto porque, como se ha señalado, los superávits y déficits externos pueden crear un terreno fértil para las tensiones comerciales.
En el FMI sabemos que el reequilibrio es difícil. Por lo general, los países con superávit en cuenta corriente sienten poca urgencia por ajustarse: son exportadores, no importadores de capital. Y, por otro lado, los países con monedas de reserva —en particular Estados Unidos— gozan de una capacidad especial para sostener los déficits en cuenta corriente. Pero el resultado neto de superávits y déficits sostenidos puede ser una acumulación de vulnerabilidades.
Todos los países pueden aplicar políticas para mejorar el equilibrio interno y externo, apoyando la resiliencia y el bienestar colectivos.
Permítanme acercarme a los tres actores más importantes:
En China, hemos estado asesorando sobre políticas para impulsar el consumo privado crónicamente bajo. Entre ellas se encuentran: una, medidas para reducir las políticas industriales y la participación generalizada del Estado en la industria; dos, medidas para mejorar las redes de seguridad social y reducir la necesidad de ahorros precautorios; y tres, apoyo fiscal para abordar las debilidades del sector inmobiliario. Tales acciones, si son lo suficientemente decisivas, elevarían la confianza y la demanda interna, ayudarían a reparar las relaciones comerciales dañadas y prepararían el escenario para la próxima fase de la historia de crecimiento de China. Entre otras cosas, la historia debe incluir una aceptación más cálida de la progresión natural de la manufactura a los servicios a medida que las economías se desarrollan (Figura 12).
En la UE, la expansión fiscal asertiva de Alemania para facilitar el gasto en defensa e infraestructura elevará la demanda interna, al igual que las políticas de toda la UE para mejorar la competitividad mediante la profundización del mercado único. Europa necesita una unión bancaria. Europa necesita una unión de los mercados de capitales. Y Europa necesita menos restricciones al comercio interno de servicios. La lista es larga. En conjunto, la flexibilización fiscal y una integración más sólida impulsarían el crecimiento, aumentarían la resiliencia y mejorarían los equilibrios internos y externos.
Por último, pero no por ello menos importante, en Estados Unidos, el principal desafío de la política macroeconómica será situar la deuda del gobierno federal en una senda decreciente. Lograr este camino requerirá reducciones significativas del déficit presupuestario federal, lo que, entre otras cosas, requerirá elementos de reforma del gasto. La reducción de la deuda federal fortalecería la resiliencia y reduciría el déficit en cuenta corriente.
Las reformas y el reequilibrio son para todos. Desde la ASEAN hasta el Consejo de Cooperación del Golfo, pasando por todo el continente africano y otros lugares, los responsables de la formulación de políticas están tomando medidas para fortalecer sus economías, mejorar los lazos regionales y reducir los superávits y déficits. Apoyamos firmemente estos esfuerzos.
Por último, permítaseme referirme a la tercera gran prioridad, y la más apremiante con diferencia: garantizar que pueda haber cooperación en un mundo multipolar.
En cuanto a la política comercial, el objetivo debe ser lograr un acuerdo entre los principales actores que preserve la apertura y ofrezca una mayor igualdad de condiciones, a fin de reiniciar una tendencia mundial hacia tasas arancelarias más bajas y, al mismo tiempo, reducir las barreras no arancelarias y las distorsiones.
Necesitamos una economía mundial más resiliente, no una deriva hacia la división. Y, para facilitar la transición, las políticas deben dar tiempo a los agentes económicos privados para adaptarse y cumplir.
De manera crítica, la resiliencia requiere que se preste atención a las políticas para amortiguar los golpes sobre los que salen perdiendo. Las políticas distributivas constituyen un puente fundamental entre la buena economía y la buena política.
En resumen, espero plenamente que nuestras Reuniones de Primavera de la semana próxima, en las que participarán 191 países miembros del FMI, constituyan un foro vital para el diálogo en un momento vital. Todos los países, grandes y pequeños por igual, pueden —y deben— desempeñar el papel que les corresponde para fortalecer la economía mundial en una era de shocks más frecuentes y graves.
Permítanme concluir señalando que en el desafío hay una oportunidad. Empujados lo suficiente, las cosas que no eran posibles se vuelven posibles, las montañas que no se podían escalar se escalan, los intereses creados que no se retirarían se superan. Con la cabeza fría, la visión clara y la voluntad fuerte, los tiempos de cambio pueden ser tiempos de renovación.
El secreto para aprovechar el momento es concentrar toda la energía no en preservar lo viejo, sino en construir lo nuevo: una economía mundial más equilibrada y resiliente.
El ministro de Economía, Luis Caputo, fue al G20 de Río de Janeiro con la misión de cosechar respaldos al plan económico y dólares para garantizar estabilidad en el devenir. La foto que consiguió no trajo tranquilidad, sino sospechas. Se habló de una cumbre de “respaldo” con la directora del Fondo Monetario Internacional. Kristalina Georgieva emitió un mensaje que obliga a ser leído detenidamente: “Reunión constructiva con el ministro Caputo en Río. Discutimos el sólido desempeño en la lucha contra la inflación, la consolidación fiscal y el apoyo a las personas vulnerables. Estamos comprometidos a apoyar los esfuerzos del gobierno para revertir la economía en beneficio de las personas”. La última línea en particular: “Comprometidos a apoyar los esfuerzos del gobierno para revertir la economía en beneficio de las personas”. Justo lo que no está sucediendo con la combinación de tarifazos e inflación de los últimos meses.
La posición del FMI parece ser clara. No repetir un respaldo acrítico como sucedió con Christine Lagarde y Mauricio Macri, relación que terminó con un préstamo récord y el fracaso del gobierno de la alianza Cambiemos en medio del aumento de la pobreza y el desempleo.
La foto que se posteó en la cuenta de la propia Kristalina abonó esa teoría. La muestra sonriente junto a Caputo, pero hay algo que inmediatamente llama la atención: un torpe recorte de su mano derecha. No está. Desapareció. Hay sombra detrás, pero la mano no está. Parece ser una mala edición de photoshop. Una que no pasaría el ojo crítico de cualquier editor de fotografía.
No es apenas un desliz. En su cuenta, Kristalina tiene otras fotos, el mismo día, con la misma ropa y funcionarios de otros países con quienes sí hay abrazos y muestras de cercanía. ¿Sólo un descuido? En estos niveles, los detalles hacen la diferencia. Con Caputo, Kristalina pareció mostrar un compromiso de rigor para no desairar del todo a la Argentina. Pero sobrevuelan las dudas sobre si efectivamente hubo una cumbre o apenas un saludo de pasillo. La sobreactuación de Caputo en la respuesta tuitera genera más suspicacias: “Gracias Kristalina por el apoyo del FMI. ¡La mejor directora general del FMI de todos los tiempos!”. El ahora ministro de Economía había sido eyectado del Banco Central durante el gobierno de Macri después de los reproches a sus decisiones que le había hecho Lagarde. De la que los argentinos tenían que enamorarse.
El mensaje críptico de Kristalina coincide con un reclamo cada vez más sonoro de distintas entidades, incluso de aquellas que jugaron abiertamente por el triunfo libertario -o la derrota peronista-. Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), una de las entidades del campo de la Mesa de Enlace, le metió presión al presidente Javier Milei, en medio de la muestra de la Sociedad Rural. La entidad reclamó que las retenciones “se eliminen antes del fin del mandato del actual gobierno” y pidió un plan para el fin del tributo.
“Que tome medidas con carácter perentorio y concrete la eliminación de las retenciones en el marco de un plan progresivo y cumplible”, dijo.
La Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (Carbap) coincidió: “Luego de siete meses de gobierno, el Ejecutivo nacional debería tener una clara percepción que el campo necesita de una agenda y un plan preciso de acción. Es necesario tener un cronograma de reducción de retenciones hasta su eliminación, para poder afrontar las sucesivas campañas con la debida planificación”.
“Apoyamos las medidas implementadas para la eliminación del déficit fiscal, la lucha contra la inflación, la pronta unificación cambiaria y eliminación del impuesto País. Expresamos esta necesidad con la clara intención de acompañar y ayudar a un gobierno al que todos los argentinos necesitamos que le vaya bien”, agregó. Pero después remató: “La paciencia no es infinita y los productores no podemos ser testigos de promesas incumplidas”. Planes, agenda precisa… cosas que no abundan.
En la misma línea, la Federación Argentina de la Industria de la Madera alertó por la “severidad” de la recesión y costos que subieron hasta 500%, con caída de ventas entre el 20 y el 60 por ciento, combinada con la apertura de importaciones. En sintonía, la Asociación de Productores, Industriales y Comerciantes Forestales de Misiones y Norte de Corrientes advirtió que los madereros atraviesan una “crisis histórica” por suba de costos y una paridad cambiaria “ficticia”, que provoca caída de ventas; incremento de los costos de materias primas, insumos y energías; pérdida de rentabilidad; suspensiones y cancelación de horas extras.
En materia de empleo, si la situación no es más grave para el trabajador del sector es por el compromiso de las empresas en mantener plantillas a la espera de una mejora en la que muy pocos confían. Se informan reducciones de jornadas laborales de hasta un 30%, cancelación de horas extras y cierre de turnos. De hecho, hay plantas industriales que suspendieron actividades con las consecuentes pérdidas patrimoniales.
De todos modos, en Misiones el escenario tiene señales positivas. En el primer semestre las exportaciones de Misiones crecieron 25 por ciento con USD 228,5 millones. Las exportaciones forestales pegaron un salto de 43,1 por ciento y registraron ventas por 49,4 millones de dólares. El maderero forestal fue el complejo exportador con mayor volumen de ingreso de dólares, aunque la rentabilidad sea “ficticia”.
El complejo yerbatero también incrementó sus envíos al exterior con ventas por USD 36,6 millones (16,0% del total y un crecimiento del 6,2%). Pero como el maderero, que atraviesa una crisis de bajas ventas y aumento de costos internos, el sector yerbatero también padece una crisis profunda, que parte desde la pérdida de valor de la materia prima hasta una inédita caída en la demanda interna: el primer semestre fue el peor de la década.
En el primer semestre del mercado “desregulado” por el DNU del presidente Javier Milei, se revela una enorme transferencia de la rentabilidad yerbatera hacia los eslabones más altos de la cadena: la hoja verde, que en enero se pagaba 380 pesos por kilo, cotiza hoy a 180 pesos promedio, con plazos de pago de entre 30 y 90 días. Una pérdida de rentabilidad del 50 por ciento, que contrasta con una inflación del 80 por ciento. En el eslabón siguiente, la industria es una de las principales beneficiadas, pero no la que se queda con la mayor rentabilidad: el precio en góndola aumentó en promedio un 35 por ciento. Pero la industria recibe poco más de dos mil pesos por kilo, IVA incluido, cuando en los supermercados un paquete de primera marca cotiza 4.500 pesos. Sin transpirar, los supermercados se quedan con la porción mayor. Por eso no sorprende el dato que se desprende del último informe del Instituto Nacional sin funciones de la Yerba Mate: la demanda interna es la menor de los últimos diez años, después de haber cerrado un 2023 que fue récord.
Ahora, entre enero y junio se registraron 119.515.556 kilos de yerba mate a salida de molinos, lo que representa el volumen más bajo de la década. Es 13,86 por ciento menos que en el mismo período del año pasado. En los últimos cinco años las ventas del primer semestre en el mercado interno siempre superaron los 130 millones de kilos, mientras que este año se vendieron diez millones de kilos menos. Algunos especialistas explican que no cayó el consumo, sino que los supermercados todavía tienen stock para abastecer la demanda. Pero las industrias esperaban para la mitad del año un repunte de ventas que no llegó.
Mientras tanto, crece la impaciencia entre los productores, incluso con pases de factura a quienes votaron por el Gobierno nacional a sabiendas de la avanzada desreguladora que no se detiene y que desarma cualquier intento de reacción.
Desde la política, las oposiciones hacen la vista gorda al creciente malestar yerbatero, ya que respaldan las políticas de Milei.
En contraste, por convicciones propias -de intervenir en la economía cuando sea necesario- y experiencia acumulada en los 90 -en ese entonces la Provincia estaba alineada con las ideas económicas del menemismo- el Gobierno provincial es el único que mantiene vivo el reclamo de recuperar las facultades de fijación de precio y control del mercado que ejercía el INYM. Ese fue el eje de la primera reunión entre el ministro del Agro, Facundo Sartori y el flamante secretario de Agricultura, Ganadería y Pesca de Nación, Sergio Iraeta, quien reemplazó al expulsado Fernando Vilella. Pero así como su antecesor, Iraeta depende de una agenda económica que muestra escaso interés por la producción.
Sin embargo, Misiones es escuchada. Es una de las pocas provincias que no está en constante confrontación, sencillamente porque los objetivos que persigue el Gobierno nacional ya fueron alcanzados en el territorio propio: equilibrio fiscal, desendeudamiento y autonomía económica. Con formas distintas, Misiones trazó ese camino desde hace tiempo y por eso mismo es la que muestra resiliencia en momentos en que la economía no encuentra piso y acentúa su derrumbe.
La actividad manufacturera de las pymes disminuyó 20,4% anual en junio y acumula una retracción de 19,2% en el primer semestre del año frente al mismo período de 2023. Pero en Misiones la caída no es tan acentuada y se sostiene el empleo. De hecho, es una de las pocas provincias donde el empleo privado muestra señales de recuperación. Dos meses consecutivos de crecimiento del empleo en la construcción -250 puestos entre abril y mayo-, mientras que en el país se perdieron más de cien mil en el último año.
Sutiles diferencias que hacen la diferencia. Mientras las oposiciones están desorientadas en búsqueda de atención y favores libertarios -que incluyen no ser investigados, como el caso del radicalismo enquistado en la Universidad del Alto Uruguay-, la Renovación muestra un despliegue constante.
Los jóvenes coparon el Club Ucraniano Apóstoles, en un sorprendente mitin masivo, un anticipo de protagonismo que se repetirá en otros puntos de la provincia. Pero el dato fuerte llegó desde Oberá: las elecciones de la Cooperativa Eléctrica marcaron un respaldo inédito: la lista liderada por el intendente Pablo Hassan sacó el doble de votos que las oposiciones, entreveradas entre el radicalismo -Orlando “Tony” Schuster fue el referente- y el PRO -la diputada libertaria Florencia Klipauka movió todas sus fichas-. La lista Rosada, del oficialismo, se quedó con 190 de los 242 delegados en disputa.
Mis comentarios de hoy versarán sobre la importancia de la cohesión presupuestaria en Europa, sobre la eficiencia del gasto conjunto para resolver problemas conjuntos. Quiero reflexionar sobre cómo Europa puede unirse para proporcionar bienes públicos comunes y esenciales. Mis observaciones tendrán tres partes. Primero, algunas reflexiones sobre el entorno global, un lugar difícil para las naciones comerciales. En segundo lugar, algunas palabras sobre Next Generation EU, destacando sus éxitos hasta el momento y reflexionando sobre las lecciones iniciales. Y luego, para concluir, un breve resumen de mis pensamientos sobre el camino a seguir.
El entorno mundial.
Cuando miramos al horizonte, ¿qué vemos? Veo un atisbo de sol. Pero también veo un cielo gris opaco y algunas nubes oscuras.
Déjame empezar con el sol. Después de un estallido global de inflación a niveles que muchas personas nunca han visto en su vida, parece que la estricta política monetaria del BCE está haciendo su trabajo. Esto es algo que necesito decir con cuidado porque aún no ha terminado. Pero sí, parece prometedor: la inflación ha bajado de sus picos inquietantemente altos y no hay recesiones profundas en Europa. Sin embargo, nunca olvides que el último kilómetro puede ser el más difícil.
Los principales bancos centrales ya no marcharán al unísono, como lo hicieron durante el reciente ciclo de alzas de tasas. No. A partir de ahora, cada zona monetaria tendrá que trazar su propio camino. Se avecina una divergencia en las tasas de interés y tal vez también algunos movimientos en los tipos de cambio. Guardamos el champagne para más tarde. Luego, los cielos grises.
Dos problemas:
Problema uno: el crecimiento. Nuestras Perspectivas de la economía mundial muestran que la economía global está convergiendo nuevamente hacia una tasa de crecimiento tendencial bastante débil. Sí, parece que la economía estadounidense todavía está funcionando a toda máquina, pero es poco probable que eso dure. En China, los problemas inmobiliarios pesan sobre las perspectivas. En Europa, el crecimiento de la productividad va a la zaga, lo que refleja mucha menos inversión privada en nuevas tecnologías que en Estados Unidos. Por eso decimos que es vital implementar reformas estructurales y aumentar la innovación y la inversión. Europa necesita un crecimiento más rápido de la productividad, y eso significa reformas, incluidas reformas en los ámbitos energético y digital, y la culminación del mercado único.
Problema dos: la deuda. Después de dos shocks masivos (la pandemia y el shock en el suministro de energía causado por la invasión rusa de Ucrania), muchos países están soportando cargas de deuda pública muy pesadas. Por eso decimos que muchos países ahora deben buscar una consolidación fiscal sensata y bien articulada a mediano plazo para reconstruir las reservas, adaptadas apropiadamente a las características específicas de cada país, por supuesto.
Bajo crecimiento, alta deuda. No es un buen lugar desde donde comenzar un gran impulso para desarrollar el suministro de energía limpia y luchar contra el cambio climático. Pero seamos claros: si no ganamos la lucha contra el cambio climático, toda la humanidad junta, todos sufriremos.
Nubes oscuras. En verdad, sabemos cómo ser nuestros peores enemigos. Estoy hablando de geopolítica. ¿La humanidad avanza con un frente unido? Lejos de ahi.
En cambio, vivimos en un período de tensiones, donde las luchas bilaterales y los enfoques transaccionales amenazan el orden mundial basado en reglas que tan bien nos ha servido desde el final de la Segunda Guerra Mundial.
Mi trabajo como director del FMI es defender y promover una economía global integrada, basada en reglas y que funcione bien, en la que el comercio y los flujos de capital sean las líneas de transmisión de la prosperidad. Lo he hecho durante cinco años y, recuerden mis palabras, continuaré haciéndolo en mi segundo mandato.
En el FMI estamos preocupados por las luchas comerciales bilaterales, el juego de las reglas, el aumento de las barreras comerciales y la coerción económica. Son perjudiciales para el crecimiento global y perjudican nuestra capacidad para resolver problemas globales. No hacemos políticas nacionales, y ciertamente tampoco políticas de seguridad nacional. Lo que hacemos es tomar los signos vitales de las economías de nuestros miembros y cuantificar los costos y beneficios de las decisiones que toman nuestros miembros. Sostenemos un espejo.
Y Dios mío. En este momento, el reflejo en el espejo no es bonito.
Un ejemplo. Las investigaciones del FMI muestran que desde la invasión rusa de Ucrania, el crecimiento del comercio entre países de bloques políticamente distantes se ha desacelerado 2,4 puntos porcentuales más que el comercio entre aquellos que están estrechamente alineados. Esto tendrá costos.
El mensaje político es claro. La formulación de políticas económicas globales necesita una voz tranquila, una mente fría y un temperamento firme.
Como argumentaré, el mundo necesita una Europa fuerte y cohesiva. Defender el orden basado en reglas. Mostrar al mundo cuánto se gana trabajando juntos.
Predicar con el ejemplo.
La Unión Europea. Veintisiete estados soberanos en un matrimonio como ningún otro. Un vasto cuerpo de derecho compartido. Un compromiso con la democracia. Una clara separación del poder en competencias nacionales y competencias centrales. Cuatro libertades: la libertad de circulación de bienes, servicios, personas y capitales. Un mercado único que, por imperfecto que sea, realmente funcione y ayude a generar una prosperidad cada vez mayor para casi 450 millones de personas. Convergencia. Una unión de esperanza.
Cuatro cosas más a tener en cuenta:
Primero, Europa es una potencia comercial. En relación con el PIB, la UE exporta e importa mucho. Más apertura comercial que Estados Unidos. En algunos países de la UE, mucho más. Como tal, uno puede verse afectado por los acontecimientos en el extranjero. Para afrontar esto, Europa necesita ser fuerte.
En segundo lugar, gran parte de la fortaleza de Europa deriva de su cohesión. Desde la Declaración Schumann de mayo de 1950 en la que se proponía la Comunidad Europea del Carbón y del Acero, 22 países han sido bienvenidos en la unión. Hoy en día, 20 estados miembros de la UE comparten una moneda común. Después del dólar, el euro es la segunda moneda de reserva del mundo. ¡Nada mal por sólo 25 años!
En tercer lugar, el presupuesto de la UE ocupa un lugar central en la cohesión europea. Durante décadas, el Marco Financiero Plurianual –el MFP– ha canalizado un suministro constante de combustible hacia el motor de convergencia de Europa. Pienso en los fondos estructurales y de cohesión y en todo el bien que han hecho por “el país que mejor conozco”. Y por lo demás.
Cuarto, cuando pensamos en política fiscal, no podemos olvidar que la UE no es un solo país. No, a diferencia de las otras dos superpotencias, la UE tiene 27 niveles de deuda nacional. No existe ningún mandato para construir unos “Estados Unidos de Europa”. Ésa es la voluntad democrática del pueblo.
Sin embargo, en los primeros meses de 2020, cuando un nuevo virus nos golpeó sin respetar fronteras, nació algo nuevo.
Me refiero, por supuesto, a Next Generation EU.
En mi opinión, julio de 2020 pasará a la historia como un momento de profunda cohesión europea. Al encontrar una solución que razonablemente pudiera considerarse coherente con los Tratados, los líderes se unieron para diseñar una poderosa respuesta europea a un problema común y grave.
Básicamente, el NGEU representó una importante expansión del presupuesto de la UE, financiado mediante endeudamiento común, con desembolsos hasta finales de 2026.
Esto no tuvo precedentes. Hasta 800 mil millones de euros en apoyo de la UE a los presupuestos nacionales financiado con bonos. No solo para recuperarse de la pandemia, sino también para ayudar a financiar la digitalización y el Pacto Verde y ayudar a incentivar reformas estructurales muy necesarias para impulsar el crecimiento potencial. Enviar una señal deliberada de solidaridad, incluida la solidaridad con las economías turísticas del sur de Europa tan afectadas por la pandemia, así como con los Estados miembros menos ricos.
Mostrar a los mercados financieros que la UE es una sola. Recuerde, el solo anuncio del NGEU tuvo un poderoso efecto calmante en los mercados financieros. La calificación crediticia más alta. Gestión de la deuda. Un marco de gestión de riesgos. Una directora de riesgos; de hecho, ¡la veo aquí hoy!
En lo que respecta al gasto, estoy encantado de que NGEU haya aprovechado las lecciones de la época en que yo era responsable del presupuesto de la UE. En aquel entonces, introdujimos un marco para un Presupuesto Centrado en Resultados, para agregar coherencia en tres áreas:
En qué gastar: centrarse en áreas donde el presupuesto de la UE podría tener el máximo valor añadido. Infraestructura transfronteriza y ayuda humanitaria, por mencionar sólo dos.
Cómo gastar: no sólo subvenciones, sino coinversión del sector privado.
Cómo comunicar: transformar el presupuesto de la UE de algo aburrido a algo con una historia.
Me alegra mucho ver que muchos aspectos de la estrategia de presupuesto por resultados siguen vigentes. NGEU se ha basado en esto adoptando un enfoque directo basado en el desempeño, donde los desembolsos a los presupuestos nacionales se realizan enteramente en función de los hitos y objetivos reales alcanzados. X número de aerogeneradores nuevos. Y número de nuevos parques solares. Número Z de nuevas conexiones a Internet. Y, quizás lo más importante de todo, reformas estructurales difíciles pero necesarias, incentivadas por dinero real. Y está funcionando. Lecciones aprendidas, lecciones implementadas.
Hasta ahora, todo bien.
Entonces: ¿qué viene después?
Puede que no sea tan dramático como una pandemia, pero los desafíos que enfrenta la UE en el futuro también exigen una respuesta concertada. En una época de incertidumbres geopolíticas y económicas, las decisiones políticas serán profundamente importantes. Y estas decisiones, a su vez, determinarán fundamentalmente el próximo MFP. En una época de tasas de interés más altas y presupuestos ajustados, todavía necesitamos encontrar formas de proporcionar bienes públicos comunes críticos y hacerlo de manera rentable.
Uno de los argumentos más claros para hacer más juntos se puede presentar en las áreas de seguridad climática y energética.
Como lo demostrará un nuevo documento del FMI que se publicará a finales de mes, los objetivos de seguridad climática y energética de Europa son totalmente complementarios. Para aquellos de ustedes que buscan una buena lectura, estén atentos a un documento llamado “Los beneficios de la seguridad energética a partir del fortalecimiento de la acción climática de Europa”.
Como lo demostró la reciente crisis del suministro de gas, mientras Europa dependa de combustibles fósiles importados, seguirá siendo vulnerable. En sólo un año (2022), la factura de las importaciones de combustibles fósiles de la UE se duplicó, a más del 5 por ciento del PIB. Hacer más ecológico el suministro energético de Europa es la mejor solución para la seguridad energética. ¡Nadie puede apagar el viento ni el sol!
Sabemos, sin embargo, que el tamaño de las inversiones adicionales necesarias para llegar de aquí a allá (para llegar a cero emisiones netas para 2050 y lograr una Europa con seguridad energética) será enorme. Garantizar que esta transición se produzca a pesar de innumerables otras presiones fiscales requiere un enfoque inteligente.
Pensemos en los hechos.
El costo de reducir las emisiones de una tonelada de CO2 hoy en día varía ampliamente entre países y sectores. En algunos sectores, incluso si se pudiera invertir una gran cantidad de dinero en resolver el problema, es posible que el resultado no cambie mucho debido a limitaciones de oferta o a la ausencia de tecnologías alternativas.
Se vuelve vital hacer lo que pueda, dondequiera que pueda, de la manera más rentable posible. Esto implica descubrir dónde se obtiene el mayor beneficio por su inversión en términos de reducción de emisiones. Considero que ésta es un área en la que, absolutamente, hay motivos para que la UE desempeñe un papel fuerte, coordinado y centralizado.
Una vez más, la UE necesita unirse, centrándose en ayudar a impulsar las inversiones públicas y privadas hacia las áreas más rentables e impactantes.
Hay argumentos igualmente claros para que la UE desempeñe un papel más importante en áreas donde hay fallas de coordinación, externalidades y riesgos para el mercado único. Estoy pensando en la necesidad de garantizar que se produzcan inversiones transfronterizas en redes eléctricas. Estoy pensando en la necesidad de promover la I+D en nuevas “tecnologías limpias” para sectores difíciles de abatir. Estoy pensando en lo importante que es hacerlo sin alterar las normas sobre ayudas estatales y distorsionar el mercado único.
Todos estos esfuerzos también contribuirían en gran medida a lograr los objetivos de seguridad energética de la UE. Todos ganan.
Terminaré con una petición sencilla y clara, y la diré en voz alta.
Por favor, establezcan un nuevo marco financiero plurianual que sea proporcional a los enormes desafíos que tenemos por delante. Les pido a todos: ¡no se limiten a hacer lo que pueda ser popular en casa, hagan lo que es correcto para Europa!
Europa es más fuerte unida, Europa es más rica unida, Europa importa más unida.