La producción de maíz creció en la Argentina desde 2016, ubicando al país como el tercer productor a nivel mundial. La producción de alimentos es la principal fuente de demanda para el cereal argentino, pero a su vez la potencialidad del cultivo se expande en otros usos generando oportunidad para agregar valor en diferentes industrias como la farmacéutica, cosmética, indumentaria, entre otras.
Para Syngenta, el maíz es un cultivo estratégico en la Argentina. Detrás de un grano de este cereal hay valor agregado: investigación y desarrollo, tecnología y generación de empleos de calidad.
Por este motivo, y aprovechando el Congreso de Maizar que tendrá lugar el 22 de mayo en Buenos Aires, Syngenta busca acercar proyectos de impacto liderados por jóvenes que le agreguen valor al cultivo desde diferentes enfoques: el mejoramiento, la producción, la transformación o la comercialización.
La convocatoria está abierta para estudiantes universitarios y recientemente graduados que estén trabajando en proyectos de maíz, con una mirada sostenible en alguna de las instancias del proceso productivo.
El concurso contará con un jurado que seleccionará los proyectos ganadores para ser presentados en este evento que reúne anualmente actores claves de la cadena del cultivo.
En su primera edición, la iniciativa reunió los proyectos de seis jóvenes de diferentes Universidades, quienes prepararon su caso y lo presentaron el Congreso Internacional de Maíz 2023, que tuvo lugar en Paraná Entre Ríos.
Guadalupe Villacosta, estudiante de la Universidad de Río Cuarto presentó su Mapeo Asociativo de Locis para la identificación Maiz-Azospirillum, el cual busca reducir el uso de fertilizantes en condiciones de cultivo.
Ignacio Muneli, estudiante de la Universidad Nacional del Noroeste de la provincia de Buenos Aires y trabajó sobre la utilización de hongos entomopatógenos para el tratamiento de semillas de maíz.
Marcos Ruiz, Gastón Ramonda y Camila Pellegrino participaron representando también a la Universidad Nacional de Rio Cuarto, con su proyecto Identificación de regiones genómicas para resistencia a enfermedades como aporte a la sustentabilidad del cultivo de maíz.
Francisco Beltramino, estudiante de la Universidad Nacional de Entre Ríos abordó un proyecto con enfoque en la producción llamado Leguminosas invernales como antecesoras de maíz, efectos en el corto plazo que contribuyen a su adopción por el productor.
Syngenta junto a Maizar (Asociación de Maíz y Sorgo Argentino) convocan a Universidades de todo el país, jóvenes estudiantes y recién graduados a participar de esta nueva edición.
Todos aquellos interesados pueden presentar sus proyectos enviándolos a info@maizar.org.ar.
Este año es la segunda edición del Congreso Internacional de Maíz (https://congresointernacionaldemaiz.com.ar), el congreso que reúne a todos los actores de la cadena del maíz. El maíz es un cultivo sustentable, es el que mejor huella de carbono tiene en el planeta y su presencia en diversos elementos (desde alimentos hasta indumentaria pasando por cosméticos y medicina) nos invitan a visibilizar cómo el cultivo se relaciona con nuestra vida cotidiana.
En este marco, se está organizando un Hackaton de Maíz Sustentable, un concurso que invita a jóvenes universitarios y recientemente graduados a participar con iniciativas ligadas al maíz y la sustentabilidad.
La idea es capturar ideas pensadas por jóvenes enfocadas en maíz con una mirada sustentable, y visibilizar las iniciativas que este segmento está pensando para el cultivo.
Los proyectos deberán ser pensados por estudiantes en diferentes enfoques: el mejoramiento, la producción, la transformación, la comercialización. Los cuatro proyectos ganadores tendrán la posibilidad de presentar sus proyectos en el evento, que tendrá lugar 12 y 13 de septiembre en el Centro de Convenciones de Paraná, Entre Ríos.
Así se extrae de una comparación basada en un estudio realizado por el INTA y el INTI con datos de la campaña 2021/2022. El resultado fue mejor también que el de los otros grandes productores de maíz del mundo, como Estados Unidos, Brasil, Ucrania y Rusia. Los investigadores esperan realizar más estudios para poder determinar una tendencia. El trabajo fue presentado por dos de sus autores, Leticia Tuninetti, especialista en Análisis de Ciclo de Vida del INTI, y Rodolfo Bongiovanni, investigador del INTA Manfredi. Fue en el panel “¿Tenemos el maíz con el mejor balance de carbono del mundo?”, moderado por Pedro Vigneau, presidente de Maizar, y Fernando Vilella, presidente del Congreso Maizar 2023.
Un estudio elaborado en conjunto por el INTA y el INTI y solicitado a ambos organismos por Maizar, determinó que en la campaña 2021-2022 el maíz generó 1.246 kilos de dióxido de carbono equivalente por héctarea, es decir, de 0,178 kilos de dióxido de carbono equivalente por kilo de maíz cosechado. Es el promedio ponderado entre maíz temprano y tardío, con tendencias muy similares en ambos casos. El estudio determinó que lo que produce mayor impacto son las emisiones de la fertilización y de la producción de fertilizante: entre las dos, suman más de un 50%. También hay una alta emisión de los residuos de cosecha, la producción de herbicidas y de los combustibles. La siembra directa tuvo en la campaña estudiada un nivel de adhesión del 91%. Si se hubiera hecho el 100% bajo este sistema, la huella habría bajado de 0,178 a 0,177 por kilo de maíz, y si se hubiera trabajado solo el sistema convencional, habría habido una suba de la huella del 4%, de 0,178 a 0,185. Por otra parte, si se tiene en cuenta el transporte hasta el puerto (se consideraron unos 200 km), el impacto aumenta un 13%, de 0,178 a 0,204. Así lo informó Leticia Tuninetti, especialista en Análisis de Ciclo de Vida del INTI y una de las autoras del trabajo. Rodolfo Bongiovanni, investigador del INTA Manfredi y coautor del estudio, indicó que, si se toma como fuente las bases de datos de otros países, la Argentina tiene una huella muy inferior. En el caso de Brasil, la huella es de 0,264 si se considera la base de datos Ecoinvent, y de 0,324 si se considera la de Agrifootprint. Esta última consultora también midió la huella de China, de 0,411; de Estados Unidos, de 0,277; de India, 0,614; de Rusia, 0,545; de Ucrania, 0,328; y de Vietnam, 0,528. La huella promedio del mundo, para Ecoinvent, es de 0,526. La huella argentina también se comparó con una investigación publicada en la revista científica Journal of Cleaner Production, de un equipo encabezado por Tomas Nemecek, según el cual la huella para el mundo fue de 0,451 por kilo. En este sentido, la huella de la Argentina es 61% inferior a la mundial. Otro hallazgo fue que la actual huella de carbono del maíz argentino fue un 22% inferior a la que resultó de un estudio realizado en el país hace diez años bajo la misma metodología, que había determinado un valor de 0,229, aunque cabe aclarar que esto supone la comparación de dos fotos que pueden estar influidas por los diferentes rendimientos de cada campaña. Según explicó Tuninetti, la metodología utilizada para el trabajo fue el análisis del ciclo de vida, que implica cuantificar los impactos ambientales potenciales a lo largo de todo el proceso relacionado con el producto, desde la extracción de materias primas, la producción y uso de energía, hasta la disposición final. Es decir, no solo la etapa de la hectárea o de la industria, sino todos los insumos, todos los transportes, todos los tipos de energía utilizados.
Además, se tuvieron en cuenta tanto las emisiones como las remociones de carbono. Para ello, se basaron en la serie de normas ISO 14.040, que abarca la propia 14.040 “Análisis de ciclo de vida: Principios y Marco de Referencia” y la ISO 14.044 “Análisis de ciclo de vida: Requisitos y Directrices”, así como la ISO 14.067 “Norma para el cálculo de Huella de Carbono de Productos y su Comunicación”. Además, los investigadores del INTA y el INTI complementaron esas normas con las guías del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC) de 2019, que son utilizadas por todos los países que reportan sus inventarios nacionales y de donde se extrajeron las ecuaciones, algunos factores y la forma de cálculo. Para el trabajo, se contabilizó la emisión de distintos gases de efecto invernadero (GEI) a lo largo del ciclo de vida del maíz. De los muchos GEI, los emitidos en mayor proporción en este tipo de procesos son el dióxido de carbono (que es el gas tomado como referencia); el metano y el óxido nitroso, entre otros. El metano tiene un poder de calentamiento 28,9 veces más nocivo que el dióxido de carbono, y el óxido nitroso es 273 veces más nocivo que el dióxido de carbono. Para medir, se lleva a un indicador único: el dióxido de carbono equivalente (es decir, se computa no solo el dióxido de carbono, sino también los demás GEI). Para el estudio de la huella, se utilizaron datos proporcionados por la Bolsa de Cereales para el ciclo agrícola 2021/2022. “Es una foto de la campaña 2021/22; el objetivo es medir algunas campañas más para poder medir la tendencia de la huella de carbono del maíz en la Argentina”, explicó la investigadora. La superficie sembrada de maíz ese ciclo fue de 7,44 millones de hectáreas, y se tuvo en cuenta tanto el maíz temprano como el tardío. Y se contempló el porcentaje de participación de los productores de alta, mediana y baja tecnología para cada región geográfica. Se evaluaron 48 huellas de carbono tomando cada nivel tecnológico en cada región, para luego tener la de cada región y, finalmente, con las 16 regiones, establecer la huella de carbono de la Argentina. En todos los casos se ponderó de acuerdo con la superficie sembrada, porque las regiones no aportan la misma proporción. Asimismo, se tuvo en cuenta el stock de carbono inicial y el régimen de lluvias que impacta en las emisiones indirectas. Para el análisis, se armó un inventario ambiental teniendo en cuenta todo lo que se hace en la hectárea para obtener finalmente el maíz cosechado. En siembra, se evaluó la proporción de directa y convencional, la cantidad de combustible diésel, la cantidad de semillas sembradas por hectárea y la fertilización. Esta última es considerada la parte del inventario más importante, porque la fertilización nitrogenada genera emisión de nitrógeno que, transformado en óxido nitroso, tiene un efecto invernadero muy poderoso. Además, se relevaron los herbicidas, fungicidas e insecticidas, y las labores (como pulverización o la propia cosecha). Cada elemento del inventario se multiplicó por un factor para determinar cuánta emisión generó. Además, se tuvo en cuenta tanto la emisión que vino ya con el insumo, como la generada por él en el proceso.
El desafío de articular acciones concretas de corto y mediano plazo para el desarrollo de la bioeconomía fue el eje central de un panel sobre “Políticas de Estado para la Bioeconomía”, durante el Congreso de Maizar 2023. Participaron los máximos referentes del sector de las tres mayores provincias maiceras, que aportan USD 1.000 millones en retenciones: Sergio Busso, ministro de Agricultura y Ganadería de la provincia de Córdoba; Javier Rodríguez, ministro de Desarrollo Agrario de la provincia de Buenos Aires; María Eugenia Carrizo, secretaria de Alimentos de la provincia de Santa Fe, así como Dalia Lewi, directora Nacional de Bioeconomía, moderados por Rodolfo Rossi, presidente de la cadena de valor de la soja (Acsoja) y Pedro Vigneau, presidente de Maizar.
“El hecho de la creación de la Dirección Nacional de Bioeconomía (en 2020) es todo un símbolo, porque se transformó en acciones concretas”, dijo Dalia Lewi, directora del área. La repartición tiene como objetivos básicos generar políticas públicas para fomentar la bioeconomía, señaló, y para ello, el camino es promover la articulación y vinculación entre la investigación, el desarrollo, la producción y la innovación.
Para Lewi, que fue durante más de 25 años investigadora del INTA, la evolución de la bioeconomía va a surgir a partir de la eficiencia y el mejoramiento de las cadenas productivas, de la promoción de las prácticas en equilibrio con el ambiente y la elaboración de productos agropecuarios y agroindustriales con altos estándares de calidad.
“Para ello avanzamos creando la comisión asesora del Programa de Fomento de la Bioeconomía. Este programa preexistía, pero lo revitalizamos, lo trajimos a esta dirección nacional, y la comisión asesora está conformada por expertos de las distintas disciplinas vinculadas a la bioeconomía”, indicó. En ese ámbito, del que participan entre 45 y 50 personas expertas de las distintas disciplinas, se gestó el plan de acción de la bioeconomía para el sector agropecuario.
“Acuñamos un concepto en relación con este paradigma de la bioeconomía que es el de biodesarrollo, a partir de un modelo de prácticas innovadoras de producción en base al aprovechamiento de recursos, procesos y principios biológicos y formas de generación y aplicación de conocimiento para producir alimentos, energía, productos y servicios de manera sostenible, que conduzcan al desarrollo de las comunidades, de los territorios, en los aspectos sociales, productivos y ambientales”, describió Lewi. Para su fomento, el Gobierno nacional dispuso líneas de financiamiento, con aportes que van desde 15 hasta 75 millones de pesos, según la dimensión del proyecto.
En sintonía, el ministro de Desarrollo Agrario de la provincia de Buenos aires, Javier Rodríguez, trazó los lineamientos de la política en materia bioeconomía, apuntando a la innovación. “Nuestro foco es impulsar la innovación para la producción, articulando con las organizaciones y el sector privado”, explicó. En este sentido, señaló que resulta clave en este trabajo el modelo de chacras experimentales que tiene la provincia, un total de 16, con el objetivo de trabajar en investigación y extensión agropecuaria, y generar información productiva.
Dentro de sus líneas de trabajo, Rodríguez revalorizó dos: una relacionada con la investigación en desarrollos genéticos, que incluye al maíz, para determinadas zonas de la provincia, en articulación con otras instituciones (INTA y CONICET) y empresas privadas. La segunda está vinculada a la producción de bioinsumos, como parte de un modelo de producción más sustentable y amigable con el ambiente.
“Queremos tener una trayectoria muy clara en los productos biológicos y ese es el desafío. Queremos poder articular líneas de trabajo específicas que tengan resultados concretos”, concluyó Rodríguez.
Debido a los efectos adversos del clima, que hicieron que Santa Fe perdiera el 85% de su producción de maíz, el gobierno de la provincia busca darle una vuelta de tuerca más al modelo de bioeconomía. “De los 6,5 millones de toneladas de maíz que se produjeron en la campaña anterior, en la actual se van a cosechar un millón”, graficó María Eugenia Carrizo, secretaria de Alimentos de la provincia de Santa Fe.
A partir de estas pérdidas productivas y económicas, que obligaron a muchos productores a tener que hacer maíz de tercera para abastecer de reservas a los tambos durante el otoño y el invierno, la provincia de Santa Fe avanza en la modernización de su ley de emergencia agropecuaria. “Venimos trabajando en una nueva norma, porque la vigente ya tiene 28 años y quedó desfasada de la realidad productiva del país. No brinda herramientas concretas a los productores”, justificó la funcionaria.
El nuevo marco busca poner en marcha herramientas que, espera Carrizo, estimulen al productor. “La ley actual beneficia el propietario del campo y hoy el 70% de la producción es en campo arrendado”, agregó. El fomento a la toma de seguros agropecuarios y de ayudas para los productores que realizan las inversiones y coberturas para resiembra son parte de los nuevos instrumentos a poner en marcha.
Para Sergio Busso, ministro de Agricultura de la provincia de Córdoba, el modelo de políticas públicas para el estímulo a la bioeconomía se apoya sobre tres ejes: la sustentabilidad, la infraestructura y la transformación en origen.
La sustentabilidad se cimenta en “el programa de buenas prácticas agropecuarias (BPA), que se puso en agenda como política de Estado y que ya lleva siete años. En Córdoba ya no se produce de cualquier manera, y se lo hace respetando y cuidando los recursos y con compromiso social”, indicó.
En cuanto a infraestructura, Busso se refirió a la pavimentación de caminos rurales, la distribución de energía (con gasoductos de una extensión de 3.000 kilómetros) y la conectividad. “El fondo de desarrollo agropecuario, que se nutre con el aporte del 70% del impuesto inmobiliario que pagan los productores y que es intangible sirve para eso”, explicó.
En cuanto a la transformación de la producción en origen, el ministro, puso como ejemplos las actividades que realizan las etanoleras ACA Bio (en Villa María), Bio 4 (Río Cuarto) y Promaíz (Alejandro Roca), que industrializan el maíz de la región.
No obstante, Busso reclamó una política de Estado a nivel nacional que apunte a eliminar las retenciones al sector agropecuario y a unificar el tipo de cambio. “Las provincias no tienen incidencia sobre las decisiones macroeconómicas que requieren de transparencia y de previsibilidad”, alertó. Y para enfatizar el concepto dejó un dato final: en esta campaña, las tres provincias de la Región Centro (Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos) van a aportar USD 1.000 millones de dólares en retenciones.
El potencial de una bioeconomía del maíz y el sorgo con el mejor balance de carbono del mundo fueron el tema central del panel de Apertura del Congreso Maizar 2023, que llevaro adelante Fernando Vilella, presidente del Congreso Maizar 2023, y Pedro Vigneau, presidente de Maizar, con la presencia del jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y precandidato a Presidente nacional Horacio Rodríguez Larreta, y el Jefe de Gabinete de la Secretaría de Agricultura, Juan Manuel Fernández Arocena, que coincidieron en la necesidad de cocreación de la bioeconomía.
Como para plasmar la importancia clave de las cadenas del maíz y el sorgo, Fernando Vilella, presidente del Congreso Maizar 2023, inauguró la jornada mostrando los resultados que arroja ChatGPT sobre la cadena del maíz y el sorgo. “Podemos estar tranquilos”, señaló. Recordó que “el mejoramiento genético del maíz fue a partir de un gran trabajo de los pueblos americanos, que comenzó hace 5.000 años a partir de un antecesor, el teosinte, y lograron uno de los organismos genéticamente mejorados más exitosos”.
El académico recordó que el maíz es el cultivo más cosechado en el mundo, con unos 1.150 millones de toneladas anuales, y que es clave su gran potencial. Genera “uno de los productos más competitivos de la economía argentina, porque incorpora todo el conocimiento de frontera, semejante a los competidores internacionales más evolucionados, un éxito de la cocreación”, producto de “la genética, combinada con el sistema de siembra directa, fertilización, ajustes ecofisiológicos, diseño y uso de maquinarías muy sofisticadas para siembra, pulverización y cosecha”.
Vilella calificó a la bioeconomía de “potente Vaca Vivanacional:sus procesos son circulares y sostenibles, reduciendo al mínimo la producción de residuos o desechos, generando nuevos productos y servicios en múltiples sectores”, que generan un ecosistema productivo con bioclústeres de excelencia. Y desmitificó la idea de que la agrobioindustria argentina no genera trabajo: “Según datos de FADA, de ella proviene el 24% de todo el trabajo privado, son 3,7 millones de puestos. Solo la cadena del maíz genera 236.000 puestos, más del doble que toda la automotriz, que tiene 96.000 puestos. Y si incluimos a las cadenas asociadas, como las de las proteínas animales (bovina, avícola, leche, cerdo), etanol, es decir, el Gran Maíz, son 680.000 puestos, más la construcción y los metalúrgicos sumados”.
También destacó que el maíz argentino es el más sustentable del mundo gracias a la siembra directa, y que esa ventaja se transmite a sus derivados, como el pollo y el etanol. “Hay que aprovechar esa baja huella que valoran los mercados más exigentes y generar una marca país asociada a productos amigables con el medio ambiente”.
El presidente de Maizar, Pedro Vigneau, recordó que el sector vive “un año durísimo”, con la peor sequía en 60 años, que pone en evidencia y agrava el impacto de la brecha cambiaria, los derechos de exportación (único país de América que los tiene) y los cupos en las cadenas agrobioindustriales. “La seca les quitó todo a los productores, y así y todo tienen que seguir financiando la ineficiencia de la política”. El presidente de Maizar recalcó que, por su importancia, la Argentina tiene que tener un Ministerio de Agricultura, no una Secretaría: “Cuando un secretario viaja al exterior, se reúne con un secretario: tenemos que ser un Ministerio”, y destacó que, en Brasil, más allá de sus diferencias políticas, todos están alineados en torno a que el desarrollo del agro es clave para el desarrollo del país.
Vigneau destacó que “el mundo mira lo renovable”, y en este sentido dijo que “el maíz es una planta carbono 4, que capturan mucho más carbono y tienen mucha eficiencia fotosintética. Hay que contar la historia”. Para el directivo, “hay una enorme oportunidad de desarrollo federal con el maíz, hoy se hace maíz de Chubut a Jujuy, de los Andes a la Mesopotamia”, y recalcó que es preciso aprovechar el agua dulce que se va al mar sin aprovechamiento.
Vestido con un traje y zapatillas confeccionados en base a polímeros de maíz, Vigneau señaló que “deberían fabricarse no en China o Estados Unidos, sino en Venado Tuerto o Río Cuarto, ya que es más eficiente agregar valor al maíz donde se produce, y el maíz argentino tiene el mejor balance de carbono del mundo”. Destacó que hoy en el mundo hay más de 4.000 productos elaborados a base de este cereal, y que la Argentina tiene una gran oportunidad, desde bioplásticos para envases hasta biocombustibles para aviones”, por ejemplo. “Si certificamos que tenemos el maíz con menor huella ambiental del mundo, van a venir a invertir. Pongámonos de acuerdo y salgamos de las falsas grietas y prejuicios”.
Juan Manuel Fernández Arocena, jefe de gabinete de la Secretaría de Agricultura, celebró el lema del Congreso Maizar, “Cocreando la bioeconomía: la bioeconomía no es algo dado, es biomasa más conocimiento requiere de múltiples actores”, y enfatizó: “Estamos ante un cambio de paradigma trascendental”, que comparó con la Revolución Industrial.
Destacó que los complejos agroindustriales de sorgo y maíz son parte central del nuevo paradigma de la bioeconomía. “Esto ya se ha iniciado, el avance científico y tecnológico será clave, pero no se trata solo de producir más sino con sustentabilidad económica, social y ambiental. La potencialidad es inmensa”. El funcionario agregó que las políticas públicas tienen que orientar. “Estamos seguros de que este agro bioinnovador será el que borre la grieta, la bioeconomía es el punto de partida de una nueva era”.
El jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, felicitó a Maizar por la realización de su 17° Congreso anual: “Maizar es un semillero del futuro prometedor de la Argentina”. “El campo es el motor de la recuperación de la Argentina, y el maíz es uno de los principales complejos agroindustriales del país”.
“Tenemos los mejores agricultores y técnicos del mundo, el capital humano es el más importante”. Rodríguez Larreta adelantó “siete medidas concretas y posibles”. Dijo que hay que reconstruir la estabilidad, la macro, con “déficit primario cero en el primer año” y, desde la micro, crear un marco regulatorio con reglas de juego estables. También aseguró que hay que apuntar a la unificación cambiaria: “Vengo a hablar con la verdad: no es serio decir que se va a hacer el día uno, pero sí es nuestro horizonte”. En tercer lugar, se refirió al “impuesto horrible que son los derechos de exportación: me comprometo a eliminarlos de más de 200 productos, y con el resto, trazar un rumbo para bajarlos gradualmente hasta su eliminación”.
También dijo que eliminaría los cupos, y que es consciente de que “el peso del Estado sobre la producción es insoportable, se queda con 6 de cada 10 pesos”.
El jefe porteño también dijo que va a “terminar con la burocracia infernal”, y que el campo tiene que poder hacer todos los trámites a distancia. En cuanto a infraestructura, prometió un plan que priorice la logística y reducir los costos, que incluye rutas, hidrovía y conectividad digital. También incentivar la inserción al mundo, aprovechando el Mercosur y el acuerdo con la UE: “Nuestro cuerpo diplomático tiene que ser un cuerpo de vendedores”, con negociaciones estratégicas y una agresiva búsqueda de mercados”.
Para finalizar, dijo que pretende que medidas concretas permitan duplicar las exportaciones argentinas en seis años, y el 70% surge del complejo alimenticio”.