¿Qué dicen las últimas encuestas de Macri, Cristina, el cuarteto y los candidatos de Misiones?

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Un sondeo de Raúl Aragón y Asociados realizado en Capital Federal revela que tres de los cuatro candidatos del peronismo colaboracionista cosechan un rechazo superior al de Mauricio Macri, que, de todos modos, concentra un 55,2 por ciento de rechazo, superado por Cristina Fernández, quien ostenta el 68,7 por ciento de negatividad. Sin embargo, el 53,2 por ciento admite estar peor que con el gobierno anterior.
El 70 por ciento de los consultados considera que el pacto con el FMI hundirá al país en una deuda impagable y le hará daño al país.

En paralelo, Consultora Tendencias dio a conocer un nuevo sondeo de opinión realizado a nivel nacional que muestra que el 69.8% de los encuestados evalúan como negativa la gestión del gobierno de Mauricio Macri , y el 44.9% tiene una perspectiva negativa sobre el futuro .
En cuanto a la imagen de los principales líderes políticos según la opinión de los ciudadanos argentinos, Macri tiene un 50.7% de imagen negativa y un 17.4% regular; Cristina Fernández de Kirchner un 47.4% negativa y 13.3% regular. En tanto, María Eugenia Vidal muestra una imagen negativa del 45.5% de imagen y 13.6% regular.
Al ser consultados sobre las elecciones presidenciales del próximo año, el 27.5% votaría a Mauricio Macri de Cambiemos, el 33.2% a Cristina Fernández de Kirchner de Unidad Ciudadana; el 13.3% a Sergio Massa del Frente peronista y el 5.2% a Nicolás del Caño del Frente de Izquierda.
Sobre las problemáticas actuales, el 46% opina que Cristina Fernández de Kirchner debería ir presa. Cuando se pregunta sobre la responsabilidad de la crisis económica que atraviesa el país, el 53.2% opina que es responsabilidad del gobierno. Además, el 34% opinó que hay que actuar ahora para frenar el ajuste.

Por su parte, la consultora Taquion hizo un relevamiento sobre la situación económica y la crisis financiera.

Por otra parte, un sondeo que circula en Casa de Gobierno, revela que la economía es la primera preocupación expresada en las encuestas que se realizan en Misiones. En el interior ya se sentía. En Posadas ahora se volvió prioridad. Sin embargo, la confianza puesta en el gobernador Hugo Passalacqua duplica a la puesta en el Presidente.
Los sondeos revelan una fuerte aceptación de las acciones del Gobierno provincial, como el Ahora Misiones y todas sus variantes, como la primera edición del Ahora Góndola o el Ahora Sanitarios, que se lanzó en conjunto con la Uocra para construir baños instalados a bajos precios para familias de bajos recursos.
El Gobernador conserva una aprobación inédita a menos de un año de las elecciones y la gestión, en general, muy alta. Cuando se le pregunta por Macri, ese indicador cae a un preocupante 20 por ciento, aunque sea más alta la adhesión a su gobierno. Menos de un tercio de los misioneros lo votaría en 2019, el equivalente a un núcleo duro, más bajo que hace un par de meses. Sin embargo, la marca Cambiemos mantiene un perfomance a la expectativa, aunque bastante por debajo de la Renovación. Dependerá, en última instancia, de cómo jueguen otros espacios opositores.
En paralelo, una encuesta a pedido de un joven dirigente del peronismo colaboracionista, revela que en Posadas el intendente Joaquín Losada lidera la intención de votos, acechado por los radicales Martín Arjol, Pablo Velázquez y Pepe Pianesi, pero sin que se hayan sumado otros aspirantes de la Renovación.
Asimismo, en Apóstoles, tierra del embajador Ramón Puerta, socio estratégico de Cambiemos, la intención de votos es liderada por el actual secretario de Hacienda, Adolfo Safrán, seguido por el intendente Mario Vialey y el ex, José Cura. El resto, muy lejos del trío.

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Qué me van a hablar de amor

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No queremos tener relaciones platónicas: queremos tener relaciones carnales y abyectas”. Corría 1991 y el canciller Guido Di Tella, en un encuentro con las autoridades del Banco Interamericano de Desarrollo, en Washington, buscaba demostrar el alineamiento de la Argentina con los Estados Unidos. Inauguró así una década de sumisión al consenso de Washington y las políticas del republicano George Bush y el demócrata Bill Clinton.
El alineamiento era el precio a pagar por ser el “alumno aplicado” y codear a la Argentina con el “primer mundo”.
Pasada una década, la Argentina explotaba con un enorme endeudamiento, pobreza y un descalabro financiero inédito, producto de la acumulación de una deuda externa impagable.
Más sofisticado -y elegante-, el presidente Mauricio Macri inauguró, también en Estados Unidos, una nueva era de vínculos personalísimos. “No sé cómo describirlo, porque estamos hablando de estos enamoramientos, hemos empezado una gran relación, y también con Christine debo confesar que hemos iniciado una gran relación ya desde hace algunos meses, y espero que funcione muy bien y que lleve a que todo el país termine enamorado de Christine”, dijo, con sonrisa pícara el Presidente al recibir el premio al Ciudadano Global que se entrega todos los años en New York City a los principales hombres de negocios y políticos del establishment financiero.
El Presidente estaba a sus anchas, feliz, descontracturado. Bailó  con la vicedirectora ejecutiva del Atlantic Council, Adrienne Arscht, piropeó a Christine y reiteró la promesa de que no seremos Venezuela. No es la primera alusión romántica del Presidente a la hora de definir relaciones diplomáticas: hace unos meses, cuando Mariano Rajoy, todavía presidente español, visitó la Argentina, Macri dijo que la relación con España “es la de dos amantes que se han reencontrado”.
Christine es Christine Lagarde. La presidenta del Fondo Monetario Internacional, con el que la Argentina tomó el mayor endeudamiento de la historia. No de la Argentina, sino de la del Fondo. Serán en total 57.100 millones de dólares, al mismo tiempo, más de cuatro veces más que lo que había tomado en 2001 Fernando De la Rúa antes de que escapara por la azotea.

Christine, por supuesto, como cualquier banquero, impuso condiciones. En un castellano neutro, dictó las condiciones de la política económica que deberá aplicarse de ahora en más en la Argentina. “Esto se verá respaldado por un presupuesto adecuado que sea sustentable. El mercado cambiario no tendrá intervención. Respaldo al plan económico para restablecer la confianza en los ambiciosos planes de reforma económica del Gobierno y para proteger a los más vulnerables”, remarcó. A su lado, el ministro de Economía, Nicolás Dujovne, solo asentía.

“Estamos muy contentos. Es claramente nuestro programa y estamos muy contentos de que la comunidad internacional nos apoye. Lo que no tenemos que hacer es prometer” sino “seguir trabajando todos los días navegando esta situación que ha sido difícil”, celebró el ministro.
El titular de la cartera económica reconoció que “la depreciación del tipo de cambio ha generado un alza en la inflación y eso se traslada a un deterioro transitorio a los salarios. Lamentablemente los salarios van a perder contra la inflación. Esperemos que lo recuperen el año que viene”. Difícil, si se aplican los mismos medicamentos.
Después anunció una batería de medidas para “sanear” de pesos la economía: Subas de encajes a bancos y pago de intereses periódicos a los plazos fijos, entre otros cambios normativos con el objetivo de reducir la base monetaria hasta julio de 2019. La lógica es brutal: “Si no hay pesos, no hay con qué comprar dólares”. Tampoco comida. El nuevo cepo.
Pero “los mercados” siguen desconfiando. El dólar cerró la semana en alza y tocó, en Misiones, los 44 pesos, la línea en la que el Banco Central debería volver a intervenir.
Fueron horas turbulentas. El mejor equipo perdió de un portazo a Luis Caputo, otra de sus piezas fundamentales, que, ahora nos enteramos por boca del Presidente, “no tenía vocación” para ocupar el cargo. El Messi de las finanzas aumentó la deuda pública en u$s 74.000 millones (sin contar u$s 15.600 millones que emitió para pagar a fondos buitre) y como presidente del BCRA dejó las mismas reservas que al asumir, con el detalle que en el medio recibió u$s15.000 millones del FMI.
Lo reemplaza Guido Sandleris, un ¿ex? investigador del Fondo Monetario Internacional. Atendido por sus propios dueños.
En una de las pocas apariciones televisivas que tuvo cuando era el segundo de Nicolás Dujovne, Sandleris falló en todos los pronósticos: dijo que la economía iba a crecer 3,5 por ciento -caerá 2,4- y que “lo peor ya pasó” en materia de inflación. El año cerrará con una inflación superior al 40 por ciento.  
Su segunda al mando es Verónica Rappoport, quien, al margen de sus pergaminos económicos, era una conocida twittera que se burlaba, hace menos de un mes, de los cambios de ministros a las apuradas y los planes económicos decididos en un fin de semana.
A ambos los une otro detalle, como integrantes de la Fundación Argentina para el Desarrollo con Equidad, fueron funcionarios de la Alianza. Sandleris fue jefe de Asesores del Secretario de Finanzas del Ministerio de Economía, durante la gestión de José Luis Machinea. Rappoport, asesora en el Ministerio de Economía entre 1999 y 2000.
Después de semejante muestra de amor, el Gobierno espera que el respaldo del FMI sirva para capear la tormenta. Pero las encuestas marcan cada día una caída en la imagen presidencial y una desconfianza generalizada en el programa de Gobierno.
Hasta ahora no hay quien capitalice ese malhumor, pero asoman movimientos que permiten vislumbrar escenarios repartidos. Juan Manuel Urutubey, Juan Schiaretti, Miguel Ángel Pichetto y Sergio Massa compusieron una foto “opositora”. El cuarteto quiero ser la unión renovadora del peronismo.
En Misiones, donde todo comenzó, Axel Kicillof cerró la presentación de Unidad Ciudadana, un espacio de kirchneristas, radicales disidentes e independientes. “Le vamos a devolver los derechos a cada argentino”, prometió el ex ministro de Economía que se retiró en andas del club Brown de Posadas.    

El programa económico que es del agrado de Lagarde no es novedoso: frenar la emisión y secar la plaza de pesos vía tasas altas.
Chau gradualismo. Hola dramatismo. La recesión no hará más que profundizarse y el ajuste se hará más duro, si cabe el término. La economía está sometida a las metas fiscales y a, vade retro, evitar un nuevo default.
La flexibilidad con la que se estaba manejando la negociación por el presupuesto mutó en anuncios destemplados de fin de la tarifa social para la energía eléctrica y el gas y desaparición inmediata de subsidios para el transporte público.  
Serán las provincias las que deberán asumir los costos si quieren sostener la asistencia a los sectores más vulnerables. La quita de subsidios significa para Misiones más de mil millones de pesos, sumado a la pérdida del Fondo Sojero, que se distribuía entre los municipios.  
Tanto se desvirtuó el escenario que el Presupuesto provincial, presentado en julio, deberá ser corregido antes de ser aprobado. El secretario de Hacienda, Adolfo Safrán, calculó en 3.095 millones de pesos la diferencia entre lo proyectado y la nueva economía nacional. Es que los cálculos se hicieron con una promesa de inflación del 17 por ciento para 2019 y un crecimiento del PBI de 2,5 por ciento. La inflación ya fue recalculada en 23 por ciento y la economía volverá a hundirse medio punto después de una caída de 2,4 este año.
El recálculo incluye mayores ingresos -por inflación- pero también los mayores gastos que deberá cubrir la Provincia para sostener tarifa eléctrica, transporte y recursos para municipios. En total, el Presupuesto se aprobaría en poco más de 70 mil millones de pesos, con la mitad de los recursos invertidos en las áreas sociales.  
No es una novedad. Desde 2016, la Nación comenzó a drenar el flujo de recursos a las provincias. La Provincia aportó más de 400 millones en concepto del ex Artículo N°9 y continuará con 100 millones más hasta fines del 2018.
Para 2019 el presupuesto destinado al Incentivo Docente fue congelado. Cada provincia deberá hacerse cargo de los incrementos salariales. Algunas podrán más, otras menos. Algunas de primeras, otras no.
Hasta ahora, la economía misionera se viene manteniendo a salvo de la tormenta. El desempleo es el más alto en doce años en la Argentina, pero en Posadas se mantiene relativamente estable entre los más bajos del país. La pobreza volvió a dispararse, aún sin conocer las consecuencias de la devaluación iniciada en mayo.
Según los datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos, la cantidad de personas en la pobreza pasó del 25,7% en el segundo semestre de 2017 al 27,3% en el primero de 2018. Eso significa que 800.000 personas cayeron debajo de la línea de la pobreza. Por su parte, la indigencia registró un leve aumento (del 4,8% al 4,9%).
Durante el primer semestre de 2018, se encuentran por debajo de la línea de pobreza 1.777.249 hogares, los cuales incluyen 7.581.118 personas. En ese conjunto, 344.009 hogares se encuentran, a su vez, bajo la línea de indigencia, e incluyen a 1.357.923 personas indigentes.
En Posadas, según la Encuesta Permanente de Hogares, hay 116.923 hogares, de los cuales, 24.182 están en la pobreza y 3.759 en la indigencia. Medido en personas, son 361.536 habitantes, de los cuales 102.917 son pobres y 13.064 indigentes.
En comparación con el primer semestre del año pasado, bajó la cantidad de hogares y personas en la pobreza. Pero, como en el resto del país, en Posadas también crece si se compara con el segundo semestre: había 20,5 por ciento de hogares pobres y ahora hay 20,7, mientras que hay una leve disminución de personas en esa condición, de 28,6 a 28,5.
Misiones no es inmune a la crisis, pero el rol del Estado en la economía es central. La sinergia con el sector privado es permanente, pero vale un ejemplo para tomar dimensión del impacto de las políticas públicas: el programa Ahora Misiones, lanzado hace dos años, con una anticipación asombrosa del brote inflacionario, generó ventas por 825.963.484,44 pesos. Es dinero que no se fugó por las fronteras y que permitió sostener empleo y contener la pobreza.  

El sector empresario quiere que pase rápido la tormenta. El presidente de la Confederación Económica de Misiones, Alejandro Haene señaló que “es central contar con un esquema que permita a las Pymes volver a solicitar créditos, poder negociar cheques de pago diferido a tasas razonables y fundamentalmente que existan líneas para la inversión, que es lo que mueve la economía en cualquier país normal”.
“Somos conscientes que la situación está sensible y prueba de ello es que más allá del acuerdo con el FMI, el dólar cerró la semana por encima de los 41 pesos. Hay que impedir a toda costa el daño social en los sectores más vulnerables y medios porque de lo contrario se van a observar problemas en el sector de la producción y en los niveles de empleo registrado. La visión es que el gobierno nacional está dispuesto más temprano que tarde a cumplir con el plan trazado, porque de ello dependen en gran medida las economías regionales”, indicó Haene.
El rol del Estado es una premisa inamovible para el Gobierno provincial. El gobernador Hugo Passalacqua anunció la extensión del Ahora Misiones y todo indica que, en medio de la recesión generalizada, el programa seguirá por un tiempo. Lo mismo sucede con los aportes del Estado a otras áreas o la incorporación permanente de derechos en la Legislatura.
Misiones es ejemplo. El concepto del Ahora Misiones se replica en varias provincias, que también buscan frenar la inflación.  
 

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Números

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13,33, 17,38; 56,43; 95,79, 40;53. Números sueltos en una lista. Números que en si mismo no dicen nada. Pero dicen todo. Representan el porcentaje que envió la Nación este año para cubrir la demanda de algunas vacunas en Misiones. Hepatitis B adultos, Doble Bacteriana, Triple Bacteriana, Hepatitis Pediátrica, vacuna inactivada contra la polio, meningococcica A, C, Y,W, son todas enfermedades graves, contagiosas, mortales, pero prevenibles, con la vacuna a tiempo. La bacteria mata, pero más mata la falta de vacunas. 
Por la altura del año, el ministro de Salud, Walter Villalba, calcula que ya no se completarán las partidas. Y son vidas indefensas. La degradación del ministerio a secretaría no augura mejores resultados, aunque Carolina Stanley prometió retomar las compras y los envíos.
Medido en vacunas, el ajuste en salud ya empezó. Los números no son abstractos. Se traducen en pacientes. En vidas.
Siempre hay vida detrás de los números. Pueden ser 680 familias al año que tienen a sus niños vivos gracias a la reducción en Misiones de la mortalidad infantil a un piso histórico, por debajo de la media nacional. Misiones supo liderar las peores estadísticas. Llegó a tener una mortalidad infantil de 32,1 por mil en 1990. Hoy el mismo indicador es de 7,99 por mil. Esos números también son la consecuencia de una política económica.
La indigencia, que venía en bajada en los últimos registros, volvió a aumentar en el primer trimestre del año. 0,3 por ciento. Son 507 hogares que no eran considerados indigentes y pasaron a serlo, después de un 2017 que venía siendo “mejor” que 2016.
La pobreza y la indigencia habían caído cinco puntos en promedio en el Gran Posadas, según los datos del Instituto Provincial de Estadística y Censos, básicamente porque el ingreso familiar per cápita entre el primer trimestre de 2018 y el mismo período de 2017 creció en promedio 28.6 por ciento -se incluyen no sólo los ingresos laborales sino también los no laborales- mientras que la canasta básica había subido 16.6 por ciento. Con un dólar a 20 pesos.
Pero la inflación que viene en alza y el dólar que cotiza el doble, destrozan las expectativas de pobreza cero. La inflación de agosto fue de 3,9 por ciento, la más alta del año y en el NEA redondeó cuatro puntos. Por si hiciera falta.
Se calcula que la inflación anual será cercana al 45 por ciento y sería la más alta en los últimos quince años, emparentada con la escalada tras el estallido de la Convertibilidad.
“Things happened”. Pasaron cosas, evaluó el CitiBank, un poco más pesimista, al advertir que “el traspaso a precios de la devaluación está subestimado”: llegaría al 48,5% este año y tocaría 50% en el primer trimestre de 2019.
El aumento en el precio de los alimentos golpea donde más duele y por eso aumenta la indigencia, ya que las familias de bajos recursos deben destinar la mayor parte de sus magros ingresos a parar la olla. El consumo cayó 2,3 por ciento.
Los datos oficiales son previos a la corrida cambiaria que todavía perdura. Y la disparada del dólar recién se está trasladando a los precios. El de la harina aumentó 82 por ciento en el último mes y disparó la preocupación de los panaderos que están dentro del programa Ahora Pan. El pan francés, el que más se consume en la mesa familiar, seguirá congelado hasta diciembre por la continuidad del programa sellado con el Gobierno misionero. No es la única medida de contención.
El gobernador Hugo Passalacqua selló un acuerdo con el Banco Macro y los principales supermercados misioneros para dar vida al Ahora Góndola, que significará un ahorro inmediato de diez por ciento en alimentos para compras con tarjeta de débito. El objetivo es sostener el consumo y bajar el costo de la canasta básica, que sufre el impacto de la inflación.
 


El programa Ahora Misiones, del que se desprenden todos los demás, ya generó ventas por 826 millones de pesos, de los cuáles 764 obedecen a los clientes del banco Macro, como principal operador financiero de la provincia. Solo este año, el Estado provincial invirtió 80 millones de pesos en subsidiar las tasas de interés.
Los empresarios misioneros reconocen que sin el aporte del Estado la situación sería peor para un consumo, que no mejoró siquiera con la subida del dólar que emparejó los precios con Encarnación. No se compra allá, pero para muchos, tampoco alcanza para comprar acá.
Carlos Melconian, ex presidente del Banco Nación y en la gatera para ocupar el sillón del ministerio de Economía, recomendó venir a Misiones para conocer in situ las variables del tipo de cambio, que aquí se hace carne entre el Dólar, Guaraní y el Real.
Melconian fue la estrella de un encuentro organizado por la Confederación Económica de Misiones que tuvo una audiencia inesperada: más de 800 asistentes preocupados por saber que le depara el futuro a la economía.
Melconian no quiso hacer futurología, pero reconoció que la salida de la recesión será larga. Acusó de mala praxis al equipo económico y evitó jugarse por el resultado de las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional, ahora trabadas hasta que se firme el nuevo acuerdo, que implicará, obviamente, profundizar las condiciones de ajuste.

Casi a la misma hora que Melconian estaba en Posadas se conocieron declaraciones del director del Consejo Económico Nacional de la Casa Blanca, Larry Kudlow, quien sugirió que se está negociando una nueva Convertibilidad, esta vez con anuencia del Tesoro estadounidense.
“El Tesoro está profundamente involucrado en esta discusión, profundamente involucrado”, dijo Kudlow respecto de las negociaciones que mantiene la administración de Macri con el FMI.
“La única forma de salir del dilema de Argentina es establecer una junta monetaria, el peso se vincula con el dólar”, o como lo conocimos en el pasado, Convertibilidad. No hay creación de dinero a menos que tengas una reserva en dólares“, agregó y recordó que “funcionó en los ’90: derribó la inflación y mantuvo la prosperidad” y sugirió que “eso es lo que necesitan para volver a hacerlo”.
Kudlow no hablaba como analista o comentarista de la realidad: “La gente del Departamento del Tesoro está en eso”, insistió, revelando una negociación que en Argentina no se conocía.
Melconian no quiso hablar de dolarización y negó promoverla. Pero admitió que le gustaría una “bimonetarización”, como en Uruguay o Perú. “Hay que estudiar la bimonetaridad que de manera imperfecta intentó resolver la Convertibilidad, al solo efecto de ver qué destino se le puede dar a los dólares, para que no queden sin uso. La dolarización es otra cosa”.
Al lado de Melconian estaba Eduardo Fidanza, el sociólogo que lidera la consultora Poliarquía. En su exposición, sobre el escenario político, brindó detalles de la caída en la imagen del Presidente, que lo empareja con la negativa que ostenta Cristina Fernández, pese a la paradoja de que es la política con mejor intención de voto de la oposición. Anticipó que el voto será más “económico” que “político” en las próximas elecciones.
“La economía de Cristina Fernández terminó en un desastre sin que ese desastre se traslade a la economía real”, graficó. Del desastre invisible al crecimiento invisible.
Después dejó algunos conceptos para el debate: ¿A quien le habla Macri? ¿A los mercados? ¿A la gente? Si es solo a los mercados, debe olvidarse de su reelección. Pero si es solo a la gente, la disparada del dólar también le puede jugar mal”, argumentó.
Fidanza insistió en que Macri tiene el dilema de cómo hacer para que el ajuste no sea el único horizonte para una sociedad que requiere expectativas.
Para el final guardó un desliz: “No voy a dar detalles, pero vemos un escenario en el que el peronismo, no con Cristina, gana por más de diez puntos un balotaje ante el Presidente”.
Casualmente empiezan a aparecer fotos de gobernadores y dirigentes no kirchneristas en reuniones para analizar la coyuntura, pero con proyección de mediano plazo. Juan Schiaretti, Juan Manuel Urtubey, Sergio Massa, Roberto Lavagna son algunos que comenzarán a aparecer seguido. El misionero Passalacqua prefiere jugar de líbero, aunque comparte en silencio la mirada crítica.
En realidad, muchos analistas consideran que el respaldo de los gobernadores es vital en este momento para sostener la gobernabilidad de Macri, cuya imagen está en declive, lo mismo que la evaluación de su gestión.

Los gobernadores volvieron a dar una muestra de responsabilidad al garantizar la aprobación de la ley de Presupuesto, aunque esto no implica un voto a libro cerrado. Habrá una dura batalla en el Congreso para mitigar el impacto del ajuste.
En consonancia, los mandatarios provinciales quieren revisar el Pacto Fiscal que proyecta continuar bajando impuestos. Estiman que sin recursos no podrán hacer frente al costo del ajuste. En el medio, los empresarios presionan para que baje Ingresos Brutos, el único impuesto que Macri prometió no negociar.
Los datos más optimistas proyectan que Misiones perdería cerca de cuatro mil millones de pesos por los recortes en subsidios, mientras que la economía productiva cedería un monto similar por retenciones e impuestos que no bajarán.
Una encuesta del consultor Gustavo Cordóba revela que solo el 35,7 por ciento aprueba la gestión presidencial, mientras que un 61 por ciento la desaprueba. La imagen negativa hoy es más alta que la de Cristina, mientras que la positiva es menor que la de la ex presidenta.

“Un aspecto central, lo constituye la credibilidad del equipo económico y del ministro de Economía. Un 32% de los encuestados tienen credibilidad y un 64% no le cree. Solo un 20% de argentinos están de acuerdo con la frase “lo peor ya paso”, enumera Córdoba.

La defensa de la gestión es difícil incluso para quienes pertenecen a Cambiemos. Cada vez es más visible el enojo del radicalismo con los socios principales. Solo los mejor acomodados en las pequeñas parcelas cedidas sostienen la defensa del modelo. Otros, los que están más abajo en la cadena de mando, exigen ser escuchados o por lo menos saber qué tipo de acuerdo “hay que bancar”.
En el radicalismo crece el descontento, que se expresa en nuevas líneas internas. Hasta hace unos días el único “rebelde” era el economista Federico Villagra, ex asesor de Gustavo González. Pero ahora se sumaron varios jóvenes reclamando elecciones internas en el radicalismo y forzar un “respeto” dentro de Cambiemos.
El concejal posadeño Maximiliano Florindo quiere generar su propio espacio, lo mismo que la nueva agrupación encabezada por Ramiro Canale de Profundidad, Karina Capli de Posadas, Juan Barreto de Posadas y Jorge Aguirre de Campo Viera, entre otros. Viejos militantes, siempre invisibilizados que ahora exigen internas después de cuatro años sin renovar autoridades. Algunos más jóvenes se suman a las filas de Podemos, el espacio que lidera Facundo Sartori.
Es en “las juventudes inquietas, rebeldes, ansiosas y preocupadas por un destino mejor” donde está el futuro, destacó el presidente de la Legislatura, Carlos Rovira al abrir un nuevo parlamento estudiantil. El conductor de la Renovación instó a los jóvenes a “conquistar voluntades con inteligencia, sumando votos para obtener logros para la escuela, la comunidad, la provincia, el país o el mundo”.

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El Massismo pide una Ley de Emergencia Pyme “para cuidar el trabajo”

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Aunque el mes pasado el Presidente de la Nación Mauricio Macri prometió a los empresarios medidas para dar respiro a las Pymes, desde el Massismo aseguran que se debe crear una ley de emergencia fiscal para las Pymes con el fin de “cuidar las fuentes de trabajo”. Desde el bloque político aseguraron que “desde el Frente Renovador impulsamos medidas para darle una tregua a los contribuyentes hasta tanto se reactive la situación económica”.
Para nadie es un secreto la angustiante realidad que atraviesan las pymes y las economías regionales debido a la crisis que el Gobierno espera frenar, y aunque el mes pasado el Presidente Mauricio Macri les anunció a los miembros del Consejo Directivo de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), una serie de medidas que venían siendo reclamadas por el sector para alivianar la pérdida de rentabilidad. Este respiro que les dio el Estado parecen no ser suficientes y el Massimo salió en reclamo de una ley de emergencia para “cuidar las fuentes de trabajo”.
De esta manera, integrantes de la fuerza política liderada por Sergio Massa se refirieron al Proyecto de Ley presentado a nivel nacional, provincial y municipal que busca frenar por 180 días l os embargos de cuentas bancarias y juicios de AFIP, ARBA y agencias municipales a PyMEs, comerciantes, profesionales, monotributistas y emprendedores. “Desde el Frente Renovador impulsamos medidas para darle una tregua a los contribuyentes hasta tanto se reactive la situación económica”.
Tras la presentación del Proyecto de Ley de Emergencia Fiscal PyME, referentes del FR insistieron en la importancia de impulsar esta medida frente a la delicada situación económica que atraviesa el país y que afecta especialmente al sector PyME. En ese sentido, la Presidenta del Bloque de diputados nacionales del FR Graciela Camaño sostuvo: “Las PyMEs son dadoras del 70% del trabajo, son el 98% de las empresas del país y representan el 45% de las ventas. Hoy están sufriendo el ajuste, y debemos cuidarlas”. Y advirtió: “Si no cuidamos las fuentes de trabajo en crisis, condena mos a los trabajadores a la desocupación”.
Y agregó: “La caída de la demanda interna, el aumento de costos de producción, la suba de tarifas, la imposibilidad de tener crédito y las importaciones destruyen las PyMEs y el trabajo de los argentinos. No sólo criticamos, también aportamos ideas y proyectos”.
Por su parte, el diputado provincial Ricardo Lissalde explicó: “Con los tarifazos, los contribuyentes se ven impedidos de pagar todas las cuentas, entonces priorizan el pago de servicios, porque sin ellos no pueden producir. Pero si no hacemos frente al enorme peso fiscal, también se generan medidas cautelares, como las inhibiciones que impiden llevar adelante la actividad comercial”.
“Desde el Frente Renovador impulsamos medidas, tanto a nivel nacional como provincia l, para darle una tregua a los contribuyentes hasta tanto se reactive la situación económica”, concluyó.
El proyecto contempla la creación de la Mesa de Coordinación de la Emergencia Fiscal Pyme destinada a colaborar en su ejecución, y estará integrada por representantes del Ministerio de Hacienda y Finanzas Públicas, de la AFIP, del Banco Central de la República Argentina, del Ministerio de la Producción y de la Secretaría de Emprendedores y Pymes.
Del mismo modo, se supo que el Frente Renovador solicitará una sesión especial en la legislatura provincial y nacional para tratar esta propuesta, la cual también se acordó que sea impulsada en el Senado con Miguel Ángel Pichetto.

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Debates a la fuerza

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Antes de que se agote la encendida discusión nacional sobre la despenalización del aborto, con los medievales consejos del médico Abel Albino incluidos, el presidente Mauricio Macri hizo otro aporte a la grieta: firmó el decreto autorizando a las fuerzas armadas a volver a operar sobre la seguridad interna.
Con argumentos poco claros, más allá de la mención vaga a lucha contra “nuevos enemigos” como el narcotráfico o el ciberterrorismo, Macri revivió un tema que trae a la memoria los años más oscuros del país. La nostalgia de la mano dura alimenta la grieta que tan buenos dividendos le dio a Cambiemos. Plantea la idea de que quien no apoya su iniciativa, está a favor de. A favor de puede ser del narcotráfico, de las mafias, o de Cristina. Igual suma y refuerza la identidad de quien está a favor, mayoritariamente votante de la alianza gobernante, según muestran las primeras encuestas.
En 1975, la última vez que un presidente constitucional firmaba un decreto similar, se abría la puerta a la “aniquilación” de la subversión, paso previo a la más feroz de las dictaduras en la Argentina. Ahora siquiera hay un enemigo identificado y tampoco una estrategia definida sobre qué harán las fuerzas armadas. Lo único que parece determinar la decisión es la mano dura que obnubila a las derechas del continente.
Colombia, México o el cercano Brasil con su paradisíaco Río de Janeiro son ejemplos claros del fracaso de la militarización en la lucha contra las drogas. Tampoco son iguales las condiciones. En esos países el flagelo de la droga generó estados paralelos, ejércitos narcos y millones de dólares sucios. En Argentina ni siquiera en estado incipiente hay similitudes. En cualquier caso, el problema principal está fronteras afuera.
El soldado, cuando dispara, lo hace a matar. Esa es su formación. ¿Qué hará en las fronteras? ¿Tirar a matar a las mulas que cargan los fardos de marihuana? ¿Establecer una pena de muerte exprés?
El dueño del negocio no se expone a un encuentro de ese tipo. Y ahí radica el fracaso de las guerras abiertas en Colombia, México o Brasil. Millones de dólares dilapidados en perseguir y matar, mientras la droga sigue fluyendo.
En México, una de las consecuencias de militarizar las calles fue una ola de violencia inusitada, con más de 150.000 muertos, 27.000 desaparecidos y 35.000 desplazados, carteles más fuertes y militares seducidos por jugosos sobornos. La batalla sigue y encuentra adeptos cada día: México es según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, el segundo país con más disparidad económica entre ricos y pobres. Todavía no hay certezas sobre el rumbo que tomará el combate a las drogas con Andrés Manuel López Obrador, quien antes de ganar las elecciones propuso una “amnistía”.   
Las consecuencias de la guerra abierta del plan Colombia, con una inyección de dólares y armas de Estados Unidos, todavía son inconmensurables, pero se asemejan a la palabra fiasco. Miles de millones de dólares, recursos y soldados dilapidados en una escalada de violencia que lo único que hizo fue tecnificar la producción de cocaína.
La paradoja es que el tío Sam es el principal consumidor de la exportación colombiana. El novelizado Pablo Escobar fue apenas el precursor de un negocio que se globalizó.
En Brasil la guerra militar de Michel Temer contra el narcotráfico en las favelas despertó las aspiraciones primarias de un generalato nostálgico de la mano dura. Tanto que aspiran a recuperar un rol protagónico en la política, por las urnas o por la fuerza. “Estamos en un momento crítico, al filo de la navaja”, dijo Antonio Mourão, general retirado de cuatro estrellas que el año pasado, cuando aún estaba de servicio, sugirió que sería necesaria una intervención militar para purgar a la clase política.
Mourão, el general retirado, y otros oficiales jubilados han respaldado con entusiasmo la postulación presidencial del senador de ultraderecha Jair Bolsonaro, un excapitán del Ejército que ha hecho propuestas polémicas para la restauración del orden, como darle a la policía más campo de maniobra para matar a presuntos criminales.
En Argentina y menos en sus fronteras, se encuentran paralelismos con las condiciones previas que desencadenaron esas fallidas batallas. No es con militares entrando a la fuerza a las villas que se terminará el narcotráfico. La idea, nada original, se hizo spot de campaña de Fernando De la Rúa, el fugaz presidente radical que huyó dejando un tendal de muertos en plaza de Mayo. Fue refrescada por Sergio Massa, cuando aspiraba a ser Presidente para que las Fuerzas Armadas puedan “atacar y bloquear las fronteras” y “entrar a los barrios más humildes” donde “los narcos infectan a nuestros jóvenes”. ¿Resiste análisis la propuesta de desatar una guerra inmediata con países vecinos? ¿Resiste análisis no advertir que el consumo de droga también se da en los barrios ricos?
La estigmatización es permanente, pero ni en la Triple Frontera, donde conviven decenas de agentes orgánicos e inorgánicos de diversas agencias de seguridad internacionales, se generó en los últimos años alguna prueba concluyente de que sea zona liberada para algo más que un gran mercado de baratijas tax free.
En cualquier caso, un ataque con morteros y armas largas no parece ser la mejor herramienta para tan compleja trama. La seguridad más efectiva viene de la mano de la inteligencia y no de la fuerza.  En Misiones se puso en marcha una intervención mucho más fuerte de la Policía en el combate al narcotráfico y en menos de tres años ya se decomisó marihuana por el equivalente a 900 millones de pesos y 37 toneladas de marihuana. Sin estridencias, los resultados están a la vista. 
En rigor, tampoco hay demasiadas precisiones sobre qué harán las fuerzas armadas con el permiso del Presidente. Los uniformados no parecen estar cómodos con la idea de salir a la calle a cazar ladrones de gallinas. No están preparados para ello ni cuentan con los elementos necesarios. Tampoco aprecian convertirse en protagonistas de una puja de la que no quieren ser parte en momentos en que la sociedad recién deja atrás los malos recuerdos de los años de plomo.
La última encuesta de la consultora D’Alessio Ariol, arroja que el 50 por ciento cree que la reconversión de las Fuerzas Armadas servirá para mejorar la seguridad. Ocho de cada diez votantes de Cambiemos confían en el éxito, pero solo dos del Frente para la Victoria comparten esa mirada.
La grieta es menor cuando se analiza la política económica del Gobierno. Allí la mayoría reconoce que está peor que hace algunos años y que el ajuste les empeoró las condiciones de vida.
La imagen negativa de Macri asciende a 67,8 por ciento y el 58,3 desaprueba su gestión, según un estudio del Grupo de Opinión Pública.
La imagen negativa del Presidente creció al 59,7 por ciento, según Ricardo Rouvier, para quien la gestión tiene una calificación negativa del 62,8 de sus encuestados. El consultor advierte que creció el voto a Cristina Fernández.
 

La discusión sobre la despenalización del aborto y las fuerzas armadas en la calle, cobra otra dimensión mirada a la luz de las encuestas. Parece necesario evitar poner el foco en la economía. Y no es solo el éxito de las medidas, sino la permanente vocación por el ajuste siempre, siempre, sobre los que menos tienen.
Es esclarecedor que el Presidente les haya garantizado a los patrones de la soja que no iba a volver a subir -siquiera a congelar la baja- las retenciones agrarias, pero pocas horas después el Gobierno anuncie un severo plan de ajuste sobre las asignaciones familiares. Ahora no habrá plus por zona desfavorable y se puso como tope máximo para cobrar asignaciones familiares un ingreso familiar de 83.917 pesos. La pareja tampoco podrá cobrar las asignaciones si uno de los dos miembros percibe más de 41.959 pesos. Es decir, bajan las retenciones al campo, pero se las suben a cada una de las familias argentinas. La decisión generó un amplio descontento y hasta algunos radicales la criticaron, como Ricardo Alfonsín.
Es cada vez más visible la distancia entre los macristas y los radicales dentro de Cambiemos. El joven Pepe Pianesi no dudó en mostrarse sonriente con el ascendente Federico Villagra, el economista crítico de las decisiones del Gobierno nacional. Ambos quieren “más protagonismo” dentro de la alianza y temen quedar fuera del reparto de candidaturas para 2019. Es que se menciona algunos de la vieja guardia para las principales postulaciones, como Germán Bordón o Mario Pegoraro en la UCR y hasta algunos viejos peronistas ligados a Ramón Puerta. La idea de Villagra y Pianesi es fortalecer la línea de radicales nacidos en democracia. Esa línea generacional no se anima a respaldar las medidas de ajuste impuestas por sus socios y por lo bajo cuestionan a la cúpula que banca banderas de las que el radicalismo abjuró, como la injerencia militar en la seguridad interior. Del otro lado, se lo vio a Luis Pastori, defensor a ultranza de las medidas de ajuste, justificar la política de mano dura para hacer un “uso racional y práctico para las Fuerzas Armadas”.
 
Misiones se muestra como el contraste a la política de ajuste social que aplica Macri. El Presupuesto 2019, aún con la austeridad de los tiempos, invierte el 60 por ciento de los recursos en las áreas sociales: la Educación sigue siendo la prioridad de la gestión renovadora, complementada con la mejora en la salud y el desarrollo social integral.
En política y economía, las decisiones recién pueden valorarse a mediano plazo. Las buenas y las malas. Alcanzar un buen resultado en educación o en salud es la consecuencia de medidas tomadas hace diez o más años. Son procesos.
A la inversa, es lo mismo. En cinco años se podrán apreciar las consecuencias de los ajustes de este año. La Nación anuncia tijera masiva para todo lo que no sea cumplir con las metas del Fondo Monetario Internacional. Eso implica incluso la desaparición del Fondo Nacional de Viviendas. Es decir, quien no tiene un hogar, no podrá esperar ayuda del Gobierno nacional que había prometido un millón de viviendas en cuatro años. En última instancia, quedará en los malabarismos que puedan hacer los gobernadores para arreglarse con menos recursos. Lo mismo pasa con el Fondo Nacional de Incentivo Docente.
Nicolás Dujovne y Rogelio Frigerio, ya les anticiparon a los gobernadores que puede haber un recorte equivalente al cinco por ciento de la coparticipación que reciben las provincias para alcanzar la reducción del déficit que impone el FMI.
Los ministros se regodean con números que “demuestran” la generosidad de la Nación para con las provincias en los últimos años. Los datos, que son repartidos a los periodistas por los diputados de la alianza gobernante para justificar los ajustes, señalan que en junio, las provincias recibieron 108.221 millones de pesos, 51,7 por ciento más que el mismo mes del año pasado.
Pero hilando fino se advierte que no es tanta la abundancia. Entre enero y junio de este año, la coparticipación creció 46,2 por ciento, pero solo 15,6 por ciento si se le descuenta la inflación acumulada, con el agravante de que, por la devaluación, el peso vale casi 50 por ciento menos que en los primeros días de 2018. Lo mismo sucede con Misiones, con un aumento del 15,6 por ciento de coparticipación, pero con una caída del 60 por ciento en las transferencias de capital, fondos para viviendas, obras viales, programas de salud y hasta el programa El Hambre es Más Urgente, adeudado desde febrero.
La coparticipación, por cierto, es variable, ya que depende de la recaudación y, más allá del efecto inflacionario, es probable que tienda a bajar si se extiende la recesión como pronostica el bueno del FMI.
Es decir, el Gobierno nacional generó condiciones económicas adversas y ahora el peso recaerá sobre los gobernadores, que tendrán que atajar los desbordes que se pudieran generar. El Pacto Fiscal, sellado hace pocos meses, es una muestra del fracaso de las proyecciones nacionales: una de las garantías de que las provincias no iban a perder recursos se daba con la promesa de un crecimiento económico del 3 por ciento. El propio FMI dice que este año no habrá crecimiento y que, con suerte, se recuperará paulatinamente entre 2018 y 2019. Mientras tanto, las provincias ya tienen menos recursos y la enorme transferencia de recursos hacia el sector privado más concentrado, no se tradujo en grandes inversiones ni en más empleo.
De hecho, en Misiones ya se paró una inversión por la escalada del dólar y crece el descontento oficial con el sector forestal, que no generó ni una sola nueva inversión pese a que cuentan con todos los beneficios.
Sin embargo, Misiones es una de las pocas provincias donde el empleo no sufrió en demasía. En mayo, según los datos oficiales, se destruyeron 27 mil puestos de trabajo en todo el país. Aquí, aunque se está lejos del pico de 16 mil puestos, se crearon 1.278 empleos y se llegó a los 111 mil.  
 
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