Yerba mate y legado familiar, la evolución productiva del secadero Don José
Raíces yerbateras en tiempos de cambio: la historia de la familia Frei con el secadero de yerba Don José y los desafíos productivos de un sector clave para Misiones
La trayectoria del secadero Don José —fundado en 1962 en Montecarlo— sintetiza medio siglo de transformaciones en la cadena yerbatera: concentración industrial, tensiones regulatorias, innovación tecnológica, desafíos de financiamiento y crecientes exigencias ambientales y de mercado. En una entrevista realizada por La Start Up CACIM, Raúl Frei, actual responsable de la empresa familiar, reconstruye ese camino y analiza la situación actual del sector, donde la mecanización, el manejo del suelo y la estabilidad institucional emergen como factores críticos para la competitividad.
Una historia que atraviesa generaciones: del sueño inmigrante al desafío de sostener un secadero familiar
El recorrido de la familia Frei está ligado desde sus orígenes al desarrollo productivo del norte misionero. El abuelo suizo de Raúl llegó primero a Eldorado y luego inició en 1962 un secadero rudimentario, después de que un intento por montar un aserradero fracasara por restricciones a la importación de maquinaria.
“Mi abuelo quería hacer un aserradero… recibió un crédito en Suiza, estaba todo encaminado, pero el gobierno de Perón no le permitió traer las máquinas”, recuerda Raúl. Ese giro forzado marcó el nacimiento del secadero Don José, construido “sin un mango, pobre como rata”, con apenas dos hectáreas de tierra y un generador diésel que movía todo el sistema.
Su padre continuó el legado en condiciones durísimas: “Mi papá trabajó como cualquier horquillero de planchada, foguista… le tocó hacer de todo”. El negocio atravesó momentos críticos, incluida la paralización de cosecha de 1966 por sobreoferta. La familia sostuvo la estructura gracias a austeridad extrema, reinversión constante y compra gradual de chacras durante la gran depresión yerbatera de los años ’90.
Esa estrategia permitió a la empresa tener hoy aproximadamente la mitad de su materia prima provista por sus propias plantaciones. “Antes era casi 100% hoja comprada afuera; ahora estamos 50 y 50. Si no plantábamos en los 90 hoy estaríamos parando por falta de hoja”, afirma Raúl.
Estructura productiva de la yerba: concentración, costos, financiamiento y la tensión por la regulación
La mirada de Raúl sobre la evolución del sector yerbatero es crítica y directa. Observa un proceso de concentración marcado: “Hoy hay grandes secaderos y como nosotros, que somos chiquitos, casi no existen más”. Según su propio relevamiento, en tiempos del gobierno de Puerta existían unos 700 secaderos; “ahora creo que somos 200 y pico nada más”.
Esta reducción se explica por múltiples factores: caída de precios en ciertos ciclos, costos crecientes, dificultades para acceder a crédito y falta de previsibilidad macroeconómica. “¿Qué vas a sacar un crédito con las tasas irrisorias que hay en este país? Jamás me animé: acá no hay reglas claras”, señala.
El análisis de precios y márgenes también muestra un diagnóstico estructural: el secadero queda atrapado entre productor y molino. “El secadero no tiene mucho margen: es oferta y demanda. Cuando falta hoja pagás lo que sea; cuando sobra, pagás lo que podés”.
Sobre la regulación del INYM, su postura es matizada. “A mí no me gusta que me impongan un precio, pero reconoce que “cuando apareció el INYM mejoró un poco la situación del productor”. Su propuesta: precios de referencia, no valores obligatorios, y un Instituto orientado más a la promoción que al control.
“El INYM debería ser el Instituto de Promoción de la Yerba Mate en el mundo… la ventana para vender más”.
Innovación como respuesta: mecanización, tecnología de secado y manejo del suelo
Aunque se define austero y reacio al endeudamiento, Raúl es uno de los productores pioneros de la mecanización de la cosecha en la zona de Montecarlo.
La decisión no fue sencilla: “Primero baja mucho el kilaje y te preguntás si hiciste bien. Pero a los dos años la planta recupera y a los tres o cuatro se pone interesante”. Hoy, defiende el sistema con argumentos productivos, sanitarios y económicos:
- Mejor higiene y calidad: “La hoja de seis meses tiene menos metales pesados que una hoja de dos años”.
- Menor riesgo laboral.
- Mayor eficiencia por hectárea.
Sin embargo, el proceso enfrenta un problema estructural: la corresponsabilidad gremial. “Una máquina con tres operarios paga cargas sociales como si cosechara con quince. Eso nos representa casi el mismo costo que la cosecha en sí”. Considera imprescindible diferenciar el esquema entre cosecha manual y mecanizada, tal como ya ocurre en la BIT.
El manejo del suelo es otro punto crítico. “La tierra se está empobreciendo en todos lados”, advierte, y reclama cambios profundos: incorporación de ganadería para reciclar nutrientes, mejor manejo de cobertura y educación económica básica para los productores. “No hacemos costos… falta mucha educación desde la escuela”.
En tecnología de secado, visualiza un salto inminente hacia sistemas libres de humo, esenciales para exportación. Cita el ejemplo del quemador de chip sin emisiones: “Eso es lo que sueño para el secadero… me parece fantástico y creo que va por ahí”.
Mercados, exportación y futuro: la yerba mate ante un mundo más exigente
Raúl observa un fenómeno global que favorece al sector: el consumo creciente de yerba y derivados en Europa. “En Suiza ya no es raro ver gente tomando mate… gracias a Messi, Colapinto y la difusión en redes”. Incluso marcas como Tony Mate, con base en Suiza, se abastecen de yerba misionera.
Pero la oportunidad exige calidad, trazabilidad y estándares industriales más homogéneos. “Nunca nos pagaron un peso más por buena calidad en el secadero. Eso tiene que cambiar si queremos competir afuera”.
A la vez, advierte que Paraguay y Brasil ya están importando maquinaria argentina de cosecha mecanizada. “Si nosotros no mecanizamos, ellos sí lo van a hacer”, alerta.
La mirada institucional y el país necesario para producir
La dimensión macroeconómica atraviesa toda la entrevista. Raúl identifica un problema estructural: imprevisibilidad y costos laborales que desalientan la formalidad.
Su “bala de plata” —la medida única que eliminaría si pudiera— es contundente: “Quisiera un buen seguro de desempleo, bien financiado y controlado, y que desaparezca la indemnización por antigüedad. Eso es lo que más le asusta a un emprendedor para tomar gente”.
El objetivo, dice, es replicar modelos europeos donde el trabajador está protegido y el empleador puede contratar sin riesgo extremo. “Allá cuando necesitás a alguien lo podés tomar sin miedo”.
También señala la infraestructura como condición para el arraigo rural: “Después de 50 o 60 años todavía tenemos caminos de tierra… eso me parece patético”.
La falta de asfalto en zonas productivas afecta logística, calidad de vida e inversión: “Con buenos caminos la gente viviría mejor en la chacra que en la ciudad”.
Un legado que persiste
A pesar de las dificultades, la familia Frei continúa operando un secadero independiente, integrado a la producción propia y apoyado en innovación gradual. Su historia evidencia los cambios que atravesó la economía yerbatera de Misiones: desde la barbacuá artesanal de los años ’60 hasta la mecanización inteligente y los mercados globales del siglo XXI.
Y, sobre todo, muestra cómo las decisiones individuales —austeridad, reinversión, adaptación y trabajo familiar— permiten sostener emprendimientos en sectores marcados por volatilidad y competencia creciente.



