El Producto Interno Bruto (PIB) de Rio Grande do Sul registró un crecimiento de 1,3% en 2023, luego de una retracción de 2,6% en 2022. El resultado fue impulsado por el desempeño positivo de la agropecuaria (+15,2%) y de los servicios (+2,3%), mientras que la industria presentó una caída de 4,8%.
En valores corrientes, el PIB de Rio Grande do Sul totalizó R$ 650,11 mil millones, el equivalente al 5,9% del total nacional, manteniéndose como el quinto mayor PIB del país. Las cuatro primeras posiciones fueron ocupadas por São Paulo (31,5%), Rio de Janeiro (10,7%), Minas Gerais (8,9%) y Paraná (6,1%).
Los datos fueron divulgados este viernes (14/11) y forman parte del Sistema de Cuentas Regionales (SCR), que provee estimaciones del PIB de cada Unidad de la Federación desde la óptica de la producción, asegurando coherencia y comparabilidad con el Sistema de Cuentas Nacionales (SCN) de Brasil.
El relevamiento es producido anualmente por el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE) en alianza con organismos estadísticos estaduales, secretarías de gobierno de los estados y la Superintendencia de la Zona Franca de Manaos (Suframa). En Rio Grande do Sul, el trabajo es realizado por el Departamento de Economía y Estadística (DEE), vinculado a la Secretaría de Planificación, Gobernanza y Gestión (SPGG).
Variación por segmento
El crecimiento de la agropecuaria (15,2%) fue determinado por la recomposición parcial de la producción agrícola tras los impactos de la sequía de 2022. Los cultivos de soja y maíz impulsaron la expansión. El sector aumentó su participación en el Valor Agregado Bruto (VAB) de la economía de Rio Grande do Sul, pasando de 8,6% en 2022 a 8,8% en 2023.
En la industria, el resultado negativo reflejó la caída de 6,8% en la industria de transformación y de 2,5% en la construcción, a pesar de los resultados positivos en electricidad y gas, agua, alcantarillado, gestión de residuos y descontaminación (8,7%), y en la industria extractiva (2,0%). La participación del sector en el VAB estadual pasó de 26,7% a 26,5%.
El sector de servicios, que representa el 64,7% del VAB estadual, presentó crecimiento en todas sus actividades, con destaque para otros servicios (+7,7%), actividades financieras, de seguros y servicios relacionados (+6,6%), además de información y comunicación (3,8%).
El PIB per cápita de Rio Grande do Sul fue de R$ 59.736,20 en 2023, un valor 10,9% superior al promedio nacional (R$ 53.886,67). El dato posiciona al Estado en el séptimo lugar entre las Unidades de la Federación, detrás de Distrito Federal, São Paulo, Mato Grosso, Rio de Janeiro, Santa Catarina y Mato Grosso do Sul.
El Plan de Desarrollo Económico, Inclusivo y Sostenible de Río Grande do Sul, que el pasado jueves 30 de octubre cumplió un año desde su lanzamiento, se ha consolidado como un hito en la transformación de la economía del Estado. Con foco en el crecimiento sustentable y la innovación, el programa ya muestra impactos positivos en diversos sectores, posicionando a Río Grande do Sul como referencia nacional en desarrollo regional.
Para el secretario de Desarrollo Económico, Ernani Polo, al haber sido concebido como una política de Estado, el plan trasciende gobiernos y garantiza continuidad en las acciones estructurales.
“Esa visión de largo plazo es esencial para consolidar un entorno de negocios estable y atractivo, promoviendo un desarrollo económico que reduzca las disparidades regionales y refuerce la responsabilidad ambiental”, destacó.
Desde su formulación, el plan se distingue por una metodología integrada y participativa, que involucró a más de 500 representantes del sector público, privado y académico, garantizando una escucha activa y diversa de ideas para potenciar el crecimiento. Hasta ahora, Río Grande do Sul nunca había contado con un plan económico tan debatido y con tanta amplitud de actores en su diseño.
Estrategias que ya muestran resultados
Desburocratización y agilidad para nuevos negocios. El Estado alcanzó récords consecutivos en la apertura de empresas, mostrando que la mejora del clima de negocios —uno de los pilares del Plan— ya es una realidad. En el primer semestre de 2025 se registró el mayor número de nuevas empresas para ese período desde 2003.
Impulso a cadenas productivas estratégicas. El Plan fomenta, mediante programas y alianzas, sectores con alto potencial de innovación: agroindustria, tecnología, salud, energías renovables e industria creativa. Gracias a este enfoque, Río Grande do Sul mantiene por segundo año consecutivo el primer lugar en innovación en el Ranking de Competitividad de los Estados del Centro de Liderança Pública (CLP), incluso tras las inundaciones.
Ambiente de negocios más confiable. El Plan promueve buenas prácticas de gobernanza y gestión, lo que eleva la previsibilidad y seguridad jurídica para los inversores. Esto ha sido clave para atraer compañías nacionales e internacionales como Scala, Club Med y Meta, que eligieron al Estado para nuevos proyectos.
Difusión y articulación. Charlas y conferencias en todo Río Grande do Sul difunden los objetivos del Plan entre gobiernos municipales y el sector privado. También se lo presenta en eventos nacionales e internacionales, proyectando la imagen de un Estado con gestión estratégica y visión de futuro.Los efectos de estas políticas se reflejan en un aumento del 18% en el empleo formal entre enero y septiembre de 2025 —equivalente a 78 mil nuevos puestos de trabajo—, en la atracción de inversiones y en la formalización de alianzas con empresas, entidades y gobiernos. Entre ellas se destacan el acuerdo entre InvestRS y la Malaysia Digital Economy Corporation, para explorar oportunidades en tecnología, y el memorando de entendimiento con la provincia de Biobío (Chile), para promover intercambios económicos, culturales, educativos y ambientales.
En mayo de 2025, el gobernador Eduardo Leite se reunió con ejecutivos de Meta y V.tal, cuando se anunció que Río Grande do Sul será el primer estado del sur de Brasil en recibir un cable submarino de conexión internacional. La expansión del cable Malbec representa un salto histórico en la infraestructura digital del Estado y convierte a Porto Alegre en un nuevo hub de conectividad de América del Sur.
El Plan también fortalece la imagen de Río Grande do Sul como un Estado preparado para los desafíos de la nueva economía, con énfasis en sustentabilidad, innovación e inclusión social. A partir de los resultados alcanzados, el Plan de Desarrollo Económico del RS se consolida como modelo para otras provincias y un ejemplo de cómo la planificación estratégica, la participación social y la innovación pueden transformar realidades.
La Agencia Brasileña de Promoción de Exportaciones e Inversiones (ApexBrasil) lanzó el estudio “Oportunidades de Exportación e Inversiones – Río Grande do Sul”, que forma parte del ciclo de estudios de otros estados. El trabajo destaca al sector agropecuario como responsable del superávit de la balanza comercial del estado.
“Entre 2019 y 2024, los principales sectores de exportación de Río Grande do Sul estuvieron vinculados a la soja, el tabaco, las carnes y la celulosa. En 2024, los diez principales sectores representaron el 62,6% del total exportado, destacándose la soja, responsable del 20,9% de las exportaciones en el período”, señala el estudio.
Principales productos exportados
Entre los principales embarques del estado figuran productos agropecuarios:
Soja: 20,9% del total exportado.
Tabaco: 11,5%.
Harina de soja: 7,2%.
Carne de aves: 5,5%.
Celulosa: 4,6%.
El mapa de oportunidades de ApexBrasil identificó 11.327 oportunidades de exportación en 169 sectores, con especial foco en maquinarias agrícolas, herramientas manuales o mecánicas, calzados, harinas de soja, carne aviar y celulosa.
“El principal y más importante sector, la soja, representó el 20,9% de las exportaciones del estado. Este sector mostró un crecimiento del 12,5% en el último año (2023-2024) y una expansión media anual del 2,1% entre 2019 y 2024”, detalla el documento.
“El segundo sector más importante, el del tabaco desvenado o sin nervaduras, representó el 11,5% de las exportaciones estatales en 2024. Al igual que la soja, este segmento también exhibió un crecimiento significativo: +10,6% entre 2023 y 2024, y una expansión media anual del 9,1% desde 2019”, añade.
El agro impulsa el superávit
El estudio destaca que la balanza comercial de Río Grande do Sul entre 2014 y 2024 se caracterizó por superávits “continuos y significativos”, aunque con cierta volatilidad a lo largo de los años. El mayor superávit se registró en 2021, con 9.400 millones de dólares, seguido de una caída en 2022 a 6.600 millones, pero luego la balanza retomó la senda de crecimiento hasta alcanzar 9.000 millones de dólares en 2024.
“Este escenario superavitario se sostiene gracias al perfil exportador del estado, liderado por sectores del agronegocio, como los de soja, tabaco, harina de soja y otros alimentos para animales”, aclara el informe.
Principales destinos
China se consolidó como principal socio comercial de Río Grande do Sul en 2024, absorbiendo 26,2% del total exportado, con un crecimiento medio anual estable de 0,4% entre 2019 y 2024. En segundo lugar se ubicaron los Estados Unidos, con 8,4% del total exportado y un crecimiento medio anual de 4,7% en el mismo período.
Las exportaciones hacia China son principalmente de soja, mientras que las ventas a Estados Unidos son más diversificadas: tabaco, armas y municiones, celulosa y calzados.
Otros socios relevantes incluyen:
Bélgica, con foco en el tabaco.
Corea del Sur, que importa principalmente harina de soja y secadores centrífugos.
“Para los principales países asiáticos listados, especialmente China y Vietnam, los sectores con mayor valor exportado están estrechamente ligados al agronegocio: soja, harina de soja, trigo y tabaco”, agrega ApexBrasil.
Conclusiones
En sus conclusiones, el estudio reafirma la importancia estructural del agronegocio: “La consolidación de sectores tradicionales como carnes, celulosa y calzados sigue siendo una tendencia central”, explica.
“Las exportaciones de carnes —de pollo y de cerdo— crecieron entre 2019 y 2024, aunque registraron una leve retracción en la comparación 2024-2023, lo que señala la necesidad de fortalecer el posicionamiento de estos productos gaúchos”, añade.
Los sectores de celulosa y calzado, además de estar entre los principales productos exportados, también presentan un alto número de oportunidades: 56 y 411, respectivamente.
Caída en 2025
Según la Federación de Agricultura del Estado de Río Grande do Sul (Farsul), las exportaciones agropecuarias del estado entre enero y septiembre de 2025 totalizaron 10.600 millones de dólares, un 2,6% menos que en el mismo período del año anterior.
Desglose por rubro:
Complejo soja: USD 3.462 millones (-16% interanual).
Carnes bovina, porcina y aviar: USD 1.908 millones (+14%).
Tabaco y derivados: USD 2.103 millones (+13%).
Productos forestales: USD 1.056 millones (-15%).
Cereales (maíz, arroz y trigo): USD 852 millones (+2%).
Entre ellos, destaca el maíz, con un aumento del 1.064%, pasando de 15,9 millones a 185,2 millones de dólares.
Porto Alegre, RS. Rio Grande do Sul se consolida como un pilar fundamental en la silvicultura brasileña, según el reciente informe presentado por la Asociación Gaúcha de Empresas Forestales (Ageflor) en el evento Florestas Tchê. Con 974 mil hectáreas de bosques plantados, el estado se posiciona como el sexto mayor del país, evidenciando un sector en constante expansión y evolución.
El estudio, realizado con mapeo satelital por la consultora Canopy, revela la presencia de bosques plantados en los 497 municipios gaúchos. El eucalipto lidera con presencia en todos ellos, seguido por el pino en 369 y la acacia negra en 120. Sin embargo, la distribución es desigual: el 48,7% del área forestal se concentra en 25 municipios, destacando Encruzilhada do Sul, São Francisco de Paula y Piratini.
Eucalipto, el rey verde:
El eucalipto se erige como la especie dominante, ocupando el 63,3% de los cultivos forestales, unas 617 mil hectáreas. El pino le sigue con un 29,5%, unas 287 mil hectáreas, mientras que la acacia negra, exclusiva de Rio Grande do Sul, representa el 6,9%, unas 67 mil hectáreas.
Más allá de las cifras, el sector forestal desempeña un papel crucial en la economía y el medio ambiente del estado. La generación de empleo, la producción de madera y celulosa, y la captura de carbono son solo algunos de los beneficios que aporta.
A pesar del crecimiento, el sector enfrenta desafíos como la gestión sostenible de los recursos, la diversificación de especies y la adaptación al cambio climático. Sin embargo, el potencial es innegable, y Rio Grande do Sul se perfila como un referente en la silvicultura del futuro.
Por Sílvia Lisboa. Roselei dos Santos Porto tardó 15 días en atreverse a volver a sus campos, sumergidos por las inundaciones que en mayo afectaron a casi todo el estado de Rio Grande do Sul.
Esta agricultora de 44 años había conseguido volver a su casa de Eldorado do Sul, en las afueras de Porto Alegre, la capital del estado más meridional de Brasil. Pero no tenía fuerzas para ir a donde la tierra negra y compacta se había apoderado de lo que antes era una colorida plantación de hortalizas, legumbres y tubérculos.
Cuando decidió inspeccionar por fin sus campos el viernes 1 de junio, acompañada por una reportera de Dialogue Earth, Porto lloró. “Los viernes era el día de llenar el camión de verduras para el mercado”, recuerda.
Roselei dos Santos Porto regresó por primera vez a su granja de Eldorado do Sul, en las afueras de Porto Alegre, 15 días después de las inundaciones (Imagen: Anna Ortega / Dialogue Earth)Campos desiertos en el asentamiento de Oporto, donde antes crecían verduras y legumbres orgánicas. En los bordes del campo, las marcas en los árboles muestran la profundidad de las inundaciones (Imagen: Anna Ortega / Dialogue Earth)
La inundación no dejó rastro de la plantación orgánica de su familia. Los árboles de hierba de elefante que rodean el jardín, de unos tres metros de altura, llevaban la marca de las inundaciones: solo las copas permanecían verdes.
Las inundaciones fueron consideradas la peor catástrofe medioambiental de la historia de Rio Grande do Sul. Las lluvias torrenciales comenzaron a finales de abril y persistieron durante casi un mes y medio, provocando el desbordamiento de ríos, el derrumbe de laderas e inundaciones en ciudades situadas en llanuras, especialmente en el valle de Taquari, en el interior del estado, y en el área metropolitana de Porto Alegre. A principios de julio había al menos 180 muertos, y más de 30 personas seguían desaparecidas.
El asentamiento en el que vive Porto es uno de los muchos que hay en Brasil pertenecientes u ocupados por el Movimiento de los Sin Tierra (MST), un movimiento de reforma agraria que se calcula que cuenta con más de 1,5 millones de miembros. En el área metropolitana de Porto Alegre, las inundaciones han provocado que más de 170 familias de los asentamientos del MST hayan perdido toda su cosecha. La crecida del río Jacuí, que atraviesa Eldorado do Sul, acabó con las instalaciones de una de esas cooperativas de trabajadores, así como con la maquinaria de Pão na Terra, una productora de pan, pasteles y galletas orgánicas fundada en un asentamiento.
En una instalación del Movimiento de los Sin Tierra (MST) en Eldorado do Sul, se destruyeron gran parte de los alimentos, incluidos arroz y frijoles (Imagen: Rafa Dotti / MST)
En una instalación del Movimiento de los Sin Tierra (MST) en Eldorado do Sul, se destruyeron gran parte de los alimentos, incluidos arroz y frijoles (Imagen: Rafa Dotti / MST)
Miembros de la cooperativa MST limpian envases de vidrio para intentar salvarlos. La profundidad alcanzada por la inundación aún puede verse a través de marcas en las paredes de las instalaciones (Imagen: Rafa Dotti / MST)
Miembros de la cooperativa MST limpian envases de vidrio para intentar salvarlos. La profundidad alcanzada por la inundación aún puede verse a través de marcas en las paredes de las instalaciones (Imagen: Rafa Dotti / MST)
En los seis asentamientos del MST afectados, se destruyeron más de 2.300 hectáreas de cultivos de arroz, por un total de más de 10 millones de BRL (1,8 millones de USD) en daños, según cifras preliminares del MST.
Rio Grande do Sul, uno de los mayores productores agrícolas de Brasil y el principal productor de arroz, ha estado en primera línea de la crisis climática en los últimos años: este es el séptimo acontecimiento extremo desde 2020. A los largos periodos de sequía de tres años consecutivos han seguido inundaciones que, en conjunto, han creado condiciones muy difíciles para la agricultura.
Pero las repercusiones se han dejado sentir incluso durante más tiempo en el estado. “Desde 2005, cada cuatro años hemos tenido que empezar de nuevo”, afirma Marcia Riva, una de las fundadoras de Pão na Terra. Además de la inundación de su cocina industrial, Riva perdió su propia cosecha de hongos shimeji.
Marcia Riva, fundadora de la panadería orgánica Pão na Terra, sostiene a su gato, que se perdió durante las inundaciones. En el asentamiento del MST donde se encuentra su negocio se perdieron muchos animales, sobre todo gallinas, vacas y perros (Imagen: Anna Ortega / Dialogue Earth)
Marcia Riva, fundadora de la panadería orgánica Pão na Terra, sostiene a su gato, que se perdió durante las inundaciones. En el asentamiento del MST donde se encuentra su negocio se perdieron muchos animales, sobre todo gallinas, vacas y perros (Imagen: Anna Ortega / Dialogue Earth)
Las investigaciones apuntan a que el cambio climático puede estar provocando una intensificación de los fenómenos de El Niño y La Niña, los patrones meteorológicos que surgen como resultado de cambios en las temperaturas del Océano Pacífico, episodios recientes que han tenido efectos devastadores en Rio Grande do Sul. Un reciente estudio realizado por investigadores de cinco países muestra que el calentamiento global ha duplicado las probabilidades de fuertes lluvias en un corto espacio de tiempo en el estado.
Las graves sequías de 2020 a 2023 estuvieron influidas por La Niña, que también afectó a los vecinos Argentina y Uruguay. El año pasado, con la llegada del patrón de El Niño, hubo tres inundaciones: en junio, septiembre y noviembre, que dejaron más de 70 muertos, la mayoría en los valles de Taquari y Caí, también en el centro de Rio Grande do Sul.
Los agricultores resisten
A lo largo de tres días, Dialogue Earth recorrió cinco ciudades del estado de Rio Grande do Sul para conocer el impacto de los extremos climáticos en los pequeños productores. A pesar de la conmoción más reciente, la mayoría afirma que no quiere renunciar a la agricultura, pero espera contar con apoyo público para seguir trabajando la tierra.
En la carretera al valle de Taquari, en Rio Grande do Sul, se ven muchos cultivos devastados. Las inundaciones afectaron al 56% de las 365.000 propiedades rurales del estado (Imagen: Anna Ortega / Dialogue Earth)
Actualmente se está debatiendo en el Congreso nacional una propuesta de ley para ampliar los plazos de las deudas de los productores afectados por las inundaciones. Además, el Ministerio de Desarrollo Agrario ha anunciado un fondo de 600 millones de BRL (110 millones de USD) para que los damnificados puedan acceder a líneas de crédito federales.
El 3 de julio, el gobierno federal también anunció incentivos para los productores rurales, como hace todos los años con su plan agrícola anual, el Plan Safra. Pero esta vez se destinaron más de 400.000 millones de BRL (73 millones de USD) a los grandes y medianos productores del país, casi cuatro veces más que a las explotaciones familiares, que recibirán 86 mil millones de BRL (15,8 mil millones de USD).
“Para sorpresa de nadie, la cantidad asignada a la agricultura familiar sigue siendo enormemente desigual a la asignada a la agroindustria. No es justo”, declaró Mariana Campos, coordinadora de agroecología de Greenpeace Brasil, en un comunicado en respuesta al plan.
Las inundaciones afectaron al 56% de las 365.000 propiedades rurales de Rio Grande do Sul. Emater, la agencia federal de asistencia técnica rural, señala que los daños son más pronunciados en zonas donde predomina la agricultura familiar, como la región metropolitana y los valles de Taquari y Caí.
Roca Sales, en el valle de Taquari, ha sufrido cuatro grandes inundaciones en los últimos diez meses. Las medidas del gobierno federal en respuesta a estos acontecimientos pueden no ser suficientes para reconstruir la agricultura en Rio Grande do Sul, según los expertos (Imagen: Anna Ortega / Dialogue Earth)
Sin embargo, las medidas del gobierno federal pueden no ser suficientes para reconstruir la agricultura en Rio Grande do Sul, que ya se enfrenta a un intenso éxodo rural y a la jubilación de su mano de obra. Según los informes, más de la mitad de las explotaciones agrícolas del estado están dirigidas por personas mayores de 55 años.
Los censos agrarios muestran que la agricultura familiar ya está perdiendo terreno. El número de pequeñas propiedades de este sector pasó de unas 378.000 en 2006 a 294.000 en 2017, el más reciente, lo que supone un descenso del 22%.
“Sin una política pública de condonación de la deuda y financiación [con una ampliación del período de gracia] y tipos de interés bajos, muchos no volverán a la producción, ni habrá un estímulo a la sucesión”, dijo el ingeniero forestal Ernestino Guarino, investigador de Embrapa, una agencia del gobierno federal centrada en la innovación agrícola.
Embrapa ha creado una plataforma para estimar los impactos y proponer un nuevo modelo de agricultura más resiliente al clima. Pero Guarino dice que “los próximos meses serán decisivos” para saber si la actividad perderá aún más terreno, y eso dependerá de las medidas que se tomen.
Hay consenso entre los expertos entrevistados por Dialogue Earth en que es necesario corregir las desigualdades de financiación entre pequeños y grandes productores, que tienen más fácil acceso al crédito, incentivar la recuperación de áreas degradadas y la adopción de prácticas sostenibles, así como reforzar las agencias de apoyo como Emater y Embrapa. Sin esta combinación, afirman, los productores no se recuperarán de este último revés.
“Es necesario impulsar un nuevo modelo de producción agroecológica, respetuoso con la legislación medioambiental, que recompense económicamente al agricultor que preserva”, afirma Sérgio Schneider, profesor de posgrado en desarrollo rural de la Universidad Federal de Rio Grande do Sul (UFRGS) y consultor de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación.
El agrónomo Pedro Selbach, profesor del departamento de suelos de la UFRGS, junto con otros colegas de la universidad, estimó en 19.400 millones de BRL (3.500 millones de USD) el impacto inmediato de las inundaciones de 2024 en la agricultura familiar, debido a la pérdida de cosechas y de producción. Los impactos de las pérdidas de fertilidad del suelo se estimaron en más de 6.000 millones de BRL (1.100 millones de USD), y es probable que estos cambios tengan efectos más duraderos y perjudiciales a largo plazo.
En muchas zonas, la fuerza de las lluvias afectó la capa arable de los suelos o modificó completamente sus propiedades, afirma el agrónomo Pedro Selbach (Imagen: Anna Ortega / Dialogue Earth)
“Se produjeron graves daños en las características físicas, químicas y biológicas de los suelos”, dijo Selbach, explicando que la fuerza del aguacero se llevó su capa cultivable o modificó por completo sus propiedades en zonas que estuvieron inundadas durante semanas. “Muchas zonas que eran cultivables ya no lo son, algunas pueden tardar 400 años en recuperarse”.
Un estudio realizado por Cleberton Bianchini, del Movimiento Pro-Bosques Ribereños del Valle del Taquari, ha puesto de manifiesto una intensa destrucción de las áreas de preservación permanente (APP), que protegen, según la legislación nacional, la vegetación próxima a los cursos de agua. Según los informes, más de la mitad de las APP situadas en las orillas de 140 kilómetros del río Taquari, que atraviesa la región, se han convertido en pastizales, plantaciones o infraestructuras urbanas, en algunos casos, antes de que se incorporara la protección en 2012.
Además, de 1985 a 2022, el estado perdió el 22% de su vegetación autóctona, y un tercio de esta destrucción se produjo en la cuenca del lago Guaíba, sobre el que se asienta Porto Alegre, y que se extiende hacia el sur por varias ciudades. En el mismo periodo, aumentaron la producción de soja, la silvicultura y el área urbanizada. Un estudio preliminar de Selbach y sus colegas evaluó la relación entre deforestación e inundaciones. Si se hubieran conservado las orillas del lago Guaíba, el estudio calcula que el nivel de los ríos habría sido hasta 1,5 metros más bajo, lo que podría haber evitado la reciente inundación de Porto Alegre, donde la mitad de los barrios quedaron sumergidos.
Barro y piedras en las plantaciones
En Muçum, en el valle de Taquari, el desbordamiento sin precedentes del río Guaporé devastó la propiedad de la familia Canal, que cultiva heno desde hace más de 40 años. Los 748 milímetros de lluvia caídos en tres días a finales de abril, más de cinco veces la media de todo el mes, provocaron el deslizamiento de rocas desde las colinas, cubriendo una presa y parte de los campos de la familia. “Si no hubiera piedras, sería barro”, dice Ezequiel Canal, de 32 años, señalando su presa enterrada.
Izair (izquierda) y Ezequiel Canal (derecha), padre e hijo, caminan por su propiedad, donde un desprendimiento de rocas de las colinas cubrió parte del campo de la familia. Tras haber sufrido tres inundaciones, ahora planean abandonar sus tierras (Imagen: Anna Ortega / Dialogue Earth)
El aguacero se llevó 340 bolas de heno, lo que supuso una pérdida de 165.000 BRL (30.000 USD) para la familia. Irónicamente, también destruyó su sistema de riego subterráneo, importado de Israel por 250.000 BRL (46.000 USD) para protegerse de la sequía, pero que nunca se utilizó. “Durante la sequía, pasamos tres años ganando un 40% menos cada año”, afirma.
Adair José Villa, presidente del Sindicato de Trabajadores Rurales de Muçum, añade: “Un día de inundaciones ha echado a perder más de tres años de sequía”.
De pie sobre las rocas, junto a un cobertizo de aluminio con el tejado retorcido por el torrente, Ezequiel y su padre Izair, de 65 años, dicen que piensan abandonar su tierra. “Se puede sobrevivir a una inundación, pero no a tres”, dice Izair, que vivió su primera inundación hace menos de un año. Esta vez, él y su mujer Ana se refugiaron durante día y medio dentro de la retroexcavadora de una excavadora a la espera de ser rescatados, mientras veían cómo su propiedad quedaba sumergida.
A unos 15 kilómetros al sur de Muçum, el municipio de Encantado también sufrió el desbordamiento de arroyos como el Jacarezinho, que aisló a una comunidad rural ocupada por pequeños productores de leche y cerdos.
Mauro Vieira Marques, agricultor del municipio de Encantado, entre los escombros de dos cobertizos destruidos en su propiedad. Él y su mujer se dedicaban a la producción artesanal de quesos y huevos, así como al cultivo de frutas y hortalizas (Imagen: Anna Ortega / Dialogue Earth)
Mauro Vieira Marques, de 65 años, perdió dos vacas lecheras, dos bueyes y 150 pollos y gallinas jóvenes, arrastrados por la corriente. De todo su ganado, solo quedó una vaca.
El granjero y su mujer, Ivete Justina, regentaban una finca de media hectárea donde producían quesos artesanales y huevos, además de cultivar frutas y verduras. “Ni siquiera quedan árboles frutales”, dice Mauro, mirando hacia una llanura pelada.
Cuando nos encontramos, Mauro estaba entre los escombros de lo que quedaba de dos pequeños cobertizos, que albergaban congeladores para almacenar queso, un tambor de leche y una pajarera. “Esto era un paraíso, ahora parece que ha estallado una bomba”, añadió.
Los dos hijos de la pareja viven lejos. “Insisten en que nos vayamos, pero nuestra vida está aquí”, afirma. Mauro e Ivete pretenden reconstruir su casa en un terreno más alto y empezar de nuevo poco a poco, aunque siguen con el corazón roto. “¿Cómo vamos a quedarnos si el río ya ni siquiera tiene cauce?”, dice mirando un arroyo que ahora parece una zona inundada sin forma definida.
Las calles de Encantado están llenas de muebles y colchones secándose. Muchas familias de productores del valle desean quedarse en la zona, pero describen grandes pérdidas (Imagen: Anna Ortega / Dialogue Earth)
A tres kilómetros de la propiedad de la pareja, la familia Gonzatti sintió los efectos de la inundación a pesar de vivir en las montañas. Los desprendimientos salvaron a sus más de 1.100 cerdos, pero aislaron su propiedad durante 18 días, dejándola sin electricidad ni agua. La situación obligó a los hermanos Josué y Jonathan a caminar cuatro kilómetros diarios para alimentar a los animales con el poco pienso que les quedaba.
La familia Lorenzon, criadora de cerdos desde hace tres generaciones, también sufrió pérdidas. La inundación se produjo justo cuando estaban cargando cerdos en un camión para sacrificarlos, y el derrumbe de una barrera impidió el transporte. Tampoco había forma de comprar más pienso, y las existencias eran escasas. “Tuvimos que racionar el pienso y perdimos 13 animales”, explica Gustavo Lorenzon.
Desde que decidió seguir la tradición familiar en 2021, Lorenzon, de 37 años, ha sufrido sequías e inundaciones, así como el elevado precio de los cereales utilizados para alimentar a los cerdos. La pandemia de Covid-19, los impactos de la guerra en Ucrania y las sequías han provocado que el precio del maíz se duplique temporalmente y el de la soja aumente un 60%.
“Queremos seguir en el negocio, es nuestra vocación, pero estamos muy a merced del tiempo”, dijo el criador de cerdos.
Vanusa Kaiper, pescadora y residente del barrio de Arquipélago, contempla la ciudad de Porto Alegre a través del lago Guaíba. Su casa sufrió daños y perdió material de trabajo, como redes de pesca, en las inundaciones (Imagen: Anna Ortega / Dialogue Earth)
A mediados de junio, algunos productores seguían sin poder regresar a sus casas, que permanecían inundadas. Era el caso de Vanusa e Isaías Kaiper, pescadores y vecinos del barrio de Arquipélago, en la zona metropolitana de Porto Alegre. Llevaban dos meses sin pescar en el lago Guaíba. “Los peces están contaminados por comer animales muertos y basura”, dijo Isaías a Dialogue Earth en junio. “Ahora no podemos pescar, tenemos que esperar”.
Aun así, las inundaciones no le preocupan tanto como la sequía, que en 2022 provocó la desaparición de los peces. “Tuvimos que comprar pescado para revenderlo”, explica.
Pero la pareja no piensa rendirse, a pesar de las adversas condiciones meteorológicas. “Nuestra vida está aquí, hemos criado a nuestras hijas con la pesca y vamos a seguir”, afirma Vanusa.
Los reclamos se acumulan
En una de las mesas de la oficina de Emater en Encantado, una bandeja de papeles de casi un metro de largo revela la dimensión del problema de la continuidad de la agricultura: son casos de Proagro, una especie de seguro emitido por el gobierno federal para suspender las obligaciones financieras en caso de fenómenos naturales.
“Hasta 2013, los agricultores de la región ni siquiera sabían lo que era Proagro”, afirma el ingeniero agrónomo Eduardo Mariotti Gonçalves, responsable de prestar asistencia técnica a 300 propiedades rurales del municipio. Ahora, dice, “apenas dan abasto” con el número de solicitudes e inspecciones para obtener el seguro.
Para tener derecho a Proagro, los productores deben plantar de acuerdo con la Zonificación Agrícola de Riesgo Climático (Zarc), una directriz cartográfica del gobierno federal que indica los riesgos y los cultivos apropiados para cada zona. Si un productor planta fuera de los límites de la Zarc, no tiene derecho al seguro. Pero a Gonçalves le preocupa especialmente la oferta de seguros después de tantas catástrofes.
Tras las inundaciones de mayo, se prevé que Rio Grande do Sul afronte un segundo semestre más seco, con la llegada de otro periodo de La Niña. Pero el riesgo de inundaciones podría volver a partir de 2025, según el Centro Nacional de Vigilancia y Alerta de Catástrofes Naturales. “Más que nunca, los agricultores tendrán que tomar sus decisiones en función del clima”, afirma Pedro Selbach.