F-F perfora el techo K

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 La fórmula Fernández – Fernández es el fruto de la decisión de una persona, Cristina. Así lo han expuesto los propios protagonistas. A la hora de especular sobre las posibles motivaciones del proceso decisorio, hay una que se destaca en lo inmediato: el corrimiento al centro de CFK morigera -en parte, al menos- algunas las tensiones y los temores que la hipótesis de su retorno generaba en factores de poder que podían enfrentarla. En ese conjunto están el FMI, los tenedores de bonos, el Grupo Clarín, la clase media argentina y unos cuantos gobernadores justicialistas. Los enemigos del kirchnerismo pueden sentarse a conversar con Alberto Fernández, el referente del nestorismo moderado.
 En la personalidad política del elegido hay algunas propiedades que lo hacen, también, distinto pero aceptable. Aceptable para ella. Alberto Fernández no es el único emergente de la experiencia política y gubernamental del nestorismo que se apartó en un marco de disidencia. Martín Lousteau, Sergio Massa, Felipe Solá, Roberto Lavagna, Julio Cobos, Graciela Ocaña, Miguel Pichetto y tantos más hoy son quienes son gracias al rol que jugaron en aquellos años dominados por Néstor y Cristina Kirchner. Pero el nuevo precandidato presidencial nunca llegó a tanto. Expresó sus críticas al segundo gobierno de CFK tan explícita y detalladamente como los anteriores. Con el agregado de que fue quien más cerca estuvo del matrimonio, y por ende el que más supo de sus falencias. La mesa chica tripartita del primer kirchnerismo fueron Néstor, Cristina y Alberto. Ni las manos derechas llegadas desde Santa Cruz, como De Vido o Zanini, formaron parte como él de ese entretejido inicial. Alberto Fernández operaba en y desde Buenos Aires. Había sido legislador porteño, funcionario bonaerense con Duhalde y jefe de la campaña presidencial de 2003. Y un reclutador de recursos humanos para la formación del primer gobierno k.
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Tal vez por esa pertenencia, o por otras razones a revelar, el poskirchnerismo de Alberto Fernández quedó como en un limbo. Los otros se reubicaron mejor. Cobos y Ocaña recordaron sus identidades previas y terminaron en Cambiemos. Massa y Lavagna formaron sus propios espacios y fueron candidatos presidenciales. Solá y su amigo Lousteau ensayaron diferentes tipos de alianzas, que incluyeron -sin mucha convicción- al propio Macri. Pero Alberto Fernández nunca dejó de ser el de su propia biografía. Se propuso integrar el Frente Renovador de Sergio Massa y fue como un elemento extraño, resistido. Esos intentos fallidos de reconversión terminaron siendo un activo para él. En ningún momento negó de dónde venía ni se arrepintió. Si hubiera cruzado demasiado la vereda, tal vez la fórmula F-F no sería hoy posible.

La política no es el plano árido del trueque y la planilla de excel que nos quieren vender. Es una relación social atravesada por personalidades, egos y lastimaduras. La lealtad cimenta la confianza pero también es un sentimiento muy potente. En todos estos años de cadalso y judicialización, Cristina Kirchner nunca dejó de ser una figura central de la política argentina. Y seguramente sintió que estaba siendo sometida a algo injusto. Los ex funcionarios k que la vapulearon en público y sin otra necesidad que la de demostrarle a alguien que ya nada tenían que ver con aquél pasado quemaron demasiados puentes. Por supuesto que estamos en una era de la reconciliación, las sonrisas, los abrazos. Pero podría haber un límite en eso.
 Los que conocieron a Néstor Kirchner dicen que él sellaba las amistades después de una buena pelea. En algún momento su archinémesis santacruceña fue el ex gobernador Arturo Puricelli. Enemigos mortales. Y un buen día volvió, en forma de fichas (como funcionario del gobierno nacional en Seguridad y Defensa, para ser más precisos). No sabemos aún si Cristina Kirchner es capaz de esos recomenzares. Sería, sin duda, una virtud en los tiempos que corren. Se necesitan armadores de coaliciones.
 El experimento arrancó bien entre los gobernadores del peronismo. La mayoría saludó la fórmula F-F y los pocos que mantienen distancia son los que ahora menos la necesitan. Los que ya reeligieron (Schiaretti, los provinciales patagónicos) y los que no tienen reelección (Urtubey, quien además mantiene sus pretensiones presidenciales, probablemente apostando a una instalación a futuro). Y todo el sindicalismo (gordo y flaco) se entusiasmó con la fórmula, mucho más de lo que estaba con la presunta candidatura de CFK. Jefes políticos provinciales y sindicalistas forman parte de otro círculo, seguramente no rojo, que además de estar politizado tiene una muy buena capacidad de anticipar las tendencias de la política. La tercera vía se ha estrechado y el lugar de Massa queda por definirse. La fórmula F-F puede tener hoy los mismos votos que una F sola, pero cuenta con las condiciones para crecer. La unidad opositora avanzó; el proyecto Lavagna ahora piensa en cómo recoger los votos no peronistas desencantados de la economía de Cambiemos.

 
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Elecciones 2019: Un 61% de los electores votaría por un cambio en octubre

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La última encuesta de Gustavo Córdoba muestra que 23% de los electores votaría por la continuidad del actual gobierno, mientras que un 61% por un cambio. En tanto el principal problema sigue siendo la inflación.
Por noveno mes consecutivo, la inflación sigue visibilizado como el principal problema del país. Además, las perspectivas a futuro tampoco son Casi la mitad de los encuestados cree que la situación económica del país va a empeorar dentro de un año y uno de cada cinco afirmó que “seguirá igual de mal”.
Entre los problemas de los encuestados, los más importantes son los económicos. Más de un cuarto de la población considera que la inflación es el principal problema de la Argentina (lugar en el que está desde hace nueve meses), luego viene el endeudamiento y, en tercer lugar, el desempleo. Solo un 15,3% considera a la corrupción como el problema más importante del país.

La aprobación de la gestión bajó al 29%, mientras que el rechazo subió casi a un 70%. Sigue en aumento el pesimismo respecto a la marcha de la economía, también con casi un 70%.
La imagen positiva del Presidente Macri se ubica en torno al 31%, mientras su negativa ha superado el 63%. Se observa un diferencial negativo del 32%. María Eugenia Vidal registra cerca de un 50% de imagen negativa, mientras que la positiva es del 43%.
En el caso de Cristina Fernández posee un 47% de imagen positiva y un 45,6% de negativa. Se ha registrado una mejora en la imagen de Sergio Massa que llega al 32% mientras que la negativa es del 50%.
Juan Manuel Urtubey también ha mejorado registrando casi un 35% de imagen positiva, contra un 45% de imagen negativa. Roberto Lavagna registra casi un 42% de imagen positiva y un 37% de negativa.
Con respecto a las elecciones generales, se contemplaron tres escenarios distintos. En todos ellos Cristina Fernández de Kirchner supera a Macri por más de 10 puntos porcentuales (37% versus 27%). Alternativa Federal siempre está en el tercer puesto, pero tiene un mejor desempeño cuando el candidato es Roberto Lavagna, que alcanza casi el 15% del electorado. El número de indecisos es alto y se acerca al 20%.
En un balotaje, CFK se impondría sobre Mauricio Macri por unos 15 puntos porcencuales. Ella obtendría el 46,5% y él un 31%. Sin embargo, hay más de un 20% de personas aún indecisas. Lavagna también también superaría a Macri en caso de que ambos se enfrenten en un balotaje, pero por unos 10 puntos (en este caso, los indecisos superan el 35%). En el caso de Urtubey, no lograría alcanzar al actual Presidente, mientras que Sergio Massa sí le ganaría pero con menos ventaja que Lavagna. En un enfrentamiento entre este último y Cristina Kirchner, la expresidenta vencería con más de 20 puntos de ventaja.

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Urtubey solo ve a Lavagna como a “Menotti en la selección”

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Se viene la pelea electoral por ser la representación del peronismo en 2019 y en ese escenario aparecen varias figuras políticas que aspiran a la figura presidencial en oposición a Mauricio Macri. Massa y Urtubey, hoy día como aliados, no dudan en medirse en unas elecciones primarias abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO), mientras que Lavagna quiere consenso. Mientras tanto, Urtubey aprovechó el martes 29/01 para mandarle un mensaje a Roberto Lavagna y dijo que solo lo dentro del espacio político “como a Menotti en la Selección”, es decir, el gobernador no cree que el exministro sea candidato, como proponen algunos dirigentes.
Parece que la figura y aparición de Lavagna ha generado interna en el peronismo, se viene la pelea electoral y los precandidatos en ocasiones se cuestionan entre sí con el fin de hacer notar su postura sobre cuál debe ser el candidado que haga oposición a Mauricio Macri en las venideras elecciones de octubre de 2019.
Massa y Urtubey no temen en medirse en unas elecciones primarias abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO), pero Lavagna, (y ya con apoyo de un sector importante del sindicalismo argentino) seguramente buscará, lejos de presentarse en las PASO, un consenso para poder ser el candidato de Alternativa Federal.
Sin embargo, en la carrera por definir el candidato para la Casa Rosada, ya hay quienes mu estran su postura sobre quién debería ser el ideal. Urtubey por ejemplo, dijo hoy 29/01 que ve a Lavagna dentro del espacio político “como a Menotti en la Selección”. Con estas palabras, el gobernador dejó ver que no cree que el exministro sea candidato, como proponen algunos dirigentes.
Con sus declaraciones Urtubey sentó así su posición en la interna peronista sobre uno de los temas políticos más importantes (y misteriosos) del momento: la posible candidatura presidencial de Roberto Lavagna.
Esto de ver al ex ministro “como a Menotti en la Selección”, en otras palabras es verlo como la figura de asesor, en su caso por la experiencia en economía, pero de ninguna manera siendo protagonista central de la pelea.
El salteño asegura haber hablado con el economista y cree que su instalación se deb e más a un deseo de otros políticos como el expresidente Eduardo Duhalde, que a una posibilidad real. E insiste en que no lo ve al exministro, ya con 76 años, poniéndose una campaña al hombro o en el día a día de la gestión.
Además, Urtubey habló de avanzar en una construcción “lo más amplia posible, para tener volumen en las primarias y mostrarnos como una alternativa competitiva. Entre Cristina y Macri se llevan unos 55 puntos. Bueno, hay que conquistar la mayoría de esos 45 restantes y podemos ir a un balotaje”, dijo.
Respecto a la conformación del espacio, el gobernador tampoco descartó otro precandidato presidencial de perfil más progresista, como el santafesino Miguel Lifschitz. En cambio, fue escéptico sobre una posible llegada de Daniel Scioli: “Depende de él. Pero no sé por qué vendría ahora si él ya tuvo la oportunidad de diferenciarse en 2015 y se terminó pegando al kirchnerismo más duro”.
Respecto a Cristina, el gobernador minimizó parte de su potencial como candidata: “Mide muy bien en la tercera sección del Conurbano, pero tiene un techo bajo. Y no veo a la Argentina dispuesta a volver a elegirla”.

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