Turquía, al calor de las masas

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Miles y miles de turcos se movilizan hace más de una semana en su país, al menos en 55 de 81 distritos. Todos ellos con una misiva de descontento generalizado con el gobierno de Erdogan tras el arresto de Imamoglu, el alcalde de Estambul. Si bien hay acusaciones cruzadas de vínculos con el terrorismo hacia el opositor y de falta de libertad de expresión hacia el oficialista, lo cierto es que hay una idea más profunda acerca de la transformación que Erdogan necesita para generar su último gran cometido al frente de Turquía. 

Detención, “terrorismo” y a las calles 

Ekrem Imamoglu es el alcalde de Estambul, la ciudad más fuerte en términos históricos del país, el mismo fue arrestado arbitrariamente por las fuerzas de Erdogan el 19 de marzo, acusado de casos de corrupción y de lazos con el terrorismo. 

Cierto es que hace tiempo que el PKK o el brazo armado socialista kurdo es una piedra en el zapato para Erdogan, conocido es que son sus enemigos públicos Nº1, y que ha llevado una imperante gesta de confrontación, desde lo diplomático y cultural hasta lo coercitivo en términos de fuerza. Sin embargo, en el caso de Imamoglu, la cosa es más política que de terorrismo. 

El máximo opositor a Erdogan fue detenido por causas políticas. La popularidad de Imamoglu se disparó en los últimos años y además concentra el deseo de las zonas metropolitanas más fuertes de Turquía de afianzar la socialdemocracia y maximizar los esfuerzos por occidentalizarse. Además de ello, es un líder que responde con cierto humor en rueda de prensa, casi como tomándose a la ligera lo que sucedía (hasta su detención), con una manera descontracturada de vivir la política, algo que dista mucho del mandato férreo y autoritario de Erdogan. Sumado a ello, el presidente de Turquía está hace 22 años en el poder con su tercer mandato y, salvo una modificación o reforma constitucional, no podrá volver a ser presidente tras el 2028.

Otro suceso que demuestra que la detención de Imamoglu es política, da cuenta que había sido electo dentro de su partido como el único que lo encabezaría en las próximas elecciones presidenciales en Turquía. Allí, Erdogan vio materializado su mayor miedo de confrontación electoral. 

Su detención, lejos de sofocar todo intentó de rebelión institucional, generó una rebelión real en las calles, autoconvocados que saltaron como cuando le echan gasolina al fuego. En la redada donde atraparon a Imamoglu, fueron alrededor de 100 personas más las que cayeron en manos del régimen de Erdogan, entre ellos, políticos, empresarios y periodistas. En cuanto a las protestas que se extienden desde el 19 de marzo cual polvorín en la ex Constantinopla, ya son más de 1000 detenidos de distinta índole, dejando imágenes durísimas como la brava represión policial sin hastío hasta un singular hombre disfrazado de “Pikachu”, quien rápidamente se hizo viral y, sin querer queriendo, se convirtió en un símbolo que representa la lucha en las calles de Turquía. 

La táctica de Erdogan fue equivocada, y el “sultán del siglo XXI” pocas veces se equivoca. La arbitrariedad resulta difícil de digerir en una sociedad de la híper comunicación, en donde las voces viajan a la velocidad del click y replican fuertemente un relato en la propia comunidad local, nacional e internacional. Sumado esto a cierto descontento generalizado con un régimen turco que ya tiene más de 20 años en el poder. Sin embargo, hay algo más intrínseco que se hace ver entrelíneas y parece ser la propia explicación de estas decisiones de Erdogan. 

La islamización de Turquía 

La última gran jugada maestra que busca Recep Tayyip Erdogan es la de consolidar al Islam como religión oficial del Estado y que pase a ser un modelo teocrático. No quedan dudas de que la detención de Imamoglu está intrínsecamente relacionada a ello. 

El alcalde de Estambul en estado de detención es un fiel representante de la socialdemocracia y el modelo de occidentalización de Turquía y para Erdogan, su crecimiento de popularidad, es una amenaza directa a su último gran paso como presidente: islamizar a Turquía. 

Dicho país tiene mayoría musulmana, es algo innegable, sin embargo, su orden institucional indica que es un Estado laico. Esto es algo que se consolidó tras la fragmentación del viejo Imperio Otomano y con una serie de tratados que dieron un ordenamiento estatal y territorial, cuando la figura de Ataturk irrumpió para jactarse de consolidar los cimientos republicanos que marcaron el futuro turco. 

Erdogan busca cambiar eso. Desde su ascenso al poder demostró antipatía hacia la división de poderes y el occidentalismo en las formas políticos (más allá de qué forma parte de la OTAN). La transformación de Turquía en un Estado islámico responde a dos necesidades. Por un lado, la religiosa. Lisa y llanamente se consolidaría una expresión religiosa de las mayorías, pero el verdadero punto es el político. Erdogan sabe que con una teocracia o un Estado de carácter islámico, sumado a la posible aplicación de la ley de la sharia, su poder sería absoluto.  

Una de las tantas medidas que se pueden ver en estos modelos teocráticos del islam es la casi total supresión del modelo republicano, transformándose en una tiranía manejada por la casta política y la religiosa. Ejerciendo juzgados y aparatos de enjuiciamiento basados en la interpretación de la ley de la sharia, que no sería otra cosa que el personalismo autoritario puro disfrazado de religión. 

El mandato de Erdogan termina en 2028 y sabe que si intenta una reforma, el rechazo del pueblo turco será categórico, es por eso que apunta todos sus cañones hacia un giro brutal hacia la islamización que pueda cambiar las reglas del juego y lo consoliden en el poder casi de manera perpetua.

Tener ese hipotético poder le llevaría a poder dejar impune sus acometimientos, represiones, detenciones y persecuciones, por lo que sería beneficioso para su futuro político. Asimismo, sería la excusa perfecta para ejecutar un ataque sistemático y sin tener que poner ninguna excusa sobre los kurdos, esta nación que convive en el sur de Turquía y que, Erdogan ve en ellos, a sus rivales en la cohesión del pueblo turco. 

Es por esto que la detención del alcalde de Estambul es política pero no sólo por arrebatarle un cargo, sino porque Imamoglu representa a la república y es justamente el ente conceptual que Erdogan busca desaparecer para consolidar el paso final de Turquía a un Estado teocrático y su último cometido de ser, sin ningún tipo de tapujo, el nuevo sultán del mundo. 

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Las mil y una noches de Erdogan: Turquía frena la expansión de la OTAN

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La dinámica europea es absolutamente vertiginosa desde que explotó el conflicto armado provocado por la invasión de las tropas rusas en suelo ucraniano, y ante eso, muchos países del viejo continente comenzaron a (re)pensar sus políticas de seguridad nacional.

Finlandia y Suecia, junto a otros países nórdicos europeos, históricamente se han caracterizado por no resaltar militar ni armamentisticamente, aunque también gozan de una reserva bélica de importancia. Pero la creciente amenaza rusa llevó a estos países escandinavos a buscar el cobijo en la OTAN. Sin embargo, un actor inesperado le puso un dramatismo novelesco: Turquía. 

La decisión turca

Recep Tayyip Erdogan es el presidente de Turquía desde 2014, y uno de los líderes más importantes de la geopolítica global. Un hombre de decisiones políticas recias y hasta conservadoras, pero que logró transformar a Turquía es un verdadero termómetro de la política europea.

El veto turco en la OTAN, dado desde la voz y decisión de Erdogan y su mesa chica, lejos está de ser un mero capricho. Aquí se habla de una estrategia de suma importancia que Ankara debe sobrellevar en un contexto internacional complicado. En principio, hablamos de la necesidad imperiosa de Turquía de poder promoverse, a los ojos del resto de los países, como un mediador diplomático entre Ucrania y Rusia. El hecho que Finlandia y Suecia ingresen a la OTAN, simboliza un giro de 180 grados en la política europea, dada por el impensado robustecimiento de la Organización del Tratado del Atlántico Norte. Turquía dice no, porque pierde protagonismo escénico como epicentro de resolución del conflicto bélico más importante que afrontó Europa desde la descomposición de la ex Yugoslavia. 

Paralelamente a esta postura de Erdogan, es de suma importancia leer el discurso o la construcción de relatos que se engendran desde Turquía como un impedimento al ingreso de Finlandia y Suecia a la OTAN. En este sentido, se habla pura y exclusivamente de la presencia de diásporas kurdas que han sido refugiadas en los países nórdicos. Esta es una debilidad de Erdogan, y aún potenciada por la figura del PKK. Turquía es un país intercontinental con diversas problemáticas internas. 

¿Qué pasa en Turquía? 

El gobierno de Erdogan se ha caracterizado por el intento de tener un orden impermeable por ningún tipo de asociación que no sea el mismísimo Estado. En este sentido, los kurdos se transformaron en el chivo expiatorio de todas las políticas represoras de choque que Ankara ha llevado como estandarte en los últimos años. 

En este apartado cabe resaltar que los kurdos conforman una nación milenaria que busca la construcción de un Estado (Kurdistán) desde, por lo menos, la descomposición del Imperio Otomano luego de la Segunda Guerra Mundial. Esta nación se ubica, territorialmente, en partes de Siria, Irán, Irak y el sur de Turquía. Para este último país, la presencia kurda simboliza una piedra en el zapato.

Para la construcción de Estados fuertes, tener conflictos, pero sobre todo territoriales, con movimientos separatistas, son un escollo, y aún más para un país jactado de potencia emergente como la Turquía de Erdogan. En este punto, el problema no es meramente étnico, entendiendo que los kurdos no representan una abrumadora amenaza en cuanto a adhesión social. Sin embargo, es el partido político mayoritario el verdadero desafío de Ankara: el PKK.

El PKK es el Partido de los Trabajadores de Kurdistán, fundado en 1978 y en plena Guerra Fría. Este representante de los valores históricos de los kurdos tiene unas características de origen que son de vital molestia para Turquía. El PKK se define como un partido político socialista, antiimperialista, antioccidental, feminista y ecologista. Lejos de las prácticas o discursos progresistas promovidos por las clases medias en países capitalistas de Occidente, los kurdos que forman parte del PKK, viven de acuerdo a los valores que pregonan.

Desde 1978, la presencia del Partido de los Trabajadores de Kurdistán ha significado una representación radical de los kurdos en los países en donde han tenido presencia, aunque el histórico conflicto siempre se desató en el sur de Turquía. Aquí, cabe resaltar que ante el impedimento de formar parte de coaliciones políticas de representatividad en el seno de los países donde se ubicaría el territorio kurdo, han radicalizado sus acciones hasta el punto de llevar adelante una serie de atentados en formato de estrategia militar guerrillera. El Estado turco siempre los combatió y son el enemigo público número 1 de Erdogan.

Ante la militarización de las facciones de choque del PKK, las respuestas de diversos países han sido inmediatas. De hecho, prácticamente no hay países en el mundo que reconozcan la autonomía histórica de los kurdos, y, asimismo, los embanderados en defensa de los derechos humanos de los pueblos, devenidos en potencias mundiales, siempre han mirado al costado cuando de Kurdistán se habló.

Las razones de la persecución al PKK, más allá de la cuestión enquistada en la seguridad nacional, se basa también en las consecuencias del mismo. Primero, se trataría de la formación de un Estado de carácter socialista en una zona del mundo en donde ni siquiera la Unión Soviética en sus mejores años pudo penetrar con absoluta solvencia. Por otro lado, la mera formación estatal kurda en manos del PKK, significaría delegar las grandes rutas de gasoductos y oleoductos que parten desde Oriente hacia Europa, y allí, ni Irán, ni Irak, ni Siria, ni Turquía se quieren dar el lujo de perder. 

Los diversos confrontamientos civiles del PKK con el Estado de Turquía, como así también su efectivo combate contra las fuerzas de ISIS, promovieron una gran diáspora de kurdos en el mundo. Han buscado no solamente asilo político, sino también un lugar estable en donde desenvolverse, y allí, el norte de Europa se ha convertido en un lugar de características idílicas. Cabe recordar que hoy, los kurdos, tienen representación en el Parlamento turco, aunque prácticamente sin peso en la balanza política que determina el corpus de leyes en Turquía. 

Un largo camino al norte 

Hasta el día de hoy, se habla de 3 millones de kurdos en las diásporas, muchos de ellos en calidad de refugiados. Lógicamente, las crisis humanitarias generadas por contextos desfavorables como las guerras y conflagraciones, han acelerado la decisión de los habitantes de buscar lugares de confort y bienestar social.

Los diversos gobiernos de centroizquierda que han tenido lugar en Finlandia y en Suecia, sobre todo desde la década de los 70, y más en el siglo XXI, han promovido políticas migratorias que buscan acoger a aquellos quienes han padecido en zonas de gran conflictividad. En ese sentido, Suecia y Finlandia son La Meca para los kurdos que se escapan de Siria, Irán, Irak y Turquía. 

Sin embargo, en esas corrientes migratorias, se fugaron varias personas consideradas como criminales de guerra para Ankara y su necesidad de eliminación del “terrorismo”. Una de ellas es Salih Muslim, un kurdosirio que se encuentra refugiado en Suecia desde hace varios años.

Ahora bien, en el marco del “pretexto” turco, los estadounidenses y los europeos tienen una razón para el apoyo de la cuestión kurda, más allá de sus ideas radicalizadas, aunque han sido medianamente aminoradas casi relativamente con el mayor aumento de representatividad diplomática y gubernamental de los kurdos en Turquía y Siria. El YPG (Unidades de Protección Popular), en su facción miliciana y guerrillera, han sido de vital ayuda en el combate contra ISIS y Estado Islámico en la zona en cuestión. Si bien, el islam es la religión mayoritaria en la nación kurda, gran parte de ellos no comparte las ideas del islamismo político propuesto por las células previamente nombradas. En este sentido, para Estados Unidos son vitales. Sin embargo, para Erdogan no es suficiente, entendiendo que el PKK y el YPG son exactamente lo mismo, ambas agrupaciones son consideradas terroristas. Desconexión con Europa. 

El jaque mate de Erdogan 

A simple vista, el viejo continente considera terrorista a uno (PKK) y como aliado al otro (YPG), pero para Ankara son lo mismo. 

Aquí hay que hilar fino y recordar que la política internacional es mucho más complicada de lo que parece. Erdogan busca posicionar las miradas y opiniones de la Organización del Tratado del Atlántico Norte por el simple hecho de que países como República Checa y Noruega, también miembros de la OTAN, han dejado de exportarle armas a Turquía para combatir al YPG. 

Aquí es donde aparece la jugada maestra de Erdogan: crear una crisis interna en la OTAN. Para ello, hay que partir de la premisa que Estados Unidos es el país más poderoso de esta alianza militar, y como tal, siempre tiene la última palabra, por sobre los trazos burocráticos. Por consiguiente, casi como si fuese un “niño malcriado”, el berrinche de Erdogan es para poder establecer un trato directo con Joe Biden y que Estados Unidos pueda seguir brindándole armas para su lucha interna contra las facciones consideradas terroristas. 

Por otro lado, para Biden es el momento perfecto de ser el cabecilla de la Organización del Tratado del Atlántico Norte que se agranda con dos colosos económicos como Suecia y Finlandia en sus filas. 

Es decir, el impedimento turco solo ralentiza los intereses nórdicos y fastidia la necesidad de Biden de tener un ejército internacional fuerte, en un contexto bélico en Ucrania donde el ejército ruso pareciera no tener fin y el rublo se posiciona cada vez mejor. De esta forma, la presión de Erdogan es prácticamente extrema contra Washington, y ante un líder débil como lo es Biden, pareciera poder dar el brazo a torcer contra el gigante norteamericano. 

Lógicamente que cabe recordar que para que Suecia y Finlandia puedan ingresar a la OTAN, necesitan de todos los votos positivos de los miembros actuales, y el de Turquía con su veto, es verdaderamente una molestia para Occidente. Erdogan combate a los terroristas como si fuera occidental, y molesta a los estadounidenses como si fuera oriental. 

En consonancia hay que hablar de otra comunidad con la que Ankara coquetea hace décadas, pero no tiene el lujo de formar parte de ese selecto grupo de países: la Unión Europea. Turquía sueña desde 1990 con formar parte de la comunidad más importante de países europeos, pero se ve imposibilitado. En principio, cabe recordar que ha conseguido el estatus de candidato para ingresar a la UE en 1999. Sin embargo, siempre le cerraron las puertas, entendiendo que la ex Estambul no cumple con los requisitos básicos necesarios para formar parte de la comunidad. 

Aquí hablamos de los Criterios de Copenhague, escritos en el año 1993.  En ese documento se establece que un país que solicita su ingreso a la UE, debe respetar y utilizar el sistema democrático, debe proliferar el Estado de Derecho, debe formar parte de un sistema económico de libre mercado, pero el gran inconveniente de Turquía se da en los respetos por los derechos humanos y las minorías. El Estado turco no se hace cargo, hasta el día de hoy, de los actos cometidos por los Jóvenes Turcos contra el pueblo armenio entre 1915 y 1923. Este es conocido como el primer genocidio de la historia. 

El máximo mandatario turco actual, no solamente no lo reconoce enmarcado en el concepto de genocidio o crímenes de lesa humanidad, sino que además niega de la existencia de semejante aparato sistemático de tortura, persecución y asesinato al que se sometió al pueblo armenio durante el proceso de descomposición del Imperio Otomano. Esta es una de las razones por las cuales la Unión Europea le cierra las puertas a Turquía. El rol del gobierno turco como combatiente contra los movimientos considerados terroristas y la posición como mediador en la guerra en Ucrania son ejes fundamentales de comunicación externa, con el cual intentan decirle a la Unión Europea: “Acá estamos”. 

Línea directa con Putin 

Erdogan es uno de los pocos líderes mundiales que puede tener una charla de igual a igual con Vladimir Putin. Ambos gobiernan países con similitudes, tienen facciones orientales y occidentales, ambos son países que resultaron de la descomposición de imperios en el siglo XX, son líderes fuertes, estratégicos, calculadores, conservadores y de convicciones internas y externas dignas de emperadores. Ambos combaten el “terrorismo” o aquellas amenazas para las fronteras nacionales y la cohesión social; y también, manejan un país primordial para la geopolítica y el orden mundial, histórico y actual.

De esta forma, también hay que entender que Turquía y Rusia son grandes aliados comerciales, por su cercanía geográfica y por el “temor” que se tienen ambos. Turquía, como miembro de la OTAN, es una amenaza para Rusia desde tiempos soviéticos, y Erdogan sabe bien que tan solo una señal que Vladimir Putin haga, puede desencadenar en un brutal conflicto bélico entre potencias. 

Erdogan y Putin saben también que ambos son dueños y usufructuarios de los gasoductos y oleoductos que Europa necesita para sobrevivir. En ese sentido, las condiciones ideológicas quedan de lado, y se realza la necesidad de mantenerse en el tope del oro negro y el oro gaseoso. 

A partir de esto, es menester aclarar que la posición de Erdogan como un mediador entre Putin y Zelenski en el contexto bélico actual responde a la necesidad de tener equilibrio en el tablero geopolítico. Turquía sabe bien que, si la balanza se inclina en demasía para la OTAN, Vladimir Putin puede responder con la fiereza de una potencia militar con herencia soviética, capacidad nuclear y con amistades poderosas, como China, Irán y Corea del Norte. El resultado puede ser devastador. Sin embargo, si se mantiene al margen esa situación de hipotética expansión de acciones bélicas por parte de Moscú, hay otra razón más palpable: los mercados. 

Turquía, al igual que todos los países inmersos en la economía de acumulación de capital, no quiere perder sus negocios ni enfriar sus finanzas. Una guerra en un enclave tan importante como Ucrania, solo desemboca en una crisis que agudiza la situación económica ya existente promovida por el cimbronazo del COVID – 19. Desde esta perspectiva, Turquía busca también, con su veto, poder cuidar el mercado internacional y la capacidad de producción propia. Asimismo, cabe recordar que Turquía tiene una gran red de exportación de industria liviana con diversas zonas del mundo. Erdogan cuida a Turquía, cuida a Rusia y cuida a Europa, aunque lo padezcan los suecos, finlandeses y kurdos. 

El mundo a la espera de Turquía

En sintonía con la política de promoción de la cultura turca a través de las novelas, que tan populares son en Latinoamérica, lo de Erdogan pareciera ser el capítulo esperado, en donde el protagonista principal puede cambiar la historia de la novela para siempre. 

El resto del mundo se encuentra en vilo a través del posible ingreso de Suecia y Finlandia, de la reacción rusa y de las innumerables variables que puedan deslindarse a partir de ello. América Latina, en este sentido, espera en silencio. Prácticamente porque son pocos los países que no condenaron la invasión rusa y porque son varios los que velan por la expansión de la OTAN. Sin ir más lejos, la Organización del Tratado del Atlántico Norte tiene una suerte de sucursal de Sudamérica: Colombia. 

¿En qué afecta esto al sur de América? Básicamente hay que volver a pensar en la economía, en el gran golpe que podría significar una profundización de las acciones bélicas o, inclusive, el hecho de que Turquía se involucre aún más en este conflicto, puede llevar al fantasma de la desatención de un mercado con mucha demanda, como lo es el latinoamericano. Por otro lado, está el cambio de relaciones diplomáticas de Turquía con Sudamérica, se entiende que no es lo mismo el trato con Brasil que con Paraguay. Mercados e intereses distintos. 

Por otro lado, se puede pensar rápidamente en las consecuencias en el humor social generado desde las relaciones diplomáticas con Suecia y Finlandia, las rispideces que se puedan generar y el probable cambio de 180 grados si es que ingresan a la OTAN. Latinoamérica simplemente espera. 

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Turquía frena el ingreso a la Otan de Suecia y Finlandia

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Turquía ha bloqueado la decisión de la OTAN de ingresar ‘vía rápida’ a Finlandia y Suecia, y se complica la adhesión de ambos países nórdicos.

Los embajadores de la OTAN se reunieron el miércoles 18/05 para iniciar la admisión que Finlandia y Suecia han solicitado, pero la obstrucción de Turquía detuvo cualquier votación, poniendo en duda la capacidad de la alianza para acordar la idea de que en 1 o 2 semanas fuesen incorporados ambos países escandinavos. Otra vez los proyectos de Joe Biden enfrentan percances. En este caso, la falta de diálogo previo con Turquía o la subestimación de Ankara, enorme protagonista del conflicto por los drones que vende a Ucrania y los negocios diversos con Rusia.

Los 30 países miembros de la OTAN deben ratificar el ingreso de Finlandia y Suecia, pero el proceso solo puede comenzar cuando el bloque emite un protocolo de admisión e invita formalmente a estos países a unirse a la alianza. Y esto es por consenso. La negativa de Turquía impide el consenso. Y con estratégicas bases en territorio turco, a USA no se le ocurre despedir a Turquía de la OTAN, tal como solicitó un legislador conservador canadiense por Quebec.

Hablando en el Parlamento, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, atacó a los aliados occidentales por no respetar la “sensibilidad” de Ankara sobre el terrorismo y acusó a los últimos solicitantes de la OTAN de negarse a extraditar a 30 personas acusadas de cargos relacionados con el terrorismo en su país.

Pedimos 30 terroristas. Dijeron: ‘No los vamos a dar’. No entregarán a los terroristas, pero quieren unirse a la OTAN. No podemos decir sí a una organización de seguridad que carece de seguridad.

El presidente dijo que Suecia y Finlandia rechazaron extraditar a personas con vínculos con el PKK y el Grupo Terrorista Gülenista (FETÖ), el grupo terrorista detr ás del derrotado golpe de Estado de 2016 en Turquía.

Mensaje de Erdogan via el Daily Sabah, de Estambul:

El Ministerio de Justicia dijo el lunes que los dos países no habían aprobado la solicitud de extradición de Turquía de 33 personas con vínculos con el PKK y la FETÖ.
Ambos países nórdicos rechazaron la extradición de 19 terroristas y no respondieron a la solicitud de Turquía de otros 5.
El proceso de extradición de 9 terroristas, incluidos 2 en Finlandia y 7 en Suecia, aún está en curso.

El aplazamiento genera dudas de que la OTAN pueda aprobar la primera etapa de las solicitudes de Finlandia y Suecia dentro de 1 o 2 semanas, promesa del secretario general Jens Stoltenberg.

Ahora le corresponde a USA la mediación entre Turquía, Finlandia y Suecia, en parte porque los aviones F-16 y, eventualmente F-35, que exige como una precondición Turquía, son fabricados en USA.

Un funcionario turco confirmó al diario Financial Times que Ankara había frenado el proceso, pero insistió en que Turquía no descartaba la posibilidad de que Suecia y Finlandia ingresen a la OTAN.

“No estamos diciendo que no puedan ser miembros de la OTAN”, dijo el funcionario. “Solo que necesitamos estar en la misma longitud de onda, en la misma página, sobre la amenaza a la que nos enfrentamos”.

El funcionario agregó: “Queremos llegar a un acuerdo…. Cuanto antes podamos llegar a un acuerdo, antes podrán comenzar las discusiones de membresía”.

Es obvio que Turquía quiere negociar porque tiene mucho para ganar. No es oposición por oponerse sino para obtener algo a cambio.

La OTAN se negó a comentar, salvo repetir las declaraciones de Stoltenberg de que “los intereses de seguridad de todos los aliados deben tenerse en cuenta [y] estamos decididos a trabajar en todos los problemas y llegar a una conclusión rápida”.

Erdogan dijo que los miembros de la OTAN deberían “comprender, respetar y apoyar” las sensibilidades de Turquía sobre esas organizaciones kurdas, pero agregó: “Ninguno de nuestros aliados ha mostrado el respeto que esperábamos a sensibilidad.”

Erdogan describió a Suecia como un “centro de incubación de organizaciones terroristas”, y dijo que algunos miembros de su parlamento apoyaban al PKK, designado como organización terrorista por Turquía, Estados Unidos y la Unión Europea.

Entonces, cuando llegaba el gran anuncio del ingreso de Helsinki y Estocolmo a la alianza, abandonando su histórica condición de países neutrales, consecuencia de la invasión a Ucrania de Vladimir Putin, la noticia es la negativa de Turquía. Es obvio que en Moscú abundan las ironías.

El presidente de Finlandia, Sauli Niinistö, y la primera ministra de Suecia, Magdalena Andersson, visitarán el jueves 19/05 al presidente de USA, Joe Biden, en un in tento de ganar su respaldo para vencer la oposición turca. El ministro de Asuntos Exteriores de Turquía, Mevlüt Çavuolu, se encuentra en Nueva York con el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken.

Turquía, miembro de la OTAN desde 1952, está agraviada por lo que considera que Suecia no ha tomado medidas enérgicas contra los miembros del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), una milicia que ha librado una lucha armada contra el Estado turco desde la década de 1980. También acusó a Estocolmo de albergar a miembros exiliados del movimiento Gulen, una secta islámica secreta a la que Ankara culpa por un violento intento de golpe de estado que sacudió a Turquía en 2016.

El periódico progubernamental de Turquía, Daily Sabah, presentó una lista de lo que dijo que eran las 10 demandas de Ankara a los países nórdicos

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Turquía lo hizo

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Un informe de la consultora Analytica a cargo de Rodrigo Álvarez muestra como Turquía salió de una situación similar a la de nuestro país.

En 1999 Turquía tenía una inflación de 65% anual, un déficit fiscal de 12% con una deuda pública de 55% del PBI y una tasa de política monetaria de 110% nominal. La economía caía al 3% anual.

Luce bastante similar a la situación argentina, excepto por el déficit fiscal y al stock de deuda. El primero es un tercio del observado en Turquía aunque la deuda pública es casi el doble. Situaciones comparables.

En 2008, luego de 3 renegociaciones con el FMI, la economía crecía sostenidamente a un ritmo del 5% con 5% de inflación. UN VIRTUOSO DOBLE 5.

¿Cuál es el secreto? En 2004, Turquía tenía 4 puntos de déficit en cuenta corriente sobre producto desde un superávit de 2 en 2001. En ese lapso, las reservas bajaron sólo desde 5 a 4 veces el nivel de importaciones. Más importante aún, la VOLATILIDAD DEL TIPO DE CAMBIO NOMINAL BAJÓ tendencialmente y el tipo de cambio real se mantuvo estable entre puntas. La economía creció y el desempleo se mantuvo estable. LA INFLACIÓN SE REDUJO DEL 60% AL 5-10% CON METAS IMPLÍCITAS DE INFLACIÓN

Esto sugiere apoyo externo para financiar la transición sin presionar “el equilibrio social”. Cómo el déficit financiero (público) se ubicó bien arriba de los 5 puntos del producto hasta que la deuda puedo ser estabilizada en base al crecimiento económico, LOS ACREEDORES INTERNACIONALES (ADEMÁS DEL FMI) FINANCIARON LA TRANSICIÓN EN TURQUÍA, consiguiendo una rápida des-inflación con crecimiento; garante básico de la gobernabilidad[1].

¿Cómo podemos implementar algo similar? Al igual que ocurrió en Turquía, quizás el FMI puede permitir un empujoncito para poner la economía en marcha. En 2002 el “stand-by” en ese país superó el nivel de reservas internacionales, lo que en nuestro caso implicaría un crédito adicional de casi U$S 10 MM. Con esos recursos, quizás se podría instrumentar un fondo de estabilización para el tipo de cambio nominal en un marco de reformas orientadas a reducir la inflación.

El antecedente existe, las condicionalidades también. En esta columna presentamos en detalle diferencias y similitudes con Turquía 2000-04. Lamentablemente, Brasil, Turquía, Perú, Chile e Israel (todas des-inflaciones exitosas) tienen un denominador común: el apoyo externo en forma de déficit en cuenta corriente. Quizás la oportunidad la tenemos, la idea es aprovecharla al máximo a través de un fondo de estabilización en cabeza del BCRA controlado por el FMI.

Veamos la evolución de Turquía entre 2000 y 2004. En el 2000 la inflación voló al 60% luego de mantenerse persistente y moderada desde principios de los 80’s. Las autoridades decidieron acordar un “Stand-By” con el FMI, el cual tuvo 3 tramos en el período bajo análisis.

  • La inflación era del 60% en el 2000, tuvo una baja transitoria a través de una “tablita” acordada con el FMI, que colapsó en 2001; llevando la inflación al 75%. Desde ese año, bajó tendencialmente hasta la zona del 5-10% y se mantuvo allí desde entonces.
  • El tipo de cambio real efectivo se mantuvo estable entre puntas, aunque toda la apreciación se debió a la “tablita” del 2001.
  • La tasa de interés nominal interbancaria tuvo picos exorbitantes entre 2000 y 2001, para luego ubicarse por debajo de la inflación en 2002. En 2003 y 2004 la tasa real se mantuvo positiva.
  • El desempleo subió de la zona del 6 al 10% entre 2000 y 2002, para luego mantenerse en ese nivel.
  • La economía tuvo una fuerte recesión en 2001, producto de la crisis bancaria que acompañó la salida de la tablita. Luego creció en torno de 6% entre 2002 y 2004.
  • El resultado en cuenta corriente se mantuvo en 4 puntos de déficit entre puntas, con un superávit de 2 puntos debido a la recesión de 2001.
  • El resultado primario, luego de ajustar en 2000 desde casi cero a un superávit de 4 puntos, se mantuvo en ese nivel. Vale recordar que el déficit financiero llegó a ser casi de 10 puntos, debido a la elevada carga de intereses. Esta demanda de dólares derivó en un déficit en cuenta corriente.
  • Los agregados monetarios, como es de esperar, acompañaron las oscilaciones de la inflación.
  • La volatilidad del tipo de cambio pasó de 6 en 2000 a 2 en 2004.
  • El ratio exportaciones a producto pasó de 9 a 15% entre 2000 y 2004[2].

En ese mismo período se implementaron varias reformas estructurales:

  • Una reforma previsional.
  • Un cambio en las condiciones de la deuda pública POR MERCADO. Sin canjes, sin reperfilamientos. Todo bajo la tutela del FMI.
  • Reformas en el sistema bancario y financiero, en particular poniendo bajo control la laxitud de los bancos públicos.
  • REESTRUCTURACIÓN DE DEUDA CORPORATIVA.
  • Una persistente política monetaria y fiscal restrictiva (al menos en términos primarios), con un compromiso explícito de las autoridades de bajar la inflación.

De aquí podemos esbozar algunas conclusiones:

  • La postura de las autoridades, luego del fallido intento en 2000-01, se mantuvo férrea priorizando el combate de la inflación a pesar de que el desempleo creció de 6 a 10 puntos y la inflación pasó de 35 a 75%.
  • El tipo de cambio real se mantuvo estable entre puntas, 2000-04, aunque su volatilidad bajó significativamente.
  • La tasa de interés se relajó cuando bajó la volatilidad del tipo de cambio, en un contexto de compromiso explícito de las autoridades.
  • La des-inflación con reducción de tasas reales y una política fiscal establemente contractiva (con un superávit primario de 4 puntos entre 2002 y 2004) fue posible mientras la economía crecía y la cuenta corriente se deterioraba.

En base a estas observaciones, nos atrevemos a esbozar algunas recomendaciones de política concretas.

  • La negociación con el FMI debe enfocarse en lograr una reducción en la volatilidad del tipo de cambio nominal en un contexto de controles de capitales al ingreso y bandas cambiarias angostas.
  • La postura de la política fiscal debe ser mantenida, aunque no profundizada severamente. En este sentido, las revisiones del “Stand-By” en Turquía implicaron leves incrementos en el objetivo de superávit primario; en torno a medio punto del producto.
  • Los fondos adicionales deben ser contingentes y en cabeza del BCRA, de manera tal de constituir un fondo de estabilización cambiaria y reducir las condicionalidades.
  • El objetivo de las autoridades en 2020 debe ser sacar a la Argentina de la zona del 60-70% de inflación a un régimen de inflación moderada, en torno de 35%. Esto se podría implementar con un esquema de bandas de agregados coordinadas con las bandas de tipo de cambio.
  • Quizás la renegociación por la deuda pendiente con el FMI puede ser cada 12 – 15 meses. Esto reduce las condicionalidades respecto al “Extended Facility Agreement”, permite a la economía crecer y mantiene el compromiso de las autoridades creíble; permitiendo la refinanciación de los vencimientos por mercado.

La gestión que asumirá en 2020 hereda una situación algo similar a la que enfrentó Turquía en 2000. Quizás podríamos enfocarnos en aprender de sus errores y en lo que realmente le importa al tenedor de moneda doméstica: el compromiso de las autoridades en defender el peso a través del control de la volatilidad del tipo de cambio.

Los resultados están a la vista. Aunque Turquía tiene sus problemas, la inflación nos es uno de ellos y el tipo de cambio flota.

[1] https://pdfs.semanticscholar.org/4fc2/07010de14b3c775303ef8e17834cf4d2d3c3.pdf. Véase página 22 del documento.

[2] https://www.degruyter.com/downloadpdf/j/jeb.2011.6.issue-2/v10033-011-0017-8/v10033-011-0017-8.pdf

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Escenario no deseado y la vulnerabilidad

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Las defensas argentinas son muy bajas, dado que cualquier tipo movimiento en el mundo termina impactando negativamente en la actividad económica local, debido a la presión cambiaria y sus efectos adversos en las principales variables, lo cual denota una clara vulnerabilidad por los problemas estructurales de Argentina que la actual gestión del Gobierno Nacional no supo subsanar, tras dos años y medio, mediante la adopción de medidas económicas (fiscales, monetarias y cambiarias) que permitan un sendero de crecimiento económico constante tal como se anunciaba.
La situación económica de Turquía por la evolución de su lira turca, golpeo a los países emergentes del mundo que generó que en Argentina, en el mes de Agosto, nuevamente el dólar estadounidense tienda a la alza, que en términos acumulados al 16/08/18 con respecto al cierre de diciembre/17 ya contempla una devaluación del 58 %, lo que denota que las cosas no están bien, porque cualquier resfrió en el mundo afecta a la Argentina.
Argentina se ha caracterizado por ser un país bimonetarista, a las personas les cuesta creer en la moneda de curso legal por la propia desvalorización histórica debido a la inflación incesante que a Julio/18 ya trepa al 31,1 % interanual con respecto al mismo mes del 2017 que restringe el ahorro privado y afecta negativamente a la inversión privada por la falta de crédito, cuestión que era uno de los principales anuncios del presidente de la Nación.
Asimismo, el riesgo país en lo que va del año aumentó 311 puntos básicos, alcanzando al 16/08/18 los 663 puntos, tornando que cada sea más caro financiar el déficit fiscal, cuando a fines del 2017 podíamos financiarnos a un costo financiero mínimo en dólares del 6,51 % anual y ahora el costo anual asciende aproximadamente al 10 %, lo que generó una serie de medidas nacionales para reducir el gasto por parte del Ministerio de Hacienda de la Nación el pasado martes 14 de Agosto.

Lo gravitante de las medidas adoptadas para generar un ahorro fiscal fue la eliminación del Fondo Federal Solidario, que implica que las Provincias y los Municipios absorban íntegramente ese costo económico que atentará contra las erogaciones de capital proyectadas por los mismos con una contracción en el nivel de actividad económica regional que ya viene resentida por la desaceleración observada desde el mes de Junio.
¿Cuál es el costo de esta medida en Misiones? 
En el año 2017 la Provincia recibió del Fondo Federal Solidario $ 605 millones de Pesos, los cuales a los Municipios les corresponde el 30 % que en términos absolutos serian $ 181 millones de Pesos. Este año, producto de la reducción mensual del 0,5 % de los  derechos de exportación a la soja y a la sequia del campo, en términos interanuales la recaudación de dicho tributo venia por debajo de la inflación, por lo que el gasto de capital se empezaba a contraer siendo concomitante con la reducción de las transferencias de capital discrecionales del Estado Nacional.
En dicho marco, el propio Gobernador de la Provincia, al referirse de este tema comento que, es un “mazazo” la decisión adoptada por parte del Estado Nacional, la que fue de manera intempestiva por la falta de previsión donde muchos municipios a nivel local habían adquirido maquinarias y/o anunciado proyectos de infraestructura urbana o rural que dada esta decisión nacional serán absorbidas por recursos propios, que en su defecto serán paralizadas.
El contexto económico no ayuda: 
La contracción del nivel de actividad económica implica una disminución de los recursos tributarios de origen nacional y provincial atados a la misma, a pesar que por efecto de la suba del tipo de cambio, transitoriamente aumenten los recursos asociados al comercio exterior, que conforme a las estimaciones de cierre de este año del Relevamiento de las Expectativas del Mercado publicado por el BCRA en Julio/18 proyecta una recesión del 0,3 %, es decir, ya no hablamos si la economía va a crecer uno o dos puntos por debajo de la ya olvidada meta nacional del 3,5 %, sino que se ahora el tema es cuánto será la caída del nivel de producción de bienes y servicios locales, asociada a la caída del salario real y las elevadas tasas de interés, que contraen el consumo y la inversión, en tanto que, las exportaciones tenderán a subir cuando los agentes económicos perciban que los bienes locales son más baratos que los extranjeros (Curva J).
En tal sentido, el Ministro de Hacienda de la Nación para poner paño frio aseguró “No hay ninguna posibilidad de una mega crisis. No hay posibilidad de default. Trabajamos todos los días para que no suceda”, al referirse de la situación económica financiera que atraviesa el país.
En dicho contexto y lejos de las metas nacionales trabajadas a fines del año pasado, la Cámara de Representantes de la Provincia afirmó que el Consenso Fiscal suscripto en Noviembre del 2017 debe revisarse, dado que la lluvia de inversiones nunca llegó (factor preponderante del esquema de reducción gradual de los tributos provinciales).
 

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