Impulsan para la región sistemas constructivos tendientes a la eficiencia energética

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Una publicación de investigadores de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UNNE remarca la necesidad de implementar sistemas de edificación distintos a los actuales, los cuales se basan en un uso masivo de ladrillos huecos y cerramientos livianos de escasa resistencia térmica, generando condiciones que se alejan de la zona de bienestar psicofísico establecido para la región y obliga al uso masivo de equipos de acondicionamiento artificial prácticamente todo el año.

El consumo de energía final en Argentina revela que, un 35% se destina al sector edilicio-habitacional. En la región NEA se incrementa el consumo energético final a un valor cercano al 50% para el sector edilicio.

En tanto, en el parque edilicio del NEA, el 80% del consumo de energía final se destina a la climatización artificial de los espacios interiores, seguido por la iluminación artificial.

Además de la incidencia de las condiciones climáticas y ambientales de la región, la alta demanda de energía eléctrica de la edificación se debe también en gran parte a la necesidad de satisfacer sus funciones básicas de habitabilidad, producto de los sistemas de construcción que no contribuyen a generar condiciones de confort-higrotérmico.

Así lo sostiene una publicación de investigadores de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UNNE, presentada en la Revista ARQUISUR Nº17, de la Asociación de Escuelas y Facultades de Arquitectura Públicas de América del Sur.

En el informe, se reflexiona sobre la situación de la edificación desde la óptica de la energía, con base en resultados obtenidos y publicados en proyectos investigación acreditados, con el objetivo de transparentar a la comunidad la situación de la energía en la edificación en el siglo XXI.

Los investigadores parten de la hipótesis de que no debe continuar el elevado consumo de energía final, para lo cual una de las principales necesidades constituye el cambio de tipologías de construcción convencionales en el país y especialmente en el NEA.

“La tecnología de la construcción implementada de manera masiva en la edificación del NEA en los últimos 40 años es el punto débil que afecta directamente al sistema energético regional” explican los arquitectos Guillermo Jacobo y Carlos Coronel Gareca, autores de la publicación.

Según señalan, la población de la región nordeste de Argentina (NEA) oscila las 4 millones de personas, y más del 80% de la población regional vive en zonas urbanas.

La región alcanzaría los 1,1 millones de viviendas, y si se incorporan los edificios no habitacionales, se estima un parque edilicio del NEA de 1,5 a 1,7 millones de unidades.

Agregan que el nordeste es una zona muy cálida–húmeda, que tiene casi 10 meses en períodos anuales en los que se deben utilizar equipos electromecánicos de climatización artificial en los edificios, frío o calor, los cuales son los mayores consumidores intensivos de energía eléctrica. En estas circunstancias, los edificios, para ser habitables, resultan “dependientes de energía”.

SISTEMAS CONSTRUCTIVOS

Pero esta situación, para los investigadores de la FAU-UNNE, es consecuencia, en gran medida, también de su irregular concreción (proyecto, dirección y ejecución), pues no se consideran las condiciones de habitabilidad higrotérmica del usuario como “factor de diseño” y el consumo de energía eléctrica se concentra principalmente en la climatización artificial de los espacios interiores.

Es que los volúmenes construidos (edificios) deben poseer la capacidad de protección en sus elementos perimetrales (paredes, techos, carpinterías, etc.), para poder desarrollar la vida interior. Una de las funciones más importantes es la protección ante el clima, además de garantizar seguridad, privacidad, comodidad, etc.

La protección climática se garantiza con la impermeabilidad a las precipitaciones, radiación solar (energía térmica) y el viento (aire con humedad, polvo y temperatura), que transmiten energía térmica que se manifiesta por medio de la temperatura del aire externo.

En el caso de que una determinada tecnología de la construcción no posea la adecuada resistencia térmica, mayores son las pérdidas y/o ganancias térmicas en los espacios interiores. Así, el aire interior se calienta o se enfría en cortos períodos, desequilibrando las condiciones de habitabilidad higrotérmica por lo que, para restaurar las condiciones interiores adecuadas, el usuario debe recurrir al uso de equipos electromecánicos para la climatización artificial.

EVOLUCIÓN CONSTRUCTIVA

Al respecto, los investigadores de la FAU-UNNE describen que en los últimos 100 años en el NEA devino una evolución negativa de la tecnología de la construcción para materializar los edificios erigidos en su territorio regional.

Dicha evolución tecnológica abarcó desde edificios con resistencias térmicas perimetrales con valores altos, como las edificaciones tipo coloniales construidas con adobe y madera, para avanzar a partir de los años 1960 – 1970 en la utilización de otros materiales de construcción con valores menores de resistencia térmica como los metálicos (chapas, perfiles de hierro, aluminio, etc.), hormigones, mezclas cementicias, vidrios, etc., los cuales permiten una veloz transmisión de energía térmica (conducción) de una cara a la otra del cerramiento perimetral de los edificios. “Este devenir tecnológico de la edificación en el NEA acompañó paralelamente a un proceso de masivo de edificación” resaltan.

De acuerdo a datos de la publicación, la expansión comercial inmobiliaria en los últimos 30 años generó la ejecución masiva de edificios en altura cuyos volúmenes son construidos cada vez más livianos. En el caso de los edificios en altura, fueron construidos casi 500 en Resistencia y Corrientes desde 2003 a 2018.

“La consecuencia es que se materializaron principalmente puentes térmicos, con la consiguiente reducción de las resistencias térmicas perimetrales de los edificios” sostienen y agregan que esta situación descripta también se replica en las carpinterías externas y en las cubiertas de las edificaciones erigidas en el NEA, con uso de materiales no adecuados como chapas y vidrios.

EL SISTEMA FONAVI

Los arquitectos Coronel Gareca y Jacobo explican que el inicio del cambio de uso de tecnología de la construcción data de principios de la década de 1970, cuando se reglamentó el FONAVI, la debilidad del sistema edilicio argentino en cuanto a calidad y tiempo de duración de los volúmenes construidos.

Mediante esa tecnología constructiva FONAVI, se iniciaron las ejecuciones masivas de emprendimientos sociales en Argentina con programas oficiales habitacionales, lo que fomentó la ejecución acelerada y a bajos costos por medio del uso del mampuesto de ladrillos cerámicos huecos en reemplazo de la técnica del mampuesto de ladrillo común cerámico cocido y macizo, que antiguamente se denominaba el «arte del buen construir», más lento de ejecutar y más costoso.

“Con el devenir de las últimas décadas se concretó la consolidación en el mercado comercial privado del NEA, la opción constructiva tipo FONAVI, debido principalmente a sus bondades económicas en cuanto a los bajos costos y rapidez de ejecución, que no se reflejan en la buena calidad final ni en el comportamiento energético de los edificios para garantizar las condiciones mínimas de habitabilidad higrotérmica en los espacios interiores, no materializan una envolvente constructiva perimetral protectora” manifiestan los autores del trabajo.

Este devenir tecnológico de la edificación llevó a que el 80% de los edificios existentes actualmente y en ejecución en el NEA se materialice con la tecnología «tipo FONAVI», que se caracteriza por su elevada transmisión de la energía térmica en todos sus cerramientos perimetrales.

Si bien las normas técnicas del FONAVI, expedidas por el Estado argentino, también contemplan y recomiendan la aplicación de la normativa relativa al acondicionamiento térmico en la edificación, contenida en la serie 11.600 del IRAM, sin embargo, no se las aplica en la práctica.

Producto de la deficiente tipología constructiva, insuficiente resistencia térmica de las envolventes constructivas del parque edilicio regional, se utilizan de manera continua las instalaciones de climatización artificial, aunque las condiciones climáticas externas no alcancen situaciones críticas.

Esto significa que los equipos electromecánicos de climatización deberían activarse en los edificios sólo a partir del momento en que la temperatura del aire interior supere un valor máximo de 28ºC en verano o sea menor a 18ºC en invierno.

Entre estos valores se encuentra el “área de bienestar higrotérmico corporal” de los usuarios de la región NEA, quienes además deben recibir siempre el movimiento del aire que los rodea en períodos estivales debido a los altos valores regionales de humedad relativa, y para esto los ventiladores de techo son suficientes y de bajo consumo energéticos.

Para comprender mejor la magnitud del problema de consumo energético en Argentina, comentan que se estima que para el año 2020 en Argentina haya 16 millones de edificios en servicio de los cuales 5,5 millones se caracterizarán por tener desmedidos consumos energéticos causados por las patologías constructivas.

Sólo en el NEA se han erigido cerca de 50 mil unidades habitacionales sociales desde 1975 (tecnología tipo FONAVI), sin contar las del mercado inmobiliario privado, que utilizaron esa tecnología.

El consumo de energía final en el país en un 35% se destina al sector edilicio nacional, mientras que en el NEA se incrementa el consumo energético final a un valor cercano al 50% para el sector edilicio, mientras se reduce el consumo en los sectores agropecuario, transporte e industrial.

En el parque edilicio del NEA, el 80% del consumo final se destina a la climatización artificial de los espacios interiores, seguido por el de la iluminación artificial.

Durante los días no laborables, en el NEA, el 90% de la energía final demandada y consumida proviene del sector edilicio cuando las condiciones climáticas son críticas (invierno o verano).

Actualmente, según datos oficiales, se cree que se encuentran en servicio cerca de 10 millones de equipos electromecánicos de climatización artificial para los edificios en Argentina, y extrapoladas las cifras anteriores a la situación actual del NEA, arroja una estimación de cerca de un millón equipos electromecánicos instalados y en servicio activo para climatización artificial en el parque edilicio existente en la región.

VERIFICACION EN CAMPUS DE LA UNNE

Esta situación de comportamiento energético de la edificación según el tipo de tecnología constructiva utilizada se verificó en los diferentes estudios realizados por los investigadores de la FAU sobre la edificación existente en el predio del Campus Universitario de la UNNE de la ciudad de Resistencia, donde se encuentran diferentes tecnologías constructivas utilizadas en diferentes períodos de tiempo y circunstancias sociales y políticas, desde 1950 a la actualidad.

En las edificaciones del Campus Resistencia–UNNE se observa el devenir tecnológico constructivo de Argentina y del NEA, desde el “arte del buen construir” (buena calidad, pero lenta, costosa ejecución y bajo costo de mantenimiento) a las ampliaciones y nuevos edificios ejecutados con las denominadas del “tipo FONAVI” (media a baja calidad, rápida ejecución, bajos costos constructivos iniciales y altos costos de mantenimiento).

Para graficar los efectos sobre el hábitat humano de la tecnología denominada el «arte del buen construir», los investigadores comentan que en el caso del edificio del Ex Hogar Escuela, la parte construida más antigua del Campus de la UNNE, durante períodos estivales críticos, se vivencia el “efecto caverna” dentro de los espacios internos, lo que implica que el valor de la temperatura del aire interior es notoriamente inferior al del exterior, lo que lleva a que la climatización artificial de estos espacios interiores sea lo mínimo necesario.

En cambio, en los edificios anexos al original, más nuevos y ejecutados en su mayoría con la tecnología “tipo FONAVI”, se hace necesaria la climatización artificial de los espacios interiores debido a las altas temperaturas del aire interior de los locales.

Explicaron que se han verificado estas diferencias de comportamiento energético de estos edificios de la UNNE de manera experimental, con relevamientos in-situ durante períodos estivales e invernales con actividades internas, por medio de termocuplas instaladas en diferentes locales del edificio, en algunos del sector original antiguo y en otras de los sectores más nuevos, que recogían los datos térmicos interiores y se almacenaban digitalmente, para luego trazar gráficas, en donde se observaban claramente el comportamiento de las temperaturas interiores y exteriores.

Se verificó el comportamiento relevado con la herramienta informática ECOTECT®, que proporcionó resultados para diferentes períodos (semanales, mensuales, anuales, etc.) de todos los sectores existentes (nuevos y antiguos), obteniéndose comportamientos térmicos adecuados en los sectores antiguos ejecutados con la del “arte del buen construir”, y deficitarios en los nuevos ejecutados con el “tipo FONAVI”.

PROPUESTAS PARA LA REGION

Según la situación expuesta (uso final de la energía eléctrica en la edificación), para los investigadores de la UNNE se hace necesario que el NEA desarrolle e implemente una política de Estado en la materia.

En el corto plazo se debe iniciar un proceso de uso racional de la energía final sin afectar la calidad de vida de la población, mediante saneamiento energético de la construcción y calificación energética del parque edilicio construido a partir del relevamiento de la situación.

Se plantea la optimización energética de la edificación para las obras nuevas dentro del territorio regional, tanto en emprendimientos privados como del Estado.

Indican que el objetivo práctico es que la climatización artificial de los espacios interiores de los edificios deba ser activada solo cuando sea necesaria, no continuamente.

Con la puesta en práctica masiva de estos objetivos, sería posible alcanzar una reducción sustancial del consumo de energía eléctrica final, con valores de hasta un 30%, según resultados de los trabajos de investigación acreditados ya ejecutados y experiencias internacionales.

Por último, se debería avanzar hacia un marco técnico–legal regional acorde a la situación climática, ya que la existente es genérica y en algunos casos no es aplicable en la región NEA, que permita concretar en un corto plazo, de no más de 10 años, el etiquetado energético en la edificación regional.

Indican que cualquier electrodoméstico que se comercializa en Argentina posee etiquetado de eficiencia energética. No obstante, la edificación no está contemplada por parte del Estado argentino.

“Lo importante a tener en cuenta es que no se puede continuar en la senda actual, basada en el consumo masivo y descontrolado de la energía eléctrica final” finalizan los arquitectos de la FAU-UNNE, Carlos Coronel Gareca y Guillermo Jacobo, autores de la publicación

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Obesidad y sedentarismo, principales factores de riesgo cardiovascular en adultos rurales

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Un estudio del Laboratorio de Bioquímica Aplicada (FaCENA-UNNE) identificó factores de riesgo cardiovascular en adultos de zonas rurales aledañas a las localidades de Corrientes y Resistencia. Obesidad y sedentarismo fueron los factores más frecuentes.

Las enfermedades cardiovasculares (ECV) son la principal causa de muerte en todo el mundo. Cada año mueren más personas por ECV que por cualquier otra causa. Son enfermedades de etiología multifactorial y su evolución está ligada a la presencia de factores de riesgo cardiovascular (FRCV).

Por ello, se consideran claves las estrategias de identificación preventiva de factores de riesgos en la población.

En ese sentido, el Laboratorio de Bioquímica Aplicada de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales y Agrimensura de la UNNE (FaCENA) realizó un estudio de factores de riesgo a pobladores de zonas rurales aledañas a las localidades de Corrientes y Resistencia (Chaco) donde se instalaron puestos bioquímicos como servicio a la comunidad.

Previo consentimiento informado, se tomaron muestras de sangre venosa para determinar glucemia y el perfil lipídico. En forma paralela se realizó una encuesta, se tomaron medidas antropométricas y de presión arterial.

De acuerdo a la encuesta realizada se logró recabar que el sedentarismo y la obesidad comparten el primer lugar de prevalencia en la población estudiada.

 El 73% reportó realizar actividad física menos de 30 minutos, tres veces por semana, lo cual se consideró como indicador de sedentarismo.

El 46% de la población analizada presentó un Índice de Masa Corporal (IMC) mayor al 29,9% indicando obesidad.

El 44% presentó presión arterial sistólica superior a 120 mm Hg y/o diastólica superior a 80 mm Hg; mientras que el 17% de los entrevistados declaró ser fumador actual.

Según sostienen desde el Laboratorio de Bioquímica Aplicada de FaCENA-UNNE, un alto porcentaje de la población incluida en el estudio presentó obesidad y sedentarismo, lo cual señala la necesidad de educar a la población para mejorar los hábitos alimenticios y aumentar la actividad física.

“La alta prevalencia de factores de riesgo cardiovascular en adultos jóvenes remarca la importancia de realizar campañas de concientización y prevención encaminadas a reducirlos” explicó la Bioq. Patricia Goicoechea, referente del estudio que contó además con la participación de la Bioq. Macarena Cesario; Bioq. Ariel Leyes Pedrozo y la Bioq. Natalia Serrano, directora del Laboratorio.

Por otra parte, se estudiaron las variables bioquímicas que pueden producir riesgo a desarrollar enfermedades cardiovasculares. Las alteraciones que se presentaron en mayor frecuencia fueron la disminución de colesterol en lipoproteínas de alta densidad, y el incremento del colesterol total. El 25% presentó glucemia en ayunas alterada.

Al realizarse el análisis de cuantos factores de riesgo presentaba cada individuo estudiado, el 5% de las personas no presentó ninguno de los factores de riesgo analizados, mientras que el 29% presentó un FRCV, 27% presentó dos FRCV y el 39% presentó tres o más de ellos de forma simultánea.

La asociación más frecuente fue el sedentarismo unido al IMC elevado.

“Este trabajo fue realizado con el objetivo de estudiar y comparar la prevalencia de los diferentes factores de riesgo a desarrollar enfermedades cardiovasculares. De acuerdo con los resultados obtenidos, llama la atención la elevada cifra de obesidad que, incluyendo al sobrepeso, compromete al 71% de la población” remarco la bioquímica Goicoechea.

Agrega que el alto porcentaje de obesidad cobra importancia por ser un factor de riesgo no solo para las enfermedades cardiovasculares, sino también para otras enfermedades crónicas. Asimismo preocupa el alto índice de sobrepreso, pues quienes tienen sobrepeso poseen altas probabilidades de desarrollar obesidad en un futuro.

Para los integrantes del Laboratorio de Bioquímica Aplicada (FaCENA-UNNE),  “la alta prevalencia de factores de riesgo cardiovascular en adultos jóvenes remarca la importancia de realizar campañas de concientización y prevención encaminadas a reducirlos”.

Consideran que estos resultados se convierten en una línea de base para el estudio de factores de riesgo cardiovascular y enfermedades cardiovasculares, que puede ser utilizada para derivar macro-proyectos que beneficien a la población.

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Con 350 proyectos y 140 grupos de investigación, la UNNE consolida su política científica

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La Universidad Nacional del Nordeste (UNNE) cuenta con casi 1.200 investigadores categorizados, 350 proyectos científicos vigentes, 140 grupos de investigación y 330 becarios. Consolida así su apuesta al fortalecimiento del recurso humano como base para aportar desde la ciencia y tecnología propuestas en beneficio de la región.

La Secretaria General de Ciencia y Técnica de la UNNE, ámbito de aplicación de las políticas de investigación, innovación y desarrollo de la Universidad, implementa distintas acciones para propiciar el fortalecimiento de las actividades de ciencia y tecnología.

En ese aspecto, viene implementando un esquema de trabajo de articulación con las áreas de las distintas unidades académicas e institutos de investigación de doble dependencia UNNE/CONICET, en pos de la unificación de criterios respecto a la identificación de necesidades y fortalezas de la función I+D+i y planificación de acciones.

También se trabaja de manera específica con la Secretaría General de Extensión Universitaria y con la Subsecretaría de Vinculación y Transferencia Tecnológica, de la Secretaría General de Relaciones Interinstitucionales, con el objetivo de poder potenciar la transferencia al medio del conocimiento científico generado.

En ese contexto, para la Secretaría General de Ciencia y Técnica de la UNNE el balance del año 2019 es positivo en cuanto a la concreción de los objetivos trazados previamente y de las acciones planificadas que pudieron concretarse.

NUMEROS DE LA CIENCIA

De acuerdo a datos de la SGCyT-UNNE, la Universidad cuenta actualmente con 1.198 investigadores categorizados.
A ello deben sumarse casi 330 becarios de investigación, que son estudiantes avanzados de carreras de grado y graduados que transitan distintos ámbitos de la formación para la carrera de investigador.

Entre los investigadores categorizados y los becarios de investigación, se conforman los casi 140 grupos de investigación que se estima tiene la Universidad Nacional del Nordeste.

Al respecto, desde este año la UNNE avanzó en una propuesta para acreditar y reconocer formalmente a los grupos de investigación que realizan actividades científico-tecnológicas.

En una primera etapa, oficialmente ya fueron acreditados 84 grupos de investigación de la UNNE, de los cuales 68 son grupos de investigación consolidados y otros 16 son “emergentes”.

La acreditación de los grupos, además de representar una certificación institucional, tiene por objetivo contribuir a potenciar los logros en materia de ciencia y tecnología que se producen gracias a ellos, así como visualizar la labor de los equipos de investigación al interior y exterior de la Universidad.

En cuanto a la tarea de los investigadores y grupos de investigación, actualmente la UNNE tiene 359 “Proyectos de Investigación” (PI) vigentes que abordan numerosas temáticas de interés regional y nacional.

Además están vigentes 11 PDTS (Proyectos de Desarrollo Territorial y Social) que son propuestas orientadas al desarrollo de tecnologías asociadas a una oportunidad estratégica o a una necesidad de mercado o de la sociedad, debidamente explicitada por los demandantes y/o adoptantes.

Asimismo, se llevan a cabo dos Programas de Investigación, que reúnen a distintos proyectos de investigación de temáticas afines.

Este año se han aprobado 35 Proyectos de Investigación y están en proceso de evaluación otros 6 proyectos, a los que se suman dos proyectos PDTS aprobados en 2019.

Por otra parte, en el marco de la convocatoria del programa PICTO-UNNE 2019 para financiar investigaciones en las regiones de Iberá y El Impenetrable, están siendo evaluados un total de 25 proyectos presentados por equipos de las distintas unidades académicas y centros de investigación de la UNNE.

APOYOS A LA ACTIVIDAD

En el caso de las becas de investigación, la UNNE cuenta con 330 becarios de investigación que realizan sus actividades dentro de los grupos de investigación de las unidades académicas o de los institutos de doble dependencia con CONICET.
A principios de año, la Secretaría General de Ciencia y Técnica de la UNNE abrió la “Convocatoria 2019” del programa de becas y se recibieron 306 postulaciones, para un cupo de 145 becas que el Consejo Superior de la UNNE otorga para el año 2020.

En tanto, se encuentran en evaluación las Becas Cofinanciadas con CONICET para Doctorados y Postdoctorados, para las cuales la UNNE ha dispuesto un cupo de 10 becas Doctorales y 5 Posdoctorales, estando entre las universidades con mayor número de becas cofinanciadas.

Este año se celebró la “XXV Reunión de Comunicaciones Científicas y Tecnológicas 2019”, los días 13 y 14 de junio en el Campus Resistencia, evento al cual se presentaron 343 informes de proyectos de científicos realizados por jóvenes investigadores de la UNNE.

La Universidad mantiene activos distintos programas de apoyo a la tarea científico-tecnológico y a la formación en investigación.

Entre ellos, puede mencionarse el programa de apoyos económicos que tienen por fin cubrir gastos de funcionamiento, participación en congresos científicos, publicaciones científicas y equipamiento, que hagan al desarrollo del Proyecto de Investigación.

También se subsidia la participación en congresos, jornadas, simposios internacionales y realización de estadías de trabajo en ámbitos académicos externos a la UNNE.

PLAN DE MEJORA

Desde la Secretaría General de Ciencia y Técnica se recordó que las acciones que se concretan en materia de investigación y desarrollo, se enmarca en un Plan de Mejoramiento de la Función “I+D+i” (Investigación, Desarrollo e Innovación) vigente en la UNNE para el fortalecimiento de las actividades de ciencia y tecnología.

Así, las políticas de investigación de la Universidad se ejecutan siguiendo ese plan institucional y con el seguimiento de una Comisión Consultiva de Ciencia y Técnica que es un ámbito de debate, definición y evaluación de la investigación en la Universidad.

En materia de investigación la UNNE busca instalar nuevas lógicas que concilien las expectativas disciplinares con las necesidades de conocimiento e innovación del medio social y productivo.

Especial atención se pone en las áreas de vacancia y prioridades determinadas por la UNNE en consenso con diferentes actores de la sociedad.

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Sensibilizan sobre el uso responsable de agroquímicos a estudiantes de escuelas agrotécnicas

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Un proyecto de extensión de la UNNE, con participación de tres unidades académicas, promueve en estudiantes de escuelas agrotécnicas el conocimiento y uso responsable de agroquímicos con el objetivo de prevenir posibles daños en la salud, el ambiente y la producción por la manipulación indebida de estos productos.

“Sensibilización en Escuelas Secundarias para el uso seguro de agroquímicos en Corrientes” se denomina la iniciativa desarrollada por docentes y estudiantes del Instituto de Ciencias Criminalísticas y Criminología, la Facultad de Ciencias Agrarias y la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales y Política, de la UNNE.

El proyecto tiene por objetivo sensibilizar a los adolescentes y jóvenes sobre la importancia de conocer las normativas vigentes para el uso de agroquímicos así como las medidas básicas de manejo, preparación y aplicación de los productos.

Si bien el proyecto se orienta a estudiantes secundarios en general, en una primera etapa se resolvió trabajar con jóvenes de escuelas agrotécnicas por provenir en su mayoría de familias que trabajan en el campo, por enfrentarse en su proceso formativo con el uso de estos productos y además porque gran parte de estos estudiantes, al egresar, se desempeñarán en actividades vinculadas al sector productivo.

“Conocer es el primer paso para abordar la problemática del uso de los agroquímicos” explicó la Lic. Gabriela Bruquetas Correa, docente del instituto de Ciencias Criminalísticas y Criminología y directora del proyecto de investigación que integra a equipos de tres unidades académicas de la UNNE.

Señaló que el proyecto, enmarcado en el programa de extensión universitaria “La Universidad en el Medio”, implicó una instancia previa de formación y capacitación de los mismos equipos de trabajo, docentes y estudiantes universitarios, por tratarse el uso de agroquímicos de una temática de gran relevancia social.

Sostuvo que los agroquímicos enfrentan distintos cuestionamientos por la supuesta peligrosidad de sus componentes, pero lo cierto es que en la práctica se usan y están autorizados legalmente.

En ese contexto, quienes integran el proyecto de extensión consideran que aportar conocimientos sobre las normativas vigentes y sobre las prácticas de buen uso y manipulación es la base necesaria para avanzar hacia un uso seguro y responsable por parte de los distintos actores de la cadena productiva.

Al respecto, el ingeniero agrónomo Marcos Chaval, de la Facultad de Ciencias Agrarias, indicó que la indebida manipulación de los agroquímicos implica un alto riesgo, y lamentablemente en la práctica cotidiana de las tareas de campo no es raro observar casos de mal uso de estos productos.

“El conocimiento de la normativa aplicable y la reflexión sobre las prácticas comunes constituyen el punto de partida para lograr un uso más seguro y responsable de los agroquímicos” manifestó.

Se propone que los destinatarios puedan identificar la importancia de asumirse como “ciudadanos responsables” y colaboren en generar la toma de conciencia respecto del efecto que puede acarrear el uso indebido de los productos químicos que se aplican en agricultura.

Por eso, en el proyecto se apunta a la sensibilización desde distintos puntos como ser el ambiental, productivo, de la salud y la cuestión legal, pues el uso indebido de agroquímicos puede impactar en la salud de las personas, en afectar el rendimiento productivo del cultivo, en producir daños al ambiente y también puede tener implicancias legales como delito.

Justamente, la participación en el proyecto de estudiantes y docentes del Instituto de Ciencias Criminalísticas y Criminología, de la Facultad de Derecho y de la Facultad de Ciencias Agrarias busca abordar las distintas aristas que integran el uso de los agroquímicos.

La decisión de realizar el proyecto de extensión en una primera etapa en escuelas agrotécnicas se tomó asimismo en el efecto multiplicador hacia las familias de los estudiantes, así como la posibilidad de sensibilizar también a las autoridades escolares y docentes sobre la necesidad de incluir la temática en la currícula escolar.

La Lic. Bruquetas reiteró la importancia del proyecto por aportar una mirada interdisciplinaria a la temática, así como un enfoque desde el punto de vista de la prevención.

El proyecto de extensión de sensibilización de uso seguro de agroquímicos volverá a ser presentado en el marco se la “Convocatoria 2019” del programa “La Universidad en el Medio”, con el fin de lograr su continuidad en el año 2020.

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Techos verdes: confirman su eficacia para retardar el escurrimiento de lluvias

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Un estudio experimental del efecto hidrológico de “techos verdes” para su utilización en el Gran Resistencia, determinó que son eficaces para retardar el tiempo de escurrimiento y amortiguar los “caudales picos” de las precipitaciones. Por lo tanto, se considera viable para morigerar los problemas relacionados con la creciente impermeabilización de las ciudades de la región.

Las “cubiertas verdes” de tipo extensivas son sistemas que se colocan sobre techos tradicionales para disminuir los efectos de la impermeabilización del suelo urbano, buscando laminar los hidrogramas de escurrimiento que se generan, aumentando el tiempo de escurrimiento y disminuyendo el caudal pico.

Dichas cubiertas verdes están compuestas por varias capas construidas con distintos elementos, con características y propiedades diferentes, estando la capa superior constituida por un sustrato orgánico, de poco espesor, que permite el crecimiento de vegetación de bajo porte y por el que recibe su nombre.

Para un grupo de investigadores de la Facultad de Ingeniería de la UNNE el aumento de la impermeabilización asociada a la creciente urbanización, la baja pendiente natural del terreno y su localización en una zona de riesgo hídrico hacen propicia la implementación de este sistema en las ciudades que conforman el Área Metropolitana del Gran Resistencia.

En ese sentido, avanzaron en un estudio experimental, a fin de evaluar cualitativa y cuantitativamente el efecto de este tipo de techos. Para ello, se construyó un modelo físico de la cubierta extensiva, utilizándose además otra de tipo plana tradicional como contraste.

Se realizaron 5 ensayos consecutivos, de 2 minutos de duración cada uno. En todos ellos se simuló una precipitación de 4 litros, sobre la superficie de 0,123 m2 y se midieron los caudales drenados.

La misma operación se realizó sobre una cubierta plana impermeable (losa), para la cual se registró el hidrograma de escurrimiento directo. Posteriormente, se compararon ambos hidrogramas y se analizaron sus parámetros característicos: tiempo de base, caudal pico y el tiempo en el que éste se produce.

RESULTADOS.

De acuerdo a lo observado, se registró una diferencia marcada en los hidrogramas de escurrimiento de la losa tradicional y de la cubierta verde.

La cubierta de losa plana registró un tiempo base de 119 segundos; tiempo al pico de 11 segundos; con respecto al caudal pico; caudal pico de 81,8 cm3/segundos.

En tanto, la cubierta verde registró un tiempo base de 480 segundos (incremento del 400%); tiempo al pico de 30 segundos (incremento de 273%); y un caudal pico de 17 cm3/s (reducción de 79,2%).

“Los resultados preliminares obtenidos mostraron un notorio efecto amortiguador y retardador del escurrimiento de este tipo de cubiertas”, resaltan los autores del proyecto, Néstor Iván Holsbach, becario de investigación de la Facultad de Ingeniería, y el Dr. Ing. Jorge Pilar y la Dra. Arq. Claudia A. Pilar, director y codirectora, respectivamente, del proyecto de investigación, que fue financiado por el CIN.

Señalaron que si bien este tipo de cubiertas verdes es mencionado en numerosas publicaciones, no es fácil encontrar datos cuantitativos de sus efectos desde una óptica hidrológica, por lo que el proyecto concretado en la UNNE será un importante aporte en ese sentido.

Agregaron que los resultados obtenidos en el estudio se podrían refinar cuantitativamente, debido a que no se tuvo en cuenta la reducción de la porosidad del sustrato a causa de la precipitación y las condiciones de borde del modelo.

En ese aspecto, actualmente se está avanzado en una continuidad de la investigación, incorporando un simulador de lluvia y la utilización de otros tipos de variedades vegetales y diferentes pendientes de cubierta, cuyos resultados se están procesando.

“Por lo expuesto, queda claro que los techos verdes constituyen una estrategia constructiva alternativa que redundará en beneficios ambientales, paisajísticos y también técnicos” resaltó el Dr. Pilar, director del proyecto.

Indicó que la construcción de cubiertas verdes permitiría retardar el flujo del agua de los techos hacia la red colectora pluvial, como consecuencia de la absorción radicular y del efecto almacenador del manto de tierra.

PERSPECTIVA DE ESTE TIPO DE TECNOLOGIAS

Para fundamentar la factibilidad de implementación de cubiertas verdes en el Área Metropolitana del Gran Resistencia, así como en otras ciudades de la región, los investigadores de la UNNE explicaron que desde un punto de vista hidrológico, el crecimiento de la urbanización se ve reflejado en el incremento de áreas impermeables, lo que provoca un mayor volumen de escurrimiento superficial, un aumento del caudal de pico de ese escurrimiento, además de una aceleración de ese proceso.

Ello tiene un efecto significativo en muchas de las grandes ciudades de la región NEA, especialmente las que se localizan en áreas planas, con drenaje complejo, que ante la ocurrencia de precipitaciones intensas (inclusive de algunas de mediana intensidad) quedan paralizadas por los anegamientos producidos. Y esto se torna preocupante en el contexto de cambio climático por el que se está transitando.

Como respuesta a esta problemática, algunas ciudades, siguiendo la tendencia internacional liderada por Francia y ciudades como Copenhague o Barcelona, dictaron normativas que promueven el uso de los denominados techos verdes.

En Argentina, la Ciudad Autónoma Buenos Aires promulgó en 2012 la Ley 4428 de “Techos y Terrazas Verdes”, iniciativa que fue incluida posteriormente en el Código de Edificación de la Ciudad (CE). También la ciudad de Córdoba promulgó una normativa similar en el año 2016, cuyos términos originales fueron flexibilizados por la oposición de los promotores inmobiliarios.

Sin embargo, en la Región NEA aún no se han puesto en vigencia normativas similares, a pesar que ciudades como Resistencia han sido pioneras en el uso obligatorio de medidas no estructurales y de mitigación como parte del abordaje de la problemática del drenaje pluvial urbano.

En el caso del Área Metropolitana del Gran Resistencia (AMGR), se observa una urbanización que crece a una tasa del orden de 2 hectáreas por semana, no siempre planificada adecuadamente, lo que sumado a la baja energía del relieve (pendiente regional inferior a 10cm/km) son condiciones de contexto que hacen propicia la implementación de los techos verdes, que en ese escenario complejo podrían servir como gran ayuda en la búsqueda de un sistema de drenaje pluvial urbano eficaz y eficiente.

El aumento de la impermeabilización asociada a la creciente urbanización provoca una reducción de la infiltración, de la percolación, del escurrimiento subsuperficial y del subterráneo, incrementando el volumen de escurrimiento superficial.

“Así, el uso generalizado de los techos verdes permitiría minimizar los efectos de precipitaciones de elevada y mediana intensidad, reduciendo y retardando el agua de escurrimiento directo, mitigando los anegamientos por lluvias de calles, veredas y lotes urbanos” coinciden los autores del proyecto.

Agregaron que las coberturas vegetales además de colaborar como filtro retardador de las precipitaciones, también aporta un beneficio estético en las construcciones.

OTRAS VENTAJAS

Este tipo de superficies presenta ventajas que benefician al entorno urbano y a la obra arquitectónica.

Algunos de los beneficios más relevantes son la retención de polvo y sustancias contaminantes propias de las ciudades, incremento de la superficie verde en ciudades, protección contra la radiación solar en edificios, aumento de la eficacia térmica de la cubierta, absorción del ruido, así como la reducción de la carga de agua en las canalizaciones, de los costos de depuración de aguas residuales y minimización de los riesgos de inundación en las ciudades.

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